Los refugiados sirios dividen El Líbano

Los  refugiados sirios como antes los palestinos y sus grupos guerrilleros, dividen el frágil Líbano. Mientras que este pequeño país de diez mil kilómetros cuadrados y alrededor de cuatro millones de habitantes, se va vaciando de sus habitantes que emigran a otros estados, rebosa de árabes procedentes de países vecinos incluyendo Iraq, que ponen en entredicho su vulnerable equilibrio interior. El Líbano pecha con esta gran presencia de refugiados o desplazados sirios, agravada por su pequeño territorio y diversa población. Las ayudas internacionales, o del Comisariado de la ONU para refugiados, no da abasto a las necesidades de  mantener a mas de un millón doscientas mil  personas. En solo cinco años ha habido entre ellas, ciento cincuenta mil nacimientos.

El gobierno de Beirut como otros  gobiernos del mundo, se equivoco en sus cálculos iniciales sobre Siria porque consideró  que el régimen de Bachar el Asad tenía los días  contados, y  que los sirios que atravesaban la frontera huyendo de violencias y combates, volverían pronto a sus  hogares. Tambien los palestinos refugiados de 1948 creían que regresarían a su tierra tras breves estancias en  los países vecinos. Los refugiados son siempre carne de cañón en todas las épocas de los beligerantes. El  gobierno presidido por un primer ministro musulmán suni Saad Haririn no podía cerrar ni controlar sus fronteras. En ocasiones de vida o muerte, como en la larga guerra civil libanesa de 1975 a 1990, o la del estío del 2006 entre Israel y el Hizbollah, centenares de miles de libaneses fueron acogidos con los brazos abiertos en Siria. No se pueden comparar, de todas formas, con esta masa pobre de población que ha buscado fácil refugio al otro lado de la línea divisoria. Beirut solo dista cien kilómetros de Damasco. El  ministro del Interior prohibió dos manifestaciones en el centro de la capital. Una a favor de las fuerzas armadas libanesas y otra organizada para defender los derechos de los refugiados. En una reciente operación militar, los soldados del Libano con apoyo del Hizbullah, atacaron bases terroristas sirias en la región fronteriza de Arsal, en una zona de  campos de refugiados, siendo acusados de haber actuado brutalmente, por grupos de defensa de derechos humanos. El ejercito, los  aguerridos milicianos del  Hizbullah  planean  una ofensiva  final para erradicar a estos yihadistas, con el apoyo de las fuerzas armadas sirias, en el otro lado de la frontera. Este anunciado enfrentamiento ha agravado la crisis gubernamental suscitada por su ambición de que los refugiados sirios vuelvan a su  tierra. Mientras que el bloque constituido por los chiis, los  partidarios del  presidente de la republica, general Michel Aoun y sus aliados quieren dialogar con Bachar el Asad, para establecer las condiciones de su regreso, el bloque del primer ministro suni y sus simpatizantes no están dispuestos a efectuarlo porque estiman que serviría para volver a ejercer su influencia en Libano. La  comunidad internacional no consigue resolver esta compleja cuestión de los refugiados con su  formula de un retorno seguro y voluntario. El hecho de que su mayoría este compuesta de  musulmanes sunis constituye un peligro latente en caso de que una parte de ellos no decidan regresar a su país. Su presencia aumentaria el numero de la comunidad suni local y rompería el precario equilibrio demográfico con los chiis que apoyan al Hizbullah y ayudan al régimen sirio. Ha sido el Hizbullah proiraní quien ha neutralizado la oposición siria de actuar a partir del territorio libanes. Ha fomentado el regreso de los refugiados a su tierra y planea organizar convoyes de diez mil sirios hacia la región de Qalamun.

Aquí también es imprescindible distinguir entre el refugiado y el terrorista. No hay político extranjero que se precie que no visite algún campo de refugiados, ni se haga fotografiar con uno de sus pobres habitantes. Temen en Beirut que la suerte de estos centenares de miles de personas dependa también de alianzas y compromisos internacionales mas que de consideraciones humanitarias.

LA VANGUARDIA