Ochenta años del agur al comandante Saseta

HOY se cumplen ochenta años de la muerte de Cándido Saseta Etxebarria, comandante del Euzko Gudarostea durante la Guerra civil. El de Hondarribia falleció a los 32 años en el frente de Asturias, en Areces. Un parte de guerra de aquellos días confirma que perdió la vida herido de bala tendido en el suelo con una herida sangrante cerca del oído y, “asegurado de que era cadáver”, el último compañero que estaba a su lado le tomó su pistola y se retiró a Premoño. Aquel hombre, como desveló meses atrás DEIA, era un enlace del batallón Amayur, del PNV, apellidado Lartitegi Arrazola.

En aquellos días, el diario íntegro en euskera Eguna publicó sobre la muerte de Saseta informaciones cortas firmadas por Uzturre (Jesus Insausti) o Andonegi, así como dos esquelas y una foto multitudinaria de la salida del funeral.

El primer texto sobre su fallecimiento se imprimió ya al día siguiente de la muerte con un titular principal a seis columnas: Gure Saseta il da, y más abajo una foto bajo el título Euzko Gudalburuak, Saseta’tar Kandida. En la información se da a conocer la triste noticia con frases nostálgicas que se repetirán en los siguientes días, caso de la noticia firmada el día 25 por Uzturre. Este comunicaba en su primera línea que el comandante había muerto y que había ocurrido el día 23. “No lo queríamos creer”, exponía con “dolor en el corazón”. Insausti incidió en que Saseta nunca se amedrentó ni en el frente. “Todo Euzkadi le está en deuda”, agregaba en un texto cargado de figuras literarias y de apoyo a los soldados que continuaban luchando. “¡En el extranjero ha muerto nuestro Saseta! La muerte le ha cerrado los ojos en Asturias”, enfatizaba Uzturre e iba más allá: “Pero, la flor de la libertad germinará en Euzkadi”.

El texto concluye con un deseo de que el dirigente descanse en paz y un bertso: “Gu gera zazpi probintzi, lege-zarrarik ez eutsi, ez mutilak, ez utzi. Nahiz hanka bat hautsi, sortuko dira berriak, gu gera Euskal Herriak”.

En la portada del ejemplar del día 26 se publicó la esquela del comandante a quien se nombra de modo sabiniano como Saseta eta Etxeberria’tar Kandida, que murió a favor del lema JEL (Jaungoikoa eta Lege Zaharra). En ella se convocaba para el día siguiente a las diez de la mañana, sábado, una misa en la iglesia de San Vicente Martir de Abando y, otra, el lunes en Santa María de Gernika-Lumo también a las 10.00 horas.

En la página 4, titularon una noticia con un solemne ¡Saseta il da! (sic). Firma Andonegi, persona que conocía al militar vasco y que le recodaba como joven, pequeño, sobresaliente y de cara risueña.

A continuación, elogiaba su amor por la patria vasca y cómo fue ejemplo desde su paso por Loiola hasta que fuera “dos veces herido”: mano y pierna en Andatza; y la segunda vez en la batalla de Villarreal (Legutio). A juicio del redactor estas malas experiencias solo le aportaron más ganas de seguir luchando en la línea del frente “a favor de Euzkadi” y encontrando la muerte en la zona de Oviedo “aquel a quien tanto queríamos”.

Andonegi finaliza su semblanza con un “Agur Saseta’tar Kandida Noiz arte? Agur, laister arte” y el breve bertso: “Zu lehen izan ziñan, ni orain naizena. Gero ni izango naiz, zu orain zerana”.

En la entrega de Eguna del día siguiente, sábado, salió publicada la misma esquela a modo de recordatorio y, el domingo 28, en portada, una fotonoticia en la que se ven a incontables personas a la salida de la ceremonia religiosa matinal oficiada en Abando en el recuerdo del jefe de gudaris.

El martes 2 de marzo una pequeña columna volvía a evocar la muerte de Saseta, esta vez firmada como Otarri. “Oh! Has caído, caído, tú, Saseta querido” (…) “en tierra extranjera, aunque mirando hacia Euzkadi has dado tu último respiro”, tecleaba.

Fue el Ejército Popular Republicano quien solicitó al Gobierno Provisional de Euzkadi presidido por Agirre su apoyo a la ofensiva de febrero sobre Oviedo con la intención de incomunicar y tomar la ciudad asturiana. El Ejecutivo vasco aceptó con Saseta al frente de tres batallones: Amayur del PNV, Euzko Indarra de ANV y por último el Indalecio Prieto del PSOE-UGT. Ya en destino, se sumaron a los ya llegados Isaac Puente de la CNT y el Perezagua del PCE.

El día 23 de febrero Saseta perdió la vida por una bala de los españoles golpistas. Un parte de guerra del Gobierno de Euzkadi que atesoraba el PNV en París comunica cómo un enlace del batallón Amayur, del PNV, a Lartitegi Arrazola, encontró en el fragor de la lucha al de Hondarribia tendido en el suelo con una herida sangrante cerca del oído. Minutos antes, ambos se comunicaron en euskera con un “soatz” (en referencia al término “zoaz”, “vete”) que le hizo saber Saseta a Lartitegi Arrazola. Este último, asegurado que su superior estaba muerto, tomó la pistola del comandante y partió a Premoño, según comunica el parte de guerra.

El pradón de los vascos Aquel lugar se conoce a día de hoy como El pradón de los vascos. “El comandante Saseta, según testimonio de un teniente del Batallón Amayur, comunicó al Estado Mayor que la situación de aquel pueblo, batido por tres flancos, con fuego de ametralladoras y fusil, atacado con artillería y mortero, era completamente insostenible y, seguramente, en vista de que no llegaban refuerzos, dispuso de la retirada, haciendo salir a las fuerzas ordenadamente”, matizan las credenciales.

Datos como estos son, al parecer, inéditos y arrojan luz, impresos en documentos originales de Presidencia de Euzkadi’ko Jaurlaritza, como detalla con exquisito arte toda la papelería oficial de la época. En concreto, hay un epígrafe titulado La muerte del Comandante Saseta, escrito a máquina bajo el título Las operaciones de Asturias. Las brigadas vascas. Información del Secretario General de Defensa.

En las diez páginas de este informe, se da a conocer en párrafos previos que el retroceso finalizó “hacia las dos de la tarde”, salvo el grupo que mandaba el comandante del Batallón Amayur, “que quedó en el camino de Areces a Premoño”. Este cargo observó que “estaba solo”, por lo que dispuso que también se retirara su unidad, “recogiendo las prendas y efectos que se hallaban a su paso”.

Entretanto, las noticias que llegaban del comandante Saseta, Jefe de la Brigada y sus hombres “eran cada vez más inquietantes”, hasta que aquel enlace del batallón de ANV, apellidado Lartitegi Arrazola, le entregó “la pistola de dicho comandante”, a la vez que les comunicaba “que este había fallecido”, detallaba el secretario general de Defensa.

DEIA