El Tour, París, Donostia y el juego de pelota

Ayer finalizó en París una edición más del Tour de Francia en un tradicional y céntrico circuito urbano de 7 kilómetros que se recorre nueve veces desde 1975. El acontecimiento además de su sentido deportivo, apenas competitivo más bien ritual y solemnemente rutinario excepto el esprint, constituye un itinerario de gran belleza debido a los paisajes urbanos por donde transcurre complementados por elementos monumentales de extraordinaria relevancia a la vez que muy conocidos. Esta ceremonia ciclista, como el resto de la carrera, es transmitida además de con eficacia en el aspecto deportivo con exquisita sensibilidad, detalle en las tomas y despliegue de medios por la Televisión francesa y su señal es vista en numerosos países del mundo. La repetición del recorrido parisino permite repasar algún detalle que haya podido quedar desapercibido antes. Uno de los tramos es el trayecto a lo largo de 680 metros por la Rue Rivoli, desde la salida del paso inferior de la Terrasse des Tuileries hasta la Place de la Concorde, en el que como fondo de la imagen se aprecia la secuencia de sus edificaciones, básicamente de viviendas de semejante composición que otorgan una atractiva uniformidad a esta larga calle de 20 metros de anchura cuyo nombre evoca el de Rivoli-Veronese donde Napoleón Bonaparte ganó en 1797 una batalla a los austríacos. El elemento cohesionador de la calle en la planta baja y el que se percibe en la transmisión televisiva es la arquería que la caracteriza en uno de sus lados, el norte, ya que no tiene una respuesta arquitectónicamente simétrica. Fue abierta durante el Primer Imperio entre 1802 y 1811 desde dicha plaza hasta el Palais Royal según proyecto de los arquitectos Charles Percier y Pierre Fontaine en un estilo neoclásico propio del régimen napoleónico. Posteriormente se prolongó con criterio imperial hacia el este en la época del audaz urbanismo de Hausman hasta una longitud total de 3,1 km para conectarla con la rue Saint Antoine cerca ya de la Bastille. Esta calle parisina en una orientación este-oeste, como importante eje que comunica sectores de gran notoriedad de la ciudad, fue el modelo en el que se basaron otros muchos trazados urbanos porticados en ciudades europeas, quizá el más significativo es Torino. En Euskal Herria tiene una referencia muy concreta, pero mucho más reducida, en un tramo de San Martin kalea en Donostia, asimismo con una orientación este oeste y anteriormente paso de la travesía urbana de la carretera general a Irun.

Donostia

El proyecto del Ensanche de Donostia que en 1860 trazó el arquitecto Ramón Cortazar, entre otras consideraciones, preveía una referencia axial fundamental y consecuentemente visual que partía de la parroquia de Santa María en Alde Zaharra como inicio de un eje que se prolongaba sin un final significativo. Fue modificado inicialmente por el arquitecto Nemesio Barrio y poco después en 1886 mejorado notablemente por su colega el arquitecto auxiliar municipal José Goicoa Barcaiztegui (Donostia, 1844-1911). En el área central se alteró parcial pero muy afortunadamente la rigurosa trama de manzanas y calles ortogonales, disponiendo como extremo singular del citado eje el emplazamiento centrado de la parroquia del Buen Pastor. Edificada en estilo neogótico (Manuel Echave arquitecto, 1887) que con los años, 1953, sería la catedral de Donostia, y entendiendo este trazado rectilíneo por las calles Nagusia, Hernani y Loiola no sólo como mérito geométrico sino como un itinerario repleto de secuencias arquitectónicas y paisajísticas de muy alta cualidad que alcanza un valor supremo en el entorno del templo. Goicoa concibe las edificaciones laterales al templo que conforman la plaza no como manzanas sino como cuatro bloques alargados idénticos y definiendo el frente de San Martin kalea como arquitecturas pertenecientes al ámbito espacial de la plaza con un tratamiento compositivo similar, a pesar de estar separados por la calzada de la propia calle. Es quizá la arquería de estos dos tramos uno a cada lado de Loiola kalea hasta las calles paralelas Hondarribia hacia el Urumea y Urbieta hacia la Concha, de longitudes similares 57 y 52 metros, la que remata y da sentido de recinto a este espacio público y conjunto arquitectónico construido entre 1895 y 1995, uno de los más bellos y singulares de la planificación de Donostia y de gran relevancia en el urbanismo europeo del siglo XIX. Es este tramo porticado de San Martín una reminiscencia, de longitud más reducida, de la rue Rivoli, antes descrita, en la que ambas se enfrentan a un lado abierto ajardinado con extraordinaria solemnidad, sirva este parangón parisino para su mejor realce y conocimiento.

París

Frente a la Concorde, en el extremo de la rue Rivoli y dando inicio a la calle, en el lado opuesto de las arquerías ocupando una parte del Jardin des Tuileries se encuentra el notable edificio del Jeu de Paume. Una construcción de 1861 de proporción alargada, 80 metros de longitud y 13 de anchura, que enfatiza el arco corno elemento compositivo, con dos recintos para ocio, el Jeu de Paume o juego de la palma. Es decir el juego de pelota a mano en disputa directa con unos jugadores enfrentados a los otros como se ha hecho en otras muy diversas culturas y tantos pueblos, especialmente en Iparralde que con el tiempo derivará en la construcción de una pared frontal constituyendo los frontones de plaza libre tan interesantes urbanísticamente como bellos espacialmente. Posteriormente en 1909 la sala se transforma en un lugar de exposiciones y tras importantes reformas en 1922 se convierte en un museo con notable presencia de arte moderno hasta la II Guerra Mundial que con la ocupación fascista nazi se utiliza como almacén de las obras de arte robadas a la comunidad judía. En 1947 ya corno Musée du Jeu de Paume acoge una importantísima colección del impresionismo que se mantendrá hasta su traslado al Musée d’Orsay en 1986. Un año después se inicia otra importante rehabilitación interior por el arquitecto Antoine Stinco primando la luz natural y las extraordinarias vistas de su entorno que concluirá con la inauguración en 1991 corno Galerie Nationale du Jeu de Paumé dedicada a la imagen en sus diversas versiones, fotografía, vídeo y audiovisuales.

Serment del Jeu de Paume

Finalmente, vinculado con el juego de pelota conviene recordar un singular hecho de trascendental importancia en la historia de Francia. En la primavera de 1789 el rey Louis XVI convocó en el Palais de Versailles a los tres estamentos de los Estados Generales, nobleza, clero y Tercer Estado; especialmente estos deseaban reformas políticas y se constituyeron en Asamblea Nacional que fue rechazada por el rey ordenando el cierre de la sala prevista para su creación. Ante este impedimento los 577 diputados se reunieron en un cercano recinto donde se practicaba el Jeu de Paume, construido en 1686 para entretenimiento cortesano, donde efectuaron el Serment (Juramento) del Jeu de Paume el 20 de junio de 1789 como es conocido tal acontecimiento creador de la democracia francesa y origen de la separación de poderes y de la soberanía nacional. Posteriormente concluirá en la abolición del feudalismo y la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano y los grandes principios de la Constitución francesa. Este acto quedó solemnemente reflejado en un gran mural Serment del Jeu de Paume de 10×6 metros por Luc-Olivier Merson en 1883 interpretando la composición del boceto que el notable pintor Jacques-Louis David había dibujado en 1791 que puede verse en la espaciosa sala del Palais así denominada donde contiene desde ese mismo año el museo de la Revolución francesa. Por todo ello algo tan vinculado a nuestro país corno el juego de pelota merecería que ETB se interesara por este tema y sugiriera a la Televisión Francesa que en alguna de las vueltas del final del Tour enfocara con más detalle fronto lateral a dicho edificio y se mencionara al menos su nombre, Jeu de Paume, de histórico origen deportivo.

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