La independencia y los simios vestidos

Newton dedicó reflexión y análisis a la tensión en las cuerdas, pero todo el que intuitivamente tiene nociones de física sabe que la cuerda se rompe por el punto más flojo, de la misma manera que la consistencia de una cadena es la de su eslabón más débil. Acabamos de ver la fragilidad de la mayoría que hay en el Parlamento. Sometida a las tensiones de la historia, el eslabón débil cedió y se rompió la cadena.

¿Puede haber soldadura o reparación? Difícil, porque seguramente nunca fueron una cadena, sino dos piezas separadas y diferentes, y cada pieza recibía tensión en dos direcciones diferentes. Una pretendía un proceso de soberanía nacional y la otra una revolución anticapitalista.

Las imágenes del Parlamento catalán son más elocuentes que cualquier análisis político o ideológica. Los parlamentarios de JxSí y de la CUP visten diferente, llevan peinados o barbas diferentes, tienen formas diferentes y un lenguaje corporal diferente… Se puede decir que hay un interés en mostrar a través de la imagen que tienen culturas diferentes, son diferentes grupos humanos que tienen interés en mantenerse distantes. Y a veces lo que muestran tanto las palabras como el lenguaje corporal es algo parecido a la hostilidad. No es que se quieran, es que muestran que no desean quererse.

Si en vez de un analista político, que debe ser algo diferente de eso que llaman ‘politólogos’, un antropólogo o etólogo observara esta asamblea, probablemente no sólo detectaría la existencia de estos clanes de primates, sino que deduciría que tienen intereses contrarios desde el punto de vista de su existencia como grupo. Concluiría que unos y otros tienen miedo de que el acercamiento entre los clanes suponga la desaparición del propio; y que, aunque con las palabras dicen ser aliados, sus gestos son los de rivales en competencia. Creo que a eso responde la ruptura escenificada en torno a los presupuestos.

También podríamos analizar las diferencias ideológicas y políticas, claro. Se me ocurren relaciones con tradiciones históricas de la izquierda catalana, pienso en una nueva generación de políticos… Pero quizá todo esto son excusas o no es tan importante, ya que la diferencia entre los humanos y los otros simios es que tenemos mucha retórica que vela, oculta y mistifica los mismos deseos y demandas que tiene cualquier otro mono más peludo.

Lo importante es que la gente no es tonta, y cualquiera percibe esta desunión profunda en lo que necesitaría ser un bloque unido para algo tan trascendental desde un punto de vista histórico, económico y social como es construir un Estado propio. Es algo que tiene implicaciones serias no sólo en los intereses de empresas y trabajadores sino en todos los proyectos de vida. Es una decisión grave que pide seguridades y confianza en la máxima responsabilidad de sus conductores. Temo que esto es justo lo contrario de lo que muestran las dos candidaturas que dicen que colaboran en este propósito conjunto.

Las fuerzas con las que quiere contar el proceso político para construir un Estado propio, las dos candidaturas que pusieron precisamente este presidente y no otro, no satisfacen las demandas básicas que cualquier sociedad plantea ante esta empresa: unidad, capacidad y liderazgo claro.

Creo que esta es la principal explicación del sentimiento del conjunto de la sociedad catalana que muestran tanto las elecciones como los sondeos. No hay una mayoría que apoye a avanzar con este proceso. No genera suficiente confianza.

Aparentemente, no hay ninguna razón para querer seguir en un Estado en el que realmente Cataluña es tratada como una realquilada, un Estado en el que la cultura nacional y social está teñida de un anticatalanismo tan evidente que negarlo es un chiste cruel, en que los intereses catalanes son maltratados de manera humillante, en que el gobierno y todo el sistema institucional no ofrece salida a sus demandas, en el que ningún partido en el gobierno o en la oposición dan garantías de que en un futuro estas demandas se tratarán con más ecuanimidad, sin ofrecer sólo buenas palabras… no hay ninguna otra razón para preferir seguir dentro de este Estado que no sea la debilidad y la fragilidad política del independentismo. No creo que los catalanes ignoren su situación en España ni lo poco que pueden esperar del Madrid de los poderes, pero no se atreven a confiar tampoco en la oferta de un camino que no ven seguro.

Esto explica que muchas personas que se sienten ofendidas y maltratadas como ciudadanos y que salieron a las calles a mostrar su rabia cívica prefieran dar el voto a formaciones que no les ofrecen otra cosa que alguna forma de referéndum. Un referéndum que permita el propio Tribunal Constitucional que rechaza ley tras ley de este Parlamento catalán. Simplemente son ciudadanos que no confían en las garantías que ofrece el independentismo. Y, por ello, dan su voto a quien reduce el problema existencial de la nación catalana, con sus dimensiones políticas, económicas y culturales, a poder celebrar un día una votación sin ninguna garantía y en las condiciones que tolere el Estado.

Si al final buena parte de la ciudadanía consciente acepta reducir toda la historia de Cataluña y todos los problemas actuales de los catalanes a pedir un referéndum, no es porque esté ciega, sino porque no ve que le ofrezcan una salida alternativa viable. A los simios no nos gustan los precipicios.

La democracia es vivir libremente y poder tomar opciones, y una opción es algo viable, que se puede realizar. Me parece que esa mayoría parlamentaria que dice que apoya al presidente no puede o no quiere hacer lo que dice que pretende. Tal vez me equivoque.

ARA