¿Un servicio de inteligencia para la transición nacional?

‘Allí donde no hay sangre, no se hacen butifarras’, dice el refrán. Y si lo miramos de esta manera, es cierto que vamos preparando una gran butifarra a un Estado que nos ha maltratado tanto como ha podido y que ha tratado de humillarnos como pueblo. Lo decíamos hace un tiempo de otra manera: para hacer una tortilla hay que haber roto los huevos. Digamos sangre, huevos o castañas, pero la cosa ya va tomando forma. Nadie podía pensar que haríamos algo tan grande sin desmelenarnos. ¡Eh! ¡Ni el presidente Mas! Es normal que después de unos cuantos advertencias para espantar un poco al personal, finalmente quieran tratar de tumbar al capitán de la nave.

Ahora que nadie haga el sorprendido. Las escenas de indignación se pueden dejar de lado si no se quiere hacer el ridículo. Nos hemos quedado hartos de avisar que esto no era ninguna broma y que los lirios se tenían que quedar en casa. Hemos votado, hemos votado en masa y hemos votado en masa para dotar a los dirigentes políticos de la transición nacional de una legitimidad muy clara a fin de avanzar unilateralmente hacia la independencia. Sí, aún falta el mandato democrático que marque la temperatura definitiva del independentismo. Pero los partidos comprometidos con la soberanía de Cataluña recibieron instrucciones bastante claras el 9-N.

La independencia no se ha conseguido. De ahí en verano de 2015 nos lo jugamos todo. En estos seis largos meses puede pasar cualquier cosa. Y aún hay riesgo de fracaso. Estamos más cerca de la victoria que de la derrota. Pero si alguien se entretiene mirando los juegos de manos que hacen en Madrid con las posibles aritméticas españolas tras las elecciones españolas, habremos bebido aceite. Quien tenga la tentación de esperar gobiernos en minoría en Madrid para conseguir algo, se engañará solito. De España, ha quedado claro que no se puede esperar nada bueno. Por lo tanto, debemos hacer el camino prescindiendo de su calendario. Aplazar la ruptura no traerá sino más problemas.

Ahora hay que ir de frente a la barraca. Consolidar la mayoría independentista con una campaña como no se ha visto nunca en Cataluña. Pienso que la lista unitaria sería la mejor manera de ser un pueblo que camina unido hacia la libertad. Pero si alguien sabe encontrar una manera mejor de hacerlo, estaré encantado de conocerla. De momento, no me lo han explicado. En todo caso, las elecciones, si se ganan con la contundencia que hace falta, abrirán un periodo muy duro y esperanzador al mismo tiempo.

Un período duro, sí. Si hasta ahora el gobierno español y todos los aparatos de estado que tiene a disposición nos han hecho la pascua, a partir de ese momento tratarán de hacernos la vida imposible. No es ninguna expresión retórica; querrán hacernos la vida imposible de verdad. Activarán todos los mecanismos que tengan a su alcance para aniquilarnos por la vía económica, financiera, política, jurídica, cibernética, logística, energética… Y la pregunta es: ¿estamos preparados para ello?

El ataque cibernético del 8 y 9 de noviembre fue un aviso de que se pudo detener por el buen trabajo del Cesicat, que diría que iba bien asesorado. ¿Pero tenemos los mecanismos para resistir el asedio del Estado en el momento más fuerte e intenso de la transición? Y, una pregunta más importante aún: ¿estamos dispuestos a activar los mecanismos de autodefensa necesarios? Cada vez que se ha hablado de estructuras de Estado sensibles, como es el servicio de inteligencia, demasiada gente ha hecho aspavientos y no quiso saber nada más. Y día vendrá en que nos daremos cuenta de que hace más falta que lo creemos.

La revolución la haremos con la sonrisa, pero para ganar hará falta un poco de mala baba. No quiero decir ser hoscos, ya me entendéis. Quiero decir que es importante llegar a la mesa de negociación -con España o con la comunidad internacional- con un grado de información estratégica suficientemente alto como para no hacer el tonto. Y esa es la labor de los servicios de inteligencia: analizar toda la información disponible, conseguir la sensible y extraer conclusiones que permitan adelantarse a los movimientos de los adversarios. No conozco ningún país que haya logrado la independencia sin un servicio de inteligencia, aunque fuera embrionario, civil y de voluntarios. Quizá Cataluña será la excepción. Pero tengamos claro que para ello será necesario coraje, determinación, inteligencia y unidad.

VILAWEB