Debatir y diluir; proceso constituyente y referéndum; virtudes y defectos

Muy atento al debate este sobre el RUI. Veo en él virtudes y defectos, prácticamente empatados. Veo virtudes más bien políticas. Y veo defectos más bien técnicos. Pero no he resuelto mis dudas aún con todos los artículos, entrevistas y manifiestos leídos. Tampoco tengo alguna necesidad de cerrar una decisión. De hecho, no me toca a mí el decidir nada sobre la hoja de ruta. Entiendo a quien dice que la actual pasó por las urnas y se debe respetar como contrato electoral. Pero también entiendo a quien dice que hay que estar abiertos a mejorar la vía de acceso a la independencia si se comprueba que hay innovaciones que pueden hacerla más sencilla.

Me inquieta más la forma en que se hace este debate. Me inquieta que la ANC organice una consulta, pero que sólo dé argumentos para una opción y haga campaña en un solo sentido. Me inquieta que cualquiera que abra la boca para poner en duda las virtudes extremas del RUI reciba automáticamente una serie de respuestas prácticamente automáticas. Me inquieta que haya gente que tenga verdades decididas y que no emplee tiempo en la reflexión. Me inquieta pensar que los independentistas quizás tienen necesidad de ir encontrando elementos de discordia cuando ya se ha resuelto el anterior. Me inquieta que no acabamos de encontrar el equilibrio entre la crítica y la confianza.

Hace varios meses, todas las virtudes del mundo estaban en el proceso constituyente. Hacer un proceso constituyente -empezar antes de haber declarado la independencia- era el camino ideal para incorporar a los incrédulos o indecisos. Cuando alguien decía que esto era vender la piel del oso antes de haberlo cazado, la respuesta era que el debate sobre el futuro Estado ilusionaría a los sectores que aún estaban renuentes. Lo de hacer el ejercicio de imaginar la Cataluña del futuro para hacerla deseable por todos. A mí el debate me gusta tanto, que esta idea la compraba fácilmente. Debatir como vía para acercarse a la libertad. Muy bien. Lo compro.

Han pasado varios meses y el proceso constituyente debía comenzar este septiembre. Ya había muchas entidades organizando debates sobre cómo debía ser el futuro Estado catalán en todos los ámbitos imaginables. Teníamos a Lluís Llach preparando el disparo de salida de esta gran reflexión ciudadana. Colectiva. Pero me da la impresión de que ahora hay otra idea. Se ha pasado de valorar el debate y la complicidad que se podía tejer entre modos diferentes de ver la sociedad y la Cataluña del futuro a considerar que había que encontrar una solución que diluyera las diferencias. Este es uno de los grandes argumentos de los principales defensores del RUI. Que no confronta ideologías. Que no divide los independentistas según qué piensan. Y eso, ahora suma.

Sumar con el contraste de diferencias y matices. Sumar dejando aparte ideologías y maneras de pensar diferentes. O todo suma o aquí hay trampa. ¿Cómo se sentirán atraídos a ello los votantes que no son declaradamente unionistas? ¿Se les invitará a debatir el país o se les invitará a votar dejando las diferencias de lado? O quizás ambas opciones.

De acuerdo. No es un artículo de respuestas. Es más de preguntas. De dudas. Son las que tengo. Me gusta dudar. Dudo. De manera indefinida, no. Acabaré pensando que una opción es mejor que la otra. Sabré resolver la balanza de las virtudes y los defectos del RUI. De entrada, me parece que le harían un gran favor quitándole la U. Sólo se puede hacer el referéndum si primero se ha aprobado la ley de transitoriedad. Convendría llamar a esta ley declaración de independencia. Pero que lo decida quien ha pasado meses y meses estudiando todos los pros y contras. Y si se ha hecho la declaración de independencia, la U ya no importa.

Un día lo resolveremos. ¿Podemos hacer el debate sin tantos nervios y con más reposo? ¿O es que se trata de una campaña? ¿Cuántos minutos pasarán antes de leer una respuesta contundente a esta reflexión? ¿He puesto en duda alguna verdad absoluta? Si es campaña, paso. Tan solo quería dar este paseo rodeando el debate político y observando esta curiosidad: el debate y el contraste de miradas diferentes era hasta hace cuatro días la clave de la suma; hoy dicen que la clave para sumar es diluir las diferencias y esto sólo se hace con un referéndum. Es una evolución. ¿La diversidad suma? ¿Resta? ¡Ah! A mí no me veréis acusar a nadie de ‘procesismo’. Ni los unos ni los otros. Buen debate.

VILAWEB