Paisaje al final de la batalla

Cuánto tiempo hacía que no aterrizaba un avión en Alepo? El aparato de las líneas aéreas sirias había despegado uno hora antes del aeropuerto de Damasco en cuyas pistas sólo se ven algunos pocos aviones de vuelos domésticos, como uno a Latakia, o los que viajan a capitales extranjeras, sobre todo Moscú y Teherán. Hay tramos de la carretera al aeropuerto de Damasco, que atraviesa zonas periféricas de la capital, que son a veces peligrosos por los disparos de los rebeldes. La guerra ha hecho que el aeropuerto de Beirut se haya convertido en el aeropuerto de los sirios.

La niebla cubría Alepo. Después de dos tentativas de aterrizaje, el avión se posó en la pista. No se descartaba que el piloto hubiese querido evitar alguna posible amenaza de disparos de los rebeldes. Recuerdo que a menudo los aviones que aterrizaban sobre Bagdad debían dar vueltas concéntricas por temor a ser blanco de combatientes antigubernamentales. Aunque la batalla de Alepo concluyó en diciembre, muchos frentes de la guerra siria siguen abiertos.

Alepo es una ciudad tenebrosa, casi vacía, sin electricidad, apenas agua. Sólo hace unos días pudo ser restablecido el suministro después de que el ejército capturase la planta distribuidora de Jafsa.

Las autoridades locales tratan de eliminar vestigios de la línea divisoria –el barrio de Accrafie– que desgarró la ciudad entre el oeste gubernamental y el este rebelde. Han plantado en sus parajes devastados algunos naranjos y limoneros. Por vez primera después de tres años de guerra, ha vuelto a funcionar el ferrocarril que atraviesa el paisaje de ruinas del este de la ciudad, que une la estación periférica de Jilin con la estación central llamada de Bagdad. Desde 1928 el Tauros express conectaba esta antigua metrópoli con Estambul, y desde 1940 con la capital iraquí.

Es viernes y en algunos parques municipales se columpian niños. El regreso de sus habitantes, la reconstrucción, la reconciliación nacional necesitan enormes esfuerzos. La devastación de Alepo es la más extensa de toda Siria. Nadie sabe todavía cómo se conseguirá impulsar su renacimiento sin un previo acuerdo político aún muy improbable. El país no cuenta con capacidades de poder efectuarla. Los gobiernos occidentales de Estados Unidos y Europa, y de los estados árabes han impuesto sanciones que hacen imposible la ayuda.

Ni Rusia ni Irán, aliados de Damasco, que serían los más interesados en llevarla a cabo, no han revelado sus proyectos, aunque es muy probable que los rusos aspiren a esta tentadora empresa. Hay temor a que los dirigentes de Damasco reconstruyan y pueblen los barrios dominados antes por los grupos islámicos rebeldes con sus partidarios, modificando profundamente la demografía de la ciudad habitada por árabes suníes, cristianos, kurdos y armenios.

Muchos ya especulan con el negocio de la reconstrucción de Siria cuando aún nadie sabe cuándo acabará su guerra. Las prioridades del Gobierno son la reconstrucción de sus infraestructuras, de su amplia zona industrial, sus zocos. En la muy extensa periferia de Alepo viven alrededor de ocho millones de habitantes.

Cerca de la ciudad, entre Afrin y Idlib, plaza fuerte de los rebeldes de Ahrar al Sham al Islami y Jihat Fatah el Sham, vinculados a Al Qaeda, se encuentra un histórico lugar denominado las “ciudades muertas”, antiguas poblaciones que fueron una de las cunas del cristianismo en Oriente. En este territorio se erigieron basílicas, iglesias y una profusión de columnas, sobre las que se encaramaron y vivieron monacales ascetas, los estilitas, como el famoso San Simón, el grande.

Hace años pude visitar estas ruinas abandonadas. Este movimiento religioso se extendió entre los siglos V y VII de nuestra era. Cayó después en una patética decadencia. Las “ciudades muertas” de Alepo han quedado ahora bajo las garras de los yihadistas, atrincherados en Idlib, a un paso de la frontera turca, tras su derrota en Alepo.

LA VANGUARDIA