Dante y el Islam

Uno de los objetivos del terrorismo islámico es el sepulcro de Dante. No les gusta el tratamiento que el poeta florentino dio a Mahoma en la ‘Divina Comedia’. No deben saber, sin embargo, que Dante valoraba a muchos intelectuales árabes y que se han encontrado sorprendentes similitudes entre la ‘Divina Comedia’ y algunas de las leyendas musulmanas más populares.

El Estado Islámico ha amenazado últimamente con atacar varios símbolos del mundo occidental. En marzo dijeron que harían volar la Casa Blanca, el Big Ben y la Torre Eiffel. Hace unos días el grupo islamista publicaba en Twitter una fotografía con la estatua de la Libertad decapitada y la ciudad de Nueva York en llamas. Ahora le ha tocado a Dante Alighieri. Según anunció el diario italiano Il Giornale, uno de los objetivos del grupo islamista es la tumba del poeta florentino, que está en el centro de Rávena. El autor de la Divina Comedia, uno de los grandes pilares de la literatura cristiana, nunca ha caído demasiado simpático a una gran parte del mundo musulmán por el tratamiento que recibe Mahoma en su obra maestra.

Ya en 2002, la policía italiana frustró un ataque de Al Qaeda contra la basílica de San Petronio de Bolonia, donde hay un fresco de Giovani de Módena en el que aparece Mahoma desnudo y entre otros condenados mientras es devorado por demonios. Es una escena que se inspira en el Infierno de Dante y, según Il Giornale , este fresco vuelve a estar en el punto de mira de los islamistas.

La Divina Comedia también desagrada a muchos musulmanes moderados. La Unión de Musulmanes de Italia, por ejemplo, siempre ha pedido que el fresco de la basílica boloñesa sea ocultado por considerarlo «blasfemo y obsceno», ya que los musulmanes se oponen a la representación de su profeta en imágenes. La obra de Dante incluso despierta algunas animadversiones fuera del mundo musulmán. Por ejemplo, la organización Gherush92, una organización italiana de derechos humanos que trabaja como consultora del Consejo Económico y Social de la ONU, pidió en 2002 que la Divina Comedia fuese retirada de los planes de estudios por su contenido «racista, islamófobo y antisemita».

 

Musulmanes en la ‘Comedia’

Lo primero que hay que decir es que, en el infierno de la Divina Comedia, la mayoría de personajes que están condenados a sufrir eternamente apenas dantescas son cristianos. Papas, cardenales, reyes y aristócratas son castigados de las maneras más crueles por la pluma del genio florentino. Es verdad que entre los condenados también aparece Mahoma, pero según nos explica Joan Francesc Mira, experto en la Divina Comedia y traductor de la obra al catalán, no es que Dante tuviera una aversión especial por el profeta musulmán. Sencillamente, «no deja títere con cabeza». Allí, reciben todos.

Mahoma aparece en la novena fosa del octavo círculo del infierno, es decir, en una zona muy profunda del embudo, muy cerca del centro de la tierra y por tanto de Lucifer. En el octavo círculo sufren los fraudulentos, y concretamente en la novena fosa están los sembradores de escándalo y de cisma. Y es que Dante, de acuerdo con la visión de su época, consideraba el Islam como una rama herética del cristianismo. En el libro «Dante y el Islam», Jan Ziolkowski, profesor de latín medieval en Harvard, escribe: «La visión del mundo de Dante era tan cristianocèntrica que consideraba que las otras dos religiones monoteístas que conocía, el judaísmo y el islam, eran manifestaciones frustradas o mal ejecutadas del cristianismo». Desde este punto de vista, dice Ziolkowski, Mahoma no era un intruso hostil sino un miembro interno cuyo pecado era haber roto la armonía de una religión que previamente había sido unificada.

Como en el infierno de Dante los condenados sufren penas que se corresponden con su pecado, en la fosa de los cismáticos un demonio divide los cuerpos de los pecadores con una espada para castigarlos por la división que crearon cuando estaban vivos. Así, el poeta y su guía, Virgilio, encuentran a Mahoma partido prácticamente en dos: «Una barrica que ha perdido una duela no se abre tanto como yo vi a uno abierto desde el mentón hasta el agujero del pedo. Llevaba las tripas colgando entre las piernas y mostraba los pulmones y el asqueroso saco que transforma en mierda lo que tragamos. Mientras yo lo contemplaba con atención me miró y con las manos se abría el pecho, diciéndome: ‘¡Ahora mira como me rompo! ¡mira cuán desgarrado está Mahoma!». Delante de Mahoma camina Alí, yerno del profeta. «Con un corte del mentón hasta el cabello», Dante parece castigarlo por haber dividido el islam entre el chiísmo y el sunnismo.

Curiosamente, en la fosa de los cismáticos también aparece Bertran de Born, un soldado y trovador occitano. Carga su cabeza amputado como si fuera una linterna como castigo por haber sembrado la discordia, según Dante, entre Enrique II y su hijo.

Aparte de Mahoma y Alí, en la Divina Comedia salen tres musulmanes más: Avicena y Averroes, ambos filósofos y médicos, y Saladino, sultán de Egipto y Siria. Los tres se encuentran en el primer círculo del infierno, es decir, en el limbo, que es el lugar de los virtuosos no bautizados o nacidos antes de Cristo. Su castigo no es físico sino espiritual, ya que buscan poder ver a Dios en vano. Dante, pues, coloca a estos tres personajes musulmanes junto a una retahíla de personajes greco-romanos que él admiraba enormemente. Según explica Ziolkowski, Dante llegó a ser acusado de averroísta seis años después de su muerte. Y de hecho, en el cielo de la Divina Comedia está Siger de Brabante, un ferviente seguidor de las doctrinas de Averroes.

Dante conocía la obra y el pensamiento de los intelectuales árabes, se cree que gracias a las numerosas traducciones al latín y al castellano que Alfonso X el Sabio encargó. Incluso, muchos estudiosos creen que la Divina Comedia está inspirada en relatos de la literatura musulmana.

 

La inspiración musulmana de Dante

En el año 1919, el arabista español Miguel Asín Palacios publicaba un libro que, en aquella época, era tremendamente valiente y heterodoxo. En ‘La escatología musulmana en la Divina Comedia’ -entendiendo el término escatología no como el estudio de los excrementos sino como las doctrinas religiosas que tratan la vida después de la muerte- el erudito defiende la influencia que tuvieron los relatos escatológicos del mundo árabe en Dante analizando todo las similitudes entre algunas de estas obras y la Divina Comedia.

Palacios mostró las múltiples relaciones existentes, respecto al fondo e incluso la forma, entre la obra maestra de Dante y dos libros árabes escritos unos ochenta años antes: El ‘Libro del viaje nocturno’ y ‘Revelaciones de la Meca’. En estos libros se relata un viaje de Mahoma a las regiones infernales (Isrá) y después la ascensión a varios paraísos o esferas celestiales (Miráj). Son muchos los paralelismos que destaca Palacios entre estas obras y la Divina Comedia.

En una adaptación de la leyenda musulmana, explica el erudito, un lobo y un león cortan el paso al profeta, así como la pantera, el león y la loba hacen retroceder al poeta florentino. Si en la Divina Comedia Virgilio es enviado a Dante, Mahoma tiene de guía Gabriel para satisfacer su curiosidad. Además, al final, los dos guías son sustituidos. Beatriz guía a Dante en las últimas etapas y Mahoma, abandonado por Gabriel, sigue una guirnalda luminosa. En ambos relatos, dice Palacios, «el infierno es anunciado por señales idénticas: tumulto violento y confuso y ráfagas de fuego». Además, la arquitectura del infierno dantesco es «calcada» de la del musulmán. Ambos son una inmensa estructura con forma de embudo formada por una serie de pisos circulares que descienden hasta el fondo de la Tierra. Cada uno contiene una categoría de pecadores, con culpas y penas que se agravan a medida que se va descendiendo. Además, ambos infiernos están situados bajo la ciudad de Jerusalén.

Cuando Dante sale del infierno, se somete a una triple ablución para purificarse y poder elevarse hasta el paraíso. En la leyenda musulmana, las almas que quieren entrar en el cielo se someten también a una triple ablución, y son sumergidas sucesivamente en los tres ríos que corren por el jardín de Abraham. La arquitectura de las esferas celestiales a través de las cuales se asciende, explica Palacios, es también «idéntica» en los dos relatos. En los nueve cielos las almas están organizadas según sus méritos y finalmente se juntan todas en la última esfera, el empíreo.

La apoteosis final de las dos ascensiones también es la misma: «Los dos peregrinos, elevados hasta la presencia de Dios, nos describen a Dios como un foco de luz intensa, rodeado de nueve círculos concéntricos formados por hileras cerradas de innumerables espíritus angélicos que emiten rayos luminosos; una de las hileras circulares cercanas al foco es la de los querubines; cada círculo rodea el círculo inmediatamente inferior, y los nueve giran sin tregua alrededor del centro divino».

Es irónico que Dante, que condena Mahoma abriéndolo de par en par, escribiera el relato de su peregrinación hacia el cielo inspirándose en el viaje del profeta que contemplan las leyendas árabes y menciona el Corán. También es irónico que ahora los islamistas sientan animadversión por una obra maestra que se inspira en la literatura musulmana, y que sean incapaces de juzgar las ofensas a Mahoma dentro del contexto de la sociedad medieval.

EL TEMPS