Marguerite Yourcenar, la lucidez en prosa

Hay escritores, y escritoras claro, que tras una época de éxito pasan a ser olvidados o a atravesar cierto purgatorio, o en casos algo más duradero ya que éste es temporal para después renacer en la gloria; no recurro al limbo, ya que las autoridades de la cosa, decretaron hace tiempo que éste no existe. Lo que digo podría aplicarse, en cierta medida, a Marguerite Yourcenar que tras vender hace unos años cantidad de sus libros, ahora parece venderse al ralentí según me informan, y es de suponer que en consecuencia se lee con cuentagotas; no podría aplicarse a la escritora aquello de que ha quedado demodé, ya que sus obras siempre se han movido en la intempestividad al ser situadas en tiempos pasados, además de desarrollar su elegante prosa por terrenos temáticos –digamos que- cultos. El éxito en su momento coincidía con el auge de la novela histórica (Robert Graves, Umberto Eco, Gore Vidal, Patrick Süskind, Peter Sloterdijk; o por acá, y algunos autores que publicaron, en aquellos momentos, libros de tal género: Racionero, Félix de Azúa, Paloma Díaz-Mas, Javier García Sánchez, Antonio Muñoz Molina, Julio Llamazares o Miguel Espinosa) ; en el estado hispano, esta ola se dio fundamentalmente en los ochenta, coincidiendo a su vez con la tan manida post-modernidad ( tiempos de la movida madrileña, con La Luna de Madrid o Madriz me mata….que no hacían sino manejar el dichoso término a su modo y manera ); las palabras del siempre lúcido Umberto Eco en sus «Apostillas a “El nombre de la rosa”» parecen responder con exactitud al éxito del género literario del que hablo : « desgraciadamente “posmoderno” es un término que sirve para cualquier cosa […] sin embargo, creo que el posmodernismo no es una tendencia que pueda circunscribirse cronológicamente, sino una categoría espiritual, una manera de hacer[…]. El pasado nos agobia, nos chantajea[…]. La respuesta posmoderna a lo moderno consiste en reconocer que, puesto que el pasado no puede destruirse-su destrucción conduce al silencio-, lo que hay que hacer es volver a visitarlo; con ironía, sin ingenuidad». Es obvio que no es que la escritora de la que hablo mantuviese ningún tipo de intención – del mismo modo que el resto de los nombrados- de casar con esta reflexión recién mentada, sino que quisieron las coincidencias que su publicación, al menos sus traducciones al castellano, se dieran en unos momentos determinados… el azar de la sensibilidad epocal.

Del mismo modo que Gustave Flaubert trataba, en su Salambó, de «instalarse en la intimidad de otro tiempo», Yourcenar volvía a otros tiempos (hundiendo sus relatos de «Fuegos» en personajes literarios mitológios y evangélicos de antes de nuestra era; yéndose en Adriano al siglo II, o en Opus nigrum o Anna, soror al siglo XVI…); no con el estricto propósito de retratar una época sino con la intención de, a través de algunos personajes, entrar en la interioridad y las dudas de dichos personajes y, tomar el pulso al espíritu del tiempo visitado; haciéndolo con una escritura que se contagia de la época enfocada, y dando sobradas pruebas de erudición y de estilo clásico (deudor, en parte, de su admiración por André Gide). Estas tendencias clásicas pueden deberse a su educación: «viví mis años de juventud en una relativa indiferencia a la literatura contemporánea, debida en parte a una instintiva desconfianza hacia lo que se podría llamar los valores en boga», y así se empapó en lecturas antiguas: filosóficas – Platón, los presocráticos y las escuelas del helenismo- y orientales; «…no soy ni cartesiana (con razón o sin ella, no me gusta Descartes), ni estoica en el sentido popular de la palabra […], las bases o armonizaciones de mi pensamiento han sido, desde un principio, la filosofía griega (Platón en mi adolescencia, pronto superado por los neoplatónicos, y éstos por los presocráticos), las meditaciones de los upanishads y de los sutras, los axiomas taoístas»…

Esta singularidad, unida a su utilización del collage y de distintos juegos culturales que introduce, se plasma en una mezcla que muestra cierta tendencia a marcar distancia o a presentarse ajena a la religión, sin huir de la búsqueda espiritual, y escrutando lo íntimo, situándose en la interioridad de los personajes, y situándolos en el mundo y en la historia, son algunos de los elementos que explican el éxito del que hablo, ya que lo individual se ve privilegiado frente a los grandes relatos legitimadores que habían venido funcionando como guías y cohesionadoras de cierto pensamiento, y sus historias situados en el pasado contienen lecciones de cara al presente y aue los temas tratados hunden sus raíces en la perennidad.

Marguerite Yourcenar, el verbo de la eternidad

Parafraseando al gran timonel, podría decirse que hay obras literarias que pesan menos que una pluma y que hay otras que pesan como una montaña. Pues bien, las obras de Marguerite Yourcernar pertenecen indudablemente a las segundas. Los libros de esta escritora nómada son de los que calan hondo, no se pasan las hojas en balde, quien se acerque a su lectura no saldrá ni indiferente, ni indemne; no pasa con ella como con otros autores, que tras leerlos salimos de la empresa impolutos, de polvo y paja, y de todo lo demás. La escritura de Yourcenar es como una llamada que exige obediencia, atención, pensamiento en tensión, y la respuesta casi ineludible, diría, a esta llamada es verse atrapado por el cúmulo de profundas frases, cual si de logrados aforismos se tratasen, y por la exigencia a tomar un lápiz de cara a destacar los pensamientos profundos, vertidos como si se situasen sub specie aeternitatis, que en cantidad florecen en la exquisita prosa de la escritora belga, francesa, americana… En el empeño del que hablo puede bien suceder que, ante la abundancia de las conseguidas “máximas”, y cavilaciones, que asoman en las páginas yourcenarianas, uno se vea abocado a subrayar páginas enteras o hasta a arrancarlas para permanente disfrute, como lo hacía habitualmente el bueno de Vladimir Illich Ulianov con los textos que a él le seducían. Así pues, los amantes de las ferias de las vanidades, del usar y tirar, del fast food y los kleenex lecturiles están fuera de su terreno; los libros de la autora que nos ocupa son de los de paladear, guardar en baldas privilegiadas, y releer.

Precisamente su finura, sus temáticas perennes en el discurrir de los humanos, la delicadeza de su escritura le ha valido, a veces, el ser tachada de pedante, dilettante, o de un cierto academicismo (“pompier” que dirían quienes hablan la lengua de la franco- escritora). A pesar de tales maledicencias, sí que es cierto que en los textos de madame Yourcenar nos hallamos ante referencias filosóficas, históricas, ante una forma -que son mil formas- que se adapta al contexto que pertenece a los personajes visitados, e, inevitablemente, ante un cúmulo de maravillosas palabras «sobre las cosas que suceden como un sueño, en el fondo de ese sueño en que se envuelve nuestra vida» (“Una hermosa mañana”, recogido en Como el agua que fluye)…y que nos hace religarnos con las vivencias distintas, con las búsquedas varias, con el fluir de lo humano que permanece -en sus fundamentales y constantes preocupaciones- a pesar de las diferentes épocas y situaciones en que se desarrolla el viaje humano, arrojado en la tierra (en al agua, y en resto de los elementos).

Una tenue luz

Como tal, armonioso y sin estridencias se comporta el estilo de Yourcenar; el equilibrio y el sosiego son el hábitat propio de esta escritura de la que hablo. Esa luz es tranquilizadora, transporta al lector a un escenario en el que parecen no regir las coordenadas –espacio/temporales- propias de la existencia. Deslumbra el tono y el preciosismo del discurso de la escritora, pero sin dejarnos cegados, al contrario, la pálida y blanca luz acompaña nuestra mente en la exploración de los temas abordados en sus enriquecedores libros y nos ilumina con sagacidad. Hay ciertos aires de innegable clasicismo en la escritura yourcenariana, cosa que no sorprende en esa mujer que amaba leer a los clásicos griegos y latinos a la sombra de frondosos árboles (afirma Adriano que «casi todo lo que los hombres han dicho de mejor lo han dicho en griego»). La asimilación de tal estilo y su acoplamiento a las diferentes épocas a las que viaja, no han de llevarnos a pensar, no obstante, que Yourcenar se ausenta del presente y huye al pasado…sería más propio decir que busca la distancia suficiente para poder detenerse sobre problemas de su tiempo en los ejemplos del pasado, evitando así verlos con la mirada enturbiada, por hallarse en medio del mogollón (au milieu de la melée ). «El tiempo no cuenta. Siempre me sorprende que mis contemporáneos, que creen haber conquistado y transformado el espacio, ignoren que la distancia de los siglos puede reducirse a nuestro antojo», afirma la escritora en el cuaderno de notas de su Adriano.

La búsqueda de la perfección

Con tal maestría, Yourcenar va a hacer suyo el protagórico «el hombre es la medida de todas las cosas»; y así, ya sea retrocediendo a siglos antes de nuestra era (Fuegos. Alfaguara), al siglo II, en tiempos del imperio romano(Memorias de Adriano. Publicada en Edhasa en soberbia traducción de Julio Cortázar/ en euskera Joxe Austin Arrieta la tradujo-para Elkar- obteniendo un premio por tal tarea), al siglo XVI (Opus nigrum. Alfaguara), o al siglo XIX (Alexis o el tratado del inútil combate. Alfaguara), siempre nos las habemos con una serie de constantes del quehacer humano: el amor, el saber o el conocimiento, el poder y las interrelaciones que entre ellos se establecen. Siempre también, con un enfoque deudor del helenismo y su búsqueda de la sabiduría, como camino de renuncia, y al tiempo de completamiento de sí mismo (allá por… la ataraxia, la apatía y hasta la afasia). El problema que subyace a todas las búsquedas, por distintas que ellas sean, es el intento de alcanzar los límites que en potencia tiene cada uno de los personajes presentados por la autora. En los casos que componen su Fuegos, es el amor, con sus distintas expresiones pasajeras y circunstanciales, el que roza a los diferentes personajes, quienes al final se verán llevados, de todos modos, al «oscuro retorno a sí mismo del hombre que ha sido implacable y empieza a saber lo que es sufrir»; en el caso de Adriano, nos hallamos ante un hombre que combina el ejercicio del conocimiento y del poder, y la satisfacción del deber cumplido: la elaboración de sí mismo(«mi manera de obrar se basaba en una serie de observaciones sobre mí mismo») como trabajo propio-en un denodado esfuerzo por morir con los “ojos abiertos”, como era su deseo – y no como concesión de alguna gracia divina, extramundana. En Opus nigrum, Zenón, el rebelde médico y filósofo atraído por la gnosis y la alquimia, será el “aventurero del saber”, frente al “aventurero de la gloria” ( que es la sena elegida por su primo), quien afirmará ya a las primeras de cambio que se trata para él de «ser más que un hombre», y así toda su vida será un viaje por alcanzar el conocimiento, para lo que habrá de pasar innúmeras pruebas hasta lograr llegar a perder las referencias y las fronteras de los humanos…allá donde «el tiempo y la eternidad no eran más que una misma cosa…el tiempo, el lugar, la sustancia, perdían esos atributos que son para nosostros sus fronteras…» en un neto logro de la coincidentia oppositorum. Alexis escribe una extensa carta a su esposa, hablándole de la incompatibilidad de la vida familiar en contraposición a los horizontes abiertos, cuyo norte, para él, reside en el reconocimiento que persigue como músico, a lo cual ha de sumarse una atracción apasionada y sexual hacia otro hombre. Las cosas así, podría afirmarse que la aseveración de la propia Marguerite Yourcenar- «creo que perfeccionarse es el principal objetivo del vivir» (Los ojos abiertos)- era la guía de su escritura toda, y hasta de su vida, quizá.

Temas clásicos, reivindicación humanista -de corte renacentista-, apropiación por sus propios protagonistas del destino humano…pues como afirma Adriano: «lo humano me satisface, pues allí encuentro todo, hasta lo eterno».

No es necesario prescribirlo (no usarás a Yourcenar en vano), pues cualquiera que lea a Marguerite Yourcenar no podrá lograrlo, …leerla en vano.

Los laberintos de la vida ( * )

«El ser que yo llamo yo vino al mundo un cierto lunes 8 de junio de 1903, hacia las ocho horas de la mañana, en Bruselas, y nacía de un francés perteneciente a una vieja familia del norte, y de una belga, cuyos antepasados se habían establecido durante algunos siglos en Lieja…». Así narra Marguerite, Antoinette, Jeanne, Marie, Ghislaine-que tales son los nombres que le pusieron- antecediendo a a su apellido, Crayencour -más tarde lo cambiaría retorciendo el original hasta convertirlo en Yourcenar, su llegada al mundo como relata en Souvenirs pieux, primera entrega de su trilogía familiar cuyo nombre genérico es Le labyrinthe du monde, y cuyas dos entregas posteriores son: Archives de Nord y Quoi? L´Éternité (de todas ellas hay traducciones al castellano en Alfaguara). También cabe recomendar en este mismo espacio de las fuentes, de información, debidas a la propia escritora, un libro de entrevistas que mantuvo con Matthieu Galey, recogido bajo el título de Marguerite Yourcenar. Con los ojos abiertos(libro editado hace años por Gedisa / Emecé, y que desconozco si estará descatalogado…).

Para cualquiera que quiera acercarse al misterio de este misterioso personaje, además de sumergirse de paso en un baño de excelente literatura, los libros nombrados son una interesante manera…la autora vista por sí misma. Es claro, que la falta de distancia adecuada cuando alguien habla de sí mismo se sobreentiende (se lee en su Alexis, «¡qué difícil es no ser injusto con uno mismo!»), especialmente si se conoce el escrupuloso comportamiento de la escritora a la hora de rescribir ( o reinventar, podría decirse casi con más propiedad) su historia personal: cambios de fechas que contradicen las contrastadas por otras fuentes de amigos o protagonistas de los hechos relatados -muchas veces sin comprenderse muy bien la razón de tales alteraciones cronológicas-, desaparición de ciertos documentos o pequeños retoques- que para el resto de los mortales parecen insignificantes, pero que es claro que para ella no lo eran-…pues nada era insignificante para este singular ser a la hora de escribir, y menos cuando se trataba de hacerlo sobre su propia vida, que al fin y a la postre era también la culminación de su propia obra de arte: el vivir. Con su clarividencia habitual sentenciaba Michel Foucault que «el hombre moderno no es para Baudelaire el que se dirige al descubrimiento de sí mismo, de sus misterios y de su verdad oculta, sino el que trata de inventarse a sí mismo. Esta modernidad no “libera al hombre hacia su ser propio”, sino, antes bien, le obliga a procurarse la tarea de elaborarse a sí mismo», frase que bien podría aplicarse a la escritora de la que hablo y a sus personajes que se mueven -¡la sombra del helenismo es alargadísima!- entre el «conócete a tí mismo!» (gnôthi seauton) y el «¡cuida de tí mismo!»(epímeleia heautou). Al fin y al cabo, qué se esconde tras la afirmación tajante de Alexis / Yourcenar: «…no es nada el que la vida sea atroz; lo peor es que sea vana y sin belleza».

Hablaba, no me olvido, del escore que puede resultar de fiarse de la descripción que la autora da de sí misma, y una avisada crítica, Josyane Savigneau, opinaba que «si bien recompone sin cesar su vida, es menos para erigirse una estatua -como creen los que desconocen el gesto de creación literaria- que para construirse una novela», y vierte tal opinión en un voluminoso y muy documentado libro que podría considerarse, a su vez, como una novela, la novela de la vida de Marguerite Yourcenar. Me refiero a «Marguerite Yourcenar. La invención de una vida»(Alfaguara). Minucioso libro que bien puede servir de complemento a las versiones de la propia escritora. La crítica del vespertino parisino Le Monde, sigue el rastro de los diferentes testimonios de la propia autora y de otros protagonistas de los hechos relatados, al tiempo que recurre a diferentes archivos con el fin de contrastar la verdad que balancea entre la realidad y la ficción. Resulta así, un libro escrito con cercanía-y hasta con cariño, me atrevo a decir- pero sin caer en el género hagiográfico y pintándo a la escritora en su distancia humana, a veces,…hasta demasiado humana Su infancia, las relaciones especiales con su padre, con otros hombres «a quienes amó» (André Embiricos, André Fraigneau)… al amor de su vida (Grace Frick) con la que compartió su existencia a lo largo de cuarenta años… todo ello, y mucho más, pasará ante nuestros ojos, al igual que las tormentosas relaciones con sus editores, sus diferentes viviendas ( Mont-Noir, Petite Plaisance…) y sus incontables viajes, con la correspondiente huella que algunos de los lugares visitados (Grecia especialmente) dejaron en ella de por vida.

Posteriormente a la biografía nombrada, vio la luz otra biografía escrita por Michèle Goslar, editada por Paidós, cuyo título es «Marguerite Yourcenar. Qué aburrido hubiera sido ser feliz»…Muy digna presentación de los años de formación de la escritora, y de algunos aspectos que forjaron algunas de sus formas de comportarse, de autodirigirse, y de escribir (hablando por boca de sus personajes), si bien tampoco es que añada mucho al conocimiento de la autora si se tiene en cuenta las fuentes antes mentadas…Ya lo decía además la propia Yourcenar. «el ser huye, el yo es poroso; hacerse una imagen global es una pura illusion»…¡Cuánto más, cuando nos topamos con un ser tan especial y complejo como ese ser conocido bajo el nombre de Marguerite Yourcenar!.

« Opus nigrum » ( 1968 / Alfaguara, 1982)

http://www.ina.fr/video/I00005238

« Adriano, escrito entre 1949 y 1951, refleja la idea, que en aquellos tiempos me habitaba, de que cierto número de espíritus justos aún podrían organizar un mundo en el que se pudiera vivir[…] Opus Nogrum traduce, por el contrario, nuestras angustias de hoy…innumerables miembros de la joven generación que creíamos inmunizados por la costumbre contra toda reacción de escepticismo o rebelión con respecto al mundo en el que habían crecido, lo rechazaban lo mismo que Zenón rechazaba el suyo».

« Las tres etapas de la obra alquimista: la obra en negro, que es el renunciamiento y destrucción; la obra en blanco, que es utilidad y servicio; la obra en rojo, que es aparición, en el operador, de las obras supremas»

« La fórmula “ Obra en negro”, dada como título a este libro, designa en los tratados alquímicos la fase de separación y de disolución de la sustancia que era, se dice, la parte más difícil de la Gran Obra. Se discute todavía si esta expresión se aplicaba a audaces experiencias sobre la misma materia o se entendía simbólicamente como pruebas del espíritu liberándose de las rutinas y de los prejuicios. Sin duda significa a la vez lo uno y lo otro »

Si al principio hablaba de la coincidencia de unos momentos históricos relacionados con el éxito clamoroso de sus novelas; refiriéndome a esta novela que comento no me resisto a señalar dos coincidencias más en relación a la publicación inicial del libro ( hablo, claro, de Opus nigrum / en francés se tituló Oeuvre au noir). El libro apareció en 1968, coincidiendo con el revuelto mayo francés, lo cual no supuso, no obstante que el libro pasase desparecibido; al contrario, y sorpresivamente ( si se tiene en cuenta el tema y su localización histórica), las ventas funcionaron bien del mismo modo que las críticas, exceptuando algunas posturas que discrepaban acerca de la calidad de la novela; la primera tirada fue de 25000 y para noviembre, fecha de la entrega de premios literarios en el Hexágono, ya iban por los 80000. De cara a promocionar su obra – que ella consideraba tan importante como la de Las memorias de Adriano o superior- viajó en tales agitados días a París en donde disfrutó contemplando las movilizaciones estudiantiles, llegando a hallar parecidos entre los jóvenes movilizados y su Zenón (« Porque Zenón se opone a todo: a las universidades cuando es joven; a la familia, de la que es bastardo y cuya tosca riqueza desprecia; al convento español de Don Blas de Vela, hasta el punto incluso de abandonar al viejo marrano expulsado por sus frailes, de lo que se arrepiente más tarde; a los profesores de Montpellier, cuando estudia allí anatomía y medicina; a las autoridades, a los príncipes, etc. Rechaza la ideología y la intelectualidad de su tiempo, con su magma de palabrería; ha practicado, naturalmente, diversas formas de placer carnal, pero termina rechazando, hasta cierto punto, la sensualidad. Como era de esperar, también rechaza el pensamiento cristiano, pese a entenderse con algunos eclesiásticos – como es el caso del prior de los fraciscanos- mejor que con nadie . Asiste, o más bien desdeña asistir, al derrumbamiento del ala izquierda del protestantismo y comprueba el escandalo de la alianza cimentada por la Contrarreforma entre la Iglesia y las monarquías; todo se derrumba a su alrededor, pero él presiente que es la misma condición humana la que está en tela de juicio. […] Y es por eso por lo que Opus Nigrum, a mi entender, se iba convirtiendo en una especie de espejo que condenaba la naturaleza del hombre a través de esa serie de acontecimientos que llamamos la historia») . No faltaron problemas de todo tipo de cara a la publicación definitiva de la novela, hasta el punto de que la escritora llegó a temer que la tan trabajada obra no pudiera ser, al final, publicada. El problema consistía en que tenía contrato con Plon, pero ella no estaba conforme con el modo de editar, ni de promocionar, de tal empresa, que había abandonado desde hacía algún tiempo la literatura de calidad para volcarse en meros intereses comerciales; esto le llevó a tener que encarar ciertos problemas legales de cara a quedar libre del contrato que con ellos le ligaba; las tentaciones de otras editoriales no faltaban ( Grasset, Seuil y Gallimard). Al final fue la última la que editó el libro debido al tesón del editor – con el que anteriormente había tenido sus más y sus menos- y la intención por parte de la escritora de que sus obras se publicasesn todas en la misma editorial; al final así sucedió ya que todas sus obras posteriores, y las recuperaciones de anteriores, se dieron bajo la batuta de don Antoine.

Puestos a hablar de coincidencias, éstas quisieron que este mismo año se publicase Belle du seigneur del suizo francófono Albert Cohen sujeto que en los momentos en los que la escritora fue propuesta para ocupar un sillón en la prestigiosa Académie française, no tuvo otra ocurrencia mejor que llegar a decir que cómo era posible que una señora tan fea y tan gorda ( si moche et si grosse) escribiese. ¡Toma los valores literarios del adefesio![ Diré de paso que según se interprete tampoco le falta cosa a las palabras de Jean d´Ormesson – que fue quien la propuso para el sillón académico-: « El primer mérito de Marguerite Yourcenar reside en que ha destruido el mito de la literatura femenina. (…) A partir de ella, a nadie le vendrá la idea de distinguir una escritura femenina de una escritura masculina. He aquí, en efecto, una buena cosa». Por las diferentes declaraciones del caballero, puede deducirse que la escritora tiene una escritura masculina…postura coincidente con no pocos críticos que han hablado de la escritura de Yourcenar como « una escritura viril» ( sic!!!)].No fue la única voz discordante, la de Cohen, ya que otras se alzaron para subrayar que la escritora era americana – estaba nacionalizada en EEUU- para lo cual debería renacionalizarse francesa –ella era belga-, y las de más allá no mostraron ninguna simpatía hacia ella debido a sus tendencias sexuales. La nombrada, no se quedó corta – comme d´habitude– al pronunciar su discurso, delante de los miembros de tan selecta institución y del mismísimo Giscard d´Estaing, a la sazón presidente de la République, viniendo a decir que todos aquéllos señores que se reunían una vez a la semana para vacilar, era un medio en el que no sabía muy bien qué podría hacer una mujer.

Resumen:

Se cuentan a lo largo de la novela las andanzas de Zenón, hombre del Renacimiento, que en su pluralidad profesional – clérigo, médico, filósofo y alquimista- se aleja de su familia y de su vida fácil aventurándose en busca del saber; desde el inicio del libro conocemos el propósito de Zenón: adoptar la vía del saber, que es diametralmente diferente de la de su primo Henri-Maximilien que opta por la vía del poder; eso sí los dos coinciden en errar dejando atrás la familia y su ciudad natal. La ruptura en el caso de Zenón se amplía a los saberes heredados, tratando de hallar en libertad los verdaderos conocimientos en diferentes ramas del saber. Es consciente de que esa independencia y su inmensa curiosidad le pueden acarrear serios problemas con la Iglesia y con las autoridades académicas también; cosa que acaba sucediendo ante el escándalo que provocan sus posturas difundidas en algunos textos suyos, que exponen posturas inasimilables por su carácter innovador con respecto a las ideas dominantes y los poderes que las sostienen . Las dificultades le van a obligar a huir y a esconderse bajo un nombre falso que oculte su verdadera personalidad. Si el viaje había comenzado en Brujas, la vuelta a tal ciudad va a ir marcada por su entrega a los aspestados y otros menesterosos, sin obviar los esfuerzos por curar al prior de los franciscanos-conevrtdio en su confidente y casi “confesor”- al mismo tiempo que la preocupación por construirse a sí mismo va a ser otro de los empeños que en busca de hacer coincidir lo exterior con el interior va a trabajar. Al final es descubierta su verdadera personalidad y es conducido a prisión en donde se suicida.

Zenón representa a un hombre renacentista que tiene dificultades para ser comprendido por muchos de sus contemporáneos, en su búsqueda impenitente de la verdad y la construcción de su propio yo – que llegue hasta los bordes casidivinos de lo humano- su figura deja ver rasgos, señalados por la propia escritora al final de su obra, de Leonardo da Vinci, Miguel Servet, Giordano Bruno, Tomasso Campanella, Paracelso, Copérnico, etc.

A través de sus andanzas conocemos las dificultades que el ejercicio de la libertad de expresión suponía en aquellos tiempos; él que es un ejemplo de tenacidad y de libertad de espíritu, se ve impulsado a estudiar en profundidad la anatomía humana, practicándola en diferentes casos de disecciones, siempre avanzando en medio de un ambiente de oscurantismo y de peligros que suponen los guardianes del orden. En sus viajes y sus discusiones con diferentes personajes ( el prior de los fanciscanos, su primo…) podemos conocer el ambiente que se respiraba en la época, y lo intempestivo que resultaba nuestro hombre para aquél tiempo y para sus contemporáneos. Desde el principio, conocemos su nacimiento como bastardo, le vamos a acompañar en su caminar, haciéndosenos asistir al cerco de la ciudad de Múnster –domindada por una corriente disidente del anabaptismo-, sus conversaciones con su primo que nos presentan dos ópticas bien diferenciadas de enfocar el mundo, las discusiones y confidencias con el prior de Cordeliers, las reuniones peligrosas de algunos frailes que llegan al conocimiento de Zenón que trata de frenarlas con el fin de alejar del peligro de su joven confidente; más tarde le acompañaremos en sus últimos días, en prisión y en la eficaz aplicación de sus saberes cirujanos sobre sí mismo.

Se cruzan en la novela dos retratos : el de la sociedad titubeante de la época – Reforma y Contrarreforma en plena refriega- y la vida del protagonista, que establece unos objetivos para consigo mismo que le exigen esfuerzos hasta el ascetismo, la superación de diferentes pruebas que le salen al camino…Una primera parte de viaje, la segunda la quietud que trata de hallar en su propia ciudad utilizando un seudónimo, Théus, y la tercera en la qu es llevado a prisión tras un proceso realmente confuso. Un hilo atraviesa esta trayectoria que es la vía iniciática que recorre Zenón, y que si nos atenemos al título de la obra solo es recorrida en su primera fase, la negra…quedando pendientes la blanca y la roja, propias de la total propuesta alquímica.

Los parecidos de familia entre algunas de las posturas defendidas por Zenón y las de algunos de los nombrados anteriormente, no deben hacer obviar algunos guiños que no dejan de recordar algunas posturas filosóficas herméticas, gnósticas, humanistas, y hasta budistas ( señalaba la propia Yourcenar que « el helenista Gabriel Germain, se percató inmeditamente de que un buen número de meditaciones de Zenón en El abismo eran ejercicios de meditación budista ( el agua, el fuego, los huesos…)»

La autora habla de su novela

«…si se hace hablar al personaje en su propio nombre, como Adriano, o si se habla, como en el caso de Zenón, en un estilo que es más o menos el de la época, un estilo indirecto que es, en realidad, un monólogo en tercera persona del singular, uno se pone en lugar del ser evocado: uno se encuentra entonces ante una realidad única, la de ese hombre, en ese momento, en ese lugar, y por ese sesgo y se llega mejor a lo humano y a lo universal »

« [ preguntada sobre los sueños ] pondré la página en la que Zenón, en prisión, se dice a sí mismo, que se debería analizar los elementos con los cuales están hecho

s los sueños, antes de tener teorías sobre los sueños, y los enumero “…”»

« [ ¿ Cómo nació el proyecto de la novela ? ] …fue mi inetrés por lo que sabía de las cronologías familiares, de las ciudades en las que había pasado mi infancia…eso podía ser reunido para dar un universo humano. Encontré en la biblioteca de mi familia paterna, un libro titulado Mémoires anonymes sur les troubles des Pays Bas…fue la base de L´oeuvre au noir . Había omado notas desde los dieciocho años, revisando ciertos textos genealógicos encontré a alguien que se llamaba Zenón…Por supuesto también estudié a los autores ilustres o menos ilustres del Renacimiento. Volví a hacerme una idea del mundo en el que vivía Zenón. Hube de estudiar la medicina de la época, la magia, sin duda, también la teología y la filosofía de ese tiempo, de lo que con tanta vaguedad es llamado renacimiento y que no fue simultáneo en todos los países de Europa. Zenón es un hombre de mediados del siglo XVI…[ la cita inicial de Pico de la Mirándola] traduce el espíritu del joven Renacicimiento, aquel en el caul la fe en la dignidad humana, en los poderes infinitos del hombre es aún inmenso. Es una época en la que se tiene una idea del mundo que no es aún copernicana. El hombre está siempre en el centro de las cosas, sobre una tierra que está en el centro del mundo. El epígrafe de la tercera parte, la de Julián de Médicis, es ya de un Renacimiento desengañado, de un mundo en el que la dignidad del hombre consiste en resistir al desastre…Luego la caída de Roma en manos de los reitres de Carlos V, en 1525; el desaliento ocupó el lugar de las excesivas esperanzas del joven humanismo.

» L´Oeuvre au noir ( ON), en la cual Zenón se hunde más y más en círculos infernales de ignorancia, de salvajismo, de rivalidades imbéciles, hay, por desgracia, quince años de nuestra propia experiencia…»

« Todo se desmorona a su alrededor, pero siente que es la misma condición humana la que está en discusión…Zenón se dice que los males de este mundo son más antiguos aún, reflexión que, por otra parte, vale para cada época. La ON se convertía en una especie de espejo que condensaba la condición del hombre a través de ua serie de acontecimientos que llamamos historia. ..:Para hallar el modelo de Zenón, pensé en muchos personajes…Zenón hubiera podido tener ciertas opiniones, ya que Campanella las tuvo, y Giordano Bruno murió por ellas. Al hacer intuitivamente de Zenón un hombre de iglesia, un bastardo…me dije que así comenzó Erasmo, Leonardo…La búsqueda de Zenón no es una huida. Al comienzo parte para insruirse con don Blas de Vela. Luego viene Montpellier, después los años de los que únicamente he hecho algunas aluciones, los años de práctica de la medicina en Pont-Saint-Esprit y en la corte de Aviñón, …Más tarde, va a Oriente»

« [ acerca de las sectas] los anabaptistas…una rebelión contra la rigidez de las enseñanzas de la Iglesia…Zenón también ha conocido esa voluntad de poder, pero la dejó, completamente, a favor del conocimiento puro, que esde otor orden. Como por otra parte lo hicieron todos los místicos, cualquiera fuera la religión a la que pertenecieran. En el budismo, por ejemplo, se cuenta la historia de ese asceta que se vanagloria ante Buda de caminar sobre las aguas. Buda le dice: “¿Cuánto tiempo necesitaste para llegar a esa habilidad ? – Trabajé diez años. –Es una lástima respodió Buda. Por algunas monedas pordrías haber tomado la barca »

« Zenón busca el regreso a lo universal …[ ¿ Zenón es el anti-Adriano?] De ningún modo. Se parecen intelectualmente ; se parecen en algunos aspectos…Por la inteligencia, son parientes. Los que difieren son sus temperamentos. Adroando es mucho más sanguíneo, mucho más influenciado por sus emociones inmediatas, mucho más suscepctible de desmoronarse en la desgracia. En la vida de Adriano hay caídas verticales. En la vida de Zenón no hay; se lo siente indestructible. Si no se hubiera matado, huiese vivido veinte o treinta años más…pero es mucho más sombrío, y su destino es sombrío…» [ en cuanto las épocas de ambos] « las épocas mismas son diferentes. La de Zenón está mucho más cerca de la nuestra. En primer lugar, es una época cristiana, mientras que la de Adriano conserva el sentimiento griego de la dicha fácil. Los griegos, aun cuando su trasfondo estaba desesperado, amaron siempre la vida. La felicidad es una noción importante para Adriano. Es una noción que no cuenta para Zenón…En Adraiodo ya una estrecha relación entre grandeza y poder, para Zenón, esa relación no existe. A pesar de tener una parte de sensualidad, como todo el mundo, es naturalmete ascético».

Dos cuestiones que atraviesan la novela

Puede saltar a la vista para cualquiera que tenga una visión esquemática / escolar del Renacimiento que la franja absoluta con respecto a la Edad Media queda difuminada, cuando menos. Por una parte es obvio que las épocas históricas nunca nacen de cero sino que hunden sus raíces en los tiempos anteriores; se ha de añadir a esto que se da una especie de convivencia de lo anterior y lo presente. En el caso que nos ocupa el acento del humanismo renacentista queda destacado desde la misma cita inicial, de Pico della Mirándola, y en las búsqueda por parte del protagonista de lograr ser un sí mismo lleno, reuniendo todas las potencialidades en su propio ser, como hombre realmente realizado.

El escenario presentado es complejo ya que el propio personaje se mueve por los ambientes dominados por la religión, en los que se da una lucha encarnizada entre diferentes expresiones : el catolicismo dominante y otras creencias cristianas. la Iglesia trataba de defender su dominio y sus privilegios, cual gato panza arriba, creando, para ello, sus órganos de control y represión: ahí está el Santo Oficio / Inquisición puesta en marcha por orden papal a mediados del XVI. Tanto la puesta en práctica como la implantación de pensamiento renacentista siguió un desarrollo desigual dependiendo de los países y zonas geográfico-culturales.( * )

Otro de los aspectos que quedan claramente desarrollados a lo largo de la novela y centrados en la presentación del viaje del personaje, que estamos en medio de un viaje iniciático. En Zenón quedan representados algunos de los puntos destacados del quehacer renacentista: dignidad humana, experimentación en medicina y otros inventos, preocupación por los astros y el universo…así pueden observarse aires de familia- explicitados al final de la obra por la propia autora- con Leonardo da Vinci, Copérncio, Giordano Bruno, Campanella, y muy en especial con Paracelso, del mismo modo que pueden verse – de manera clara- la presencia y la influencia que en el protagonista ejercen la alquimia, el gnosticismo y el hermetismo, como pensamientos ajenos a la supuesta esencia del materialismo y empirismo renacentistas; pagos más propios de la magia, la astrología y otras yerbas.

No hace forzar mucho las cosas para observar –como digo- una vena iniciática que recorre la novela y, en consecuencia, la agitada trayectoria del su protagonista. Desde el inicio se le ve empeñado, frente a su primo al que encuentra causalmente, por la vía del conocimiento mientras que Henri-Maximilien pretende caminar por el camino del poder. Si su intención queda claramente expuesta desde las primeras páginas: llegar a ser Ecce homo, Zenon…esta pretensión conlleva unos signos que coronan a quienes eligen tal vía: su independencia, su ruptura con los lazos familiares, con los maestros y contra el pensamiento oficial y heredado, al tiempo que con las ansias de poder, de vida cómoda, estando dispuesto a un esfuerzo continuo y al riesgo de la aventura y de las diferentes pruebas que puedan salir al camino…siendo consciente, por otra parte, de los peligros de la persecución, de la represión ( prisión incluida) y la muerte. Esta disposición de la que hablo lleva emparejada una clara tendencia a la frugalidad, al control de las pasiones, y a la ascesis; condiciones necesarias para alcanzar el perfeccionamiento de sí mismo.

En cierto sentido, puede observarse ciertos tonos proféticos en Zenón que es consciente de lo que le puede arribar – y que de hecho le arriba- debido a la senda adoptada…llegando al final a un estado de abstracción / conciliación en el que se dan cabida la realidad y la metafísica en una unión de contrarios ( coincidentia oppositorum), en lares cercanos al nirvana, la ataraxia, la apatía, la afasia y …sub specie aeternitatis, que es lo que alcanza en los momentos en los que se halla en el abismo.

La aparición desde el primer capítulo de la palabra “alquimia” hace que se hay de tener en cuenta la corriente espiritual que bajo tal etiqueta se escondías, corriente alejada a los opladores dedicados a mconvertir el plomo en oro o al logor de la piedra filosofal, o a distintos vendedores de humo. Tampoco está dde más sino que al contrario facilita la la lectura e interpretación de la novela conocer al menos un poco la llamada gnosis

pretende aportar a sus fieles la certeza de la salvación. …tanto en el cristianismo, el judaísmo y el islam tales corrientes- que se mostraban ajenas a la religión oficial- fueron miradas con honda sospecha. El alma está encarcelada en la carne y así el mundo está dominado por dos potencias: el espíritu se opone a la materia como el Bien al Mal…Los materiales- muy extendidos en los siglos I al IV- fueron hechos desaparecer…Evangelios apócrifos ( Evangelio de Tomás: « cuando hagáis de dos uno, y el interior lo mismo que el esterior, y lo que está arriba como lo que está abjo, no haciendo sino uno macho y hembra […] entonces entraréis el Reino ». El más antiguo de los maestros gnósticos es Simón el Mago que aparece en los Hechos de los Apóstoles…Del mismo modo que no sobra conocer algo la presencia que desde antiguo tenía la misteriosa figura de Hermes Trimegisto y el llamdo hermetismo: amalgama de Hermes y el dios Thot…el personaje fue considerado a finales de la época helenística como inspirador de una serie de doctrinas que fusionaban el pensamiento oriental con el griego….neoplatónico, influida por la religión egipcia antigua, teñida de alquimia y astrología. Luego varios textos, dieciséis, conformaron el Corpus hermeticum, muy estudiado en la Edad Media y puesto en lugar de honor por los humanistas neoplatónicos renacentistas. Doctrina de salvación por el conocimiento iniciático, el hombre pertenece por su cuerpo a la materia, ilusoria y mortal, origen del mal, pero por su alma es un fragmento desprendido del intelecto supremo y del Logos creador. La salvación llega con el conocimiento de la propia naturaleza, solo se consigue elevándose por encima de las condiciones sensibles hasta el éxtasis y el encunto con Dios ( que está en uno mismo…El eje arriba / abajo // abajo/ arriba…correspondencia entre lo visible y lo invisible, que sería puesto en claro por el saber regio o alquimia espiritual.

Pues bien, reitero, que todo este tipo de cuestiones recorren las páginas del libro y en las nadnzas de su personaje principal: Zenón.

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( * ) Marguerite Yourcenar(1903-1987)

1903: nace en Bruselas el 8 de junio, Marguerite Antoinette Jeanne Marie Ghislaine Cleenewerck de Crayencour. El nombre con el que fue conocida posteriormente lo ideó junto a su padre utilizando las letras, cambiadas de orden, del último de los apellidos nombrados, el suyo.

Muere su madre diez días después del nacimiento de la niña. Se trasladan a la mansión familiar de Mont-Noir, cerca de Lille. Los estudios los realiza en su propia casa; educada por su abuela materna, Noémi, . Relación estrecha con sus criadas, y con su padre, jugador empedernido, que inició a la niña en el gusto a la lectura ( Romain Rolland, Huysmans, D´Annunzzio, Tolstói, y… muchos más);

1912: cambian de domicilio, yéndose a París, tras vender la propiedad de Mont-Noir.

1914: El inicio de la guerra hace que su padre, con su hija, busque refugio en Inglaterra. Fue en el British Museum en donde Marguerite ve por primera vez el busto del emperador Adriano. Aprende inglés y comienca a estudiar latín con su padre, más tarde ante su deseo de aprender griego su padre contratará un profesor.

1921: fue el momento en el que se dio el cambio de apellido: habiendo escrito un drama en verso, Le Jardín des chimères, que fue publicado a cuenta del autor por las ediciones Perrin. Su padre acepta pagarlo y con su hija buscan un nombre como firma literaria. Juegan con las letras de su patrónimo, Crayencour, y «por el placer de la y», se detienen en Yourcenar, aun dejando una c sin emplear. Con este nombre, además de firmar sus obras, será inscrita en el registro al nacionalizarse estadounidense.

1924: visita con su padre la villa Adriana que luego será descrita en sus Memorias de Adriano.

1926: comienza a escribir un ensayo sobre Píndaro, al tiempo que viaja frecuentemente a Suiza en donde su padre está hospitalizado.

1929: el día 12 de enero muere su padre. Publicación de «Alexis o el tratado del inútil combate». Los años que siguen van a ser de existencia nómada (Grecia, Italia, Inglaterra…) .

1931: estancia en Grecia mientras traduce poemas de Cavafis.

1936: ve la luz Fuegos .

1937: Viaja a Londres para encontrarse con Virginia Woolf de quien estaba traduciendo Las olas. En París, conoce a la americana Grace Frick., profesora, con la que va a formar pareja hasta el fallecimiento de ésta en 1979..

1938: publica Cuentos orientales.

1939: va a Nueva York, donde permanecerá domiciliada para siempre (exceptuando los posteriores viajes), y hasta se nacionalizará –como quea dicho- bajo el nombre de Yourcenar.

1950: se instala con Grace en Petite Plaisance, casita en la isla de Mount Desert.

1951: se edita el libro «Memorias de Adriano» que fue el que le valió el reconocimiento mundial.

1952 Obtiene por tal obra el premio Femina Vacaresco. Este mismo año compra la casa en la que estaban viviendo, lugar en el que vivirán hasta el fallecimiento de su compañera.

1968: Es publicada Opus nigrum, libro al que se otorga el premio Femina ese mismo año. La tirada en mayo es de 25000 ejemplares y para noviembre ya se habían editado 80000.

1971: le es concedido el premio literario de Mónaco.

1974: comienza la publicación de sus entregas autobiográficas ( El laberinto del mundo). Gran Premio nacional de las Letras.

1977: Gran premio de la Académie française.

1979: fallece la que fue la compañera de su vida, Grace Frick, el 18 de noviembre .

1980: elegida miembro de l´Académie Française, remplazando a Roger Callois, primera mujer que ocupaba dicha distinción.

Ese mismo año inicia un viaje por todo el mundo acompañada del joven músico, su nuevo compañero, Jerry Wilson.

1981: se celebra el acto de recepción a la Académie, el 22 de enero, leyendo un potente discurso.: « en este club en el que viejos granujas se reúnen todos los juves y en donde una mujer no tiene gran cosa que hacer» . A tales reuniones solo asistió una vez.

1982: publica Como el agua que fluye, Viajes por Marruecos y Egipto.

1983: viaja junto a su compañero a Japón, Tailandia y Grecia.

1985: grave intervención quirúrgica debido a un accidente de coche que había tenido dos años antes en Kenia.

1986: muere el 8 de febrero, Jerry Wilson a la edad de treinta y seis años a causa del sida, quien fuera su acompañante de los últimos seis años. Se le entrega la insignia del Comendador de la Legión de Honor y la medalla de oro del National Arts Club.

1987: muerte de la escritora el 17 de diciembre.

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( ** ) RENACIMIENTO

Desde el propio nombre se anuncia que estamos ante un nuevo nacimiento tras la edad oscura que fue la Edad Media, y el inicio de los presupuestos que iban a dar entrada a la Edad Moderna. Esto se traduce en rasgos generales por el paso del teocentrismo al antropocentrismo y por el tránsito del geocentrismo al heliocentrismo. Lo primero dio paso al humanismo renacentista, presente tanto en la literatura como en las artes – que recuperaban los modelos de Grecia y Roma clásicas – y en la filosofía que celebraba la dignidad humana ( ejemplar en este orden de cosas: Discurso acerca de la dignidad del hombre de Pico della Mirándola) y abría las puertas a la autonomía de la razón como eje clave en lo que hace al pensamiento moral, político e incluso religioso; y lo segundo, suponía la revolución copernicana ( Copérnico, Kepler y Galileo) abriéndose camino la interpretación matemática del universo y de los fenómenos físico ( Galileo decía que el liobro del universo está escrito en lenguaje matemático).

Este amplio movimiento cultural se originó a lo largo del siglo XV y culmina en el siglo XVII, mas no se ha de pensar en una ruptura absoluta como si el reloj se huiera puesto a cero, sino que las nuevas ideas aun basándose en algunas ideas que pululaban en la Baja Edad Media, ahora se asientan con potencia. [ No está de más recordar otro tránsito histórico fundamental del que se habla: el paso del mito al logos dado en el siglo VI antes de nuestra era…fórmula pedagógica para dar a entender el surgimiento del nuevo modo de situarse y explicar el mundo: la filosofía; paso que no supuso una ruptura absoluta ya que muchas de las ideas nuevas todavía hundían sus profundas raíces en lo anterior; el ejemplo de Platón con su constente recurso a diferentes mitos para explicar sus teorías, puede servir en este entrecruzamiento]. Pues bien, en el caso que nos ocupa sucede algo parecido…

Podrían nombrarse una serie de características para designar los cambios sustanciales de dicha época: 1) asentamiento de las monarquías nacionales, tendentes al absolutismo, que superan los moos organizativos feudales. 2) irrumpe el capitalismo comercial que da al traste con las formas de producción medieval. 3) surgimiento de la burguesía con una nueva mentalidad comercial y calculadora, apunta hacia un horizonte de progreso social y económico. 4) el llamado descubrimiento de América, con el conocimiento geográfico de amplias zonas del planeta y la confirmación de la esfericidad de la tierra, supone un paso potente hacia la extensión del capitalismo comercial y la burguesía. 5) la Reforma protestante y la Contrarreforma católica, van a suponer unas encarnizadas luchas de religión, que hace que la intransigencia cristiana alcance cotas realmente altas, como acto de resistencia a su posible marginación; luchas de posturas aumentadas si se tiene en cuenta la invención de la imprenta que difindía las distintas, teorías y pensamientos. 6) se da una recuperación de la antigüedad clásica,, que rechaza lo anterior y busca un nuevo modelo de hombre, en la antigüedad greco-romana. 7) la aparición de una nueva ciencia que da pie a un nuevo pradigma científico, y 8) se da el fin de la dominante filosofía escolástica, y en la lucha contra ella se buscan modelos en la filosofía griega que se considera ha sido tergiversada por los medievales.

Si esta es la visión panorámica, a vista de pájaro, de la época, pueden sorprender si se toman las cosas al pie de la letra, el ambiente que se describe en la novela que hemos leído, en donde dominan las ideas propias de la alquimia, la magia, el hermetismo y la gnosis, cuestión que no ha de extrañar si se tiene en cuenta que el respecto a la dignidad humana hace que se buquen modelos humanos más logrados…No es axtraño, en este orden de cosas que en algunos de los primeros filósofos modernos ( Descartes o Leibniz, por ejemplo) se hallen no pocos motivos mágicos y misterioos que enlazan con las posturas deudoras de las “disciplinas” a las que me refiero. Nada digamos a algunos contemporáneos de aquel cambio radical: baste con leer algunos textos de Copérnico o de Giordno Bruno. Con respecto a esto resulta recomendable tener en cuenta la recomendación de Koyré cuando señalaba que cuando se aborda aborda « un pensamiento que no es el nuestro[ se ha de ] olvidar lo que sabemos o creemos saber. Adoptar ciertos modos, ciertas categorías de razonamiento que para las personas de una época pretérita eran base de razonamiento y de búsqueda, tan válidas y también tan seguras como lo son para nosotros los principios de la física matemática y los datos de la astronomía». Es destcable en este orden de cosas tener en cuenta la presencia de la magia en la época renacentista, a la hora de tratar de explicar la astrologías / astronomía; así entonces el recurso a la magia era habitual: así el filósofo de la naturaleza recurría a que las esferas celestiales eran movidas por su propio espíritu, visión que puede quedar completada con las palabras de Campanella : « todo cuanto hacen los científicos imitando o ayudándola con arte desconocida, [ es considerando] obra de magia, no sólo por la baja plebe, sino por el común de los hombres…Mientras no se comprende el arte dícese siempre ser obra de magia; después, se convierte en ciencia vulgar…».

Es más tales cesutiones habían sido prohibidas y brutlamente perseguidas durante la Edad Media, de modo que en la cierta apertura que se daba co la llegada del llamado renacimiento todo lo hasta entonces había estado perseguido floreciese con fuerza; es lo que sucedió con la magia, la astrología y otras variantes del saber. En el Renacimiento – el giro provocado por la distinta manera de considerar al hombre- toda investigación se plantea en base a discernir la verdadera magia de la falsa…se abre así la puerta a los intentos de dominar la naturaleza del hombre sobre la naturaleza.

Libros consultados y/o recomendables:

+ Juan G. Atienza, « Los secretos de la alquimia. En busca del conocimiento cósmico» ( Ediciones Temas de Hoy, 1994)

+ Lluís Racionero, « Raimon, la alquimia de la locura » ( Editorial Laia, 1985)

+ Frances A. Yates, « Giordano Bruno y la tradición hermética » ( Ariel, 1983)

+ Marie-Louise von Franz, « Alquimia. Introducción al simbolismo » ( Luciérnaga, 1991)

+ Miguel Batllori, « Humanismo y Renacimiento. Estudios hispano-americanos» ( Ariel, 1987)

+ Eugenio Garin, « La revolución cultural del Renacimiento » ( Crítica, 1981)

+ Jacques Brosse, « Los maestros espirituales» ( Alianza Editorial, 1994)

+ Juan Merino, « La alquimia. Una aventura inacabada» ( Gedisa, 1981)

+ Alexandre Koyré, « Místicos, espirituales y alquimistas del siglo XVI alemán » ( Akal, 1981)

+ Alexandre Koyré, « Del mundo cerrado al universo infinito » ( siglo XXI editores, 2001)

+ Henri-Charles Puech, « En torno a la Gnosis I » ( Taurus, 1982)

+ Mircea Eliade, « Tratado de historia de las religiones. Morfología y dinámica de lo sagrado » ( Ediciones Cristiandad, 1981)

+ Elaine Pagels, « Los evangelios gnósticos» ( Crítica, 1982)

+ Marguerite Yourcenar, « Mishima o la visión del vacío » ( Seix Barral, 1985)

+ Marguerite Yourcenar, « Alexis o el tratado del inútil combate » ( Alfagura, 1977)

+ Marguerite Yourcenar, « Fuegos » ( Alfaguara, 1982)

+ Marguerite Yourcenar, « Como el agua que fluye » ( Alfaguara, 1983)

+ Marguerite Yourcenar, « Cuentos Orientales» ( Alfaguara, 1982)

+ Marguerite Yourcenar, « Souvenirs pieux. I. Le labyrinthe du monde» ( Gallimard, 1974)

+ Marguerite Yourcenar, « Memorias de Adriano» ( Edhasa, 1982)

+ Galey Matthieu, « Con los ojos abiertos. Conversaciones con Marguerite Yourcenar» ( Gedisa, 1982)

+ Josyane Savigneau, « Marguerite Yourcenar. La invención de una vida » ( Alfaguara, 1991)

+ Rodolfo Mondolfo, « Figuras e idea de la filosofía del Renacimiento » ( Icaria, 1980)

+ Pedro S. Santidrián, « Humanismo y Renacentismo » ( Alainaz Editorial, 1986)

+ Peter Burke, « El Renacimiento» ( Crítica, 1993)

+ Ludovico Geymonat, « Historia de la filosofía y la ciencia. 2. Del Renacimiento a la Ilustración » ( Crítica, 1985)

Si hubiese que, o se quisieses, poner una adecuada banda sonora a la lectura de la novela no estaría nada mal escuchar las Gnosiennes de Erik Satie. https://www.youtube.com/watch?v=IUAF3abGY2M Tampoco resultaría discordante recurrir a las interpretaciones de músicas renacentistas de Jordi Savall.

Marguerite Yourcenar, la lucidez en prosa