Contra la vida (y la política) encadenada

Edwin Torres nació el 1931 en uno de los barrios más pobres de Nueva York, en Harlem, en el sector que está situado entre la calle 110 y la avenida Lexington. En ese trozo de Manhattan donde se instalaron a principios del siglo XX los puertorriqueños y los inmigrantes latinoamericanos, como los padres de Torres, llegados a la Gran Manzana desde Puerto Rico, y que es colindante con los sectores dominados por los italianos y los negros. Es una zona conflictiva, de confrontación social y étnica, que retrató muy bien el musical West Side Story.

A pesar de crecer en medio de esa pobreza, Edwin Torres logró, como pasa a menudo en los EE.UU., alcanzar una buena posición. Hoy en día es un antiguo juez del Tribunal Supremo del Estado de Nueva York. El ascensor social norteamericano a veces funciona, si bien no se tenga que salir de los EE.UU. para darse cuenta de cómo es el tercer mundo y la miseria. Torres aprovechó su experiencia en la corte suprema para escribir algunas novelas de éxito: Carlito’s Way (1975) y la secuela After Hours (1979) y Q & A (1977), una novela negra que Sidney Lumet llevó a la pantalla en 1990. Brian de Palma hizo lo mismo en 1993 con las dos primeras historias. La película se tituló Carlito’s Way, pero aquí se exhibió con el título Atrapado por su pasado.

El título de la versión española anuncia una parte de la trama de la película: la historia de un hombre que acaba de salir de la prisión y que busca enmendar su anterior vida. Pero el tiempo pasado se convierte en una losa que le encorseta y le devuelve a la violencia y la vida sórdida del barrio, al Harlem español. El título en inglés es más preciso para entender el trasfondo moral de la película, porque “a la manera de”, que es como debería traducirse, es todavía más explícito respecto al carácter de Carlito Brigante, un puertorriqueño interpretado impecablemente por Al Pacino. Aunque haya cambiado y no desee volver a la vida criminal, Brigante quiere hacer las cosas a su manera, sin interferencias de otros gánsteres, echando mano del pequeño dominio que le da el prestigio anterior a su entrada en prisión.

La realidad no es jamás como uno querría que fuera. En primer lugar porque siempre hay quien quiere chinchar al vecino. Hay gente especializada en recordar el pasado de quienes han decidido dar un vuelco a su vida. No es posible escapar. Y si eso es así en la vida personal, en política es casi inevitable. En una escena de esta brillante película, Brigante verbaliza un pensamiento que provoca escalofríos: “hacer un favor a un amigo mata más rápido que una bala”. Es por eso que en el mundo del hampa, como en el de la política, los amigos no existen. Teniendo en cuenta de que Carlito quiere a su manera, comprende la amistad a su manera, vive a su manera, al final muere a su manera pero traicionado por los amigos.

Cuando alguien vive atrapado por el pasado puede acabar Atrapado en el tiempo, que es el título en español de otra película, GroundhogDay —literalmente, el día de la marmota—, una comedia romántica, también del 1993 y protagonizada por Bill Murray y AndieMacDowell, que evoca con gracia la historia de un mito clásico griego que es condenado a repetir una y otra vez la misma acción. Ciertamente, Sísifo era un personaje griego tan inteligente que podía poner en jaque a los dioses. Así que, para reducirlo, lo cegaron y lo condenaron a empujar una roca inmensa hasta la cumbre de una montaña y cuando volvía a rodar para abajo, él tenía que empujarla otra vez para arriba, indefinidamente. Es la metáfora del esfuerzo absurdo de los humanos.

Prometeo mal encadenado es un suculento libro del premio Nobel de 1947, André Gide, traducido al español en 1979 por Emilio Olcina para la desaparecida editorial barcelonesa Fontamara. Este breve relato explica la historia que ya había contado Esquilo y que liga con el día de la marmota que arrastra hasta el suicidio, frustrado, al personaje que interpreta Bill Murray, Phil. Es la repetición infinita del origen. Prometeo fue castigado por Zeus a sufrir el asedio de una águila que le comía el hígado. Y como si de Sísifo se tratase, la tortura se repetía el día siguiente porque el hígado se había regenerado por la noche, como cuando Phil se da cuenta de que cada mañana revive el despertar del mismo día, el 2 de febrero. Es una tortura sin fin.

Quedar atrapado en el tiempo limita la capacidad de “previsión”, de “prospección”, que es lo que significa en griego Prometeo. Según Gide, de las cadenas es fácil liberarse porque nos atan desde fuera, pero del águila, no. Al águila la alimentamos nosotros con nuestras esperanzas de futuro. El águila es, en definitiva, la criatura que fabricamos para no abordar el presente. Por lo tanto, en la medida que se alimenta de nosotros, cuanto más firme sea nuestra convicción en un futuro utópico, más hambruna padecerá nuestro presente. Y es que sólo se puede añorar el mañana si no encontramos satisfacción en el presente. Si se renuncia al dicho “hoy es mañana”. Alimentamos el águila, precisamente, con esta insatisfacción. La utopía perfecta es una negación de la capacidad de transformar el presente con la excusa de un futuro mejor.

Carlito Brigante alimentaba su águila cuando expresaba el grado de incomodidad que sentía con lo que había sido con la exigencia de su “a la manera de”. La criatura que alimentaba lo mató. A Phil, el reportero que queda atrapado en el bucle del día de la marmota, un buen consejo de Rita (Andie MacDowell) provoca que reaccione y se dé cuenta de que puede mejorar su vida si se convierte en el benefactor que ayuda a los demás ahora y no espera a mañana. Para lograrlo sólo necesita atreverse a reivindicar el presente para liberarse de la sumisión del pasado o de la esperanza en el futuro. A diferencia del personaje creado por el juez Edwin Torres, Phil hará lo mismo que Prometeo, quien mató y asó el águila que lo devoraba para ofrecérsela a los amigos y por fin liberarse, y encarará su presente con valentía. Los remordimientos son un obstáculo para la libertad. Es mejor morir libre que vivir encadenado.

Ahora ustedes apliquen lo que les acabo de contar a la política catalana y saquen las conclusiones que quieran. Servidor ya lo ha hecho. Que pasen un buen lunes de Pascua y entretanto reflexionen sobre por qué las autoridades españolas tienen la manía de cambiar los títulos originales de las películas. Siempre hay quien nos toma por tontos y vive “atrapado” por el sentimiento trágico de la vida.

ELNACIONAL.CAT