El control militar de la opinión

Uno de los puntos más señalados del discurso que la ministra española Dolores de Cospedal pronunció en la celebración de la Pascua Militar de este año es el que hace referencia a considerar las noticias falsas (‘fake news’) como un nuevo «campo de batalla» que ha de merecer la atención del ejército y convertirse en un nuevo objetivo de la defensa nacional. En el discurso del año pasado ya había hablado de ello de manera genérica, pero ahora lo ha desarrollado con más detalle. Y aunque no hizo una mención explícita, es obvio que, por el contexto general del discurso, la referencia al conflicto catalán estaba implícita.

Para Cospedal, el nuevo campo de batalla en el que debería combatir el ejército es el de las «campañas de injerencia y desinformación, o el uso delictivo del ciberespacio». Hasta aquí, nada especial. Este es un terreno del que todos los ejércitos, desde los más convencionales hasta los que son propios de actores protoestatales -y estos últimos especialmente-, ya hace tiempo que no sólo se defienden sino que lo utilizan para sus ataques en guerras híbridas, más allá de los combates tradicionales. Un espacio, por otra parte, en el que lo único que es nuevo es la tecnología a través de la cual se hace circular la propaganda de siempre.

Desde mi punto de vista, en cambio, la cuestión relevante del discurso es el hecho de que ponga el acento de esta «injerencia» en la influencia en la toma de decisiones del «titular de la soberanía, el pueblo español». De modo que, finalmente, lo que queda afectado por el combate no se circunscribe al campo de batalla militar. De hecho, lo que se hace es ampliar el campo de batalla para situarlo en el terreno de la configuración de una opinión pública nacional, como dice la ministra, para evitar que se impongan «intereses de terceros divergentes de nuestros».

Ciertamente, no quiero hacer decir a la ministra lo que no dice explícitamente. Pero hay dos elementos en el discurso que conducen a una interpretación sobre el porqué del especial interés en la creación y la defensa de una opinión pública nacional. En primer lugar, está la abundancia de expresiones de nacionalismo español que empapan todo el discurso. Particularmente, la reformulación del principio de José Antonio Primo de Rivera -aquella España «unidad de destino en lo universal«- que ahora Cospedal redefine asociando el nacimiento de la nación española con la supuesta primera vuelta al mundo iniciada y protagonizada por el portugués Magalhães y terminada por el vasco Juan Sebastián Elkano. Una aventura que sería «el primer gran proyecto político de globalización en la historia de la humanidad». La nación española, pues, habría nacido como «una aspiración de vocación global», que, en palabras más sencillas, señala la esencia de un espíritu conquistador. En el discurso del año anterior, y también con esta obsesiva referencia a la azarosa aventura -por otra parte, fundamentalmente de rapiña comercial- de Magalhães y Elkano, la ministra decía: «Lo que fuimos explica lo que somos «. ¡Ay!

El segundo elemento del discurso que contextualiza la preocupación de la ministra por la cuestión de la opinión pública nacional es la promesa de desarrollar un Plan General de Cultura y concienciación de Defensa, para que los españoles se sientan orgullosos de sus militares. Cuando se concrete el plan sabremos exactamente de qué va. Pero costará mucho distinguir de cualquier otro plan de propaganda, y en la medida que afecte a la escuela, de españolización y -como dirían ellos mismos- de adoctrinamiento.

Si, finalmente, tenemos presente que el conflicto de España con Cataluña se ha situado en el terreno judicial pero también y muy particularmente en el de la opinión pública, todo se hace más claro. Y si, para completarlo, recordamos con qué afán la Guardia Civil se ha dedicado a cerrar páginas web de organizaciones civiles y gubernamentales, cómo la Junta Electoral ha censurado TV3, a parte de los oscuros obstáculos informáticos que se vivieron en el desarrollo tanto del 9-N como el 1-O, ya intuimos a qué nuevo campo de batalla se refería Cospedal.

ARA