Una trampa mortal

Lea el diario que lea, una cosa que constato es que todavía hay muy poca gente que tenga del todo claro cuál es la naturaleza del conflicto con España. Catalunya ha vivido tantos siglos borrada de la historia, y los catalanes hemos mentido tanto para sobrevivir, que la misma capa de barroco que casi nos asfixia ahora despista a nuestros adversarios.

Ya dije que la independencia se habría podido hacer con calma y sin descalabros y que ahora se convertirá en una gran carnicería. Los españoles irán hundiendo inútilmente el prestigio de su democracia, y los catalanes que vivían de la ocupación y se han creído su propia demagogia, quedarán tan fuera de contexto que sufrirán para superar la melancolía, cuando todo eso acabe.

Si Rajoy tenía una oportunidad de matar la idea del referéndum la ha malgastado enviando a la policía. Engañado por los cuatro jorobados de siempre, que se piensan que Catalunya es suya y que todo el mundo es igual de miserable, se ha encontrado con una resistencia inesperada. Los intentos de empujar el país a una DUI o a unas elecciones plebiscitarias, no podrán salir bien después de la reacción que los estibadores, los campesinos y el mundo académico han tenido a favor del 1 de octubre.

Como era de esperar, la unidad política que nunca habría conseguido un gobierno soberanista la ha conseguido el referéndum. Aunque algunos listillos del PDeCAT, aliados con Pablo Iglesias, siguen trabajando para españolizar el conflicto, la organización del referéndum siguen en marcha. El martes, mientras la Guardia Civil asediaba la sede de la CUP, dentro, un grupo de políticos de todos los colores se conjuraba para llevarlo a cabo al precio que fuera.

Con un millón de catalanes movilizados, cuando el gobierno ponga las urnas no habrá contingente antidisturbios que pueda impedirlo. Si los españoles fueran inteligentes y conocieran a Catalunya, nos darían las gracias por haberlos ayudado a entrar en Europa y a consolidar la democracia, y aceptarían la derrota que les espera en las urnas. Como ven el país a través de los ojos de los mentirosos que ellos mismos han comprado han perdido completamente la perspectiva.

El problema que tienen los españoles es que ya no pueden bombardear Catalunya, ni matar y detener en masa. Cada policía que envían, cada blindado que entra en Catalunya para intentar evitar el referéndum, no sólo consolida la nación política, sino que le devuelve la profundidad histórica. El problema es tan crudo y tan sencillo que cuando el unionismo lo quiera admitir ya no tendrá tiempo ni tan solo de salvar los muebles.

Rajoy está ayudando muchísimo a destruir la imagen distorsionada que el país tenía de él mismo por culpa de los espejos deformes de la propaganda. El hecho de que figuras mundiales tan disruptivas como Assange o Nicholas Nahim Taleb den apoyo al referéndum, ya es toda una señal que pintan bastos para España. Incluso La Vanguardia, que tanto ha trabajado para impedirla, tiene que informar de que los grandes diarios de Occidente dan apoyo a la autodeterminación de Catalunya.

El referéndum está dejando fuera de juego a la intolerancia española porque pone en evidencia la falsedad de su propaganda pseudolegalista, que necesita la estética de la revolución y del etnicismo para parecer creíble. El debate que produjo el Brexit o el referéndum escocés será una broma al lado del impacto que tendrá el 1 de octubre. La Generalitat ya ha pagado a los funcionarios sin pasar por Hacienda demostrando quien manda en Catalunya.

Ahora, los españoles no solo tendrán que decidir si quieren vivir en una buena democracia, sino también si quieren ser europeos o volver a ser una ballena embarrancada en las costas del viejo continente, como dijo Edmund Burke. Si esta vez se quieren hundir en el oscurantismo lo tendrán que hacer solitos. Aquí ya no se pagan más Fantas, como lo demuestra el hecho bastante elocuente de que los estibadores hayan dejado sin servicio a los policías de Madrid alojados en los barcos de España.

ElNacional.cat