Pius Alibek: ‘Acabas pensando que nadie quiere liquidar Estado Islámico’

‘Ya está bien no tener miedo, ¿pero y después qué?’, dice el filólogo, escritor y traductor iraquí asirio en esta entrevista

‘Lamentamos los atentados mientras nos ponemos camisetas patrocinadas por Catar’, decía Pius Alibek en esta entrevista a VilaWeb de pronto hará dos años. Hacía una semana de los atentados de París contra terrazas de bares, contra la sala Bataclan, contra el Estadio de Francia… Alibek, nacido en Ainkawa, en el Kurdistán, estudió filología en Bagdad, continuó los estudios en Londres y llegó a Barcelona en 1981. en ‘Raíces nómadas’ (La Campana, 2010) relataba sus años de niñez y de juventud en Irak, un país que ha cambiado tanto desde que él era pequeño.

El conocimiento que tiene de la situación del Levante y su condición de barcelonés nos ayudan en esta conversación (que esta vez tenemos una semana después del atentado de la Rambla) a sacudir la forma en que percibimos el problema: como vemos la amenaza del yihadismo, quién tiene intereses, cómo enfocamos los debates sobre el islamismo radical… ‘Todo el mundo estaba de acuerdo en que Arabia Saudí y Catar subvencionaran la organización yihadista al-Nusrat al principio. Y cuando pasa lo que pasa en París, la gente se escandaliza’, decía Alibek en 2015. Ahora esto ha pasado en Barcelona.

 

-¿Qué pensó el pasado jueves, cuando vio el atentado en la Rambla?

-Pensé: ya ha pasado. Cualquier día podía pasar en cualquier lugar de cualquier ciudad europea. Era previsible que pasara, y seguirá pasando. Pensé esto, aparte la sensación de impotencia y de tristeza.

 

-¿Resignación?

-Sí, totalmente. Nosotros ya aceptamos que esto es algo que puede pasar, porque no encontramos la manera de saber qué pasa realmente. Y en cambio nos entretenemos con debates inútiles, en vez de ir a la raíz de la cuestión e intentar resolver todas estas desgracias.

 

-¿Quiere decir que vemos esto como algo inevitable, como si fuera una catástrofe natural?

-Sí, como la posibilidad de que caiga una granizada. Como si fuera un fenómeno natural, que hoy toca aquí pero habría podido caer en otra ciudad. Esto es aún más grave. El atentado afectó a una gente que ha muerto o que ha quedado herida. Pero en realidad esto forma parte de algo mucho mayor que diariamente mata cientos de personas en todo el mundo.

 

-¿No tenemos suficiente perspectiva para ver este algo más grande?

-No la tenemos y parece que no la queramos tener, porque después de esto que ha pasado en Barcelona los grandes debates son, por ejemplo, si el islam es esto o es aquello. ¿Pero qué decís? Todas las religiones monoteístas son tan asesinas como pacificadores, dependiendo de la interpretación que se haga de ellas. El islam, en esto, no es diferente de cualquier otra religión monoteísta. Otro debate: si los inmigrantes de occidente que vienen de países islámicos son un peligro o no. Pues depende de la vía que emprendan, y tenemos que ver por qué algunos deciden de coger una determinada. Tenemos que ver quién está detrás, a quien le interesa eso.

 

-También nos preguntamos si estamos preparados para impedir un atentado.

-Y si debemos poner pilones o no, si son provisionales o fijos, si hemos de reforzar los sistemas de seguridad… ¿Pero de qué hablan? Es como si el diluvio fuera inevitable y discutiéramos para decidir dónde ponemos la presa. Pues no: este diluvio no es un hecho natural; es un hecho provocado. Es cierto que en el curso de la historia las religiones monoteístas han manipulado y se han utilizado como herramientas en manos del poder. Y ha pasado esto. Debemos mirar quién utiliza la religión, quién subvenciona, quién paga, a quién interesa reclutar y combatir allí. Y no ver si ponemos pilones.

 

-¿Quién es el que, en este caso, utiliza la religión para sus intereses?

-Hablemos de quienes hacen la interpretación más radical de la religión, y los conocemos. Si cogemos el Islam, ¿quién hace la interpretación más radical y más asesina? Pues los países que aplican la ley islámica, que resulta que son los mejores aliados de occidente.

 

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo los del Golfo Pérsico, como Arabia Saudí y Catar. Deben su existencia y el poder al islam radical, y tienen muchos dólares, con los que fomentan el islam radical. Ellos pagan las mezquitas que se construyen en Europa y pagan a estos imanes que fomentan el radicalismo islámico y pueden manipular las mentes de la juventud desesperada. Para manipularlos, se necesitan recursos, y nosotros permitimos que haya estos recursos. Además, en estos países se reivindica el terrorismo islámico, se fomenta, y se bendicen a los mártires, a los que han hecho el atentado. El que hizo el atentado en la Rambla es una persona bendita en estos países, que son nuestros aliados. Sus reyes y príncipes vienen a casa, y los recibimos como verdaderos reyes y príncipes. ¿A qué jugamos?

 

-¿Todo esto viene de la fotografía de las Azores?

-El crecimiento del terrorismo islámico comenzó en Afganistán con los muyahidines reclutados y entrenados por occidente para combatir a la Unión Soviética. Pero el impulso del terrorismo islámico que atraviesa las fronteras de aquellos países comenzó con la invasión de Irak de 2003. Pasamos por alto que sí el pueblo estuvo totalmente en contra de aquella invasión, pero que el gobierno español no únicamente estaba a favor sino que se puso a su favor con entusiasmo. España participó en aquella guerra, que fue como una cuna para el terrorismo islámico. Y que nos salpica al cabo de un tiempo. ¿De qué nos extrañamos? Y ya no hablo de que la desgracia de Barcelona pase a diario en Irak, en Siria y en países africanos, por las acciones de Boko Haram. Hace un par de días, en un autocar con niños en Siria hubo más de sesenta muertos. En esto que ha pasado en Barcelona, en París, o en cualquier otra ciudad europea, existe la complicidad de nuestros poderes.

 

-¿Cómo se concreta esta complicidad?

-España salió de una crisis económica gracias a la colaboración con la guerra en Irak. Y vivió varios años de bonanza económica. Hay una compensación económica a cambio de la complicidad criminal. Hay un nivel de intereses de grandes poderes y de los gobiernos que a mí se me escapan. Los núcleos y entidades de poder no miran el daño que puede recibir el pueblo, sino el beneficio que pueden sacar. Cuando el Barça coge el patrocinio y los millones de Catar no mira si son buena gente o no, si fomentan el terrorismo. Ven que si pueden sacar veinte millones, sacarán veinte millones. Mientras aceptamos esto como una relación comercial legal, pagamos las consecuencias y callamos.

 

-O cuando España vende armamento a Arabia Saudí tampoco preguntan qué hacen con esas armas.

-Sí. Arabia Saudí ha destruido el Yemen. ¿Y eso no es terrorismo? Si pasa en Yemen, ¿ no es terrorismo? Cuando se pisa la dignidad de una persona a mil kilómetros, si no sientes que también han pisado la tuya ya has perdido la condición humana. ¿Por qué me ha de parecer que lo que hacen los saudíes en Yemen a mí no me salpica ni me interesa, que sólo es algo entre ellos?

 

-¿Nadie actúa contra Estado Islámico?

-No, de ninguna manera. Enviar varios aviones de vez en cuando y bombardear ciudades en que matan a tres o cuatro combatientes pero matan a doscientos civiles inocentes no es combatir el Estado Islámico. Todo lo contrario: es combatir contra la población civil y destruir su infraestructura. Cuando quisieron matar a Saddam Hussein, lo hicieron rápidamente, con un ejército y un Estado. ¿Y no pueden hacerlo con veinte o treinta mil combatientes? Es cinismo puro. Y acabas pensando que realmente nadie quiere liquidar el Estado Islámico, ya les debe interesar que siga. Y está el papel de Turquía en todo esto. Turquía es la OTAN, y cuando Turquía protege al Estado Islámico es la OTAN quien protege al Estado Islámico. Y la OTAN somos nosotros. Barcelona es la OTAN. Si la OTAN protege al Estado Islámico, Barcelona protege al Estado Islámico. Es duro, es cruel, pero es así.

 

-Hay gente que ha alzado la voz contra la presencia de Felipe VI y Rajoy en la manifestación del sábado.

-Si el rey de España y el gobierno de España realmente están dolidos por los atentados y quieren hacer algo, pues que pidan una audiencia a los embajadores de Arabia y de Catar. Y que les digan que o detienen las ayudas y subvenciones que les dan o que se ha acabado; que ya no podrán subvencionar más mezquitas, que si se ha de construir alguna mezquita ya lo haremos nosotros, de manera que no puedan manipular lo que se haga. Pero eso no se hace. Aparte, en esta manifestación, ¿qué reivindicamos? Me parece que aquí, cuando nos manifestamos, como cuando hacemos una huelga general, es para volver a casa tranquilos de haber hecho algo. ¿Qué utilidad final tiene la manifestación? Demostrar nuestro rechazo, ¿verdad? ¿Y qué? ¿Esto evitará los atentados?

 

-Le veo muy crítico.

-Y hay otra cosa, que me parece de cinismo puro. He dicho que no acepten dinero de según quién para construir mezquitas, o que se controle quién las hace. Pues aquí hay mucho intelectual que dirá que esto que digo va contra nuestros valores, los de libertad y democracia. Va contra nuestros valores, ¿pero no como la ley mordaza? Hay muchas contradicciones en el discurso que se hace, mucho cinismo. ¿Por qué no se ha de controlar lo que se hace en las mezquitas? Al igual como se controla cuando un cura dice una frase en una iglesia contra los homosexuales, o cuando otro hace una misa por la Legión, que se monta un escándalo. Pues hagamos esto mismo con lo que se hace en algunas mezquitas. Ah, eso no, porque tenemos que ser respetuosos. ¡Pero si hay leyes que no son respetuosas con tus libertades!

 

-¿Quizá no se hace por respeto o exceso de prudencia?

-Es que todos queremos demostrar que no tenemos nada contra el Islam. ¿Por qué se debe demostrar? Yo sí tengo todo lo que hay que tener contra la interpretación radicalizada de qué es el islam.

 

-¿Falta más conocimiento sobre qué es el Islam? ¿Hay demasiados prejuicios?

-No se trata de eso, sino de la manera de pensar del europeo: si yo soy intelectual y tolerante, tengo que ser prudente a la hora de emitir un juicio sobre el islam, pero sobre el cristianismo sí puedo decir lo que quiero.

 

-También encontramos algunas actitudes islamófobas e intolerantes.

-Pero es justamente el tratamiento que hacemos lo que radicaliza la posición; es eso de estar conmigo o contra mí. En lugar de crear un espacio flexible, vamos creando un espacio de frentes: un frente que es contrario, que se convierte en chovinista e islamófobo, y otro que es tolerante y que parece que simpatice con el islam. Pero es que no se trata de eso: ni estoy a favor ni en contra. No debemos permitir nunca que este sea el problema o el debate, porque es un debate que se convierte en una cortina de humo. El debate es quién utiliza la religión, quién hace una interpretación del islam determinada para utilizarla con unos objetivos, quién se beneficia y quién está detrás. No entiendo por qué una sociedad como la barcelonesa debe vivir un debate para decidir si el islam es una buena religión. Esto es absurdo, no tiene sentido. La cuestión es puramente política: quién hace estas políticas que nos perjudican y que nos matan?

 

-¿Cuál debería ser pues el mensaje de la manifestación de mañana?

-Para mí la manifestación debería servir para reclamar a nuestros gobiernos que investiguen y que detengan el terrorismo en la cuna. Y reivindicar mediante todas las instituciones democráticas que el gobierno tenga este papel. Y que busque alianzas internacionales verdaderas para terminar con esta lacra. Y no demostrar cómo simpatizo con unos u otros y hasta qué punto me siento triste. Ya está bien no tener miedo, ¿pero y después qué? Debemos poner a los gobernantes ante los hechos: esto ha pasado y vosotros, si no lo deteneis, sóis culpables de ello. Y no se detiene poniendo pilones, sino desde el origen.

 

-¿En estos últimos años no hemos avanzado hacia aquí? ¿No hay más conciencia al respecto de lo que pide?

-Sí, evidentemente. Si hubiera dicho esto que digo hace cinco años, o en 2003, durante la invasión de Irak, en la que alertaba de que podía crear un cultivo para islamizar aquella zona, todo el mundo me habría acusado de creer en la teoría de la conspiración. Pero es que es un hecho, y se ha demostrado. En Irak antes de 2003 no había islamización ni se hablaba de países islámicos y no se aplicaba la sharia; sólo se hablaba de Arabia, donde tradicionalmente se hacía. Y ahora ya tenemos muchos países donde se hace y de la manera más radical. Todo comienza en 2003. Tenemos que parar y reflexionar, preguntar por qué ha pasado esto. Y ahora sí que es cierto que cada vez hay más gente que piensa que esto que pasó en París o Barcelona ya no es culpa de que haya gente que interpreta el Islam de una manera radical y que hay algo más. Y es esto lo que nos interesa, esa cosa más.

 

-Quién está detrás de los que cometieron los atentados, y detrás el imán…

-Sí, porque tenían unos mínimos recursos. ¿De dónde los sacaba? Sabemos el dinero que entra para construir mezquitas. Y todos estos imanes cobran un sueldo, no viven de la nada. ¿Quién les paga el sueldo? ¿De dónde reciben el dinero? Nuestra reivindicación es que nuestros gobiernos y nuestras fuerzas de seguridad sean firmes.

 

-¿Qué situación hay ahora en su población natal, Ankawa, en el Kurdistán?

-Ahora hay un debate interno muy acentuado, porque los kurdos reivindican la independencia y quieren hacer un referéndum. Están muy animados con ello.

 

-¿Qué puede pasar con este referéndum?

-Ni idea, porque esto no depende de los kurdos, sino de las potencias. Si las potencias tienen previsto crear un Estado kurdo, se creará. Si no, no. Y dudo que se pueda hacer. Es tan simple como eso. La gente no tiene en cuenta que todavía no han pasado ni cien años de la finalización de la Primera Guerra Mundial, una guerra para repartirse toda aquella zona. Entonces los interesados eran cuatro actores o cinco, y ahora hay quince o veinte. Hay muchos intereses para repartirse ese pastel y mientras no lleguen a ningún acuerdo, la destrucción continuará. Y cada uno defenderá un grupo, subvencionará a otro… Dependiendo de eso podrán conseguir una tajada más grande o más pequeña del pastel.

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