Salvador Cardús, la doctrina de la épica

Salvador Cardús.

El proceso genera ilusión, a veces quizás demasiada. «El ilusionismo ilusionado», dijo Joan Herrera. Esto ocurre porque hay personas que han esperado 300 años para la ruptura con España. Estas personas no estaban físicamente hace tres siglos, ni hace un siglo, pero sí estaban en espíritu. Esta épica tiene un estandarte en el mundo tertuliano, Salvador Cardús. Son muchos años trabajando para alcanzar el Estado propio. Cuando los independentistas eran una minoría y motivo de condescendencia o de escarnio, Cardús ya destacaba por creer en él y defenderlo con todas las armas simbólicas e intelectuales. Economista y sobre todo sociólogo de prestigio, Cardús es un referente de los ideólogos del proceso, un grupo que ha intentado durante décadas convertir Convergencia en el conductor hacia la independencia.

Cardús es un señor tranquilo. Elegante, pulido, bien afeitado, parece que esté constantemente preparado para salir de casa para comprar el roscón y el periódico. Cardús escribe en el Ara y La Vanguardia. Su transición de El Punt Avui al Ara parecía lógica para comunicar que el soberanismo es moderno y transversal. La colaboración con La Vanguardia parece una carambola de los juegos de intereses entre editoriales y gobiernos. En los inicios de combinar la colaboración entre los dos medios, la munición independentista de gran calibre la reservaba para el primero, pero con el tiempo se ha ido soltando del diario del Grupo Godó. Es similar el caso de Josep Ramoneda , que a veces parece proyectar el arrebato nacional en el Ara y los análisis más ponderadas para EL PAÍS.

 

Estatuir Cataluña

Cardús nunca grita, tiene cara de ser buena persona y pacífico. La masa soberanista le quiere. En Terrassa, su ciudad natal, hasta le han dedicado un ‘kiliki’. En su página de Internet hace un recuento de los libros que ha prologado: cincuenta prólogos. El reconocimiento a su esfuerzo por la causa ha llegado con su nombramiento como miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN); una tarea vocacional, con la única remuneración de la emoción de servir a la patria. Antes de crearse el CATN, Cardús fue de los primeros que marcó la agenda política del proceso con un informe publicado en noviembre de 2012 -dos meses después de la Diada que lo cambió todo- y titulado ‘Estatuir Catalunya. Las acciones para establecer un nuevo Estado».

Construye sus artículos sobre el proceso como si fueran fascículos de la hoja de ruta. El 9 de marzo publicó en  Ara un análisis sobre los indecisos. Cardús planteaba que el concepto del indeciso es un invento del unionismo. En el mismo artículo desarrollaba esta idea con un estilo pseudoacadémico que, si no eres adicto al tema, te hace desconectar: ??»Es cierto que las grandes movilizaciones han recurrido a la simbología nacional. A qué, si no? Pero el actual relato a favor de la independencia ha estado estrechamente vinculado al objetivo de la radicalidad democrática y al de la prosperidad y la justicia social. Y no sólo el relato, sino que es obvio que el giro soberanista de la sociedad catalana la ha provocado la baja calidad de la democracia española, el maltrato fiscal a partir del momento que ha empobrecido nuestros servicios públicos y, claro, la ofensa sistemática a la dignidad nacional «.

«Radicalidad democrática», «ofensa sistemática a la dignidad nacional» son recursos épicos recurrentes en Cardús. Naomi Klein creó la teoría de la doctrina del shock: «El capitalismo aprovecha las crisis de primer orden, o el estado de choque, para vender al mejor postor los pedazos de la red del Estado». España sufre una crisis y el soberanismo lo aprovecha para construir su golpe de efecto. Es la doctrina de la épica.

 

«La gloria que nos espera»

Cardús no sólo es un observador de los acontecimientos, es parte activa de los mismos. Él estaba en primera fila de la comitiva de recepción de Artur Mas en la plaza Sant Jaume cuando en septiembre del 2012, después de una reunión con Mariano Rajoy, el presidente volvió de Madrid dando por enterrada la negociación del pacto fiscal. De aquella negociación exprés, Cardús aseguró, desde la doctrina de la épica, que era «un pacto fiscal inútil, que no habría hecho más que alargar nuestra agonía nacional».

Cardús también participó en el mitin de final de campaña de CiU de noviembre de 2012. Dio apoyo a la candidatura de Mas comparando la ruta hacia la Ítaca catalana con la heroica expedición de Ernest Shackleton: «Todos sabemos que son tiempos difíciles, tan difíciles como es la gloria que nos espera. A usted que le gustan las metáforas náuticas, déjeme que le explique una. Ernest Schackelton, para encontrar tripulación para su última exploración en la Antártida, el año 1916, puso un anuncio por palabras en el periódico The Times que decía: «Se busca tripulación para viaje peligroso. Sueldo bajo, frío intenso, largos meses de oscuridad completa, peligro constante» … Pero al final del anuncio, decía: «Honor y reconocimiento en caso de éxito». Presidente, para aquel anuncio se presentaron 5.000 voluntarios. Y a usted, presidente, sin ningún anuncio, el Once de Septiembre de este año le vinieron buscar un millón y medio de catalanes … Presidente, el 26 de noviembre [al día siguiente de las elecciones], a primera hora, zarpamos». Estas toneladas de épica y gloria fueron compensadas por la actuación precedente, de Lloll Bertran, que cantó una versión de la banda sonora de los Pitufos titulada Los catalanets.

 

Parks, Churchill, Mandela y Vidal

Cardús está abonado a establecer paralelismos entre el proceso y momentos históricos en la lucha por los derechos humanos. En el homenaje a Santiago Vidal del 8 de marzo, el sociólogo comparó la rebeldía de Rosa Parks contra la segregación racial con la suspensión del juez. En un mensaje grabado en Vilaweb en enero de 2014, Cardús hizo uso de Churchill: «Nosotros somos un pueblo valiente, lo hemos sido siempre. Siempre conviene recordar aquel famoso discurso de Churchill en 40: «No quiero menospreciar el sufrimiento del nuestro pueblo, pero ya me gustaría que tuviéramos el coraje que tuvieron los barceloneses en el 38»». En ese mismo vídeo, Cardús insistió en que había que «internacionalizar el conflicto» -es uno de los mantras de los ideólogos del proceso-, como si se tratara de la mediación de la ONU en el Sahara. También aseguró que votar «sí sí [el 9-N] es un regalo de los dioses».

Las citas de Nelson Mandela son un instrumento frecuente en los discursos de los partidos independentistas, de CDC a la CUP. Cardús también lo ha hecho, en ponencias o en Tweets como esta del 8 de diciembre de 2013: «Mandela:«para vencer al adversario, hay que conocerlo». Nosotros conocemos España, ellos no conocen Cataluña». Para entender el mensaje primero habría que saber cómo evalúa su autor el conocimiento que tienen de España los catalanes, y viceversa. Una pista la encontramos en la conferencia que Cardús impartió al simposio «España contra Cataluña», en 2013. En esta «lección de clausura», Cardús se esforzó en demostrar la humillación que ha sufrido Cataluña en manos de España desde los gobiernos de Aznar. Cardús proyectó una foto de los miembros del Tribunal Constitucional en los toros, declaraciones de políticos como Alfonso Guerra, José Antonio Monago y del embajador español en el Vaticano en las que éste aseguraba que los niños catalanes eran como los judíos perseguidos por los nazis. Cardús añadió que tiene «un archivo inmenso de este tipo de documentos».

 

A punta de pistola y de Constitución

Establecer puntos en común entre Rosa Parks y Santiago Vidal no es un error porque Cardús lo expresa con pleno conocimiento de causa, habiéndolo analizado a fondo. Pero hay expresiones de Cardús que, por más obsesionado que esté por rasgos identitarios o por más dolido que esté por los últimos 300 años de la historia de Cataluña, no se explican racionalmente. En Twitter, este sociólogo, miembro del CATN, del Instituto de Estudios Catalanes y autor de una cuarentena de libros, ha soltado ideas sorprendentes como esta: «La corrupción en Cataluña es una consecuencia de la españolización del país las últimas décadas. ¿De qué fundación era patrón, Millet? De FAES». Los catalanes, por tanto, si somos ladrones, es por influencia de España. Y si de Millet se debe destacar algún vínculo político, es su pertenencia a la fundación del PP.

Del mismo género fue este mensaje de agosto de 2014: «¿Cómo se puede querer convertir y hacer creer en una religión a punta de pistola? ¿Cómo se puede querer hacernos ser españoles a punta de Constitución?». Vincular la violencia del Estado Islámico con la monolítica Constitución española no forma parte de la doctrina de la épica, es un mal día que todos podemos tener en Twitter, y más si en casa convivimos con un «archivo inmenso» de sandeces del nacionalismo español.

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