Graccurris, el Ebro y Cibeles

El artículo expone de forma resumida los diversos elementos estructurales de la “Graccurris” romana, estudiados en el informe de “Grakurria o la Clabularia”; y narra su presencia en la geografía y en los siglos anteriores a la formación del Reino de Navarra.

El nombre del mes actual es Mayo, de Maia, la diosa de la fertilidad, la castidad y la salud. En estos días primaverales se celebraban las fiestas para festejar el renacer de la vida y este era su mes de clausura.

Era un mes, una luna, que seguía a otros con una serie de deidades naturales relacionadas con la vida y la naturaleza. Los seres humanos que habitaban la tierra en ese momento se llenaban de felicidad al sentir de nuevo la bendición de unas buenas cosechas al ver el brote de la belleza natural y sus primeros frutos.

A consecuencia de ello organizaban carreras, ofrendas y grandes comidas que daban por finalizada la temporada de siembra y brote que conmemoraban las diosas Cibeles, Ceres o Maia.

En este mes primaveral merece la pena llevar a cabo un análisis crítico de la geografía del río Alhama y su desembocadura en el Ebro; donde se ubicaba la civitas romana de Graccurris, cimiento de la Nava pirenaica y principal asentamiento de entre las capitalidades del Reino de Navarra que nacería siglos más tarde.

Esta civitas estrictamente (en lugar de “valle”) fue el lugar que fundó Sempronio Gracco en la calzada que unió Asturica Augusta (Astorga) con Caesar Augusta (Zaragoza), concretamente en el año 179 aC.

Graccurris pasaría a ser Grakurria cuando Roma dejó su gestión a la sociedad euskara, pasando después a pertenecer al conventus iuridicus de Zaragoza, donde según los hechos bibliográficos supuso muchos problemas de administración. Se puede destacar que acuñó moneda al igual que sus compañeras del Ebro Kalakorikos, Kaiskata o Barskunes, por mentar algunas de ellas.

Una de las sociedades del “Emporion” del Ebro

Hasta aquí la información trasladada de forma genérica. Realmente no solo fue una ciudad en la calzada ya que adquirió el rango de municipium bien pronto. Era una civitas conformada por los actuales Corella, Castejón, Cintruénigo, Fitero y Alfaro como capital en la calzada. Su límite con Calahorra estaba sobre Rincón de Soto; y el de Cascante, en Tudela.

Fue una franja del Ebro que tuvo un claro carácter de liderazgo militar y comercial a lo largo de muchos siglos, conformando el denominado “Emporion” de la antigüedad, una federación comercial y administrativa de las ciudades del Ebro Norte.

Estaba apuntado que la pertenencia de Graccurris al convento de Zaragoza había ocasionado problemas. Esto es, por decirlo de una manera coloquial, por su pertenencia al “estado” de Zaragoza en y tras la caída de Roma. Esos problemas fueron causa de batallas como las de los “bagaudas”, una sociedad asentada en el entorno del Ebro e importantísima para el devenir socio-político del momento en la caída del Imperio.

La sociedad del Alhama acabó por moverse río arriba, presumiblemente tras éstas tiranteces del momento, y recibiría décadas más tarde las mismas acusaciones, presiones y batallas como las de los aracelitani en el entorno de la Aracaeli mansio del río Arakil.

El traslado social y cronológico de bagaudas a aracelitani se explica mucho más allá de las afrentas entre Zaragoza y el Ebro superior con las decretales del Papa en 465 dC., donde podemos leer desde la numeración de ciudades del “Emporion” hasta las disputas y riñas entre administraciones.

La mediación del Papa con Zaragoza
Las decretales narran que Calahorra, lindante con Graccurris, tuvo un obispo que es el que parece la causa última de estas afrentas y de la posterior mediación del propio Papa.

Este obispo es llamado Silvano y es el que acaba por asentarse en aquel territorio del Arakil, el denominado Castro Silbaniano; pero es sabido que ese fue su nombre como obispo y no su nombre personal. Sus inquietudes silbanianas en esa primera época de imposiciones religiosas del clero provocaron tensiones y mediaciones que son en gran parte la razón de muchas de las problemáticas que aún hoy padecemos sobre la Historia de esta parte de Europa.

Pero como ya sabemos, Graccurris la fundó Gracco, lo cual quiere decir que hubo que batallar para levantar el tropheum con el que hacer el acto de “fundación” (para resumir la explicación).

El nombre anterior del valle es señalado como Ilurcis y es el zonal que guarda la desembocadura en el Ebro de los ríos Alhama por un lado y Arga-Aragón por el otro. Su situación estratégica y de paso más corto al plano del Duero sirvió para que el general romano Sertorio la utilizara como base de operaciones “Castra Aelia”, como “nava” en su conquista de Contrebia Leucade (la ciudad que guardaba el paso más corto al plano peninsular y a Numancia desde el importantísimo viae del Ebro).

Estas grandes compañías y ejércitos que pasaban por el viae no solo lo hicieron en este momento puntual, lo hicieron de forma continuada durante siglos. Al paso del tiempo, bien como causa o bien como consecuencia, quién sabe, fue un tramo de viarios que albergó el “Emporion” comercial de la Tarraconense que bendecía el propio Papa en sus decretales.

Esta claro que en Zaragoza, conocedores incluso visualmente de las excelencias de este entramado militar y comercial, parecían estar preocupados por algo mucho más trascendental para ellos.

Los restos de la Graccurris romana

En este zonal existen comentarios históricos acerca de una época en la que muchas personas se acercaban hasta aquí, paleta en mano, para tratar de encontrar ciertos tesorillos de los que se oía hablar. Se llegaron a horadar superficies completas con el fin de encontrar algún bien precioso; aunque entre los habitantes del zonal siempre se dice que no encontraban nada. Buscaban los denominados tesorillos, elementos valiosos de aquella antiquísima sociedad estamental religioso-militar.

El hecho de escarbar con paleta y bibliográficamente en determinados lugares de Graccurris y no en otros se puede describir de forma rápida de la siguiente manera: las tropas que pasaban por este lugar tuvieron en Araciel una parada obligada.

Bien fuera para pasar al Duero, bien para cruzar el Pirineo o bien para llegar al océano Atlántico, las personas pasaban irremediablemente por este lugar. Este topónimo Araciel referencia a un despoblado en la medianía entre Alfaro con Corella y guarda dentro algunos restos abandonados de sumarísima importancia en la Historia.

Araciel está junto a la calzada romana que une la Graccurris mansio de Alfaro y la urbanización del Villae [in] Coelia (Corella). Araciel y su medioambiente operacional, es el lugar que guardaba un altar mayor o ara coelia en el que rogar por los negocios, las luchas y los viajes en general.

Un altar dedicado a una de esas diosas primaverales, era el ara cibelia. El altar de la diosa Cibeles.

Un territorio en el Ebro consagrado a la diosa Cibeles

Cibeles es una de las tres deidades principales tras las equivalencias y sincretismos alto medievales de la fertilidad o la belleza. Es la dama del carro en la vía con su melena al viento simulando la contención del caos entre su pelo.

Y es también la diosa barquera Nabia de la antigüedad; antes de los sincretismos y demás equivalencias religiosas de la época. La sociedad, para agasajarla, la paseaba en forma de busto sobre un carro de plata en una procesión a lo largo del recorrido del “pomerium”, el aro consagrado con centro en el altar de la deidad, en Araciel.

Finalmente y de forma resumida, los elementos estructurales del castro grakurritano son (además de su entramado viario) la parada de Alfaro mencionada como Graccurris mansio, el altar central en Araciel y la villa que lo mantiene en Corella; una base de operaciones con su topónimo nava en la Castra Aelia de Sertorio que comunica el río Duero en Fitero-Cintruénigo; y los limes de Rincón de Soto al norte y de Tudela al sur.

Todo lo cual concluye que el nodo del castellum de Castejón es por su situación uno de los baluartes principales de la antigüedad junto con Araciel, ambos dentro de un medioambiente operacional bendecido por Cibeles y el aro sagrado que protege sus campos, bosques y aguas.

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