Héctor López Bofill: ‘El RUI puede hacer descarrilar el proceso definitivamente’

Entrevista al profesor de derecho constitucional y escritor, que alerta sobre los peligros del pensamiento mágico en el proceso de independencia

El referéndum unilateral de independencia (RUI) está sobre la mesa de los actores principales del proceso hacia la independencia. Varios opinantes y expertos lo habían defendido meses atrás y ahora la CUP y la ANC lo han recuperado como una posible salida a las dificultades de entendimiento institucional, con la vista puesta sobre la cuestión de confianza del presidente Carles Puigdemont. Si bien hasta ahora se han escuchado opiniones favorables y algunas dudas, el doctor en derecho, jurista, escritor y profesor de derecho constitucional de la UPF Héctor López Bofill considera que es un error grave que puede acabar haciendo descarrilar definitivamente el movimiento independentista. López Bofill alerta de la falta de validez que tendría el RUI en el terreno de la legalidad y acusa a los defensores de obrar con un pensamiento mágico. Además, considera que es una estrategia que volvería a trasladar la responsabilidad sobre los ciudadanos y los funcionarios en lugar de los 72 diputados que tienen un mandato desde el 27-S. López Bofill pide que pensar en términos de poder.

 

-El Referéndum unilateral de independencia ya está sobre la mesa del proceso. ¿Lo compra?

-De ninguna manera. Creo que esto no aporta nada nuevo a la consulta del 9-N. Al contrario, seguramente todo lo que se ganó entonces se puede perder. No veo que la propuesta aporte nada. Porque no habrá ningún referéndum pactado, y este que proponen ahora es unilateral al margen de la legalidad española pero en el Estado español. Dentro del Estado español un referéndum como éste tendría la validez que le confiera el Estado español. Es decir, ninguna. Aunque los promotores digan lo que quieran.

 

-¿Por qué será ilegal?

-Será un referéndum ilegal porque se hará en el Estado español contra la legalidad española. Esto implicaría que el unionismo no participaría. No veo ningún motivo para el que el unionismo no boicotee el referéndum como ya hicieron en 2014. Y, finalmente, me parece que sería una irresponsabilidad de los 72 diputados elegidos con el mandato de hacer la independencia trasladar el riesgo y las consecuencias penales de la desobediencia a la ciudadanía y a los funcionarios.

 

-¿Y no serviría para legitimar la independencia?

-Es que la legitimación del acceso a la independencia, en el momento en el que no se puede hacer un referéndum acordado, viene por otras vías. De entrada, porque la mayoría independentista ya tiene legitimidad desde el 27 de septiembre. Y esta es otra cuestión que hay que recordar. En cualquier caso, unas elecciones parlamentarias, en el contexto en que nos encontramos, confieren una legitimidad superior a cualquier referéndum ilegal dentro de la constitución española. Otra cosa es que se produjera una ruptura del orden constitucional español y entonces se hiciera un referéndum exigido por la comunidad internacional, en la que esta comunidad internacional en pusiera las condiciones y los avales bajo una legalidad perfilada por el parlamento y el gobierno catalanes.

 

-Los promotores del RUI dicen que sería una posibilidad.

-Sería una historia diferente de la de algunos casos que los defensores del RUI ponen como referencia. Porque la situación y el contexto eran muy diferentes de los nuestros. La ruptura con el sistema constitucional español es inevitable si se quiere hacer la independencia. Y el esfuerzo de esta ruptura debe venir propiciado en el contexto de una declaración de independencia. No en el contexto de una votación que se puede perder.

 

-La hoja de ruta decía: proclamación de independencia al final de los 18 meses; aprobación de leyes de desconexión; elecciones constituyentes; elaboración de la constitución; ratificación constitucional por referéndum. ¿Este es el camino a seguir?

-Yo creo que es el camino, siempre que se entienda que la proclamación de independencia es una declaración de independencia. Esto ha sido discutido por los actores políticos de nuestro país, pero en el lenguaje del derecho internacional público sólo se entiende el concepto de declaración. Y esta declaración es la que abre la puerta al reconocimiento de los otros estados. Si la proclamación es sinónimo de declaración, creo que es la única vía posible. No llegaremos a la independencia sin una declaración de independencia.

 

-Los defensores del RUI dicen que serviría para internacionalizar el acceso a la independencia en términos políticos. ¿No está de acuerdo?

-El RUI sería un referéndum de feria. Tendría una participación baja porque el unionismo no entraría en el juego. Ya pasó el 9 de noviembre de 2014. Y eso te deja sin legitimidad desde la perspectiva democrática. Además, no creo que la legitimidad democrática de un referéndum sea determinante para la comunidad internacional, teniendo en cuenta las circunstancias políticas. Aunque estemos en Occidente en un contexto de democracias liberales, los ejemplos que tenemos de referéndums unilaterales de independencia están en las repúblicas ex-soviéticas y ex-yugoslavas. Y se hicieron en medio de la descomposición de los estados respectivos. Y entonces las potencias mundiales estaban interesadas en que se hicieran referéndums de independencia para visualizar las mayorías secesionistas.

 

-No son situaciones comparables…

-Este no es nuestro contexto. Estos casos no son comparables en ningún sentido con el nuestro. Uno de los temores que tengo es que hagamos este gran esfuerzo de hacer un referéndum unilateral, que fuera mínimamente bien -una participación por encima del 50% con todos los votos favorables- y que Alemania, Francia, Reino Unido y compañía mirasen hacia una otra parte. No tendrían ninguna obligación de reconocer el resultado porque se habría hecho sin legalidad. Ya sabemos que no harán ningún esfuerzo por nosotros.

 

-¿Qué condiciones serían imprescindibles para dar legitimidad internacional a la independencia?

-En derecho internacional público, lo que cuenta es el control del territorio y la población por parte de un gobierno establecido. Es decir, el control efectivo del territorio. Que el gobierno pueda ejercer el poder en un territorio determinado. Y que la gente cumpla las normas puestas por esta institución de poder. Esto es lo que abre la puerta al reconocimiento internacional después de una declaración de independencia. Este es el criterio del derecho internacional de ayer, de hoy y de siempre. Piense que hay muchos estados que no son democráticos y tienen peso en la comunidad internacional. Si se quiere la secesión, se hará como lo han hecho todos los estados hasta la fecha.

 

-¿Quiere decir que no se pueden hacer experimentos?

-El camino no es inventar fórmulas nuevas. Parece que hacemos un concurso a ver quién puede redimir a la humanidad inventando nuevas formas de hacer un Estado. Un Estado es una entidad que ejerce el monopolio de la violencia física, como decía Max Weber. El Estado catalán deberá demostrar ante la comunidad internacional que tiene capacidad de ejercer este monopolio. Esta es una condición necesaria. La cuestión del referéndum, especialmente si éste es unilateral, es algo de consumo interno.

 

-¿Y no debe haber una nueva expresión de esa mayoría?

-Es muy difícil hacerlo inmediatamente después de unas elecciones como las del 27 de septiembre, porque España tiene un conjunto normativo dedicado a reprimir la expresión de esta mayoría. Teniendo en cuenta que no acepta referendos de secesión, pone todas las trabas contra la expresión de la mayoría tal como se puso de manifiesto el 27-S a través de los medios que tenía bajo control. Por ejemplo, impedir o dificultar gravemente el voto exterior.

 

-¿El Estado español tiene las herramientas para boicotear un RUI?

-Hay que tener presentes las dudosas credenciales democráticas de España en el origen, en el proceso de la transición. Y vuelvo a decir que la expresión mayoritaria democrática a favor de la independencia ya está. Pero esto nos lo tenemos que creer los catalanes. Y hay que empezar a trabajar en los factores de poder, que son los que dan la legitimidad internacional para acceder a la independencia. Si continuamos envueltos en estas discusiones eternas con inventos constantes nunca llegaremos a ninguna parte. Esto se eternizará. El RUI puede hacer descarrilar el proceso definitivamente. En el momento en que se haga un referéndum unilateral y vuelva a haber una participación justita y un boicot unionista, caeremos en un bache importante.

 

-¿Por qué dice que el RUI trasladaría la responsabilidad a la sociedad?

-Hay 72 diputados, una mayoría absoluta, que tienen el mandato de hacer la independencia. Recordemos que la conversión de la consulta en proceso participativo se justificó para evitar poner en riesgo a un grupo de funcionarios. De hecho, en la medida que el Estado español interpuso las querellas contra el presidente y los consejeros, se demostraba que efectivamente había unas consecuencias penales. Y también se demostró que era el TC el que consideraba que era un referéndum unilateral de independencia. Tan sólo hay que leer la sentencia del proceso participativo. Ahora puede que haya unas sanciones, que pueden llegar a ser penales, a los responsables públicos del 9-N. Con el RUI, se pretende que las consecuencias legales del acceso a la independencia recaigan sobre los ciudadanos y los funcionarios -directores de instituto, Departamento de Gobernación, sindicatura electoral, etc.- en lugar de sobre los diputados elegidos, que quedarán exentos de responsabilidad. Esto me parece injusto y absolutamente contrario al mandato del 27-S.

 

-¿Por qué cree que el RUI irrumpe ahora con esta fuerza?

-La CUP busca la reconstrucción de su participación en el proceso ofreciendo el referéndum unilateral al gobierno a cambio de que el presidente Puigdemont supere la cuestión de confianza. Hay una conveniencia política. No me parece nada pertinente que el gobierno y Juntos por el Sí se alejen ahora de la hoja de ruta, que implicaba la proclamación de independencia al final de los dieciocho meses.

 

-¿El RUI no es una oportunidad de poner contra las cuerdas a los ‘comunes’, de mostrar su contradicción?

-Si pones toda la carne en el asador en la propuesta de referéndum y este sector te propone un referéndum acordado con el Estado, no les pondrás en evidencia. Quieres hacer un referéndum unilateral mientras ellos aún no han podido ni evidenciar que su proyecto ha fracasado. El referéndum unilateral, desde esta perspectiva, sólo tendría sentido si Pablo Iglesias fuera presidente del Gobierno y no cumpliera sus propuestas. Mientras no gobierne ni sea el partido fuerte del gobierno, siempre podrá decir que no ha tenido la oportunidad de impulsar el referéndum acordado. Por cierto, un referéndum que no se podrá hacer nunca porque se presentaría automáticamente una impugnación en el TC, quedaría suspendido y se acabaría la broma. En cualquier caso, hasta que esto no ocurra, el argumento dialéctico de ponerlos contra las cuerdas no es realista.

 

-Ha escrito que el RUI es pensamiento mágico. ¿Qué quiere decir?

-La creencia en una especie de ceremonia y liturgia que nos redimirá de todo. Lo que es muy propio de la manera como se ha ido haciendo el proceso en estos últimos años. Para hacer la independencia está bien que haya manifestaciones masivas, liturgia independentista y acopio de la comunidad, pero sobre todo hay que pensar en términos de poder y organizar estructuras de poder. Y el RUI es prisionero de esta fórmula de la comunidad de creyentes y la liturgia. Pero se aleja del pensamiento en términos de poder de Estado.

 

-Por lo tanto, no ve nada positivo, en el RUI…

-En este contexto, no. Ya se han hecho unas elecciones llamadas plebiscitarias y han dejado una mayoría absoluta independentista y un gobierno que se proclama independentista. Con una declaración de independencia en el programa y un compromiso de crear estructuras de Estado y de poder. Poner ahora el RUI sobre la mesa es un paso atrás clarísimo.

 

-¿Y si se lograra la participación de organismos internacionales en el referéndum, como dicen quienes lo defienden?

-¿Lo ve? Esto es un ejemplo claro del pensamiento mágico. Como también lo es pensar que habrá algo diferente del 9-N que haga que los unionistas vayan a votar. ¿Qué condición habrá ahora que no hubiera entonces? Esto es esperar un milagro. ¿El unionismo participará por inspiración divina? ¿La comunidad se implicará porque lo decimos nosotros? Esto es una confianza absoluta en el pensamiento mágico. La comunidad internacional sólo se implica cuando ya se ha producido la ruptura. Y entonces interviene para pacificar la situación y para minimizar el conflicto cuando la situación ya se ha deteriorado mucho. Creer que habrá una intervención de organismos o instituciones internacionales es puro pensamiento mágico.

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