Miquel Sellarés: Se acabaron los lirios blancos, hay que ir hasta las últimas consecuencias

Entrevista en El Punt Avui, Miquel Sellarés

Sellarés es presidente del CEEC* y fue director general de Seguridad Ciudadana. También fue fundador de Convergencia, de la Asamblea de Cataluña y cofundador de la ANC. Es colaborador en El Punt Avui. Mar Vicente le ha entrevistado.

 

-¿En qué momento del proceso estamos?

-Tra cincuenta años de trabajar con un cierto protagonismo en la reconstrucción nacional de Cataluña, debo decir que, a pesar de que pasamos unos momentos de cierta desmoralización de algunos sectores, estamos como nunca habíamos estado. Si a alguien hace cinco o seis años le hubieran dicho que Cataluña estaría en la situación que está ahora no se lo habría creído. El grado de aceptación del independentismo es extensísimo y hasta el grado de normalización del movimiento. Puede haber gente cabreada o desanimada, pero nadie que haya dado el paso hacia la independencia se lo ha pensado mejor y ha dejado de serlo para convertirse en españolista. A pesar de nuestras equivocaciones, los aparatos del Estado y sus cloacas son el motor más grande para crear independentistas.

 

-Habla de alcantarillas del Estado… ¿Qué piensa del caso Antifraude?

-El independentismo catalán algún día se estudiará en las universidades por su candidez. La estelada debería ser sustituida por un lirio blanco. Creer que un Estado como el español no actuaría es absurdo. Proferimos grandes exclamaciones cuando se produce el caso de De Alfonso y el ministro del Interior, pero ya lo sabíamos. Y tenemos que ser muy claros y contundentes: De Alfonso no está solo. A veces nuestros políticos se tapan los ojos para no enterarse. Como los que ahora reniegan del pujolismo y dicen que no sabían nada. Debe de haber una gran parte de nuestra clase política que debía de estar ciega, sorda y muda, entonces. Todos sabíamos que el Estado estaba actuando. Ahora hay unas pruebas evidentes por falta de profesionalidad del Ministerio del Interior. Pero seríamos incautos si creyéramos que De Alfonso está solo. Hay muchos y están colocados estratégicamente en lugares de seguridad. El Estado tiene sentido de estado y actúa. Está haciendo lo que haría cualquier estado. Como lo hizo Canadá con Quebec, y como lo hicieron las estructuras de estado británicas con Escocia. Mientras nosotros hacemos grandes manifestaciones con un lirio blanco en la mano. Debemos entender que se han acabado los lirios blancos. Vayamos de verdad. Se deberá ir hasta las últimas consecuencias.

 

-¿Qué debe hacer Cataluña?

-Cataluña no tiene sentido de estado porque no hemos tenido un Estado. Cuando alguien habló de «cal viva» todos se pusieron de pie porque sabían que les estaban tocando el escroto. El Estado es el Estado. Nos puede gustar o no, pero los españoles tienen sentido de estado. Es lo que ponían en los cuarteles de «todo por la patria». Cuando se descubre el caso de De Alfonso, pensamos que será la gran derrota del PP. Pero el PP obtiene más votos. Hay una España que lo único que quiere es conservar el Estado, lo que pasa es que nosotros les hemos desmontado sus estrategias. Y están muy nerviosos. Porque ellos estaban acostumbrados al problema vasco, donde a la leña contestaban con leña, y con tortura y con represión.

 

-Desde el CEEC piden análisis en Cataluña sobre la seguridad y la defensa…

-Hace trescientos años que obligadamente tenemos externalizado el sistema de defensa catalán, al español. Y a Jaume Curbet, Jaume Bosch, al consejero Macià Alavedra y a mí mismo después del 23-F se nos ocurrió llevar adelante un modelo de policía catalán, pero no interesaba a nadie. Lo de la defensa y la seguridad, para los catalanes, es como si no existiera. No tenemos sentido de Estado. No hemos creado una gran escuela nacional de la función pública. No tenemos conciencia nacional de seguridad. Esto no quiere decir que los catalanes queramos un ejército. Pero debemos ser conscientes de que si construimos un Estado debe estar defendido, no hablo de aviones, barcos y guerras, sino de un sentimiento de defensa.

 

-¿De qué hablamos, entonces?

-No estamos hablando sólo de soldados, sino de defensa nacional de las centrales nucleares, del sistema sanitario, de estrategia en comunicaciones, del ciberespacio. Un Estado quiere decir esto. Quiere decir la defensa de los puertos, los aeropuertos, de las fronteras. Nosotros defendemos -el Centro de Estudios Estratégicos es muy consciente de ello- que falta un gran plan nacional de seguridad. Pero no estamos hablando de ejército, como a veces se nos malinterpreta. De eso hablará la república catalana cuando esté constituida. Y en ese momento tendremos que hablar con todos los aliados para ver qué corresponsabilización nos toca en el marco de la defensa de la Unión Europea y la OTAN. Me preocupa que los catalanes soberanistas e independentistas seamos conscientes de que hace falta una seguridad y una conciencia de seguridad nacional. Tenemos que pensar en la protección del espacio aéreo, del espacio marítimo, que hace la Policía Nacional, la policía portuaria. Si no, no aterrizará ni un solo avión en el aeropuerto de El Prat ni entrará ningún crucero en los puertos de Barcelona y Tarragona. Esto vendrá acompañado de toda una política internacional de seguridad. Estamos en el sur de Europa, tenemos el corredor mediterráneo, tenemos dos puertos importantísimos. Un embajador de un país muy importante me decía que los catalanes no somos conscientes de que tenemos Barcelona, que hoy es un activo político y estratégico y una de las ciudades más importantes de toda Europa occidental. Y otra cosa, de la que puede parecer poco apropiado que yo hable, pero al día siguiente de una futura independencia del pueblo de Cataluña habrá que entenderse con España. Porque no podemos recortar Cataluña y ponerla en medio del Pacífico. El principal vecino será España y en el tema de seguridad, comunicaciones, energía… tendremos que trabajar conjuntamente con ellos, como con los franceses, los italianos. Al independentismo le falta tener los pies en el suelo: menos papeles y más realidad. Debemos formar ahora hombres y mujeres que trabajen en la seguridad nacional. Hay que explicar a todos que tenemos doce universidades, algunas de las cuales destacadas a nivel mundial, pero no se puede estudiar nada de defensa ni seguridad. En el sentido amplio, no hablo de militares. Esto no es normal. No hemos formado a nadie durante treinta años para ser directores generales o consejeros de Interior. No es serio. Cuando yo fui director general de Seguridad, hace treinta años, y Macià Alavedra era consejero de Gobernación, en ese momento tenía un sentido, salíamos del franquismo, acababa de pasar el 23-F, tenía un cierto sentido. ¿Pero treinta años después? ¿Por qué no hemos preparado gente?

 

-Por lo tanto, conciencia de seguridad…

-Sí, y como presidente del CEEC también me preocupa la policía de Cataluña. El Parlamento de Cataluña la define como aquella que depende de las instituciones nacionales de Cataluña. Por tanto, son la Guardia Urbana de cada población y los Mossos. Tienen la misma formación, tienen la misma estructura. ¿Qué estamos haciendo? Es importante que la policía de Cataluña, haya el gobierno que haya, tenga las mismas estrategias. Y no es normal que en cinco años no haya ni un solo policía más. Hay 700 o 800 plazas de Mossos a cubrir. No hay excusas. Y no hay Mossos y policía local, hay policía de Cataluña.

 

-Quedan nueve meses de los dieciocho que marcaba la hoja de ruta. ¿Hay que cambiar?

-Pienso que ni los que proyectaron los dieciocho meses creían que lo harían en dieciocho meses. Hay que marcar unos objetivos y creo que es positivo que se haya hecho. Pero ahora ya tocan menos papeles, menos declaraciones retóricas y más estructura de Estado, más conciencia nacional, más autoestima. Dentro del marco de la legalidad vigente, la independencia es imposible. Sabemos que hay un día en que se tendrá que romper. Soy un hombre de orden, de mantenimiento de la autoridad, pero claro… Los españoles pactaron la transición democrática para salvar a los franquistas y que los franquistas se pudieran cambiar de camisa. Hoy en el PP, y en una parte del PSOE, hay dirigentes hijos, nietos y bisnietos de los franquistas. O miremos los orígenes de Ciudadanos… En ese momento toda aquella gente se camufló y supo controlar las estructuras.

 

-Como fundador de Convergencia, ¿cómo ve la renovación de la formación?

-La veo positiva. Este último congreso ha sido muy importante. Me parece positivo que haya entrado toda una serie de gente joven que ha sido capaz de arrinconar a toda otra serie de gente. Pero todavía no han sido capaces de hacer algo muy importante, y es hacer limpia con Quico Homs. Con los votos que ha perdido, no sé a dónde nos llevará si vuelve a haber elecciones. Ha sido capaz de enterrar incluso el presidente Mas, que parece mentira que con el trabajo que ha hecho haya caído en picado. En cambio, el actual presidente Puigdemont parece que todavía no ha demostrado mucho, pero ha caído bien a muchos sectores.

 

-¿Qué pasará con la cuestión de confianza al presidente?

-Espero que tengamos el suficiente juicio, la conciencia nacional y el sentido de estado para apoyar al presidente y sus propuestas el 28 de septiembre.

 

-Una posible inhabilitación de la presidenta del Parlamento, Carme Forcadell, ¿podría acelerar todo el proceso?

-Si atacan a uno de nuestros símbolos nacionales, como puede ser la presidenta del Parlamento, que sepan que lo peor que se puede hacer es crear mitos y crear héroes y heroínas. Todo lo que hagan en contra nuestro irá a nuestro favor. Si mi buena amiga y querida Carme, con quien empezamos juntos en la ANC, fuera inhabilitada, crearían nuestro Arnaldo Otegi, eso sí, pacifista. Quizá podría acelerar el proceso, sobre todo convencería algunos indiferentes. No sería negativo para el país. Ha llegado un momento en que no podemos seguir esperando eternamente. Pero no hay que mostrar a Europa y al resto del mundo que seremos un problema. Intentaremos ser un país avanzado que no quiere crear problemas.

 

-Fue cofundador de la ANC. ¿Cómo ve el papel de la Asamblea ahora?

-Hay dos cosas que me preocupan. La Asamblea la montamos como una herramienta que debía durar dos o tres años. La Asamblea dura demasiado. Quizás sin darnos cuenta con ella estamos haciendo un pequeño daño al país. Estamos concentrando todo el catalanismo político hacia la Asamblea y hacia Òmnium. De alguna manera, con la concentración estamos debilitando la sociedad civil catalana, formada por pequeñas entidades, que se están desmontando, y no sé si eso es bueno del todo. Después, la Asamblea no puede ser decantada hacia Convergencia, Esquerra o la CUP. Sus dirigentes deben vigilar mucho el ser la organización de todo el país. Incluso aunque participe el entorno de Podemos. Parece que el entorno de Colau estará el 11 de septiembre y eso es muy positivo.

 

-La manifestación de la Diada ¿debe volver a ser un golpe de fuerza del pueblo catalán?

-A veces a la gente le pedimos demasiado a menudo que se movilice. Pido que todo el mundo vaya a las concentraciones, todavía necesitamos enseñar músculo. Pero tampoco pasa nada si este año hay menos músculo. Porque lo que tenemos que demostrar es que estamos unidos. Lo que no podemos hacer es convocar actos que después vayan 600 o 800 personas, como ocurrió ante la delegación del Gobierno con el asunto Fernández Díaz. La Asamblea debe convocar menos concentraciones, muy bien hechas y muy bien organizadas.

El músculo lo tendremos que demostrar cuando se constituya un gobierno en Madrid que estará hecho para destruir nuestras estructuras de Estado reales: el modelo de enseñanza, el sistema sanitario, el modelo de seguridad pública, la corporación catalana de radio y televisión. Debemos tener en cuenta que por primera vez se hacen cinco concentraciones. Quiere decir que por primera vez las comarcas no marcharán a Barcelona. Pero el día que vayamos a las elecciones 2,5 millones de catalanes deben votar sí a la independencia. Tenemos que trabajar en el mundo Colau. Es allí donde hay pescado. El resto ya lo hemos recogido. Si queremos llegar casi al 60%, el pescado está en este bloque.

 

-¿Hay que atraer a los votantes de Podemos?

-Sí, pero también hay que decirles algo muy importante: no esperaremos treinta años. Me preocupa mucho porque yo ya lo viví, eso. Los que tenemos mi edad, que fuimos a la Asamblea de Cataluña, vivimos la transición y estuvimos en la cárcel, en ese momento ya teníamos estos amigos. Como Antonio Gutiérrez Díaz, Raimon Obiols u otros que defendían que seguro que encontraríamos la manera de entendernos con España. Algunos dimos una oportunidad  España. Pero ahora Domenech, Colau y Pisarellos me piden a mi edad que vuelva a dar la misma confianza que ya di a los Guti o a los Obiols. ¿Estaremos treinta años más para que ellos se convenzan de que no hay nada que hacer? Hace un mes escribía un artículo en El Punt Avui donde decía que quería la victoria del PP y Ciutadans. Lo dije porque si gana Podemos nos volverán a enredar treinta años más para esperar que España cambie. No creo. Ya creí. He estado treinta años esperando. Ahora hay que plantear la ruptura. No me pregunte con qué sigla, me da igual.

*Presidente del Centro de Estudios Estratégicos de Cataluña

TRIBUNA CATALANA