¿Pero tú sabes lo que es una nación?

¿Nación? ¿Pero tú sabes lo que es una nación?  Pregunta de ayer y hoy mismo. En el “Ulysses” de James Joyce, Leopold Bloom, húngaro-irlandés de origen judío, decidió entrar en un “pub” de Dublín. El encuentro entre viejos conocidos de tertulias derivó inevitablemente en política. “¿Pero tú sabes lo que es una nación?” le espetaron. A lo que Bloom contestó a su manera: “Una nación es la misma gente viviendo en el mismo lugar”. Bien. En fin. En el surgimiento de los Estados la forzada unificación lingüística y la pretensión de la uniformidad cultural fue instrumento, no único pero sí básico, para conseguir la pretendida centralización política. Y, sin embargo, esta pretensión provocó efectos políticos contrarios a los deseados -vertebración de un estado plurinacional- al generar en las naciones por la fuerza así tratadas un sentimiento y percepción interiorizada de coacción evidente, de injusticia histórica resultado y consecuencia de  la pretensión de imponer un estatus socio-político-económico una lengua y una cultura determinada dominante, marginadora y excluyente, y por lo tanto, no respetuosa con las legítimas diferencias enriquecedoras, lingüísticas, culturales y políticas de colectivos humanos, pueblos y naciones con marcada personalidad histórica.

En contra de simplificarse la mencionada relación Estado-Nación se hace aún si cabe, más compleja si además se ha alcanzado un cierto grado de desarrollo científico-tecnológico y social. Si el estado unitario no vertebrado tiene carácter plurinacional marcado y a puertas del Siglo XXI se ve abocado a un complejo pero irreversible proceso de construcción Europeo que pone en solfa dogmas intocables -aún hoy en día en vigor- tanto para los defensores a ultranza de la bondad incuestionable del Estado tal cual como de los reivindicadores de un estado para su nación sin estado. Dificultades y problemas en nuevos escenarios, que solamente podrán ser resueltos o al menos encaminados, con más dosis de democracia y tolerancia mutua entre dispares, creando circunstancias integradoras favorables, lugares y foros de participación y encuentro comunes para afrontar conjuntamente el reto del futuro, promoviendo para ello el respeto, interés y valor de todas las culturas y lenguas, así como la natural legitimidad de los diferentes referentes simbólicos y adscripciones nacionales diversas, vinculándolos e integrándolos solidariamente en un concierto político internacional europeo asumido como avance histórico.

No resulta fácil acotar una definición de lo que es una Nación. La variedad de formulaciones que ofrece el pensamiento académico acerca del concepto de Nación es muestra de ello. Nos encontramos con una formación social, producto a su vez de dicho desarrollo social, difícil de analizar, siendo uno de los factores más potentes que inciden sobre dicho desarrollo. Es sabido que en la formación de la nación la economía en su sentido amplio ha desempeñado un papel importante, pero frecuentemente se ha simplificado demasiado afirmando con excesiva contundencia que ésta es la única causa última del sentimiento nacional, bien por interés o bien por frustración, por acción u omisión de una determinada clase social, emergente, de élite y/o asentada. Pero este tipo de argumentación soslaya interesadamente cualquier otro análisis más complejo y poliédrico, porque también existen otros factores que inciden con peso específico notable, propio y relacionado con los demás de forma variada: Historia, Lengua, Cultura, Instituciones y Relaciones históricas.

Nación como relación social que se modifica y muta constantemente y que se reviste de significados muy diferentes según las condiciones históricas en que se desenvuelve.  Relación dialéctica, multilateral en el que existen varios factores que de una manera compleja intentan explicar el carácter histórico del fenómeno nacionalista como explicitación operativa del sentimiento nacional consciente. Es difícil por lo tanto que al depender el carácter de la nación de determinadas condiciones  socio-culturales e históricas exista un solo carácter fundamental, decisivo, contundente inmutable y/o eterno. Si bien existen en una nación factores relativamente permanentes, el perfil del carácter nacional cambia conforme va desarrollándose la Historia, porque el carácter nacional es un producto dinámico, móvil y cambiante de la Historia. Nación como elemento humanizador de lo estatal, resguardo integrador de la diversidad. Se trata, como afirmaba Pi y Margall, de “sin destruir la variedad, llegar a reunir en un cuerpo de la humanidad toda, sin que se menoscabe el carácter de las naciones, de pueblos y complejas sociedades que las componen”.

Nación vasca, Euskadi, que se afirma en positivo, apuesta por su vertebración, y por su peculiar construcción interna, que mira al futuro, apuesta por el mestizaje enriquecedor, asume que tan irrenunciable es la civilización globalizadora a la que se ve abocada como de la diversidad y compleja variedad de la que proviene. Nación como futuro, Euskadi, como proyecto a construir, devenir de una sociedad integrada por diferentes, no como un absoluto preexistente, sino como cambio y mutación continua, concepto dialéctico, movimiento interactivo, proyecto y futuro compartido. Nación vasca y autogobernada y Europea, Euskadi que se proyecta solidaria y que se construye entre todos/as. Euskadi, Auzolan.

https://aberriberri.com/2017/06/12/pero-tu-sabes-lo-que-es-una-nacion/