Donde comen dos comen tres

Una notaría de Brasil ha reconocido la “unión civil” de un hombre y dos mujeres, el tradicional combinado que durante mucho tiempo denominamos ménage à trois y que ahora llaman, mayoritariamente, trío, por influencia tanto del mundo de la lotería –el Trio de Loteria de Catalunya tuvo una clara influencia, a finales de los ochenta– como del de la música, donde, además de los dúos, abundan los tríos (e incluso los cuartetos, los quintetos y los sextetos).

 

El diario brasileño Folha de S. Paulo explica los detalles: el contrato ha sido firmado en el estado de São Paulo, equivale al contrato a dúo del matrimonio habitual y los términos precisos con los que denominan esa combinatoria son “trío amoroso estable” y “unión poliafectiva”. (Precioso lo de “unión poliafectiva”.) En caso de divorcio, los tres contratantes han pactado la separación de bienes. Hay que recordar que en Brasil no hay ningún impedimento para ese tipo de matrimonios, porque la Constitución brasileña no establece ningún principio de monogamia, como sucede en otros países. Maria Berenice Dias, vicepresidenta del Instituto Brasileño de la Familia, dice que la monogamia es simplemente una costumbre cultural, una tradición, y que el Código Civil brasileño sólo prohíbe las bodas entre personas ya casadas, y estos tres no estaban casados con nadie, antes. “Estas personas trabajan y contribuyen y se les tienen que garantizar los derechos que les corresponden”, remata.

 

De jovencito, cuando un servidor vivía preocupado por el hecho de que a las chicas que me gustaban les gustaban también otros chicos, cavilaba la posibilidad de poder organizarlo más allá del arquetípico dúo. En aquella época me fascinó Jules et Jim, la película de François Truffaut. Era mi modelo soñado de conducta. Estaba enamorado de Jeanne Moreau y no sabía nunca si me tocaba identificarme con Henri Serre o con Oskar Werner. Poco a poco fui creciendo y sabiendo que el trío no es una práctica excepcional. Supe que vivieron felizmente en trío el glorioso almirante Nelson, la señora Emma Hamilton y su marido oficial, sir William Hamilton. Que también vivieron así Ezra Pound, su esposa legal, Dorothy Shakespear, y la amante de esta, la violinista Olga Rudge. Que también fueron trío Max Ernst, Paul Éluard y la Gala que más tarde se liaría con Dalí. Y Henry Miller con June Miller y Anaïs Nin. Y que muchas otras personas se dedicaron a ello: Huxley, Nietzsche, Mayakovski, Carl Jung, Picasso, Kerouac, George Bernard Shaw, ¡e incluso los padres de George Bernard Shaw! De hecho, en Brasil no han hecho sino –más allá del concepto plano de las dos dimensiones– reconocer y legalizar el hecho de que en el mundo hay una realidad tan evidente y conocida como la tercera dimensión.

 

http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120905/54346329350/donde-comen-dos-comen-tres-quim-monzo.html