Los embajadores navarros piden la devolución del reino

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Recientemente, en una de sus pintorescas incursiones en el terreno de la historia, don Jaime Ignacio del Burgo decía que, con la conquista de Navarra, se produjo el «reencuentro de los navarros con la nación española». Es muy fácil comprobar, no obstante, que la mayoría de los navarros del siglo XVI no tenían la misma visión de lo ocurrido que don Jaime Ignacio, y se opusieron a dicho «reencuentro» por vías jurídicas, políticas y militares. Cuando apenas habían transcurrido dos años del fracaso de la segunda intentona legitimista, frustrada en Roncal en 1516, los reyes de Navarra enviaron una embajada a la corte española, con la intención de solicitar una audiencia real. Tras varias dilaciones, dicha audiencia se produjo el 20 de abril de 1518, en Aranda de Duero (Burgos), ciudad en la que por aquellos días se encontraba la corte. Allí, ante el mismísimo emperador Carlos I de España y V de Alemania, los diplomáticos navarros exigieron la devolución del reino a sus legítimos soberanos, así como la liberación del mariscal y de los demás navarros prisioneros, capturados dos años antes. No recibieron sino buenas palabras y vagas promesas, cosa que se repetiría posteriormente con las embajadas que sucesivamente fueron enviadas. Todo ello hizo que entre los legitimistas navarros se fuera abriendo paso, poco a poco, el recurso a la vía militar, que se plasmaría tres años después en la tercera intentona de recuperación del reino, producida en la primavera de 1521.

Jaime Ignacio del Burgo está convencido de que los navarros del XVI estaban, literalmente, hartos de soportar el peso de una serie de reyes «franceses», que ocuparon el trono navarro entre los siglos XIII y XVI. Y mete consecuentemente en ese saco de reyes extranjeros y advenedizos a los Teobaldos, a Carlos III el Noble, a la reina Blanca de Navarra, a su hijo el Príncipe de Viana etc. No deja de sorprender tal percepción en una persona como el exdiputado del grupo canario por Navarra, político de convicciones reconocidamente monárquicas, y defensor entusiasta de la casa real española. Monarquía personificada en la actualidad por una reina griega, nacida en Atenas, y un monarca apellidado dos veces Borbón (Bourbon), nacido en Roma. A ellos debe reservar él su homenaje, las reverencias y las genuflexiones. Siempre y cuando no estén ocupados masacrando osos en Rumanía o elefantes en Botsuana…

 

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/04/22/ocio-y-cultura/los-embajadores-navarros-piden-la-devolucion-del-reino