Turquía prohibe la entrada de un libro enviado desde Santiago para enseñar la lengua kurda

El 28 de octubre del pasado año, salía rumbo a Turquía una partida de 2.000 libros editados por el Ayuntamiento de Santiago de Compostela para contribuir a la enseñanza de la lengua kurda. Cinco meses después, los libros siguen sin llegar a su destino porque la Fiscalía especial de Publicaciones de ese país impide que crucen la frontera.

El consistorio compostelano decidió publicar estos libros en el marco de un programa de cooperación con el Ayuntamiento de Diyarbakir, principal ciudad kurda de Turquía (un millón de habitantes), para estrechar los vínculos de Galicia con ese pueblo, cuya cultura y lengua de origen indoeuropeo son de las más antiguas y peculiares de todo Oriente Medio.

Concretamente, se planteó la posibilidad de apoyar a las academias de kurdo recientemente legalizadas financiando la edición de uno de los manuales utilizados por escolares. Inicialmente, se propuso que Santiago de Compostela pagara la impresión de los libros en Turquía, pero los gallegos, para dejar una más clara constancia de su colaboración, optaron porque la edición se realizara íntegramente en Galicia.

Por esta razón, el libro, titulado “Kurdiya Hesa” (Kurdo básico), lleva tanto en su interior como en la contraportada el símbolo de la catedral compostelana e, insertada, una carta firmada por los responsables de las tres concejalías que han respaldado el proyecto: Néstor Rego, concejal de Cultura, Elvira Cienfuegos (Educación) y Manuel Portas (Normalización Lingüística). En este mensaje se recuerda, de forma especial, que Galicia también protagonizó una larga lucha durante la dictadura franquista para que la lengua gallega pudiera estudiarse en las escuelas, tal y como ahora hace el pueblo kurdo aprovechando las condiciones que, en este sentido, impone la Unión Europea al Gobierno de Ankara.

El envío de los libros comenzó a tener problemas nada más salir de España el día 28 de octubre. Para que llegaran a su destino, se contrató una empresa de transportes turca que debía recogerlos en Italia el 2 de noviembre. Sin embargo, cuando el 7 de noviembre esta empresa descubrió que la carga consistía en libros escritos en kurdo, se negó a realizar su trabajo, anuló el contrato y se desentendió totalmente de la carga.

El Ayuntamiento de Santiago tuvo que buscar otros transportistas que aceptaron llevar los paquetes hasta la aduana de Halkali, en Istanbul, donde quedaron depositados el 12 de diciembre. Aquí se repitió la historia. Al percatarse los funcionarios de su contenido, pese a comprobar que “Kurdiya Hesa” no figuraba en la lista de libros cuya importación está prohibida, suspendieron los trámites aduaneros.

Las personas que fueron a reclamar los libros comunicaron al subdirector de la aduana, Huseyin Sanverdi, que “Kurdiya Hesa” no estaba en esa lista precísamente porque este libro ya se estaba utilizando dentro de Turquía. También le informaron que, en realidad, se trataba de una segunda edición, impresa en Galicia siguiendo el modelo de otro libro publicado en Istanbul el año 2003. La aduana puso el asunto en manos de la Sección de Publicaciones de la Policía que, a su vez, informó del problema a la Fiscalía especializada en esta materia, dependiente, en última instancia, del Gobierno de Tayip Erdogán, copresidente, junto a Zapatero, de la Alianza de Civilizaciones.

Tras estar bloqueada durante tres meses la partida de libros en la aduana de Halkali, acumulando gastos de almacenaje, el fiscal Savas Kirbas comunicó a los promotores que, para tomar una decisión, debían traducir el libro al idioma oficial, el turco.

Néstor Rego, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santiago de Compostela, ha declarado a EL MUNDO que no pueden aceptar tal requisito porque “no entienden qué peligro tiene un libro de enseñanza” y porque “se trata de la reedición de una obra que ya está en circulación en Turquía”. “Es inaceptable -añade Néstor- que el motivo de este conflicto sea un método de iniciación a la lengua kurda. En su opinión, se trata, más bien, de “una medida para dificultar el desarrollo de la cultura kurda y un indicador de que la tan cacareada democratización de Turquía está lejos de ser una realidad, sobre todo en lo relacionado con la lengua y cultura de este pueblo”.

Tal y como informó este representante municipal, el Ayuntamiento de Santiago se va a poner en contacto con la Embajada de Turquía en Madrid para pedir que se pongan los medios necesarios para que “ese manual escolar llegue a su destinatarios, los niños y las niñas kurdas”.