«A la vez»

La CUP pide disculpas a aquellos que «creen que no hemos estado a la altura»

La CUP ha pedido disculpas «a todos aquellos que creen que no hemos estado a la altura», al tiempo que ha hecho una petición: «Que escuchen nuestras razones y argumentos: nada de lo que decimos o hacemos es vano y también desnudan las contradicciones, intereses y alguna vergüenza del propio proceso». Los cuperos lo han hecho mediante una carta firmada por diputados, exdiputados y por el secretariado nacional que anoche hicieron llegar a la militancia.

En el texto, reconocen que el debate ha generado una extensa percepción de que moderábamos una legislatura que, definida como excepcional y arrancando con la histórica declaración del 9N, todavía queda abierta y con todas las posibilidades a su alcance, pero con el tiempo agotándose». Asimismo, destacan que en la CUP «necesitamos poner las largas y acotar lejos; anticiparnos a los debates que vendrán, superar el esquema de empate permanente y repensar el otoño inmediatamente con cierta calma e impulso resolutivo. Amputados no serviremos y la única salida es ir a la una».

La misiva constata que «acomodar, ampliar y no renunciar a la radicalidad democrática es básico; fortalecer el movimiento popular y la cultura asamblearia también; Pero requerimos también de una opción resolutiva, donde la unión multiplique la fuerza y la hipótesis del potencial de la ruptura independentista unilateral coja vuelo, más aún ante el Estado demofòbico, autoritario y neoliberal que nos acosa, día sí y día también».

Además, los cuperos reconocen que su partido «afronta ahora el mayor debate político que haya vivido nunca antes. Y lo hará como siempre, a la capuchina, y entre todas y todos, debatiendo y buscando desde la inteligencia colectiva para ponernos al servicio de las clases populares y de la causa política catalana hacia la libertad». pero ocurre, avisan, «que algunos comienzan a entender que la CUP no será la criada de la finca ni que, en nombre de una necesaria unidad a veces desgarbada, tragará todos los sapos».

El texto está firmado por Albert Botran, Anna Gabriel, Benet Salellas, David Fernàndez, Eulàlia Reguant, Ferran Carbonell, Gabriela Serra, Hugo Alvira, Isabel Vallet, Joan Garriga (Nana), Josep Manel Busqueta, Julià de Jòdar, Laia Altarriba, Laura Rafecas, Llorenç Casanova, Mireia Boya, Mireia Vehí, Neus Montaner, Nora Miralles, Pilar Castillejos, Quim Arrufat, Sergi Saladié, Xevi Generó, Òscar Simón.

 

A la vez

Las contradicciones y contracciones propias del proceso, el reto urgente del trabajo que queda todavía por hacer y la necesaria agenda para la ruptura democrática, el proceso constituyente y la transformación social se han mal mezclado las últimas semanas con el desencuentro del debate presupuestario, los cálculos electorales espurios, las recomposiciones partidistas y unas cuantas mediocridades que el país arrastra. Retrovisor y retrospectiva, tras el 27S parece que más que despegar, estamos todavía debatiendo a pie de pista, pendientes de cómo serán el trayecto, el bagaje, la tripulación y el pilotaje. Es así y más vale decirlo y reconocerlo.

Atribuir, sin embargo, como chivo expiatorio, todos los males a la CUP puede resultar rentable electoralmente a corto plazo, simplista políticamente y contraproducente en perspectiva, pero no aporta nada -o dificultades añadidas- al escenario determinante que tendremos que afrontar este otoño, como país, como sociedad y como proyecto político de unidad popular. Cuestión de confianza, la CUP, que no forma parte del sistema nacido en 1978 contra las aspiraciones populares -todo lo contrario, nació en contra- siempre ha rechazado la máxima cínica «lo que se dice en campaña, queda en campaña».

Asimismo, las tensiones y los debates estratégicos inherentes al proceso -hoja de ruta, ritmos y tiempos, unilateralidad, plan de choque, proceso constituyente- también han atravesado -como no podía ser de otra forma en una organización viva, enraizada y dinámica- a la propia CUP. Lo que intenta hacer la mayoría social de este país -cambiar las cosas- no es fácil y aquel debate interno llegó al punto singular, sabido, de lograr un empate matemático de 1.515 votos, producido en la Asamblea de Sabadell antes del debate de investidura. Los hechos vividos recientemente ligan directamente con esta dinámica -dos posiciones divergentes donde una gana democrática y asambleariamente con márgenes estrechos- más que con las injustas acusaciones lanzadas imprudentemente, contra una forma de funcionamiento asamblearia y radicalmente democrática, que es la que libremente elegimos y la que, por suerte, nos autodefine. Podemos entender perfectamente la impotencia que genera el empate, las dudas, la frustración reiterada o la disidencia necesaria de nuestros compañeros, pero nunca la forma como se ha gestionado. Asimismo y también, es obvio que este debate interno -donde conviven diferentes sensibilidades- ha generado una extendida percepción de que moderábamos -y no precipitábamos, garantizábamos o acelerábamos- una legislatura que, definida como excepcional y arrancando con la histórica declaración del 9N, aunque está abierta y con todas las posibilidades a su alcance, pero con el tiempo agotándose. Siendo así, porque siempre escuchamos y prestamos atención, corresponden entonces las pertinentes disculpas todos aquellos que creen que no hemos estado a la altura. Y la petición de que escuchen nuestras razones y argumentos: nada de lo que decimos o hacemos es vano y también desnudan las contradicciones, intereses y alguna vergüenza del propio proceso.

En la CUP -todas las que la hacen posible y real- necesitamos poner las largas y acotar lejos; anticiparnos a los debates que vendrán, superar el esquema de empate permanente y repensar el otoño inmediato con cierta calma e impulso resolutivo. Amputados no serviremos y la única salida es ir a la una. Necesitamos más que nunca lugares comunes, esfuerzos compartidos y reflexiones recíprocas, para establecer una estrategia clara, con las aportaciones imprescindibles de todas las sensibilidades y con el respeto a toda discrepancia, que siempre nos enriquece y ayuda a afinar, valorar y matizar toda decisión. Unidos aún en nuestra pluralidad y complejidad diversa, porque la CUP misma es también un espejo del país, de los sectores sociales más golpeados y de todas las luchas abiertas. Dar cabida, ampliar y no renunciar a la radicalidad democrática es básico; fortalecer el movimiento popular y la cultura asamblearia también; Pero requerimos también de una opción resolutiva, donde la unión multiplique la fuerza y la hipótesis del potencial de la ruptura independentista unilateral coja vuelo, más aún ante el Estado demofóbico, autoritario y neoliberal que nos acosa, día sí y día también.

Ningún mar en calma ha hecho nunca experto a un marinero. Y todo camino se hace siempre andando, sorteando las piedras -las que nos ponen y las que, a veces, nos ponemos nosotros mismos- y avanzando a paso firme y sin ningún paso en falso. La CUP, ciertamente, afronta ahora el mayor debate político que haya vivido nunca antes. Y lo hará como siempre, a la capuchina, y entre todas y todos, debatiendo y buscando desde la inteligencia colectiva para ponernos al servicio de las clases populares y de la causa política catalana hacia la libertad. Pero ocurre, también, como señalaba recientemente Julià de Jòdar, que algunos comienzan a entender que la CUP no será la criada de la finca ni que, en nombre de una necesaria unidad a veces desgarbada, tragará todos los sapos. Ni ángeles ni demonios, la CUP es de todas y todos los que la hacen posible desde el barrio y municipio y no sería nada sin su militancia. A diferencia de otras propuestas políticas -ancladas en el marketing político y el plató; que creen más ya en los ‘spin doctors’ que en la autoorganización social; que parecen haber canjeado Gramsci por Maquiavelo- el proceso político catalán sólo tendrá éxito si va acompañado de un sólido proceso social. Para la CUP, recuperando lo político frente a ‘la política’, el proceso social es la clave cuando el motor siempre ha sido la gente y no podemos repetir el criticado esquema del 78 a la catalana. Esto también son tareas pendientes: tejer un equilibrio permanente entre el adentro y el afuera, desplazando a la activación popular y al compromiso social el nervio del proceso.

Todo ello, a la vez y más aún, si tenemos en cuenta que, el próximo 26J, aclarará de nuevo que, en desgraciada ausencia de una vía democrática hacia la independencia, será necesario construir enseguida una vía independentista hacia la democracia. Pedagogía de la libertad y digan lo que digan los francotiradores del sistema, la CUP cumplirá este año 30 años a ras de suelo, de barrio y de Países Catalanes. Son ya tres décadas de resistencia política de base, de retejer un municipalismo alternativo al servicio de las clases populares, y también de duros aprendizajes continuados sobre cómo impacta un capitalismo corrupto en nuestro país, en la estructura social y en el entorno ecológico. Es hora también de arremangarse: del halago nos debemos defender siempre y de la crítica aprender como nunca. revisar errores, superar limitaciones y gestionar contradicciones desde el obrador, que es donde siempre se hace el trabajo.

Finalmente, siempre queda la dialéctica, el contrargumentario y la contraprogamación de los contrarios. A propósito de los fascismos en la Europa de entreguerras, decía Gramsci que todo autoritarismo era el poso que deja una revolución fallida previa. A caballo entre la esperanza y el miedo. A la esperanza nunca vencida por la que estamos obligados a lograrlo hay que oponer siempre el antídoto, el riesgo, saber que también podemos fracasar. Evitar fracasar y garantizar el éxito. Es tiempo de descoyuntar. Camino largo y paso corta, es tiempo de ir a la vez. Sudar la camiseta. Y si es necesario, de perderlo todo en el intento. Porque siempre volveremos a recomenzar, que es la historia de la resistencia de este pueblo.

Albert Botran, Anna Gabriel, Benet Salellas, David Fernàndez, Eulàlia Reguant, Ferran Carbonell, Gabriela Serra, Hugo Alvira, Isabel Vallet, Joan Garriga (Nana), Josep Manel Busqueta, Julià de Jòdar, Laia Altarriba, Laura Rafecas, Llorenç Casanova, Mireia Boya, Mireia Vehí, Neus Montaner, Nora Miralles, Pilar Castillejos, Quim Arrufat, Sergi Saladié, Xevi Generó, Òscar Simón.

EL MÓN