Navarra en la encrucijada

Navarra ha sido siempre encrucijada en la Europa de todos los tiempos, camino de culturas e invasiones. Por sus tierras penetraron los godos y se fue Carlomagno en aquella de Roncesvalles. Cuando iba tomando conciencia de pueblo y ocupar un lugar importante en la historia de reino, la cruzó el Camino de Santiago, jalonando sus senderos de templos y el Cister ya ocupaba años antes sus cenobios. Distintas gentes, diversas culturas, dejaron su poso y engendraron en Navarra esa su peculiar idiosincrasia.

Esa Navarra, de la que dijo Shakespeare que un día asombraría al mundo, no acaba de despertar de su letargo y no encuentra su verdadero SER, su verdadera personalidad desdibujada y difuminada entre los legajos de su historia escondida o malévolamente tergiversada, y también, porque ha olvidado su cuna, sus raíces, y permanece en las encrucijada abriendo sus caminos al caminante extranjero expuesta a todas sus asechanzas.

Cierra las puertas de sus ciudades a sus hermanos de sangre y las abre a los que, poco a poco, han destruido su conciencia. ¡Ay, Shakespeare, te equivocaste!.

Quizás sus hijos, indolentes, han sido vencidos por la presión cultural bebida en fuentes extrañas, desdeñando las aguas claras que manan de las laderas de sus agrestes montañas y no encuentren su SER, dejándose llevar y gobernar por los que la vencieron y lograron su despersonalización.

Hoy como en el ayer cercano, -carlistas y liberales-, está dividida Navarra entre la llamada derecha, representada por UPN-PP y la llamada izquierda por el PSOE. Creo que esta definición está superada y que sus distintos cauces se mezclan en ese río que lleva sus aguas lejos de Navarra y con ellas sus libertades.

Otra vez Navarra seguirá gobernándose desde Madrid embarcados en la nao del PSOE, que no llevará, por supuesto, el timón «a la Navarra», y se nos llamará «forales» como apodo peyorativo. Daría risa, si no nos dieran ganas de llorar.

Puede que a nadie haya que echar la culpa sino a los propios navarros, que han dilapidado, ignorantes o indiferentes, su herencia y tengamos el gobierno que nos merecemos.

Pero a los que blasonamos de tener conciencia de nuestra procedencia, que gritamos nuestra personalidad y pertenecemos a ese grupo minoritario que conoce y ama su cuna vascona, se nos puede y debe exigir mucho más y no podemos eximirnos de responsabilidad.

Se acercan fechas tristes para los navarros, fechas históricas que vamos a ver tergiversadas, y celebrar, volviéndolas del revés, como a un calcetín. Faltan todavía cuatro años, pero el tiempo vuela. Poner atención.