Verdades contra mentiras antes de la independencia

Las interinidades son terribles. Se hacen difíciles de manejar y son un campo minado de dudas, rumores, mentiras, interpretaciones sesgadas y miedos. Entre el referéndum y la declaración de independencia se ha abierto un periodo de interinidad que ha incentivado un montón de rumores, de noticias falsas y de dudas. Hay muchos argumentos que aconsejaban hacer la declaración antes del viernes. Debe de haber unos cuantos que han hecho que se preparara para el martes. Hoy es domingo y tiene poco interés de entrar, ahora, a discutir eso. En cambio, sí que hay que combatir rumores inducidos e interesados, mentiras y miedos. Adelante.

 

Las garantías y la participación

Hay algunos caraduras que se han atrevido a decir que el referéndum no es válido y no puede ser vinculante porque no se ha hecho con las garantías necesarias. Otros jetas han dicho que no había tenido la participación suficiente para llevar a la declaración de independencia. Imaginemos un equipo al que el adversario destroza los zapatos antes de empezar el partido. Los jugadores deben ponerse unos zapatos de andar por casa y aun así ganan el partido. Y entonces, acabado el partido, el equipo adversario pide que se anule porque no se ha hecho con zapatos reglamentarios.

Imaginemos también un equipo adversario que no se presenta en el campo el día del partido y que zurra a ocho jugadores del otro equipo que iban a jugar y que el que tenía que hacer de árbitro amenaza a siete jugadores diciéndoles que, si van, serán expulsados ​de ​la competición. El equipo que sí quería jugar sólo lo puede hacer con nueve jugadores de los once que debería tener. Al día siguiente, el rival presenta una petición a la liga para quitar los puntos al equipo que tan sólo ha ido con nueve porque no eran los suficientes para jugar el partido.

¿A que nos entendemos? Quien utiliza la falta de garantías o en la participación para desmerecer el referéndum sabiendo lo que pasó el domingo es un oportunista, un ventajista y un aprovechado cargado de cinismo y de muy poca sensibilidad. Es alguien que no tiene ningún inconveniente en cargar la culpa y la consecuencia a quien ha sufrido una violación evidente de los derechos humanos. El resultado, las condiciones y la participación del referéndum con las condiciones con que se hizo son más que suficientes para declarar la independencia hoy. No sólo son suficientes, sino que todo lo que pasó es una motivación y una justificación aún más fuerte para hacerlo.

 

El argumento del maltratador

Este periodo de interinidad también han hecho aflorar las voces de aquellos que acusan al independentismo de romper el país. Son gente que no tiene capacidad de recordar las amenazas de un tal Jordi Cañas y de un tal Aznar cuando dijeron ‘os montaremos un Ulster’ y ‘antes se romperá Cataluña que España’, respectivamente. Todo lo que pasa estos días, con los miles de policías y guardias civiles, las denuncias falsas de agresión de algunos dirigentes españolistas, las manifestaciones fascistas plenas de gente llegada en autocar de fuera de Cataluña… todo es un plan perfectamente calculado para asustar y hacer creer que se ha producido una división y una fractura de la sociedad catalana. Es la estrategia del maltratador, que pega y abronca a la mujer y la acusa de haberle obligado a pegarle.

 

Un supremacismo mal escondido

Esta estrategia también exige acusar a los independentistas de haber fracturado la sociedad. Que yo recuerde, cuando los defensores del encaje de Cataluña en España eran mayoría, los independentistas en absoluto acusábamos a esta mayoría de fracturar la sociedad. Nos parecía que mientras fueran mayoría tenían derecho de hacerla valer para mantener a Cataluña dentro del Estado español. Y con un sentido democrático impecable, entendíamos que el día en que la mayoría estuviera de nuestro lado, podríamos hacerla valer para salir del Estado. En cambio, cuando la mayoría se ha convertido en independentista, el recurso de los que han pasado a ser minoría ha sido acusar a la mayoría de fracturar la sociedad. La trampa es tan sencilla y descarada que sería lógico que nadie se atreviera a usarla.

 

La falsa fuga de los bancos

Esta semana de interinidad también ha dado tiempo a los dos grandes bancos con sede en Cataluña de hacer el ridículo. Todo ello es un problema más de la economía especulativa que de la economía productiva, que crea puestos de trabajo y riqueza a la población. Un descenso en la bolsa y todo son prisas y cagaleras en determinados despachos de los bancos. Un cambio de la sede social. ¡Uy, qué miedo! Que decidan retirarse de Cataluña, si tanto les preocupa la inestabilidad que se pueda producir. Todo es mentira. Es para asustar y para ser premiados en el mundo especulativo, siempre pendiente de los estados de ánimo y las expectativas. El día que decidan abandonar el negocio en Cataluña, hablaremos del asunto.

Y ya verán como correrán a devolver su sede social a Barcelona o Sabadell el día que la independencia sea un hecho reconocido. Entonces, veremos si se les dan los permisos necesarios. Que ya está bien de poner buena cara con los que amenazan y juegan a meter miedo. Cataluña es un mercado muy apetecible para cualquier banco y empresa del mundo. Si unos se van, habrá otros que ocuparán su lugar muy rápido. Constantemente se anuncian nuevas inversiones y nuevas empresas multinacionales que abren sedes en Cataluña. También esta semana, tras el ejemplo de dignidad y firmeza democrática del pueblo catalán del domingo. Esto que hemos hecho será un revulsivo que reforzará aún más el interés económico de Cataluña.

 

Las elecciones, un fantasma que hace reír

La interinidad también ha dado la oportunidad a los de siempre de hacer salir la cosa de las elecciones. Es normal que quien hace unos meses pronosticó que no se haría el referéndum y que habría elecciones quiera hacer creer que tenía razón contra toda evidencia. Es un poco eso que pasa a quienes escribimos en público, que podemos llegar a pensar que la realidad es como la hemos escrito y no como es realmente. Hace falta mucha humildad y mucha sinceridad para reconocer que a menudo nos equivocamos en nuestros pronósticos. Por ejemplo, yo recuerdo haber dicho que no serían capaces de zurrar a la gente que iba a votar con una papeleta en la mano porque el mundo no lo aceptaría. Y ahora me toca reconocer que estaba equivocado en ambas cosas.

En cambio, los que no quieren reconocer que se equivocaron insisten ahora en hacer correr que habrá elecciones autonómicas porque es la única salida posible. Si recuerdan, la ley del referéndum de autodeterminación dice que se convocarán elecciones si en el referéndum hay más votos contrarios a la independencia que favorables. Y he estado repasando con atención el resultado y no lo acabo de ver por ninguna parte. Quienes hacen correr esta fantasmada saben que una convocatoria de elecciones sería leída como una derrota del independentismo, incapaz de salir de la rueda de hámster autonómica. Y efectivamente, sería una derrota en toda regla. Hay quien puede hacer el cálculo que tras la represión violentísima del Estado español el independentismo saldría reforzado. Pero quien hace este cálculo no cuenta que podría muy bien suceder que los partidos independentistas fueran ilegalizados y no se pudieran presentar. Recordemos que la clave del éxito del independentismo es dejar de aceptar las reglas que impone el régimen del 78. Y volverlas a aceptar sería caer en la trampa. Por lo tanto, desconfíen de quien les dice que unas elecciones serían la solución.

 

La EFTA

También ha vuelto a sonar esto de la EFTA como si fuera ya un hecho. Y como alternativa a ser miembros de la Unión Europea. Evidentemente, la EFTA es una opción. Como también lo es no ser de ningún club concreto. Pero es muy difícil que el resto de estados de la Unión Europea que no son España nos permitan salir de ella. No les interesa en absoluto que nos vayamos y buscarán una solución rápida como ya habían hecho para Escocia, con menos peso económico y estratégico en la UE. En cualquier caso, que se hable de la EFTA como una opción es un reconocimiento implícito al advenimiento inminente de la independencia. La decisión deberá ser de los catalanes en el referéndum constitucional. Mientras tanto, la UE espabilará para encontrar la manera de no perder hasta la camisa por el camino y todos los asuntos internos y los tratados serán papel mojado.

 

¿Habrá declaración de independencia?

Este es el debate que encuentro más extraño de este periodo de interinidad. El pueblo ha hablado y lo ha hecho muy claramente. Con un 90% de los votos a favor de la independencia. También ha hablado muy claramente protegiendo la democracia mientras recibía golpes de porra y balas de goma. Todo el que estaba en los colegios recuerda perfectamente como se esperaba la llegada de aquellos salvajes uniformados y, no sólo la gente no se iba, sino que se hacían llamadas y llegaba más gente para defender las urnas. La actitud de firmeza y compromiso en defensa del referéndum y la democracia mientras se recibían golpes de porra y agresiones gravísimas pasará a la historia de este país.

Pero más allá de pasar a la historia, este ejemplo de compromiso estará en la cabeza de los 72 diputados y los que puedan sumarse a la votación de CSQP el martes. El gobierno, los partidos y las entidades pidieron a la ciudadanía que defendiera los colegios ante la violencia españolista. La ciudadanía ha hecho todo lo que se le ha pedido sin protestar. Y ha cumplido sobradamente lo que se le había pedido. No creo que ninguno de los miembros del gobierno esté dispuesto ahora a dejar con el culo al aire a los ciudadanos que recibieron duro pasado domingo. No creo que ninguno de los 72 diputados (o los 75 o 76) decidan traicionar ahora el compromiso sellado con tantas heridas y tanta angustia vivida. No creo que la mayoría independentista, el presidente Puigdemont y el vicepresidente Junqueras consideren que pueden incumplir ahora su parte del trato.

De hecho, no tengo ningún indicio que me haga pensar que puedan incumplir lo que dijeron que harían y dejar perder esta oportunidad. Todo el mundo sabe que si no se declara la independencia, los españoles no harán prisioneros. Será mucho peor. Es decir, no dejarán escapar la oportunidad que les habremos dado para liquidarnos completamente. Si alguien considera que declarar la independencia tiene algún riesgo, que empiece a pensar en las consecuencias aseguradas que tendría no hacerlo. Del martes no puede pasar. Adelante.

VILAWEB