Bardenas, saqueo continuado

CUANDO el presidente de la Junta de Bardenas, señor Gayarre, dice que «el Parlamento ha decidido que los únicos que decidamos seamos nosotros» y la prensa oficialista mantiene que «queda claro que la disciplina política puede más que el deseo de desmantelamiento», la hipocresía queda a la vista y se aprecia la necesidad de una consulta para saber qué deseamos la mayoría de los navarros.

Ahora más que nunca debiera existir en Navarra el crimen de lesa patria para contrarrestar el de lesa majestad que fue aplicado a los navarros (y sigue siendo), al tiempo que se nos roba el disfrute de las Bardenas, tantas veces recomprado y tantas y tan múltiples ocasiones hurtado.

Las Bardenas fueron fuente de provechos sociales y económicos para Navarra. Los datos de los siglos XIII, XIV y XV aportan las recaudaciones por pastoreo de los valles montañeses, la fabricación de carbón y el aprovechamiento de maderas.

Ironías de la vida, ahora se nos quiere pagar para realizar entrenamiento de bombardeos que pueden llegar a ser genocidas. Las Bardenas fueron hurtadas múltiples veces, y recuperadas con recompras para que Navarra volviera a poseer lo que de por sí era y es suyo. Nuevamente en la actualidad se justifica el expolio en lanecesidad (violencia) del Estado . Necesidad de fuerza que, llamándose de Defensa, se empleó y emplea un territorio que nos pertenece para intereses agresivos.

Ningún político navarro, mayormente los que vemos en manifestaciones contra la violencia y se dicen ciudadanos del mundo frente a los nacionalismos, labora por reclamar lo que nos corresponde por derecho natural, y nos obliga a requerirlo como ciudadanos para una paz veraz: qué ironía, una reserva natural de la biosfera declarada de necesidad para ¡¡Defensa y nacional!! de un Ejército ofensivo.

Lo limitado de un artículo nos impide abordar detalles y aspectos de una colonización que por sí sola justifica la recuperación de las Bardenas por Navarra. Pero la irresponsabilidad de nuestros gobernantes, que alardean de que Navarra será lo que quieran los navarros , les lleva a apoyar proyectos de guerra de la fuerza colonizadora y, ocultando las razones verdaderas, excusan su responsabilidad en la decisión de una junta local a la que no le corresponde tal decisión.

El histórico saqueo del derecho de las Bardenas

Haciendo de la agresión armada su política, los diferentes monarcas franco godos consideraron las haciendas, bienes y provechos de las Bardenas de su propiedad, y pisotearon los derechos de la sociedad navarra, aunque desde los primeros años de la ocupación, las Cortes navarras denunciaron el expolio. Los abusos y saqueos se repitieron continuamente y, con una u otra motivación, el Estado monárquico privó a los navarros de su disfrute, en claro robo de sus derechos y forma de vida.

Así, el año 1565, el patrimonial del rey fue denunciado por nuestras Cortes porque vendía la hierba de las Bardenas, las arrendaba a ganado extranjero y prendía a los naturales que se atrevían a hacer fusta (material de madera) para su uso.

En 1580 las Cortes volvieron a denunciar que el virrey negaba a los vecinos el derecho a gozar de las Bardenas, mientras los empleados del patrimonial daban licencias a extranjeros para extraer y vender leña, carbón, pinos y pez. Otra queja del año 1583 confirma el mismo saqueo.

La ley de Cortes de 1642 volvió a denunciar los saqueos de materiales contra la voluntad de los navarros, y a exigir que no se cortaran ni vendieran árboles de las Bardenas, recordando las leyes de los años 1576, 1580 y 1604. Aunque se reconoció el derecho, el patrimonial siguió vendiendo el arbolado a cuantos aragoneses mostraban interés en comprarlo.

El año 1662, el patrimonial ya acotaba y amojonaba términos, y seguía dando licencias de corta, tal como lo recogen las leyes de Cortes en sus denuncias.

En 1688, las Cortes recompraron los montes expoliados incluyendo las Bardenas, ofreciendo un donativo del Vínculo de 30.000 pesos, ya que el rey había otorgado los montes de la Corona a un particular. El monarca no debería volver a hacer merced, venta ni enajenación de los montes comunes que los navarros utilizaban sus provechos y gozaban libremente con todos sus ganados por derecho de posesión.

Y fueron 34.000 ducados los que se entregaron para que el rey admitiera por cédula real el disfrute de los montes de Navarra por los navarros, que su uso no sería variado, y que se mantendría a perpetuo, sin innovación ni alteración alguna, quedando la dicha posesión privativa a su favor, sin consideración de precaria ni otra circunstancia por donde a tiempo ha de venir, se les pueda derogar, ni quitar aquella… , ni otorgar a ningún otro.

No obstante, el aparato y poder militar de la monarquía volvió a quebrar sus propias leyes cuantas veces le vino en gana. Al tiempo que el Borbón Felipe V entró a reinar en España, se volvió a quebrar el respeto. Y de nuevo el 14 de abril de 1705 se acordó la reversión de su goce a perpetuidad para los navarros, con obligación de no expoliarlo ni concederlo a terceros, ni exigir pagos ni rentas. La nueva cédula real prometió nuevamente que se respetaría su posesión. Para consolidar el respeto en este enésimo acuerdo, se pagaron 12.000 pesos más y se creó la comunidad de las Bardenas.

Como el derecho volvió a quebrarse por el rey, el año 1744 las Cortes navarras volvieron a reclamar el derecho de nuestro pueblo sobre los montes y tierras baldías. Los tres estados del Reyno de Navarra congregados reclamaron contra otra Real Cédula de 11 de Noviembre del año de 1738, y a favor «… de los que tienen gozo en las Bardenas y montes reales… -que- … desde el año de 1688 quedaron inajenables por el Real Patrimonio, y asegurado el goce de dichos naturales, con obligación de conservarlos en la posesión inmemorial de él a perpetuo, quedando privativa su favor, sin consideración de precaria, ni otra circunstancia, porque se les pudiese derogar; y por ello sirvió este Reyno con 34.000 ducados de plata a 20 de abril del expresado año de 1688».

Y aún se añadía que «… no siendo practicable en este Reyno privar a sus naturales de libre goce de las tierras baldías de los montes y comunes reales… -se pide que- no sean los tribunales castellanos sino navarros los que dictaminen…, y siendo las causas de Hacienda, es el conocimiento en primera instancia, privativo del Tribunal de la Cámara de Comptos… -solicitando al monarca- … sea servido dar por nula y ninguna la enunciada cédula, opuesta a nuestros Fueros y leyes, -y- que se observen y guarden según su ser, y tenor…».

Tras la muerte de Carlos II sin descendencia a finales del siglo XVIII, aún se produjo otro nuevo expolio. La monarquía puso de nuevo precio al ejercicio de explotación de las Bardenas para que no hubiera intromisión del Estado. Las 22 entidades congozantes ofrecieron entonces 9.000 pesos para no ser molestadas en su disfrute. Surespeto se volvió a comprar finalmente por 12.000.

La pertenencia, pues, resulta clara, y aún más el derecho a su empleo. Lo demás son excusas del colaboracionismo navarrero militarista que cubre las ambiciones de un Ejército que no puede aportar razones, ni de paz ni de derechos.