Vasconia Presente y Futuro: La Historia


Las sociedades están en construcción permanente o, mejor se podría decir también, que están en «reconstrucción», ya que todo grupo humano que constituye una sociedad diferenciada se edifica en interacción constante sobre personas y grupos de diversos intereses, creencias, edades, educación… que han asumido, por un lado, la pertenencia al mismo grupo y, por otro, sus divergencias internas. Siempre se construye sobre algo preexistente, nunca se parte de cero. Siempre hay una lengua, una organización social previa, unos conflictos internos y externos que permiten tanto la autorreferencia como la heterorreferencia de cualquier sociedad.

En ese sentido, nunca se da el conocimiento aséptico de la evolución que ha conducido a la situación actual y que permite su modificación permanente; siempre es un conocimiento mediado. Antiguamente eran las historias, leyendas o mitos fundacionales que se transmitían oralmente y reforzaban determinadas solidaridades mientras que, en los casos de conquistas, destruían otras. Desde que se empezó a escribir lo que hoy se llama la «Historia», también se transmiten, eso sí bajo el académico paraguas protector de universidades e institutos, las historias, leyendas o mitos fundacionales que asimismo refuerzan determinadas solidaridades mientras siguen destrozando otras.

Hoy, además, se establecen jerarquías: las sociedades dominantes con estatus político garantizado e instituciones académicas propias y reconocidas, frente a las sociedades sometidas y que no gozan de tales atributos. Atributos que les permitirían poder definir sus propias historias, leyendas y mitos, investigar sobre ellos y contrastarlos con datos arqueológicos, lingüísticos, archivísticos o procedentes de cualquier otro tipo de fuentes y que, por ello además de por obvias razones políticas, se ven obligadas a girar en la órbita de las sociedades que las dominan.

De esta forma, se producen dos fenómenos interesantes:

1. Las sociedades dominantes, «importantes», tienen Historia científica que demuestra sus raíces, antigüedad y estirpe y que justifica el derecho a su existencia con normalidad. Los grupos humanos sometidos, sociedades «sin importancia», sólo tienen «mitos originarios», «leyendas fundacionales», «tradición oral», nunca equiparables a la Historia de sus ocupantes en su mismo plano y son condenadas, por lo mismo, a ser dependientes de las primeras.

2. Se forma un circuito de retroalimentación positiva en el que las sociedades «normales», «importantes», es decir dominantes, son, cada vez, más «normales» e «importantes», y las «no importantes», sometidas, se pueden hundir progresivamente en su ignorancia, en su autoodio y, en suma, en su miseria.

Pero si algo caracteriza también a la especie humana es su capacidad de rebeldía y solidaridad. Una sociedad conquistada y dominada por otra, percibe como injusta tal situación y, si tiene capacidad militar o política, se rebela contra ella. Si en el conflicto sale victoriosa recupera su estatus de «normalidad»; si no lo logra, entra en la órbita de la sociedad ocupante y pasa a ser dominada y minorada. Pero todavía no todo está perdido. Mientras esta situación se perciba desde los dominados como «anormal» hay esperanza. A veces la percepción deja de ser subjetiva y entonces se encienden todas las alarmas, ya que el proceso de asimilación, aunque muchos datos objetivos sigan manifestando su «anormalidad», se encuentra próximo a su conclusión.

Siempre es preciso hacer intervenir un factor de primera magnitud: la autoestima y el deseo de madurez, de emancipación, característico de cualquier sociedad (y, por supuesto, persona) madura. Lograrlo supone un gran esfuerzo, ya que los medios que la sociedad dominante emplea para justificar su ocupación como «normal» son inmensos: todo su sistema educativo y propagandístico además del aparato represivo directo están a su servicio.

Estimo que en esta tesitura la sociedad dominada ha de pasar a (auto)considerarse como «normal» aunque políticamente no lo sea y que debe luchar por recuperar su patrimonio (organización social, lengua, historia etc.) y enfrentarlo sin complejos al que trata de imponer la sociedad dominante. Es el primer paso para lograr su emancipación.

Vasconia necesita fortalecer el conocimiento del patrimonio propio desde su propia centralidad, sobre todo en el campo de la Historia, para reforzar su autoestima. Reforzarla es elemento básico para lograr su despertar del letargo complaciente en el que se encuentra sumergida, ya que el tiempo se nos escapa.

En mi opinión, debemos despertar para ser conscientes de la necesidad de la emancipación, de la independencia, de la libertad. Y confiar que en ese buen caldo de cultivo surja la iniciativa política que permita su arribe a buen puerto y nos permita, imponiéndose a los intereses asimilacionistas, llegar a ser o, mejor retornar a lo que ya fuimos a través del reino de Navarra, un sujeto político activo, un Estado, en el convulso y conflictivo mundo actual.

Publicado por Nabarralde-k argitaratua