El día que Cataluña ganó la independencia a golpe de democracia

Después de un día y medio de vigilia en los colegios del referéndum de autodeterminación, miles de catalanes se levantaron ayer dispuestos a decidir el futuro del país. Y a fe de Dios que lo hicieron. La jornada, involuntariamente épica, fue la demostración más rotunda posible de la determinación de una parte muy mayoritaria del pueblo de Cataluña de no dejarse robar la democracia y el anhelo de libertad. A pesar de la violencia de la policía española y la Guardia Civil, que hicieron más de ochocientos heridos con la excusa de secuestrar las urnas llenas de papeletas, la participación fue altísima y los resultados pueden dar un impulso definitivo a la república catalana .

De los avisos amigos a los primeros asaltos
A primera hora, a eso de las seis de la madrugada, parejas de mossos d’esquadra visitaban los colegios, protegidos por decenas de miles de ciudadanos, para anunciar que tenían la orden de entrar a secuestrar urnas y material electoral. Sin embargo, la gran presencia de gente les impedía hacerlo. Poco antes de la constitución y la apertura de las mesas de votación, la policía española y la Guardia Civil, desplegados por toda Cataluña, comenzaron a asaltar colegios agrediendo violentamente a todo el que había acudido a votar. Los primeros asaltos fueron en los colegios que tenían asignados el presidente Puigdemont, el vicepresidente Junqueras y la presidenta Forcadell. Fue especialmente violento asalto a los votantes de Sant Marti de Juliá, en el colegio de Puigdemont.

Filas interminables
La alerta se extendió por todo el país. Las furgonetas de la policía española y los todoterrenos de la Guardia Civil corrían por las carreteras de las comarcas y las calles de las ciudades, pero esto no impedía que la mayor parte del país votara si quería la independencia de Cataluña o no. Una hora antes de abrir los colegios, el portavoz del gobierno, Jordi Turull, había anunciado un cambio metodológico del censo que hacía que todo el mundo pudiera votar allí donde más le conviniera. Era una manera de evitar que el cierre a la fuerza de un colegio impidiera la participación en un sector de la población. Las larguísimas filas de votantes llenaban las redes sociales de fotografías espectaculares. De hecho, muchos votantes acabaron haciendo horas de cola para poder votar, de tanta gente que había ido.

Pequeños y mayores, sin distinción
Llegaban más y más imágenes de violencia de las fuerzas de seguridad españolas. Abuelos, niños, jóvenes y adultos recibían duro sin distinciones. La agresión a una consejera del gobierno -Clara Ponsatí, de Enseñanza-, a una abuela, a un hombre que tuvo un infarto y fue hospitalizado… Los agentes armados del Estado español no hacían diferencias a la hora de zurrar todo el que fuera con papeletas en las manos y la sonrisa de quien sabe que ya gana. Después de aquel ‘a por ellos’, los porrazos, los empujones, los tirones de pelo, los destrozos de puertas y ventanas, y los disparos de balas de goma (prohibidas en Cataluña desde 2013) parecían una continuación lógica de el espíritu con que una parte importante del Estado español había quitado la voluntad democrática y pacífica de los catalanes.

La lección de los catalanes
El objetivo del gobierno español y sus aparatos de Estado era impedir que se pudiera proyectar una imagen de normalidad y de legitimidad del resultado del referéndum. Pero la ciudadanía de Cataluña daba una nueva lección de creatividad democrática, de compromiso cívico, de espíritu pacífico y de solidaridad humana. En ningún caso la estrategia del miedo y la violencia -esto es, la estrategia del terror- hacía retroceder el referéndum, el ejercicio democrático y la sintonía entre gobierno, parlamento y población. Las hileras de votantes armados con papeletas blancas por el ‘no’ o por el ‘sí’ no amainó en ningún momento hasta el cierre de los colegios, a las ocho de la tarde. Algunos centros de votación habían cerrado más temprano preventivamente para evitar el secuestro de las urnas llenas de votos y derivaban a los votantes a colegios más protegidos por la población.

La vergüenza de Europa ‘
El portavoz Turull había anunciado a mediodía una participación superior al 50% del censo. Por lo tanto, la atención se concentraba a última hora en el anuncio de resultados, al menos, parciales. Mientras, Rajoy decidía hacer una comparecencia de prensa -sin preguntas, como ya es habitual- para celebrar la desarticulación del referéndum y la victoria del imperio de la ley, su ley. Nada más lejos de la realidad. El referéndum se hizo y tan sólo lograron alterar varios colegios.

El relato del gobierno español y los medios de comunicación que actúan a su abrigo se deshacía como un terrón de azúcar en la boca de dirigentes políticos y personas influyentes de todo el mundo. Y, sobre todo, en las páginas y en las pantallas de los medios de comunicación más influyentes del mundo, que a media tarde hablaban de ‘la vergüenza de Europa’ y de la ‘violencia injustificada’ del Estado español contra los catalanes que querían votar . Gobernantes europeos empezaban a romper el silencio habitual y condenaban la actuación de las policías españolas contra una votación pacífica.

Pendientes del presidente
A consecuencia de una jornada con todas estas características, la portavoz de la CUP, Anna Gabriel, pedía que hacer huelga general y recordaba que la ley del referéndum preveía la declaración de la independencia a continuación. Al atardecer se hacían unas cuantas reuniones de entidades, sindicatos, partidos y organizaciones para acordar una respuesta unitaria a la agresión descomunal de España. Todo el mundo esperaba especialmente la comparecencia del presidente Puigdemont para saber qué conclusiones había sacado de un 1 de octubre en que el pueblo había salvado el pueblo.

Antes de las palabras del presidente, Jordi Cuixart, el presidente de Òmnium, avisaba en la plaza de Cataluña de Barcelona que la Mesa para la Democracia llamaba a la huelga general el 3 de octubre. Y valoraba que había sido un día histórico del que había que estar muy orgullosos. Por otra parte, Jordi Sánchez, presidente de la ANC, invitaba a continuar trabajando ‘para ganar la libertad’. Y avanzaba: ‘Hoy aquí, ante las urnas, y quién sabe si pronto ante el parlamento.’

Independencia
Carles Puigdemont, el presidente, salió a las diez de la noche para anunciar que pediría al parlamento que proclamara la república catalana. También hizo un llamamiento a la comunidad internacional a implicarse ya abandonar el silencio institucional que había reinado hasta ahora en Europa, si bien ya había comenzado a resquebrajarse. Puigdemont agradeció el ejemplo y la actitud de los ciudadanos que lo habían hecho posible, ‘que se habían ganado el derecho de tener una Cataluña independiente’. Y especialmente a las ochocientas personas que habían sido heridas por el asalto de la policía española. El parlamento tiene ahora la responsabilidad de cumplir el mandato de la ley del referéndum, ganado con sudor, creatividad y muchas sonrisas por un pueblo que hoy ya camina decidido.

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