Historia de Baskonia

“Bandas de innumerables y muy feroces han ocupado el conjunto de las Galias. Todo el país comprendido entre los Alpes y los Pirineos, entre el océano y el Rin, ha sido devastado por los cuados, los vándalos, los sármatas, los alanos, los gépidos, los hérulos, los sajones, los burgundios, los alamanos e incluso los panonios (…) Maguncia, ciudad antaño ilustre, ha sido saqueada, y en su iglesia millares de hombres han sido asesinados. Parecida suerte han sufrido Works, Reims, Amiens, Arras…Aquitania ha sido arrasada…Hispania[1] tiemble, pues ve cómo sobre ella se abate la muerte.” San Jerónimo (Dalmacia año 340-Belén 420).

 

Crónicas Francas año 764: “…Franci et wascones samper inter se altercarent…” (francos y baskones siempre guerreando).

 

«Los baskones que viven al otro lado de Garona y en derredor de los montes Pirineos» Eginhard (768-840), Annales Regii, M.G.S. pág 203.

 

EL ORIGEN DE BASKONIA

 

La primera vez que se escribe la palabra “baskón” es con Tito Livio en el año 77 a. C. al describir la campaña de Sertorio por el Ebro hasta “Calagurris” (Calahorra). La segunda noticia que se tiene de la palabra «baskones» es del historiador y político Salustio Cayo Crispo (86-35 a. C.), que en su obra «Ora Marítima» al hablar del Ebro dice: «Quod inquietos baskones proelabiur», pero está haciendo referencia a un texto griego sobre un viaje fenicio del siglo VI a. C.

 

Marco Terencio Varrón sobre el año 50 a. C. habla de «uascos», fue el director de las primeras bibliotecas públicas de Roma, polígrafo, escritor latino y lugarteniente de Pompeyo el Magno, fundador de Pamplona sobre un asentamiento baskón.

 

Existen monedas del año 74 a.C. con la inscripción «ba(r)scunes», de la mayor ceca del norte peninsular sita en Pamplona[2], tanto denarios como ases en alfabeto ibérico. La ceca o centro de acuñación de monedas de “barskunes” data de los años 140-80 a.C. y hay otra ceca diferente de “baskunes” de los años 120-80 a.C. En todas las monedas aparece la leyenda “Ba(r)scunes” o “Barsonnes” y en los anversos “Bengoda”, con algunas variantes.

 

Las monedas con la inscripción “baskunes” han aparecido en Palencia, Córdoba, Jaén (denarios) o Fuenmayor (La Rioja). Son cecas baskonas en alfabeto íbero, pueblo del cual los baskones aprendieron la escritura ya que los íberos habitaban el mediterráneo, desde donde probablemente les llegó la misma (habitaban la comarca entre el río Narbona a Játiva y la cuenca del río Jalón de forma resumida).

 

Baskonia aparece por primera vez dibujada en el mapa de Cauddi Ptolomei (Ptolomeo) en el siglo II, pero todavía se refiere al pueblo prehistórico de los baskones[3], luego también aparece en el mapa de Paulino Nola del siglo IV.

 

Julio Caro Baroja señala en su libro “Los vascones y sus vecinos”, que “vascones” sería el plural de “vascus” (vasco). Según el insigne etnólogo e historiador español en el libro mencionado: “Que –tania no se diferencia de –itania en su significado y que se trata de una forma latina de denominar regiones según grupos étnicos y poblados de éstos (…) hemos de aceptar como principio general, que en la península son conocidos antes los nombres de los pueblos que los de las regiones (antes vascones que Vasconia y los Cántabros que Cantabria).”

 

Por tanto la palabra «Baskonia» hace referencia al lugar en el que habitan los vascos o baskones, Baskonia sería el “territorio de los vascos”.

 

No hay referencia a los pueblos vascos prerromanos a partir del siglo IV, la última mención histórica es la del pueblo de los autrigones en el Cronógrafo en el año 354, por tanto los romanos ya no distinguían las demarcaciones territoriales de los pueblos prehistóricos vascos pues tales pueblos ya no existían ante la presión política romana que habría desmantelado su estructura defensiva y organizativa en casi su totalidad (cabe recordar que sobrevivió el derecho indígena o pirenaico), sólo quedaba una gente con una misma cultura e idioma, lo que explica por qué los posteriores autores francos, godos o musulmanes hablen de un solo pueblo organizado en un Estado.

 

Tras la caída del Imperio Romano, ya desde el año 449, Idacio en “Olimpiada” habla de “las Baskonias”, los vascos aparecen como un solo pueblo, dentro de un territorio bien delimitado y unido: Baskonia, extendiendo el nombre de uno de los pueblos vascos prehistóricos a todos ellos por el idioma y cultura que tienen en común, que los distingue del resto y une. Tenían para entonces una historia guerrera sólida desde antiguo en su lucha contra invasores indoeuropeos, celtas o íberos, con ciudades amuralladas prestas para la defensa del territorio, o contra los poderosos generales romanos como Sertorio, Pompeyo o Julio César, que lograron conquistar estas tierras en un período de casi dos siglos y en cuyas legiones son luego obligados a luchar por todo el Imperio: desde Gran Bretaña hasta África, siendo incluso la guardia personal de varios Emperadores; los propios romanos hablan de reyes “auskos” como Pisón y Adietuanus.

 

La Baskonia Alto Medieval comprendería toda la zona de habla vasca[4]: desde el río Garona y más al norte -sobre todo en su nacedero- hasta río Ebro, por el Oeste los montes de Oca y el río Segre por el Este terminarían por configurar, aproximadamente, sus fronteras.

 

Julio Caro Baroja deja bien claro en su libro “Los vascones y sus vecinos”: “Novem populi, del Garona al Pirineo y del Océano a Cevennes, constituía una unidad etnográfica que habría que emparentar más con las de la Península Ibérica”.

Durante la época romana, a la Baskonia continental se llamó Novempopulania al estar compuesta por “nueve pueblos” (después ampliado a doce) y a la que también se llamó Akitania, derivado del nombre del pueblo vasco que lo habitaba: el “akitano”, término que viene de “auski”, que es el plural y el singular sería “auscus” (ausko), tal y como explica Julio Caro Baroja en el libro mencionado.

 

El mismo autor, principal antropólogo español del siglo XX, cita un texto de Estrabón para decir: «es lógico pensar que los aquitanos fueran, en primer término, semejantes en lengua y aspecto a sus vecinos de la Península, que Estrabón llama Iberia en general, es decir, a los baskones». Por tanto, la unidad cultural ya existía desde época prehistórica[5].

 

En su libro “Sobre la lengua vasca”, tras el estudio de distintas inscripciones en monedas, plomos y vasijas, Julio Caro Baroja llega a la conclusión que: “aquitano, el vasco actual y el idioma de los antiguos ilergetes, cerretanos y hasta mediterráneos de más al sur parecen tener cierto parentesco que no se puede explicar por influencias célticas”.

 

En otro texto de su libro “Sobre la lengua vasca y el vasco-iberismo” añade: “no hay razón para dejar de admitir que en Aquitania se habló vasco hasta la Edad Media

 

La explicación la da el Catedrático en Historia Medieval José Luis Orella en el libro “Historia de Euskal Herria Tomo I: “El saltus permanece inalterable a lo largo de la historia romana sirviendo de soporte lingüístico y cultural de los vascones, los cuales encontraban en el saltus sus raíces más antiguas y el lugar refugio en los momento de acoso”.Por tanto y como es evidente, los vascos sobrevivieron al Imperio Romano manteniendo su idioma y cultura.

 

Los francos serán los que terminen de generalizar el término waskones o baskones pues los ven como un único pueblo y no hay posibles interpretaciones en otro sentido: son todos vascos por la lengua que hablaban, el “vasco” o euskara.

 

Así, Gregorio Tours en el 587 hablaba de «Wasconia» con «w» pues en latín la palabra “baskones” se pronuncia [wáskones[6]], los griegos o helenizados escribían «ouascones» con «ou», los musulmanes con «b», «baxcones» (pero con «x» como Ibn Adhari)  y otros escribían «baskonis» (Ibn Hayyn, El Yacubi, Yacut).

 

Para ese siglo VI y desde la caída del Imperio romano, todos los pueblos vascos desde el Ebro al Garona y más allá, eran conocidos como baskones[7] y el término de akitanos se queda para los que habitaban entre los ríos Garona y Loira, pues desde César Augusto (s. I a.C.) conformaron una provincia romana conocida como Akitania I con la Novempopulania de los akitanos.

 

Esta Akitania Alto Medieval –del Loira al Garona-, sería un territorio rico y muy romanizado en el Ager, de su pasado vasco quedaría poco al Norte e iría apareciendo hacia el Sur, a medida que nos acercáramos al río Garona. Ocurriría lo mismo por el Sur a medida que nos acercáramos al río Ebro.

 

En el siglo VII, el conocido como “cosmógrafo de Rávena” (Italia) en su libro «Geografica», incluye un mapa con toda Baskonia y habla de “Vasconum patria” (patria de los vascones o vascos). La copia que se conserva del Anónimo de Rávena es del siglo XII.

 

La copia habla de una “Guasconia” -Loira-Garona- con ciudades cercanas al río Loira como Limoges, Poitiers, Bourges, Burdeos y Agen, de la que dice antes se llamaba “Aquitania” y de “Spano-gasconia” –pero en referencia al territorio entre el río Garona y los Pirineos- con ciudades como: Lectourne, Couvesarans, Conemes, Bigorra, Eauze, Bazas en incluso Las Landas[8].

Es por tanto en el siglo XII la primera vez que aparece escrito «Gasconia» con «g» en referencia a la Baskonia continental que se va romanzando en su lengua creando el gascón desde el euskera.

 

«La patria que se llama Baskonia (Guasconia), que era llamada por los antiguos aquitanos. Así mismo, junto a la misma Baskonia, está situada la patria que se llama Hispano baskonia (Spanoguasconiam)”.

 

Pero el propio cosmógrafo o Anónimo de Rávena habla de la Baskonia sur pirenaica, por donde dice que había una calzada romana por la costa con nombres desconocidos como: Sandaquitum, Cambracum y Tenobrica hacia Oiasso (Irun) y Pamplona y otra por Turisa (El Espinal-Orreaga) y Ejea (Cinco Villas de Aragón), que se juntaba en Pamplona con la anterior.

 

En el mapa del siglo XI del monasterio del municipio baskón de Saint-Server realizado por Estefano García de Mauleón -Stephanus Garssia Placidus- es donde aparece por primera vez Akitania y Baskonia (Wasconia) perfectamente delimitados como el territorio que aquí se habla, sin diferenciar la Baskonia ibérica de la continental, monasterio perteneciente al vizconde de Zuberoa y al obispado de Olorón (Beárn), vasallos de los reyes de Pamplona-Nabarra. Pero en ese siglo XI aún se escribía “Waskonia” con “w”.

 

En el escudo de este municipio de las Landas, Saint-Server, incluso hoy se puede leer el lema “Caput Vasconiae”: «Fin de Baskonia». Está a unos pocos kilómetros de Mont de Marsan, capital de este departamento, y hace referencia en realidad a la frontera entre la Baskonia Ulterior, más romanzada, y la Citerior como veremos después.

 

Conclusión: Desde la caída del Imperio Romanos, todos los vascos son conocidos con el apelativo de baskones (gentilicio de vasco), por la lengua que hablaban el “vasco” o euskara.

 

El conocido y prestigioso historiador vallisoletano Antonio Tovar, lo resumía así (1987): “Creemos que lo que hay aquí es la identificación del nombre, ya no tribal, de vascones, con las gentes euskaldunes o de habla euskaldun, por lo cual se dice que es parte de Vasconia Vitoria y se presenta a los vascones de la montaña, que probablemente eran los antepasados de labortanos, bajo-nabarros y suletinos de Iparralde al norte de los Pirineos, con ese nombre” (…) “Podemos muy bien suponer que en esa época de aislamiento, en la que los vascos, tanto del Norte como al Sur de los Pirineos, se mantienen fuera de los reinos visigodo y franco, la denominación de la tribu de los vascones se convierte en nombre general y se aplica tanto a la llanura de Araba y La Rioja como a los confines del territorio euskaldún con la Aquitania franca”.

LA UNIDAD ÉTNICO-POLÍTICA DE BASKONIA

 

Las recientes excavaciones arqueológicas de Agustín Azkarate sobre el período de los siglos VI al VII en Aldaieta (Alaba, cerca de Legutiano, conocido por su pantano), así como las tumbas de Alegria-Dulantzi -también alabesas-, las de Buzaga y Pamplona en Alta Nabarra o Finaga entre Arrigorriaga y San Miguel de Basauri (Bizkaia), han confirmado el dominio de todo el territorio vasco (Baskonia) por una misma gente, al ser el material encontrado en los enterramientos de la Baskonia peninsular iguales a los del otro lado de los Pirineos, quizás con fuerte influencia akitana –Loira-Garona-, pues es en Akitania donde estaban las tierras más ricas, los obispos y fuerzas eclesiales más importantes desde donde irradiaba el poder sobre toda Baskonia[9].

 

Las excavaciones reducen la influencia goda y asturiana sobre el territorio vasco (nula fuera de los territorios fronterizos), llevando el centro político de la Alta Edad Media vasca hacia la zona akitana, sin olvidar que los arqueólogos franceses, entre los que se encuentran N.Aberg, E. James o S. Lerenter, distinguen perfectamente en las distintas excavaciones que han realizado, un conjunto de caracteres arqueológicos definido como “facies vascona” o “aquitana”, diferenciable de otra calificada como “septentrional o franca”.

 

En el mencionado cementerio de Aldaieta hay 100 tumbas simples y probablemente unas 400 en la zona abnegada por el actual pantano, tampoco se ha encontrado el asentamiento de esas gentes por la misma razón. Las tumbas son familiares, con personas de ambos sexos y diferentes edades, y parten de un primer individuo o tumba fundacional sobre el que se va enterrando el resto, bien en paralelo o bien encima.

Agustín Azkarate comenta que el ajuar militar de Aldaieta es “único en la península”. El ajuar (lo que los muertos llevaban encima) es tremendamente interesante: 60 lanzas, 30 hachas (algunas magníficas y de doble filo), cuchillos, largas espadas para usar a caballo en los dirigentes, hebillas de cinturón de aleación típicos de este siglo en los grandes dirigentes etc., de una facturación sorprendente y de una calidad que aún hoy cuesta superar, con aleaciones de bronce-estaño de una calidad extraordinaria y que demuestran un gran manejo del arte de la siderurgia. Estas tumbas no pueden ser visigodas pues estos pueblos nunca enterraban a sus muertos con armas en ninguna parte del mundo, sí lo hacía los baskones-akitanos y los francos.

 

Entre los depósitos funerarios (lo que los vivos enterraban con los muertos), junto a la cerámica del día a día, existen cuencos de bronce de una calidad exquisita, vasos de vidrio (material de muy difícil elaboración) y cuencas de ámbar traídas probablemente del mar Báltico (resina de bosques de pinos desaparecidos hace 70 millones de años y que el mar Báltico sigue arrojando a sus costas), fruto de un seguro intercambio comercial de excedentes que eran por tanto capaces de generar.

 

El trabajo de José Luis Solaun Bustinza, recogido en su tesis doctoral sobre la cerámica alabesa alto medieval[10], remarca que “la necrópolis de Aldaieta evidencia ya un predominio absoluto de la cerámica común local y la desaparición de las producciones finas predominantes anteriormente (s.VI-VII)”. Por tanto los cadáveres hallados sólo pueden corresponder a indígenas vascos: “En resumen, los últimos decenios del siglo VII parecen mostrarse como el momento en que se origina el cese definitivo de las importaciones en nuestro territorio y la producción mayoritaria de la cerámica común local o cerámica grosera. Todo ello traerá consigo una disminución de los tipos de producción cerámica y una simplificación del repertorio formal, derivando en una diversidad regional mucho más marcada que en períodos anteriores”.

 

Las mencionadas excavaciones en Pamplona, alto medievales, son también contundentes en relación a la cerámica y materiales hallados, según María Ángeles Marquínez: “Desde el punto de vista étnico, tal vez haya que atribuir a la necrópolis a otro pueblo, posiblemente vascones que presentaría en su ajuar elementos importados por los invasores del norte de los Pirineos y de los visigodos, que constantemente intentaban dominar Pamplona, pues es innegable la diferencia que se encuentra entre los materiales muy unitarios de las necrópolis castellanas y las que aquí nos ocupa”.

 

 

Todas estas tumbas y otras, demuestran que los baskones eran un pueblo poderoso, temible, nada atrasado dentro de su época, con un “Ager vasconum” muy cristianizado, que dominaban técnicas artesanales muy exigentes, con un comercio exterior y un contacto permanente con otros pueblos; para ello contaban con la calzada romana de Astorga-Burdeos (después Camino de Santiago) y su variante por Oiasso (Irun) como autopista usada por ellos y también por todas las migraciones, conquistas o movimientos humanos que pretendían entrar en la Península Ibérica o pasar a la rica África.

 

HISTORIA DE BASKONIA

 

“Eran, pues, los visigodos germanos alcoholizados de romanismo, un pueblo decadente que venía dando tumbos por el espacio y el tiempo cuando llega a España, último rincón de Europa, donde encuentra algún reposo. Por el contrario, el franco irrumpe intacto en la gentil tierra de Galia, vertiendo sobre ella el torrente indómito de su vitalidad”. Ortega y Gasset “España invertebrada”.

 

 

Para los romanizados y cultos akitanos, y también para los vascos de las ciudades del Ager vasconum, en un primer momento, los francos serían “bárbaros” pues vivían fuera del Imperio Romano y fueron ellos quienes lo destruyeron en su parte Occidental y obligaron a amurallar las ciudades para defenderlas tras la “Pax romana”; para los vascos del Saltus o “zona boscosa”, serían extranjeros que intentaban conquistarlos y acabar con su forma de vida ocupando sus tierras ancestrales al igual que lo intentaron antes los romanos, por lo que encontraron un interés común: defender el territorio de estas invasiones.

 

Los merovingios eran los caudillos de uno de los muchos pueblos francos o “reino francorum”, línea gobernante nacida con el rey Meroveo (451-475) que combatió a Atila en los años de la caída del Imperio Romano Occidental. Los francos consiguieron unificar su reino bajo la dirección de un rey merovingio nacido en la región de Tournai de nombre Clodoveo, que asesinó a todos los reyezuelos francos como el galo-romano Siagrio en Soissons para hacerse con el territorio entre los ríos Somme y Loira, además venció a los turigios, burgundios, alamanes y armoricanos y, finalmente, en el 507 en Vouillé, cerca de Poitiers (Akitania), derrotó a los visigodos en lo que supuso el fin del reino visigodo de Tolosa (Toulouse).

 

Clodoveo se hizo con todo el poder en el territorio de lo que hoy es Francia al norte de Baskonia-Akitania (al norte por tanto del río Loira), salvo el tercio oriental donde domina el ostrogodo Teodorico; Clodoveo convirtió a París en la capital de su reino.

 

Era un rey despótico pero profesaba la religión Católica tras su conversión y la de sus 3.000 soldados al rogar a Dios por su victoria contra los alanos cuando iba perdiendo la batalla, aunque desoyó durante años a su católica esposa Clotilde. Tras su conversión, contó con el beneplácito de Roma que lo coronó en Reims (lo que marcará un precedente que durará más de un milenio), ya que se creía el elegido al mando de la armada de Dios. Es San Clovis, patrón de Francia.

 

Mandó escribir los códigos germánicos conocidos como “Ley Sálica”[11]. A su muerte dividió su reino entre sus cuatro hijos, lo que produjo una serie de guerras civiles de condes o señores independientes.

 

Gregorio de Tours habla también de San Dionisio que a mediados del siglo III habría sido enviado como misionero a las Galias por el papa Fabiano y decapitado en París hacia el 280. La leyenda de este santo nació de una falsa interpretación de sus imágenes, a quien se representaba llevando su cabeza en las manos, simplemente para indicar la naturaleza de su martirio. Ello significaba que había sido decapitado, y nada más, pero el pueblo crédulo llegó a la conclusión de que había caminado después de morir.

 

Este es el patrono de París y de Francia, Estado cuyo imaginario nacional se configura en torno a Clodoveo y San Dionisio, como España tiene su mitología con Pelayo y Santiago y Nabarra en Eneko Aritza y San Miguel (San Fermín en Pamplona).

 

No existía en época de Clodoveo dominio franco sobre Akitania-Baskonia, pues como dejó escrito Gregorio Tours en el 587: “Irrumpieron los vascos de entre las montañas, bajaron a los llanos, devastaron viñas y campos, incendiando las casas, llevándose a muchos cautivos con sus ganados. Contra los cuales actuó a menudo el duque Austrovaldo, pero causándoles poco daño”.

 

Ya desde las primeras invasiones germánicas, desde el siglo III, los vascos se habían vuelto muy activos, se sentían amenazados, tomando el apenas romanizado Saltus Vasconum como cuartel, se lanzaron sobre sus territorios de toda la vida que estaban en un proceso de romanización muy avanzado, sería un movimiento de carácter nacional en busca de los territorios que perdieron durante la ocupación romana como relata el historiador español Sánchez Albornoz. Se trató del fenómeno recogido en las crónicas romanas como de los «bagaudas» que se dio en la Tarraconense y en Novempopulania, los territorios de los pueblos vascos. “Bagauda” viene sin embargo del verbo celta “baga”, que se traduciría como “andar errante”, lo que en textos de la época llamaban “paletos” y granjeros ignorantes, es decir, gente iletrada, sin romanizar y mucho menos latinizar.

 

Los vascos, según el mencionado historiador español Sánchez Albornoz entre otros, serían estos bagaudas que llegaron a tomar una importante ciudad como Tarazona e impusieron el pánico en las mismas puertas de Zaragoza con su jefe Basilio al frente. Otros jefes fueron Amando y Eliano, a los que los bagaudas les dieron títulos de “César” y “Augusto”.

 

Eran bandas formadas por vascos del Saltus Vasconum, los colonos de las grandes y medianas haciendas del Ager Vasconum y pequeños propietarios o campesinos sin tierra; tierras que habrían pasado a los grandes hacendados colaboradores con Roma, los grandes latifundistas -casi señores feudales en la decadencia romana- que pretendían extender sus propiedades por el Ager y ahora también por el Saltus Vasconum; el detonante final, además de una gran población descontenta y una administración arruinada, serían las invasiones de los pueblos germánicos con sus saqueos y la existencia de grandes zonas baskonas sin romanizar. Estos bagaudas son el comienzo de la resistencia vasca a las invasiones germánicas que se concretará en la creación de Baskonia.

 

Antes de la creación de Baskonia, existe constancia de al menos una batalla importante que tiene lugar en ese 587 y la recoge el cronista franco Gregorio Tours, en la cual los vascos derrotaron al “dux” (duque) franco Bladates: fue la primera victoria vasca conocida y lo fue contra un ejército franco.

 

El Ducado de Baskonia como estructura política fue creado oficialmente por los francos merovingios para intentar dominar a los baskones y akitanos sobre el año 600, poniendo como duque al franco Genial.

Dicen las crónicas merovingias del siglo VII, de los pocos testimonios escritos de esta época, que dos reyezuelos merovingios de la zona del río Sena se unieron para luchar contra los baskones: «Thierry II y Teodoberto II dirigieron conjuntamente sus ejércitos contra los baskones (wascones). Gracias a Dios, establecieron su dominio y les hicieron pagar tributo. Les impusieron un duque llamado Genial, que gobernó con ventura».

 

Los baskones se sublevaron al menos en los años 635-638 contra el rey franco Dogoberto, el cual mandó un gran ejército con 10 duques y un jefe que los guiaba, así como numerosos condes. Pero los vascos retrocedieron de las llanuras akitanas ante la superioridad franca, se refugiaron en los Pirineos y se disolvieron. Según la crónica de Fredagario, uno de esos condes, Arimberto, murió en el valle de Subola (Soule-Zuberoa) a manos de sus habitantes. Finalmente perdieron los baskones y se rindieron con su duque akitano Aighinene a la cabeza, que por lo que se ve estaba con los sublevados por su independencia.

 

Fredegario comenta como el obispo de Euaze y su hijo ayudaron a los “wascones” contra el duque Aighinene o “Aiginano”, por lo que fueron desterrados. También narra como el rey Dogoberto I cedió el sur de su reino a su hermano Cariberto que desde Tolosa (Toulouse) conquistó en tres años toda Wasconia (la parte continental en realidad), a su muerte, Dogoberto tenía que tomarla de nuevo por lo que no parece que fueran más que meras incursiones de guerra[12].

 

Dogoberto y sus hombres nunca atravesaron los Pirineos. Las crónicas francas hablan de derrotas sucesivas frente a los baskones hasta una colosal batalla en Clichy con el franco Chadonio al mando de diez armadas. Chadonio venció y los vascos o baskones firmaron su capitulación.

 

Pero la lucha continuó al reponerse los vascos de esta derrota, pues, según los cronistas francos, los baskones rara vez cumplían su palabra de paz. Proclamaron a un baskón como nuevo duque, será el príncipe Félix. Desde el 660 los baskones o vascos eran realmente independientes bajo un poder único con su caudillo el duque Félix al frente (660-670)  y después con el duque Lupo I “Otsoa” (670-710); comenzó entonces una línea de los que se llamaron a sí mismos príncipes de Akitania o de Baskonia, pues lo baskón y akitano se desdibujó, no se diferenciaba, se trata del hijo de Otsoa, Eudon el Grande (710-34, se llamó rey a sí mismo), su hijo Hunaldo I (734-744) y su nieto Waifre (744-768). Es decir, los duques, príncipes o reyes baskones eran vasco-akitanos y no francos casi desde el principio.

 

Eudón fue reconocido como rey, príncipe y duque internacionalmente. Tenía dos grandes enemigos, los musulmanes al sur y los francos merovingios al norte. Eudon dominaba un territorio que iba del Loira al Ebro. En el año 719 entró en París en las guerras entre neutrasianos y austrasianos -los dos reinos en que se dividieron los francos-, llevándose el tesoro real y al rey Chilperico II. El franco merovingio Carlos Martel atacó a Eudón, al que persiguió por París y Orleans, firmaron la paz en el 720 y Eudón devolvió el tesoro regio y al propio rey. Carlos Martel o “Martillo” era el abuelo de Carlomagno y “mayordomo” -Primer Ministro- merovingio que tomó el poder creando una nueva familia dominante.

 

La primera derrota de los musulmanes en Occidente se produjo en el 721, a manos del rey vasco-akitano Eudón que los expulsó de Toulouse, que era parte de su reino. Toulouse era en ese momento la principal ciudad vasco-akitana.

 

De hecho, tras la importante derrota musulmana cerca de Poitiers en el 732 a manos de Eudón y Carlos Martel, fue cuando Baskonia-Akitania alcanzó su máximo reconocimiento internacional. Odón o Eudón y su ejército fue derrotado en primera instancia por los musulmanes encabezados por el llamado en las crónica mozárabes como “rey de España”, Abderramán I (Damasco 731-Córdoba 788), pero pidió ayuda al ejército franco de Carlos Martel y una nueva batalla tuvo lugar en Poitiers, en estos años el ejército baskón-akitano no era menos temible que el franco.

 

Esta derrota supuso lo más lejos que llegaron en el continente europeo los musulmanes. En Poitiers, el califa Abderramán Abdalá I, “Rey de España”, fue derrotado, y al regresar a Córdoba su ejército fue exterminado en el Valle del Ronkal[13]. En esa batalla de Poitiers (a veces llamada de Tours), es la primera vez que se usa una “caballería pesada”, al estilo de las justas y torneos, lo hará Carlos (Karl) Martel.

 

Un cronista coetáneo de esta batalla, Isidoro de Pacensis o de Beja (año 754), llamó “europeenses” a los francos y vasco-akitanos de Carlos Martel y Eudon[14], es tras esta batalla cuando aparece la conciencia de dos culturas diferentes: la europea y la asiática (representada por los musulmanes). Esta batalla es conocida en las crónicas árabes como «ruta de los mártires», donde murió el emir al-Gafiqi.

 

Tras esta victoria conjunta que la historiografía muchas veces sólo atribuye a los francos, Carlos Martel atacó el territorio de Akitania y Baskonia con grandes pillajes, y consiguió dar muerte a Eudón en el 735, el cual fue enterrado en la isla akitana de Ré.

 

A Eudón le sucedió su hijo Hunaldo, rodeado su territorio por francos, los asturianos de Alfonso I y los musulmanes desde el 711. Los francos trataron de poner al hermano de Hunaldo, Hatton, en el trono basko-akitano, pero Hunaldo lo derrotó y le sacó los ojos. Hunaldo se retiró a un monasterio cerca de Roma. Le sucedió su hijo Waifre en el 744.

 

Continuadores de Fredegario año 742: «…rebellatibus wasconibus in regione Aquintaiae » (se rebelan los baskones en la región de Akitania).

 

Carlos Martel no era de la familia real, por lo que la corona franca no podía recaer en sus hijos, sino en débiles reyes merovingios como Teodorico V y Childerico III. En noviembre del 751, Pipino, hijo de Carlos Martel, depuso a Childerico III y se hizo coronar en el Campo de Mayo de Soissons, siendo después proclamado por una asamblea de obispos, nobles y Leudes (grandes del reino).

 

El rey franco Pipinio y su hermano Carlomán, comenzaron una política expansionista para la toma de Baskonia-Akitania. Pipinio conocido como “el Breve” quizás por su estatura, no se sentía legitimado al no ser de familia merovingia y su padre sólo un “mayordomo” real (hoy diríamos Primer Ministro), por eso se hizo coronar por el Papa Zacarías, bendiciendo así una nueva dinastía real “por la gracia de Dios”, lo que supuso que, por primera vez en la historia, un Papa pudiera decidir quién era rey y quién no tenía legitimidad para gobernar, lo que marcó un precedente para la historia de Europa en general.

 

A cambio, Pipinio, entregó al Papa el Exarcado de Rávena, entonces recién conquistado a los germanos Lombardos. Los Exarcados eran territorios recuperados por el Imperio Romano Oriental desde su capital Bizancio, pero que estaban separados del mismo físicamente, pues se encontraban en el derruido Imperio Romano Occidental, división Imperial que existía desde Diocleciano (años 284-305). Ese territorio de Rávena, abarcaba también Roma, convirtiéndose el Papa gracias al llamado “Donativo de Pipinio”, en gobernante terrenal, jefe de Estado, precedente del Vaticano. El Papa Zacarías mostró su agradecimiento nombrando a Pipinio “Patricio Romano”, haciendo la ficción de que aún existía el Imperio Romano Occidental, como tanto gustaba en esos siglos.

 

Esta dependencia, sin embargo, no gustaba a la curia romana por lo que hasta el siglo XV sostuvo que los territorios pontificios ya habían sido dados por el mismísimo Emperador Constantino en el siglo IV al Papa tras curarle la lepra, retirándose luego el Emperador a su ciudad, Constantinopla (después llamada Bizancio, hoy Estambul).

 

Los baskones en un primer momento ofrecieron presentes a Carlomán y a su hermano Pipinio el Breve que habían atravesado el Loira en son de Guerra en el 745 (Crónicas francas continuadoras de Fredegario).

Pero Akitania-Baskonia siguió independiente, su rey o príncipe Waifre rompió su juramento, dio refugio al franco Grifo, que se había revelado contra su hermanastro Pipinio el Breve por la corona franca. Grifo o Grifón fue finalmente asesinado en el 753.

 

Por el sur, los musulmanes, tomaron ese año 753 la ribera baskona del río Arga hasta Pamplona tras derruir en un abrir y cerrar de ojos el Imperio godo. Los 100.000 godos (originarios del sur de Suecia y de lengua germánica) que entraron en la península para dominar a unos 6 millones de habitantes, tenían una serie de problemas, entre ellos la lucha por el poder de sus elites guerreras, el descontento de las clases medias-bajas por los privilegios de las clases altas y la persecución de los hispano-judíos (sefardíes), que harán que éstos ayuden a desembarcar a los musulmanes en la península pasándoles información.

 

La implantación del Imperio godo en la Península Ibérica fue epidérmica, superficial, como lo demuestra su caída frente al avance musulmán en muy poco tiempo, los pocos templos dispersos que dejaron (del siglo VI los primeros), las pocas monedas y tumbas encontradas que están lejos de los numerosos vestigios romanos.

 

Los godos llegaron a ocupar una emergente Pamplona entre el 681 al 683, siendo posteriormente expulsados por los naturales o baskones. El reyezuelo visigodo don Rodrigo (Rodil), alzado en armas para intentar ser aceptado como rey por los suyos, estaba sitiando Pamplona en el 711 cuando entraron los musulmanes en la Península Ibérica. Un poderoso ejército irrumpió con fuerza en el sur de Europa, Tarif o Tarik llegó desde África en el 711 al mando de 7.000 musulmanes de etnia berebere (“imazigen” en su lengua), a los que se les unieron otros 5.000 venidos de Tánger, su objetivo final era la mismísima Roma, en lo que se ha llamado a veces “La Primera Guerra Mundial”, al llevar la guerra a tres continentes (Europa, Asia y África). Tarif dio nombre a la localidad gaditana de Tarifa.

 

Los reyes godos Suintila, Recesvinto, Rodrigo, escribieron en sus crónicas, tras cada una de las siete compañas que emprendieron contra los vascos: “domuit Baskones” (dominaron a los vascos), e incluso “Baskones vastavit”, “devastaron a los vascos”.

 

Las crónicas godas se parecen a las francas cuando hablan de: Irrupciones Vasconum; Vascones in montibus rebellants incursus; Vasconum Tarrac. Provinciam infestantium; Vascones ipsi, animorum feritate deposita; feroces Fascones in finibus Cantabriae perdomuit.

 

Y las crónicas francas: Vasconias depredatur; Pampilonam capit; partem Vasconiae occupat;Vascones una expeditione vastavit; Vascones humiliavit; cum omni exercitu Vasconiae partes ingreditur; feroce Uvasconum gentes debellatutus aggreditur etc. (Adolf Schulten)

 

Así Isidoro de Sevilla en “Historia Gothorum” (Chron.min.II, p.292) dice: “vasconum Terraconensem provinciam infestantium”, p.290: “irrupciones vascorum movit” y p.291 “gundamarus wascones una expeditione vastavit”.

 

Fredegario (Script. Rer, Meroving II p.129): “Teudebertus et Teuderius exercitum contra wasconis…”(…), p.148 “quod rebellione wasconorum”.

 

Hubo batallas en los reinados de los siguientes reyes godos: Leovigildo 581, Recadero 586-601, Gundemaro 610, Sisebuto 612-621, Suintila 621, Khindasvinto 653, Wamba 672-673 y Rodrigo 711.

 

Joxe Garmendia Larrañaga, “Euskal Herriko Hezkuntzaren Historiarako Dokumentazio Gunea”: “Leovigildo en el 581 entra en la Vasconia ocupando Egea y Victoriaco (valle de Zuia) que debe ser el Vitoriano alavés: Leovigildus Rex partem Vasconiae occupat et Civitatem quae Victoriacum nuncupatur condidit«. [El Biclarense]. Por el Norte, casi simultáneamente, atacan Chilperico y su duque Blada(s)tes con fracaso: Bladates vero dux in Vasconiam abüt, maximanque partem exercitus sui amisit. [Gregorio de Tours]. Estos datos nos dan la noticia del nacimiento de una Vasconia formada por las clásicas tribus vascas. Además, en relación a Álava, nos da el dato de que en la parte de Vasconia conquistada funda la ciudad de Victoriaco. También es interesante que en la expedición anterior de Leovigildo, conquistando Amaya, se habla de invasores de la Cantabria contra los que luchó el godo. No pudieron ser otros que los alaveses. Leovigildus Rex Cantabriam Ingressus, Provinciae pervasores interfecit, Amayam ocupat, opes eorum pervadit, et Provinciam in suam redigit ditionem (Biclarense). Durante los primeros años del nuevo rey Recaredo se producen irrupciones de los vascones sobre las tierras conquistadas por los godos como la del año 590. El año 593 ya no acude al concilio de Toledo el obispo de Pamplona, lo que quiere decir, que la ciudad estaba de nuevo en manos de los vascones.

(…) Uvamba Princeps feroces uvasconum gentes debellaturus aggrediens in partibus commorabatur Cantabriae... (San Julián). El Albeldense nos da la noticia expresando que Wamba se hallaba, cuando combatía a los vascones, en la Cantabria (entre La Rioja y Alaba). …feroces Vascones in finibus Cantabriaeperdomuit…”

 

 

Como dice Julio Caro Baroja en su libro “problemas vascos de ayer y de hoy”: “no hay formas de origen visigodo, es decir, esa idea del aislamiento del País frente a los visigodos es una realidad que la toponimia confirma. Mientras por ejemplo en Castilla las formas de villa se dan en la época visigótica creando nombres como Villafáfila, Villarramiel, Villarramirelli y se usan los nombres visigodos en toda Castilla la Vieja, en Álava no hay restos”.

 

Tampoco los hay en Bizkaia y qué decir en Gipuzkoa y sí de baskones como hemos visto. Luego la frontera entre los vascos y los germánicos visigodos era Castilla Vetula o Vieja, la misma que después impondrán a los musulmanes como permanente, pese a las numerosas afeizas o ataques, siendo la Alaba primigenia, que abarcaba territorios de los antiguos autrigones hacia el Oeste hoy fuera de la misma: “La puerta de la cristiandad”, que físicamente la podemos situar en las Conchas de Haro.

 

“Es el año 759 cuando Fruela (rey de Asturias) asiste, junto al obispo de Oca, en Valpuesta, a la fundación de un convento de religiosas en San Miguel del Pedroso, en las inmediaciones de Belorado. La vieja región autrigona se halla ocupada en parte por el rey asturiano por haberla conquistado a los musulmanes. En el convento abundan los nombres vascones de las monjas que serían seguramente alavesas, vizcaínas y burevanas: Amunia, Munía, Ximena, Uma, Munoza, Sancha, Auria, Andirazo, Anderkina, Gometiza, etc. Esta región era vascona y se había conservado libre, pues se sabe que los musulmanes no dominaron permanentemente más tierra hacia occidente de Nájera.

No se sabe dónde ocurrió la rebelión de ciertos vascones alaveses cuando acude Fruela (756-768) a reprimirla. Los vence, según la Crónica de Alfonso III, y hace prisionera a una joven, la vascona Munia, de la que tiene a su hijo Alfonso, futuro rey de Asturias. Vascones rebellantes superavit atque edomuit. Muniam quandam adolescentulam ex Vaseonum praeda sibi seruari praecipiens, posteam in regali coniugio copulauit, ex qua filium Adefonsum suscepit. Que se trata de una alavesa y de Alava se descubre cuando la misma crónica cuenta cómo el rey Alfonso el Casto, hijo de Munia, estuvo refugiado en Alava el año 785 donde los parientes de su madre (alabesa y baskona según las crónicas asturianas), porque le habían expulsado del Reino (de Asturias). «sed praeuentus fraude Maurecati, tü sui fzlü Adefonsi maioris, de serua tamen natus, a Regno deiectus apud propinquos matris suae in Alabam commoratus est. Este documento, nos dice tres cosas: que Munia, calificada antes de vascona, era, además, alavesa; que Alava estaba fuera del Reino asturiano, y que Alava era Vasconia, y, por tanto, su límite más occidental” Joxe Garmendia Larrañaga, “Euskal Herriko Hezkuntzaren Historiarako Dokumentazio Gunea”.

 

Él último duque baskón-akitano, Waifre, luchó en el 763 contra Pipinio el Breve y Carlomán, perdiendo a orillas del Garona, donde los baskones contaban con tropas permanentes asentadas con sus propias familias. El duque baskón Uniberto tuvo que rendir juramento a Pipinio tras la derrota en Bourges, entonces capital de Akitania. En la misma crónica se señalan pueblos vascos «venidos a rendirse» desde más allá del Garona.

 

Pero siguieron las luchas, en ese mismo año 763 el conde baskón mandado por Waifre, Mancion, fue derrotado por los francos Galemanio y Australdo. En el 766 los francos volvieron a atravesar el Loira y los baskones pidieron la paz, algo parecido ocurrió en el 768. Las luchas entre Pipinio y Waifre fueron constantes, en ellas murieron numerosos baskones (waskones), las crónicas francas omiten la muerte de francos.

 

En ese 768 fue asesinado Waifre por los suyos, y, su madre, 2 hermanas y nietos cayeron en manos francas, el desastre fue total y comenzó el dominio franco real sobre Akitania y el Norte del ducado baskón.

 

Murió poco después Pipinio el Breve, que dejó a su hijo Carlomagno Austrasia y el resto a su hermano Carlomán, salvo Akitania-Baskonia, que la dividió entre los dos.

 

LA CAÍDA DE BASKONIA y LA APARICIÓN DE LOS NABARROS

 

Quedó separada Akitania (Garona-Loira) con Toulouse desde la muerte de Waifre en el 768 y mandaba en ella Hunaldo II, éste estaba totalmente sometido con el pueblo akitano a Carlomagno, aunque no fue así al principio: Annales regni Francorum (año 769): “Hunaldous voluit rebellare totam Wasconiaus et Aquitaniam »

 

En la Baskonia continental (Garona-Pirineos) gobernaba un duque independiente de los francos y separado por primera vez de los akitanos. Carlomagno logró el sometimiento formal de este duque de Baskonia, Otsoa o Lupo II. Lupo II llegó a secuestrar al duque akitano Hunaldo para evitar con ello la separación formal de Baskonia y Akitania, pero Carlomagno reaccionó de inmediato, Eginardo, cronista del emperador Carlomagno, comenta: “Con la advertencia de que, si no se atenía a lo mandado, tuviera por cierto que penetraría por Vasconia en son de guerra y no se retiraría de ella hasta que se pudiese un término a su desobediencia. Aterrado Lupo por los emisarios del rey, entregó sin dilación a Hunaldo y su mujer, prometiendo sobre eso que ejecutaría cuando mandase”.

 

Se sucedieron 55 años de disputas contra el imperialismo franco, los vascos no se sometieron, incluso tras fuertes derrotas, incumplieron su palabra de rendición y se levantaron en continuas rebeliones que desesperaban a los francos y sus cronistas.

 

Fue probablemente éste el momento en el que la Baskonia peninsular (al Sur de los Pirineos) dejó de ser controlado por los duques baskones y cuando surgieron diferentes buruzagis baskones que eran los que realmente controlaban el territorio contra asturianos (que pasarán por ser el último reducto “godo”) y musulmanes: por un lado la comarca de Pamplona, Tierra de Deio (Deierri), la de Berrueza, Tierra Estella, los valles pirenaicos del Baztan, Salazar y Ronkal, por otra parte, eran tierras independientes cuando menos Alaba[15] y los Castillos («Alaba  y Al Quila»), también la Bizkaia primigenia. La Bureba fue ocupada militarmente por los asturianos, que llegaron en el momento de máxima expansión hasta el río Baias[16], al Oeste de la actual Vitoria-Gasteiz, pero por breve tiempo.

 

“Alabanque, Bizcai, Alaone et Urdunia, a suis reperitur semper esse possessas, sicut Pampilona, Deeius est atque Berroza.” Crónica asturiana de Alfonso III el Magno (866-909), llamada también de Don Sebastián, pero que se refiere a Alfonso II el Casto (789-842).

 

La crónica del árabe Ibn Idhari, no deja dudas de la unidad vasca y de la independencia bizkaina (año 796): “Alfonso (se refiere a Alfonso II de Asturias) había pedido ayuda a los países vascos y a las poblaciones vecinas”. El relato de Ibn Al-Athir habla también de que: “Alfonso había logrado la ayuda del rey de Bizcaya, su vecino (…)”.

 

Es significativo que la primera vez que aparece escrita la palabra “Nabarra” es en las crónicas francas hacia el año 769, un año después de la muerte de Waifre, se trata de un texto de los Anales Tiliani, que hace referencia a las gestas de Carlomagno que sojuzgó a los “Hispani, Baskones et Nauarri”[17], siendo Pamplona “oppdium Nauarrorum”.

 

Ese mismo año 769 Carlomagno construyó junto a Burdeos la fortaleza de “Franciacum”, frontera entre vascos y francos.

 

Como señala el gran historiador nabarro Jimeno Jurio: “por los años 800 aparecen mencionados los nauarri. Los cronistas francos llaman así a los pobladores de la región que se extiende por la vertiente sur de los Pirineos occidentales. A este grupo humanos pertenecía Pamplona, oppidum nauarrorun. Desde los albores del siglo IX el apelativo nabarro designó, al menos en tierras norpirenaicas, el tellus o País situado en la vertiente sur del Pirineo y habitado por euskaldunes”.

 

Nabarra parece venir de la voz vasca «Nabar», «planicie entre las montañas» (según los prestigiosos historiadores Arnaud Oihenart o Arturo Kanpion entre otros).

 

Estos territorios que surgen como organizaciones independientes tras la muerte de Waifre, se empezarán a unir de nuevo tras derrotar a un ejército de unos 20.000 francos el 15 de agosto del 778 en la Gran Batalla de Orreaga-Roncesvalles[18]. Según el historiador Jimeno Jurio, en esta batalla también podían haber participado gipuzkoanos, baskones del norte, bearneses, y gentes de Bigorre, como lo atestiguaría un documento lapidario de San Juan en Pasaia (Pasai Donibane).

 

Según la tradición franca, los 12 pares de Francia, las 12 familias más importantes del reino franco, habrían muerto en esta batalla, entre ellos el senescal de Carlomagno (el primero entre los caballeros): Eggihardo o Aggiardo y el famoso Roldán, prefecto de Bretaña y sobrino de Carlomagno. En esta batalla, un importante contingente de un ejército ligero, habría derrotado a otro desconocedor del terreno y que venía de una campaña contra los musulmanes y el asedio a Zaragoza. El estímulo baskón pudo ser variado, destacando la venganza por la muerte de Waifre o la quema de Pamplona, pero ante todo, sería una batalla por mantener su independencia y parar el avance del Imperialismo franco.

 

El mencionado Lupo II, “Otsoa” en euskara, 768-778, que por primera vez mandó sólo sobre Baskonia y no sobre Akitania, fue el buruzagi que derrotó a Carlomagno en Orrega-Roncesvalles en el 778.

 

Carlomagno se vengó de esta gran derrota sufrida creando fracciones territoriales en Baskonia-Akitania con numerosos Señores feudales al frente y alentando la división entre las principales familias akitanas y baskonas, nombrando a su propio hijo, Ludovico Pío o Luis el Piadoso, rey de las mismas.

En el 781 dividió a los baskones y akitanos en cuatro: la parte oriental se llamaría ahora la Akitania primera con su capital en Bourges, la zona contigua a la costa sería la Akitania segunda con capital en Burdeos, Narbona sería la tercera zona con capital en la ciudad del mismo nombre. La cuarta sería Baskonia con capital en Euaze (antigua capital de Novempopulania), que abarcaría desde el Garona hasta los Pirineos, diferenciando Baskonia Ulterior (Garona-Adour) y Citerior (Adour-Pirineos), tal y como recoge el escudo del municipio de Saint Servent. La Baskonia Ulterior trató Carlomagno dividirla a su vez según su grado de romanización pero sin conseguirlo.

 

La Baskonia Citerior en realidad escapaba al control franco, al menos al sur de Dax, pues las propias crónicas francas hablan de revueltas continuas y de inestabilidad por la «perfidia» baskona.

 

Parte de los baskones de la zona de Toulouse, Fezensac, que quedaron dentro del ducado de Akitania, ahora separados de Baskonia, se alzaron en armas pidiendo su inclusión en el ducado de Baskonia en el 801 y quemaron a los gobernantes impuestos por el hijo de Carlomagno, Ludovico, que en represalia mandó un ejército e hizo lo mismo con los alzados al mando de Adalarico. Incluso en la zona norte de Baskonia, como es Toulouse, los francos tenían serios problemas para controlar el territorio en estos años.

 

Eginardo, cronista del emperador Carlomagno comenta: “Amplió… ciertamente el reino de los Francos… Ya que, sin anteriormente este se limitaba a la parte de la Galia que se extiende entre el Rhin y el Loira, y el Poniente y el mar baleárico, ya parte de Germania… él, mediante las guerras referidas, se anexionó Aquitania y Vasconia y toda la altura del monte Pirineo, y hasta el río Ebro, el que naciendo en territorio de los Nabarros y tras discurrir por los fertilísimos campos de Hispania, se derrama en el mar baleárico bajo las murallas de la ciudad de Tortosa; luego toda la Italia…”

 

Carlomagno[19] fue el más grande de los reyes francos y el más grande de los reyes desde la caída del Imperio Romano Occidental siendo elevado a “Patricio romano” como su padre, y a “Emperador” y a “augusto”, títulos romanos que en principio sólo correspondían al Emperador de Bizancio y que supuso la ruptura definitiva entre el derruido Imperio Occidental y el Oriental, donde el Imperio creado por los romanos, aunque totalmente helenizado, se mantuvo varios siglos más, y donde a todos los Occidentales se les llamará con desprecio y desde entonces: “francos”. Además supuso la separación definitiva entre los cristianos Ortodoxos Orientales y los Católicos Occidentales que quedaron bajo la guía espiritual del Papa romano.

 

“(Carlomagno) Expandió los distintos reinos francos hasta transformarlos en un Imperio al que incorporó gran parte de Europa Occidental y Central. Conquistó Italia y fue coronado Imperator Augustus[] por el Papa León III el 25 de diciembre de 800 en Roma. De este modo sucedía al Imperio Bizantino como protector de la cristiandad. Ante la indignación inicial de Constantinopla (Bizancio), en 812 se firmó un acuerdo entre los dos mandatarios, y de nuevo hubo dos emperadores en Europa, uno en Oriente y otro en Occidente[20].[

 

Los francos escribirían la famosa canción de gesta sobre la batalla de Orreaga-Roncesvalles conocida como la «Chanson de Roland» sobre el año 1100, considerado el primer texto en francés, es el conocido como “manuscrito de Oxford”, donde los vascos se convierten en sarracenos (musulmanes) y los francos son maravillosos caballeros católicos, aunque cuando va a morir Roldán dice:

“Los filos de Durindana[21]

al vascón no le han mellado,

ni este fuerte y duro acero

pudo resistir su brazo.

Estando en estas congojas,

Alzó los ojos llorando,

Y por una cuesta arriba

Huyendo vio a Carlomagno:

Solo, triste y sin corona,

De sangre bañado, Y al dolor de verlo así

¡muerto cayó del caballo!”.

 

 

Carlomagno murió en el 814. Su idea fue la de dividir el reino según las costumbres francas, pero sólo uno de sus tres hijos legítimos le sobrevivió, Ludovico Pío o Luis el Piadoso, que carecía del vigor del padre. La nueva dinastía franca será conocida como “carolingia”, en honor a Carlomagno.

 

LA CREACIÓN DEL REINO DE PAMPLONA

 

«El vascón calzaba botas con espuelas, guerreaba con armas ligeras, escudo redondo, cabeza descubierta, era el ejército de choque del duque vascón, permanente en Bourges y plazas fuertes fronterizas, donde vivían con sus familias» B. Estornés Lasa.

 

 

El ducado de Baskonia no se libró del vasallaje al reino franco, tenía en Lupo Sancho I o Antso Otsoa (778-812) a su nuevo “príncipe de los Baskones”, pero fue criado en la Corte franca.

 

El hijo da Carlomango, Ludovico, entre el 810 al 812 llegó a vivir en la misma Pamplona que controlaba con la ayuda de familias baskonas como los Belasko, favorables a los “carolingios”. Pero otros buruzagis dominan amplias comarcas sur pirenaicas que hemos mencionado.

 

Ludovico Pío se presentó ante su padre Carlomagno vestido “a lo baskón”: «túnica corta, ceñida y redonda en su remate inferior, con las mangas extendidas por las manos, con perneras (calzas) extendidas (largas), con botas rematadas con espuelas, llevando en la mano una lanza» Aimonio lib. 5, cap. 2

 

El duque baskón, Lupo Sancho I, llegó a participar con un ejército vasco en la toma de Barcelona al mando de Pipinio, el hijo de Ludovico, luchando contra los musulmanes, siendo ésta la marca Hispánica franca, lo que era lo mismo: la frontera cristiana impuesta por Carlomagno y los posteriores reyes carolingios, de donde viene la palabra “marqués”, que era el terrateniente fronterizo, al estilo de las «limes» romanas con los “bárbaros”[22].

 

Las tropas franco-baskonas no pudieron tomar Huesca ni Tortosa que siguieron en manos musulmanas. En esta guerra participaron tropas baskonas al mando del duque baskón Lupo Sancho junto a sus aliados tradicionales de los akitanos, pero siendo los francos los que mandaron en la expedición.

 

Sancho Lupo I murió en el 816, las crónicas carolingias seguían hablando de príncipes vascos que «usurpan el principado fraudulentamente». Baskonia volvía a estar en lucha por su independencia contra los francos.

 

Debido a estas sublevaciones, Ludovico Pio decidió escarmentar a los vascos que seguían alzados en armas al mando del hermano mayor de Lupo Sancho I al Sur de la Dax (Akize[23]), se trataba de Semen Lupo con su ejército, según narran las propias crónicas francas. Con ello Ludovico o Luis buscaba también restituir el honor de su padre. Mandó un ejército con su hijo Pipinio al frente que entró en Pamplona que también se había rebelado, y nombró gente fiel a sus intereses entre los Belasko, a los que las crónicas musulmanas llaman «galos» (probablemente sólo por su afinidad franca), escarmentó a la población y regresó por Orreaga-Roncesvalles sin que los vascos se atrevieran a enfrentárseles, pues usaban a los rehenes capturados en Pamplona como escudos humanos. Un valiente baskón se adelantó y los increpó, fue capturado y ahorcado, según narran las crónicas francas.

 

En la frontera norte, el duque de la Borgoña durante 40 años, Singuin o Sihiminum (812-814), fue nombrado por Ludovico Pío nuevo duque de Baskonia y acto seguido se sublevó con toda Baskonia continental, la Ulterior y la Citerior, en pie de guerra. Otsoa Semen, Singuin o Semenones-Jimeno-Ximeno se declaró independiente del poder franco al que intentó derrotar de nuevo en Roncesavalles-Orreaga en el 812, murió sin poder llegar a ser entronado como conde baskón por los naturales.

 

Le sucedió al mando del ducado baskón su hijo García o Gartzea Eneko (Eneko el “joven”), que aparece escrito como «Garsiminnicum», García Ximénez o Iñiguez (816-819), duque baskón, pero fue derrotado por los francos en el 818 y tomó el mando su primo Lupo u Otsoa Zentulo «el vasco».

 

Otsoa III Zentulo «Wasco» (819-823) luchó contra los duques de Toulouse, Berenguer y Warin, siendo derrotado, después apresado y condenado al destierro. Zentulo el “vasco” fue derrotado de nuevo en el campo de batalla por los francos al mando de Pipinio con un importante ejército.

 

Pipinio inventó nuevas denominaciones para Baskonia y creó pequeños condados semifeudales: del Garona al Atturri o Adour (antes Baskonia Ulterior) será llamada ahora “ducado” de Baskonia y al sur del Atturri hasta los Pirineos (Baskonia Citerior) será llamará «condado» de Baskonia. Pipinio puso al mando del «condado» de Baskonia a Aznar Sancho (Azenari).

 

“La vasconia septentrional se regía entonces por un príncipe (Sancho Lupo) designado por el emperador, cuya autoridad se extendía teóricamente hasta la ribera del Ebro y prácticamente al menos a la parte norpirenaica, se ejercía mediante condados feudales, Commiges, Bigorre, Bearn etc. Pero hay noticias de que la sumisión a Carlomagno había sido puramente formal y que, durante el reinado de su hijo Ludovico Pío, había continuado la resistencia vascona en forma de insurrecciones periódicas”.

(…) “Ya en el siglo IX los vascos de Pamplona pretenden emanciparse de la tutela carolingia varias veces, en el 812 Ludovico Pío envía una expedición punitiva; en el 816 a la muerte de Lupo-Sancho fracasó una nueva tentativa y en el 819 se sofoca por Pipinio” (…) “Historia del arte vasco, Tomo I” Juan Plazaola (Edit.Ostoa).

 

La lucha contra los francos continuó hasta que en el 824 tuvo lugar la segunda Batalla de Orreaga-Roncesvalles, donde los baskones se unieron en torno a un buruzagi, Eneko Aritza y su familia, que llegarán a dominar de nuevo y poco a poco toda Baskonia, vasca en idioma y cultura.

 

En ese año 824 Pipinio armó a un nuevo ejército franco al mando de los condes Eblo y Aznar, que cruzó los Pirineos con la intención de “restaurar el orden”. Eblo y Aznar entraron en Pamplona sin aparentes dificultades, escarmentaron con la horca a muchos habitantes para evitar ser atacados por la retaguardia, nombraron abades y gobernantes fieles a los francos de nuevo.

A la vuelta, recorrieron el mismo camino que Carlomagno, por Ibañeta y por Luzaide-Valcarlos. Eblo y Aznar fueron atacados y apresados donde antes fuera derrotado el ejército de Carlomagno, en la zona de Valcarlos-Luzaide a Garazi (Sant Jean de Pie de Port), las familias vascas de los Ximeno, Garsea o Belasko (ahora contra los francos) fueron los que los derrotan y los que en realidad dominaban el territorio llamado por los francos: Nabarra.

 

Aznar Galíndez[24]era el antiguo conde del Aragón primigenio al que Eneko había desposeído de sus tierras poniendo al frente a su propio cuñado Galindo “el Malo”. Aznar fue dejado en libertad y mandado de vuelta al reino Franco mientras que Eblo fue entregado al emir de Córdoba, otro Abderramán, este Abderramán II[25], como signo de alianza.

 

Estamos en el año 824 y fue conocida como la “Segunda Batalla de Roncesvalles”. En esta batalla destacó Eneko Aritza Ximeno (al que también se le llama Iñigo Iñiguez Aritza o “Arista” al latinizar el nombre, o Eneko Enekones), de alrededor de cincuenta años, que contará en la batalla con sus hermanastros musulmanes del sur baskón, los Banu Casi, antiguos terratenientes baskones desde la época romana que se cambiaron de religión y que harán de tapón con el emir de Córdoba, lo que dio, sin duda, un respiro a los “nauarri”.

 

“Por lo que a la Vasconia surpirenaica se refiere, se sabe también que los musulmanes tomaron Pamplona varias veces durante el siglo VIII, pero acabaron reconociendo, mediante pactos y tributos, la soberanía de los cristianos de la “frontera superior”.

(…) Los emires de Córdoba reconocieron el carácter soberano del rey de Pamplona a cambio de tributos. No era el rechazo de esa soberanía sino la negativa a pagar tributo la que durante el siglo IX provocó que varias veces la tierras vascas y las de los Banu-Casi fueran devastadas por los ejércitos del emirato cordobés” “Historia del arte vasco, Tomo I” Juan Plazaola (Edit.Ostoa).

 

Las crónicas francas hablan de un Singuinum, Sigrinum o Sihiminum que era “duque” de Baskonia (probablemente un buruzagi emparentado con la nobleza baskona como denota su nombre), traducido modernamente como Jimeno (o Ximeno), apodado “el Fuerte”, que en el 781 defendió su fortaleza en el valle de Salazar-Zaraitzu contra la afeiza del califa musulmán Abderramán I que atacó Calahorra, Viguera, Logroño, Deio, Pamplona, Elo y Lumbier. Según el códice de Roda, habría venido huyendo del poder franco para instalarse de Tierras de Deio (Deierri) sobre el fatídico año 768. Se trataría quizás del abuelo de Eneko Aritza (su padre sería Eneko o Iñigo Ximenez) que controlarían también las tierras de Berrueza[26].

 

Serían también tierras de los Aritza o Ximeno las cuencas de los ríos Irati y Aragón, el Valle de Salazar, Aezkoa, Urraul, el Valle del Ronkal, Ansó y Navascués, donde se encuentra el monasterio de Leire, cuna espiritual del nuevo poder baskón, refugio contra los ataques musulmanes y donde descansan los restos de los primeros reyes nabarros. Según un documento, Eneko Aritza pasó parte de su infancia o juventud en la Baskonia continental aprendiendo a guerrear, en Bigorre, lo que probaría una vez más la gran relación norte-sur de Baskonia y de su hija, el reino de Pamplona-Nabarra.

 

En todos estos siglos los baskones fueron independientes gracias a su resistencia al imperialismo godo,  musulmán y sobre todo franco. No existe constancia documental de suceso bélico alguno interno entre vascos o baskones entre el 476 y el 824 ni posteriores, año de la creación comúnmente aceptada del reino de Pamplona-Nabarra, por lo que una conciencia nacional y un interés común en la defensa del territorio, riquezas y gentes frente a diferentes invasiones, debieron de ser las razones que nos llevaron a todos los vascos a aunar esfuerzos y crear un Estado vasco o nabarro.

 

Como dicen varios historiadores en el libro “Historia de Euskal Herria”[27]: “Si bien tradicionalmente la historiografía ha considerado como imposible que en la Edad Media surgieran “conciencias nacionales” ni “sentimientos nacionales” por el escaso desarrollo que presentaban entonces las estructuras políticas, económicas e ideológicas, últimamente tal consideración va perdiendo terreno a favor de una nueva concepción de los fenómenos de identidad colectiva nacionales cuyo nacimiento se tiende a datar cada vez más en fecha más temprana (siglos VIII y IX). En el caso de Vasconia (incluido Caro Baroja), esta nueva aproximación al problema del nacimiento de las primeras entidades políticas basadas en la existencia de una conciencia grupal encuentra una perfecta adecuación con la aparición en las fechas apuntadas del Ducado de Aquitania (y Baskonia) y el Reino de Pamplona (o Nabarra).”

 



[1] La palabra “Hispania” es de origen cartaginés y su significado es “Tierra de conejos” (Enciclopedia Larousse de Historia). En el libro “La Península Ibérica en los comienzos de su historia”, Antonio García Bellido, asegura también el origen cartaginés de la palabra “Hispania”, que la podrían haber tomado de los fenicios asentados en la Península Ibérica y que fundaron Cartago sobre el siglo II a.C., en cuyo idioma significaba “Costa o isla de conejos”. Todavía con el emperador hispano Adriano en el s. II d.C., el símbolo de Hispania era el conejo, el cual no se conocía, al parecer, en el resto de Europa, donde existía una animal similar, la liebre, pero más alargada y de diferentes costumbres. Por tanto la palabra “hispano”, de donde viene “español”, haría mención, simplemente, a los “conejos”. Julio Caro Baroja aclara en su libro “Sobre la lengua vasca”: “(…) la palabra hispano, como íbero, tienen un sentido geográfico y no otro”.

[2] Las monedas se usaban desde el siglo VI a.C. en Grecia. Las primeras monedas halladas en el mundo son las del rey Creso, inmensamente rico, que reinó en Asia Menor en el siglo VIII a.C.

[3] El pueblo vasco más poderoso al sur de los Pirineos, de los ríos Urumea –más probable, pero quizás el Oria- al Bidasoa en Gipuzkoa, hacia el norte por los Pirineos todo Lapurdi hasta Baiona cuando menos y Alta Nabarra ampliada por los extremos hacía Aragón, incluyendo los suesetanos de las “Cinco Villas” (Ejea de los Caballeros, Uncastillo, Sos, Tauste y Sádaba, en la comarca también está Navardún, cuya etimología denota su posterior pasado nabarro), llegando hasta casi la misma Zaragoza (bronce de Botarrita), entonces llamada con el nombre vasco de Salduba (o Salluie), hasta el pueblo de Alagón (“Allabone”, a 25 Km, conjunción de los ríos Ebro-Jalón); por el Oeste, ciudades como la riojana Calahorra eran baskonas al igual que Cascante y otras al sur del Ebro. La hoy Rioja alabesa, según Caro Baroja, pudiera ser también baskona, así como Rioja Baja. Los baskones bajaban por el río Gallego, el río Aragón y Arga hasta los montes de Castejón, por el noreste abarcaban todo el Canal del Berdún, hasta Jaca, donde habitaban los “jaccetanos” emparentados con los baskones.

[4] Se puede leer al respecto en www.osoa.net “La supervivencia del euskera” del mismo autor.

[5] Se puede leer en www.osoa.net “La importancia de Iruña-Veleia” y “El origen del euskera”, donde se explica, entre otras cosas, el substrato vasco de los pueblos autrigones, berones, bardulos y karistios, pero también de los ilergetes y cerrecetanos cuando menos, y la imposibilidad histórica, lingüística, arqueológica y genética de una invasión Alto Medieval del pueblo de los baskones a todo ellos y a los akitanos.

[6] “Es sabido que el alfabeto latino no tenía letras diferenciada para la expresión de las semiconsonantes /j/ y /w, sino que utilizaba para ellas las letras I y V respectivamente. Se debe al humanista francés Pierre de la Ramée el criterio de diferenciar ambos sonidos mediante letras diferentes (j/i, v/u) en la edición de textos latinos. En la antigüedad, la V podía adoptar una forma muy parecida a la “u”” (J. Gorrochategui, lingüista Instituto de Ciencias Antiguas).

[7] Todos los pueblos vascos anteriores tanto de Novempopulania como de la Tarraconensis Al respecto se puede leer en www.osoa.net “Los pueblos vascos al entrar en la historia I y II” del mismo autor.

[8] «Guía para la historia del País Vasco hasta el siglo IX» Alberto Pérez de Laborda.

[9] La leyenda del Santo akitano San Saturnino o San Cernín (de Toulouse, se sabe que era obispo de la ciudad en el 250) y la de su discípulo pamplonés convertido y primer obispo de Pamplona, San Fermín, que supuestamente cristianizaron Pamplona y su comarca en el siglo III, es apócrifa, su culto hay que remontarlo al año 1186 cuando el obispo pamplonés Pedro de Artajona pidió una reliquia del prelado de Amiens, donde había sido supuestamente asesinado y encontrados sus restos tres siglos después de su muerte en el 615 por San Salvio, aunque no alcanzó popularidad hasta los siglos XVI-XVII. Lo que sí se dio en esos siglos fue la herejía del priscilianismo, condenado en el Concilio de Zaragoza del 380 y en el de Burdeos del 385, lo que deja ver una ya incipiente presencia cristiana a los dos lados del Pirineo (J.J. Sayas). La diócesis de Pamplona pudo estar erigida para el siglo IV. La iglesia de Salinas de Burandón es considerada la más antigua de la Navarra Occidental (Alaba frontera con La Rioja, Conchas de Haro), pues posee una pila bautismal cristiana del siglo V. Son importantes y poco conocidas las iglesias alabesas de Gobiaran-Valdegobia enclavadas en cuevas con arcos contra-absidados y las más de 100 cuevas de eremitas encontradas en sus cercanías (sobre unas 127 si añadimos Trebiño, montaña alabesa y Rioja alavesa), que datan de los siglos V-VI, lo que pone en solfa, otra vez, la visión extendida de los vascos de aquellos siglos, pues las comarcas costeras eran las más despobladas y fueron las únicas que siguieron paganas hasta la construcción de las Iglesias en estilo románico entorno a las que se configuraron las anteiglesias y villas costeras de Saltus Vasconum junto con la reforma cluniense que desde Leire impulsó el rey nabarro Sancho III el Mayor (s.XI). En Novempopulania o la Baskonia Peninsular, para el siglo VI, 11 de sus 12 ciudades ya contaban con obispo.

 

[10] “La cerámica medieval del País Vasco, siglos VIII-XIII” editado por la Diputación Foral de Álava, año 2005.

 

[11] La cual será decisiva en el reino de Nabarra para sacar a la “Casa Francia” de la corona en el siglo XIII y, curiosamente, para la historia de España y la del pueblo vasco, pues está en el origen de las Guerras Carlistas.

[12] «Guía para la historia del País Vasco hasta el siglo IX» Alberto Pérez de Laborda.

[13] Como dos siglos después le ocurrió lo mismo al ejército de Abderramán III, año 924, que saqueó Calahorra, Tafalla, Sangüesa, Cárcar, valle del río Aragón de Sancho I Garcés, y como antaño hicieran sus antepasados, cruzó los Pirineos para saquear las Galias. No consiguió su objetivo y regresó a Córdoba, pero en el Ronkal le esperaban los nabarros que lo derrotan como a su pariente, Abderramán escapó con vida en la batalla conocida como de Eska, en las Sierra de Illion y Leire, donde murió el príncipe Yakub ibn Abu Jalid Tuberi. El escudo del Ronkal lleva desde entonces la cabeza de este príncipe con el nombre de «Abdvrramen» y que la tradición confunde con Abderramán III, debido a un diploma de Sancho III el Mayor (siglo XI) que habla del rey de Córdoba Abderramán muerto en el desfiladero de Olast, cerca de Leire, cuando huía desde la Tolosa akitana tras la derrota en Poitiers.

[14] Aunque fue Esquilo quien utilizó por primera vez el término “europaioi” en su obra “Los Persas” (s.V a.C.) para referirse a los griegos que resistían al enemigo oriental.

[15] El primer conde de Alaba documentado fue Eylon de Alaba (866), descendiente de la familia nabarra de los Belasko que también dominaban Pamplona, y el segundo, ya bien documentado, fue Bela Jiménez (882), por tanto Alaba estaba integrada en el reino nabarro desde su génesis y recuperará las tierras que le conquistaran los asturianos. En la Crónica Albeldense, escrita en 883, se alude dos veces al “comes in Alava”. Es conde de Alaba Munio Vélaz en el año 919, probablemente miembro de una familia autóctona; Alvaro Herremálliz en el 931, bien relacionado con la corte del rey nabarro Jimeno Garcés. “Al Quila” o Castilla se refería a la Castilla primigenia, Castilla Vieja o Vetula: Valles de Mena, Villarcayo, Valdevieso, Manzanedo, Losa, Espinosa de los Monteros, Cudeyo, Tobalina y Pancorbo.

[16] Baias es según Koldo Mitxelena una deformación de “Ibaia”, es decir, de “río”. Asturias con Alfonso III a finales del siglo IX invadió Alaba hasta casi la puebla de Gaste(b)iz, (que ya aparece en la reja de San Millán 1025), después convertida por Sancho VI el Sabio en la villa de Vi(c)toria, por tanto invadió el territorio alabés al Oeste del río Baias. Las campañas de Alfonso I, Fruela I, Alfonso III y su hijo Ordoño II (casado con la princesa Sancha de Nabarra, después esposa de Fernán González de Castilla) y la documentación que se posee, nos muestra la ocupación por el reino astur del occidente alabés, siendo libre el resto o como escriben las propias crónicas asturianas: “poseídas por su moradores”. Se menciona también como tierras conquistadas por Alfonso I a los sarracenos: Briones, Alesanco, Revenga, Carbonarica, Abeica, Veleya de Alava, Cenicero, Amaya y Miranda entre otras ya más alejadas de tierras vascas. En el caso de Bizkaia sólo las enkartadas Sopuerta y Karranza, que no pertenecían por entonces a Bizkaia, padecieron la ocupación momentánea asturiana.

J.M. Lacarra (1971), “Estudios de la historia de Navarra”: “No hay testimonio alguno que acredite el dominio asturiano sobre estas tierras. En las crónicas de Alfonso III se dice que Alfonso I extendió sus dominios hasta parte de la Rioja y las localidades de las Encartaciones, Sopuerta y Carranza”.

[17] “Hispani” era como se llamaba entonces sólo a los musulmanes. Los Banu Casi era una familia latifundista de baskones romanizados convertidos al Islam y emparentados con los baskones cristianos, los “nauarrri”, los baskones al sur que configuran un nuevo poder político. No existen gobernantes godos con nombres romanos como es el caso de Banu Casi o “Casius”.

[18] En www.osoa.net se pueden leer varios artículos sobre esta batalla por lo que no me extenderé más sobre ella.

[19] Carlos el Magno o “el Grande”.

[20] Wikipedia.

[21] Durindana era el nombre de su espada, también conocida como Durandarte. Los cantares épicos llegaron a su cumbre con la Chanson de Roland, pero hubo versiones de la batalla en poemas de los Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Alemania, Gales o Castilla, lo que da muestra del eco que tuvo la derrota franca en todo el medievo europeo.

[22] El primer conde de Barcelona impuesto por los francos fue el hispanogodo Bera (801-820), que además era conde de Girona, Besalú (la Garrotxa), Rasés (Rosellón-Limoux) y Conflent (Rosellón). [ El fundador de la dinastía que gobernará la casa de Barcelona independiente de los francos será Wilfredo el Velloso, con el que se independizan los catalanes de los francos (murió en el año 898),  que unificó los condados catalanes y emitió moneda.  Wikipedia: “Wifredo pertenecía a un linaje hispanogodo de la región de Carcasona (la tradición fija su nacimiento en las inmediaciones de Prades, en el condado de Conflent, actualmente en el Rosellón francés). Conde de Urgel y Cerdaña en 870, recibió en el año 878 los condados de Barcelona, Gerona y Besalú de los reyes carolingios. Su gobierno coincidió con un periodo de crisis que llevó a la fragmentación del Imperio Carolingio en principados feudales”.

[23] Ciudad al norte de Baiona y sobre el río Adour.

[24] Nombre en euskera, patronímico de Azeri, “zorro”, como Aragón viene de Arangoi, “valle alto”.

[25] En el 860 el emir Abd Allah de Córdoba mandó su ejército contra Pamplona como venganza a la pérdida de las tierras hasta entonces musulmanas de los Banu Casi, eliminados del poder por sus hermanos cristiano-baskones, y se apoderó de Caparroso, Falzes y Carcastillo, llevándose como prisionero a Fortuño, el primogénito del rey de Nabarra Garsea I y a su hija Oneka (o Iñiga latinizada), con la que desposa y con la que concibió un hijo, Muhammad. Éste, Muhammad, de su amante Muzna (en realidad una esclava nabarra) tuvo un niño rubio y de ojos azules que será conocido como el emir de Córdoba Abderramán III (por tanto con 3/4 partes de sangre nabarra), con el que al-Andalus alcanzó su máximo esplendor, el cual se proclamó califa (príncipe de los creyentes) en el 929. Oneka abrazó la fe musulmana y tomó el nombre de Durr (perla). El historiador Pierre Narbaitz considera a Abderramán III como el vasco más poderoso de la historia.

[26] Eneko Aritza habría sido coronado según la tradición en el valle del Ronkal, aunque en Altsasua una lápida entre Urdiain hacia Intsusburu, por el collado de Bernoa, en la ermita de San Pedro, situada en términos de Altsasu y grabada sobre el dintel de la puerta dice: AÑO DE SETECIENTOS Y DIECISIETE A VEINTE DE HENERO EN ESTA IGLLE. DE SAN PEDRO DE LA VALLE DE BVRVNDA FUE ELECTO I VNGIDO POR PRIMER REI DE NAVARRA, GARCIA XIMENEZ. Y ESTA ELECCIÓN CONFRM. EL MESMO AÑO EL PAPA GREGORIO SEGVNDO COMO PARECE POR SU BVLA QUE LA TIENE LA DICHA VALLE EN SV ARCHIVO

Gregorio II fue elegido Papa de Roma en el 715 y murió en el 731. Iñigo Saldise: “volviendo a Eneko Aritza, lápida lo sitúa un siglo antes y con este nombre GARCIA XIMENEZ, que creo no es la misma persona que Eneko Aritza. En el monasterio de Leire, en un pequeño arcón, entre dos velas, están los restos, según pone, de los primeros reyes de Nabarra y distingue en el mismo a Eneko y a Garcia, este último como anterior. Las crónicas musulmanas de la época, matizan que los navarros tienen un Estado o Reino, cuando transcurre la primavera del año 824 y el rey o emir es Eneko Aritza. Son tiempos con poca información, casi oscuros, pero la mayoría de historiadores que he consultado, consideran a Eneko Aritza como el primer rey de los vascones libres o independientes, mientras que a los anteriores, entre ellos Garcia Ximenez, como grandes magnates o señores, que con la invasión musulmana, toman las riendas de diferentes valles de la Baskonia surpirenaica, destacando más, ante la ocupación franca de la Baskonia nortpirenaica”. Aunque cabe que el rey del arca se trate del duque baskón «Garsiminnicum», García Ximénez o Iñiguez (816-819) que hemos mencionado.

[27] “Historia de Euskal Herria, Tomo I” Rafael López, Joseba Agirreazkuenaga, Román Basurto y Rafael Mieza.

Publicado por Nabarralde-k argitaratua