Carta al obispo de Córdoba

Estimado, o no, obispo:

Soy vendedor de electrodomésticos y debo corregirte un error que has tenido en tu carta semanal. Has afirmado que “”la mujer tiene una aportación específica, dar calor al hogar”. Debo advertirte que te refieres a la estufa. Ésta puede funcionar con gas butano o a través de la electricidad y, efectivamente, tiene una aportación específica: dar calor al hogar. Si diera frío se le llama aire acondicionado. Y, si no da ni frío ni calor, pero es muy útil, se le llama libro. Es un extraño objeto lleno de palabras que, si se lee en una cantidad suficiente, sirve para diferenciar a las mujeres de las estufas. Por ejemplo, te invito a que leas el manual de instrucciones de una estufa para verificar que tengo razón. Pero, sobre todo, te invito a que conozcas a las mujeres. La inmensa mayoría de ellas son encantadoras (siempre hay alguna excepción, claro está). Si hablaras con ellas, si te interesaras por lo que piensan o sienten, quizá y sólo quizá, llegarías a la conclusión de que no tienen la aportación específica de dar calor al hogar. Su aportación específica al hogar y su aportación general a la sociedad es intentar que su pensamiento sea cada vez más libre porque con ello salimos todos muy beneficiados. Una vez conseguida (al menos en el mundo occidental) su incorporación a la formación académica, se trata de conseguir igualdad salarial respecto a los hombres e iguales condiciones respecto al acceso a cargos de responsabilidad. Algunas monjas te explicarían muy bien esa sensación de no poder alcanzar cargos de responsabilidad en la Iglesia católica. Lo llaman techo de cristal. Yo prefiero llamarlo putada. Putada enorme e injusta. Como es una putada que en el siglo XXI sigan teniendo voz aquellos que callados estarían más guapos. No sé si coges la indirecta.

Dices también en tu papiro semanal (le llamo papiro por causas obvias) que cuanto más varón sea el varón, mejor. Me dejas lleno de dudas. ¿A qué te refieres? Piensa que, en ocasiones, las ideas de un obispo están más sobrevaloradas que los penes grandes. ¿Te refieres a eso? Espero que no. Porque la masculinidad no es una variable continua (como la temperatura o la estupidez). Es una variable discreta. O eres hombre o no. Espero que, al menos, eso te quede claro. Lo que sí es una variable continua es la sensatez. Ésta puede aumentar o disminuir con catalizadores como los prejuicios. Prejuicios que nacen de la ignorancia y que, en muchas ocasiones, son alimentados por la maldad. Prejuicios que dificultan la convivencia. Prejuicios que te convierten en homófobo, racista o machista. Prejuicios que te deberían situar en la invisibilidad o en el silencio. Porque aquellos que alimentan los prejuicios con mensajes malvados, tienen una función específica en el hogar: pasar desapercibidos. Ora et labora, amiguito.

P.D. me confieso: no soy vendedor de electrodomésticos.

Carta al obispo de Córdoba #MachismoEnVena