Las leyes del Universo

Una parte de este artículo, columna o papel accidental será casi una copia, una traducción, un plagio descarado, de una información -irónica, posiblemente poco verídica, y que en todo caso hace pensar con un sólido y escéptico buen humor- leída hace poco tiempo en un diario europeo que no diré, por si acaso. Ustedes, con toda certeza, han oído hablar a menudo de la célebre ley establecida a finales de los años 1940 por un ingeniero de la Air Force de Estados Unidos, el capitán Edward A. Murphy, según la cual «if anything can go wrong, it will». O sea que, según la ley de Murphy, si algo puede resultar mal, resultará mal, todo aquello que pueda fallar, fallará, todo error que se pueda cometer, será cometido. Y más cerca de los días (¡y años!) Que vivimos en estos reinos y principados de Cataluña, de España o de Valencia: todo político o similar (como dirigente de una caja de ahorros o de un banco) que pueda hacer una tontería, la hará. La ley de Murphy también es conocida en su versión física más universal, según la cual «la tostada siempre cae por el lado donde está la mantequilla». Parece que se ha intentado explicar el fenómeno, de manera intuitiva, afirmando que la capa de materia grasa provoca una disimetría en la inercia o la aerodinámica de la tostada cuando cae, con los efectos previsibles a la hora de hacer ¡chaf! sobre el suelo. Y ahora viene la información alternativa que he leído, de carácter entre cósmico, cómico y moral. La información del diario hace referencia a un artículo del European Journal of Physics, donde se combinan la ciencia y el humor británico, resultaría que la mantequilla no es la culpable del caso, y que si la tostada cae por el lado que no querríamos, significa que las leyes de la naturaleza van en nuestra contra o, dicho de otro modo, que el Universo tiene un carácter profundamente maléfico. Ya me lo parecía, siguiendo los noticiarios, pero la cosa va más lejos todavía. El autor del artículo, Robert Matthews, analiza la dinámica de la tostada cuando cae de una mesa, con los componentes de deslizamiento, fricción, rotación, y todo lo necesario. Y la primera conclusión es que la rebanada de pan, en general, no tiene tiempo de dar un paseo completo. Podría haberse detenido aquí, y aplicar un corolario de la ley de Murphy: «La probabilidad de que una tostada caiga al suelo por el lado de la mantequilla es directamente proporcional al precio de la alfombra». Pero el autor es físico, y quiere ir al fondo del problema.

 

Con todas las fórmulas contundentes, el autor demuestra que el factor principal que provoca el lamentable drama de la tostada es la altura de la mesa. La cual está determinada por la altura media de los humanos, lo que es, en definitiva, un resultado de la evolución. El bipedismo o bipedia ha limitado nuestra talla por una cuestión de seguridad: si fuéramos mucho más altos (como una jirafa, pongamos por caso), cualquier caída implicaría un riesgo seguro de romperse algún hueso. Por lo tanto, la altura de la mesa depende de la resistencia de nuestros huesos a las caídas, es decir, de la estructura de la materia, que en último extremo es cosa de la coherencia de los átomos, y finalmente de las leyes de la gravitación. En conclusión, todos los organismos humanos están destinados a sufrir la ley de Murphy, aplicada a las tostadas, debido a las constantes fundamentales del universo. Para comprobar experimentalmente sus estudios, el autor hizo un test masivo para el conjunto del Reino Unido. Y el resultado fue que, sobre muchos miles de tostadas, el 62% tocaron tierra por el lado de la mantequilla. Más que la proporción del azar, ciertamente, pero no lo suficiente para la teoría. La explicación es que el 38% restante tenían la mantequilla por lado que no tocaba. Y así, si aplicábamos la teoría y la experiencia en el caso de la acumulación de desastres que nos afectan de cerca, el resultado sería, con un grado de certeza aproximativo, que las leyes del universo aplicadas a nuestros políticos (desde concejales hasta presidentes del gobierno), gestores de cajas y bancos, promotores inmobiliarios, inversores fantasiosos y voraces, y algunos millones de ciudadanos insensatos, han producido más de un 60% de víctimas necesarias de la ley de Murphy, junto a cerca de un 40% que pusieron la mantequilla, es decir, el dinero, en el lugar equivocado. Y así, con el 100%, las leyes del universo se han cumplido de manera implacable. Sonría un poco, por favor.

 

El Temps