Cardús: «El compromiso CiU-ERC está a prueba de cualquier adversidad»

Salvador Cardús es doctor en Ciencias Económicas, profesor titular de sociología en la UAB y periodista. Combina su actividad profesional con una destacada presencia en los medios de comunicación como tertuliano y articulista. También forma parte de diversos colectivos de divulgación soberanistas como ‘ElClauer.cat’ y ‘La Fábrica’.

 

¿Estamos preparados para hacer la consulta sobre la independencia en 2014?

Sí, pero también es evidente que hay cosas en la vida que nunca estás preparado del todo. Es como preguntar a una pareja si están preparados para ser pareja o padres. Hay cosas que las aprendes a hacer cuando las haces. La transición nacional la aprendemos mientras la hacemos. Es imposible que estuviéramos antes preparados porque ni nos lo habíamos planteado. Y estamos yendo muy deprisa, se están haciendo muchas cosas muy bien hechas, y estoy seguro de que cuando llegue el momento decisivo estaremos mucho más a punto que ahora.

 

¿Y qué estrategia se debe seguir para celebrar la consulta?

No tengo una posición clara y definida en ningún sentido. En todos los casos hay pros y contras. Pienso que se debe hacer lo antes posible, pero hay que hacerlo bien. Yo también tengo prisa, pero esta prisa no debería hacer precipitarnos y hacerlo mal. El tempo lo marcará nuestra capacidad para avanzar de manera correcta sin cometer errores. Sobre el momento, está claro que coincidir con Escocia tendría la ventaja de la internacionalización, pero también tiene algún inconveniente, porque el tiempo tampoco nos lo pueden marcar desde fuera. Ellos llevan más tiempo en el asunto y en nuestro caso es un poco insensato querer fijar una fecha ya. Es muy posible, tal como van las cosas, que nos convenga hacerlo antes que los escoceses.

 

Si finalmente nos impidieran celebrar la consulta, ¿la declaración unilateral de independencia sería la única alternativa posible?

Hay posibilidades jurídicas para la consulta porque todos los expertos dicen que las hay, pero depende de la voluntad política y es muy difícil imaginar un cambio en los partidos políticos mayoritarios de España. Es muy complicado que se pueda hacer en las condiciones necesarias. Aunque no se puede decir nunca, porque en esto de la política pueden pasar muchas cosas. Si en unas elecciones plebiscitarias queda muy claro lo que proponen los que quieren la declaración unilateral y tiene un apoyo mayoritario, encajaría también perfectamente en una lógica democrática.

 

¿Somos conscientes del adversario que Cataluña tiene delante y de las herramientas que tiene?

Es posible que no tengamos exactamente tomada la medida de hasta dónde son capaces de llegar los que quieren impedir este proceso. No tenemos ni una opinión común al respecto. Hay catalanes que van con el lirio en la mano y piensan que con una declaración pasado mañana en el Parlamento todo ya estaría hecho. Hay otros que ponen tantas pegas y ven un adversario tan fuerte que prácticamente lo que hacen es boicotear o sabotear la misma aspiración hacia la independencia. Hay opiniones para todo, a veces de buena fe y a veces malintencionadas, por un lado y por otro. No es posible anticipar la magnitud de lo que está pasando porque no está escrito en ninguna parte que las cosas tengan que ir de una manera determinada.

 

¿Y el pacto CiU-ERC está blindado por encima de cualquier desacuerdo?

Mientras al frente de ERC esté Oriol Junqueras y ante CiU y del gobierno haya Artur Mas, sí. Son dos personas de una solidez extraordinaria. Era difícil imaginar una mejor situación desde el punto de vista del liderazgo político de las dos fuerzas principales. Estamos ante un pacto sólido. Cuando se tambalea, a veces no sabemos si es que alguien por detrás lo está moviendo o es que a veces a unos y otros también les conviene simular tensión para que no parezca que está todo dado y bendecido. El compromiso de Mas y Junqueras está a prueba de cualquier adversidad.

 

¿Pueden afectar al proceso las tensiones internas que de vez en cuando sufre CiU? Especialmente con las relaciones de CDC con Josep Antoni Duran Lleida…

El proceso conduce necesariamente, con independencia de las personas, que se tense la sociedad catalana en su conjunto, la vida parlamentaria y los partidos. El día que hayamos dado este paso se deberá recomponer el mapa político del país. Y es lógico que cuando se avanza hacia un objetivo que conllevará cambios, se acentúen las tensiones. Pero la sangre no llegará al río, al menos hasta el día D.

 

¿Le preocupan los últimos movimientos del gobierno a favor del diálogo?

El gobierno está en una situación dramática desde el punto de vista financiero. Y tenemos que llegar vivos, aunque sea arañados, al final del proceso. El gobierno tiene que dialogar, aunque creo que el verbo negociar es menos poético y significa tocar más con los pies en el suelo. Se negociará con el gobierno central las posibilidades de supervivencia. Entre otras cosas, aprovechando que el gobierno central también necesita que nos mantengamos vivos. Hay una situación de equilibrio mayor de la que parece. El Estado no puede castigar más de la cuenta sin castigarse a sí mismo. Pero esto no tiene mucho que ver en el proceso hacia el Estado propio. Ha habido intencionalidad política por parte de algunos grupos de aquí mismo que han querido presentar el diálogo como una nueva etapa de relajamiento de la voluntad del Estado propio, pero es una lectura absolutamente interesada y sesgada de la que no se n tiene que hacer caso.

 

¿El gobierno español nos quiere engañar con una nueva financiación?

Me temo que el margen de maniobra que tiene el gobierno español es tan pequeño que se le verá el plumero enseguida. Nos tendremos que ir acostumbrándonos a muchos intentos de intoxicación de la opinión publica, para debilitar el estado de ánimo. Si su respuesta es una nueva financiación, quiere decir que nos conocen poco, porque significa que piensan que somos como éramos antes. Ha habido un cambio radical en la psicología política del catalanismo y de los catalanes, en los últimos años.

 

Usted sostiene que el independentismo crece por un sentimiento de humillación a los catalanes. ¿Muchos de estos nuevos independentistas podrían dejar de ser serlo si España nos tratara mejor?

Sufrimos una situación de maltrato y desconsideración que es muy larga en el tiempo y que nunca había provocado una reacción de este tipo. El expolio fiscal está denunciado hace más de cien años. Y la reacción se produce cuando la actitud de España pasa de sólo estrangularte, a estrangularte y humillarte. El momento clave, simbólicamente, es aquella intervención de Alfonso Guerra diciendo que habían pasado el cepillo al Estatuto. El cambio de ahora es que por primera vez el país deja de reaccionar como lo había hecho siempre, y que la gente muestra una respuesta en positivo. El desencadenante es la humillación, y por primera vez reacciona de una manera que el adversario, aún ahora, no ha entendido.

 

¿Se puede ampliar aún más el independentismo sociológico?

La partida no está terminada. Es un proceso abierto, en doble sentido. Todavía hay un 10-15% de independentistas que en una situación de mucha presión y crispación podrían echarse atrás. Por otro lado se ha producido una novedad, y es que hay mucha gente que quiere la independencia sin ser independentista. Ven como natural la aspiración a la independencia sin haber tenido que hacer un recorrido ideológico, una conversión o adscripción política dura. Ha pasado a ser de sentido común. Este campo todavía está abierto, porque hay espacios profesionales, institucionales, como la universidad, y territoriales, donde hay un buen camino por recorrer.

 

Usted es miembro del Consejo para la Transición Nacional. ¿Qué hará allí?

Estoy a la expectativa de lo que pueda ser la dinámica de trabajo. Aún es pronto. Pero quiero pensar que la elección de mi persona es por razones profesionales, porque me dedico a la sociología, tengo conocimiento del país y de la sociedad catalana. Estamos viviendo un cambio de una dimensión política básica, que también tiene unas implicaciones sociales de primer orden e imagino que se ha querido cubrir esta dimensión más social del proceso.

 

 

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