Defensa del Estado navarro

A lo largo de la larga historia de nuestro Estado, son numerosos los actos defensivos que debieron realizar nuestros antepasados, ante las violentas invasiones y su consiguiente ocupación de las tierras vasco(na)s del sur del Pirineo, realizadas por otros estados. Una defensa territorial que en principio fue diplomática. El más claro ejemplo es el Tratado fronterizo de 1016 con el condado de Castilla. La violación de dicho tratado por parte castellana, dio paso a una defensa militar teniendo que acudir los navarros hasta la frontera, concretamente a Atapuerca en 1054, donde fueron derrotados.

Las invasiones militares castellanas prosiguieron, destacando entre ellas las de 1076 y 1199-1200, que significaron una perdida importantísima en de territorios para el Reino de Navarra, viéndose así encajonado el Estado vasco entre dos grandes potencias militares, como eran el reino de Aragón, antiguo condado navarro y el reino de Castilla y León, que se unirían posteriormente mediante el matrimonio de Isabel de Castilla con Fernando de Aragón, formando así el reino de España.

En el año 1512, las tropas castellano-aragonesas, es decir españolas, invaden y ocupan el Reino de Navarra, lo que obliga a los reyes legítimos navarros, Catalina I de Foix y Juan III de Albret o Labrit, a abandonar la capital del Reino vasco, y asentarse en Pau, junto a los leales agramonteses, desde donde buscarán la recuperación de la independencia del Estado navarro, mediante el intento de reconquista de ese mismo año, o la nueva intentona tras la muerte de Fernando II de Aragón en el año 1516.

Enrique II «el sangüesino» continúa intentando la reconquista, tras suceder como rey de Navarra a sus padres. Los intentos son tanto por vía diplomática, ejemplo de ello son las conferencias de Montpelier de 1519, donde los españoles se niegan a restituir el Reino de Navarra. Lo que da un nuevo intento por vía militar, llegándose a logra la recuperación de la independencia para el estado vasco en 1521. Una independencia que duró poco, ya que los españoles derrotan a los navarros en la batalla conocida como de Noain, el 30 de Junio de ese mismo año, yaciendo muertos tras el combate más de 5.000 navarros en las campas de Noain-Ezkirotz.

Al comprobar y sufrir las consecuencias de la ocupación militar española, con el contrafuero existente al gobernar un extranjero, el virrey era español no navarro, a lo que había que sumar la negativa española a las numerosas quejas o reclamaciones presentadas por esas Cortes ilegítimas de Iruñea y ante la esperanza de un contrato matrimonial, entre el hijo del Carlos I de España, el infante Felipe, con la hija de Enrique II de Navarra, la princesa Juana de Albret, los beaumonteses realizan en 1540 un memorandum, donde se especifican la mayoría de las tierras pertenecientes al Estado navarro, que debía reclamar «el sangüesino», insistiendo incluso en aquellas tierras arrebatadas con anterioridad de la invasión y ocupación de 1512.

Con el paso del tiempo y perdiéndose el referente del Estado navarro independiente al norte del Pirineo, la Navarra reducida sigue ocupada por las tropas españolas, pero conserva el título de Reino y con ello la posibilidad de acuñar moneda propia, más el control de diversos impuestos y manteniendo unas fronteras, más comerciales que políticas, con España y Francia, existiendo todavía las propias leyes o Fueros, cuya defensa será la principal causa que llevará a la primera guerra carlista en 1833.

La traición de los absolutistas españoles a las tropas carlistas navarras (y de vascongadas) significó la perdida del estatus de reino para Navarra, convirtiéndose un una provincia más española. En 1866 se realiza una propuesta desde la Diputación de Navarra, buscando una unión administrativa con Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, que no llega a realizarse.

Serafín Olave en el año 1883, funda el partido republicano federal, desde donde defiende la reunificación de Navarra, que además de las provincias vascongadas, se buscaba la unión de La Rioja y la Merindad de Ultrapuertos del norte del Pirineo, aprobándose un proyecto de Constitución para el Estado navarro. Y por otro lado, Anacleto Ortueta intentaba que el nacionalismo vasco asumiera el referente histórico y político del Estado de Vasconia, Nabarra.

Tras la guerra civil española, desde el exilio en London, el Consejo Nacional Vasco realiza un anteproyecto de Constitución para el Estado de los vascos, donde se declara que el territorio de dicho Estado es el del Reino de Navarra. Mirando estos pasajes históricos, en los cuales podríamos citar bastantes otros, en los que defiende la unidad de los vascos, entorno aún Estado, nos debe dar fuerzas para continuar con la tarea de nuestros antepasados y defender la legitimidad del Estado de Navarra, ante españoles, franceses y demás nacionalidades del mundo y decirles con orgullo que nosotros somos navarros.

Iruñea, Marzo de 2008