Ferran Requejo: El RUI es una propuesta de políticos adolescentes

Hablamos con el catedrático de ciencia política sobre el momento actual del proceso cuando faltan pocos días para la Diada

Ferran Requejo, catedrático de ciencia política y miembro del CATN, se ha erigido estos últimos meses en una de las voces más activas contra el RUI. Y esta entrevista no es una excepción. No lo acepta de ninguna manera porque cree que es una propuesta dirigida a ‘contentar a los independentistas impacientes’. También nos habla del momento político actual, centrado en la movilización de la Diada y la cuestión de confianza al presidente de la Generalitat, y se muestra crítico con los liderazgos del proceso. Todo ello en esta entrevista que forma parte de la serie ‘A punto para la independencia? (entrevistas Diada 2016) ‘ .

 

-Nombre:
-Ferran Requejo

 

 

-Edad:
-Sesenta y cuatro años

 

 

-¿Independentista?
-Ahora sí

 

 

-¿Desde cuándo?
-Desde el cambio de siglo. Soy independentista desde antes de que fracasara el estatuto, porque empecé a ver que por el camino del pacto no saldríamos. Yo había defendido modelos de federalismo plurinacional, pero vi que era una idea demasiado civilizada para España.

 

 

-La Política es…
-Como tener una novia nueva. Es algo apasionante, pero a la vez basado siempre en una información incompleta de la realidad, con un futuro con incertidumbres y con unas tensiones permanentes porque las dos personas son diferentes.

 

 

-Cómo se define políticamente?
-Siempre me defino como liberal de izquierdas. Es decir, en cuestiones políticas soy liberal, en el terreno social soy de ideas socialdemócratas y en materia nacional-cultural siempre defiendo las minorías, porque no se encuentran nunca bien acomodadas en las reglas democráticas.

 

 

-¿Tiene algún libro de cabecera?
-No . Tengo autores que me han ayudado a pensar mejor, como por ejemplo Michel de Montaigne, William Shakespeare, John Stuart Mill, Isaiah Berlin…

 

 

-El personaje histórico que le inspira:
-No tengo ninguno. No me gusta focalizarme en las personas, me fijo más en las actitudes.

 

 

-¿Qué objetivo debe tener esta Diada?
-Es Una Diada de continuidad. Estoy totalmente convencido de que lo que no fallará será la ciudadanía. No falla nunca. El formato descentralizado quizás no ha sido la mejor idea, pero esto no deja de ser secundario en términos internos -otra cosa es el impacto internacional de esta Diada, que será menor por el formato establecido. Por otro lado, el objetivo de la manifestación de este año no ha estado tan bien marcado por parte de los organizadores como en ocasiones anteriores.

 

 

-¿El error de enfoque es de la ANC?
-Hay cierta confusión en el planteamiento, porque se prestará a interpretaciones diferentes. Hay varias respuestas a la pregunta sobre el objetivo de la manifestación de este año. Claro que hay que defender las instituciones catalanas, pero vuelve a ser un objetivo reactivo frente a las agresiones del Estado. Las ‘diadas’ creo que deberían ser propositivas a partir de objetivos ampliamente compartidos.

 

 

-¿Por qué cree que debería salir a la gente a manifestarse, teniendo en cuenta el curso político que viene?
-Eso no me preocupa mucho, porque motivos hay de sobra, tanto los de carácter permanente como los que van apareciendo con la coyuntura. La pregunta principal que hay que dirigir a los liderazgos políticos y sociales es la de la hoja de ruta de los próximos tiempos. Creo que debería aclararse. No puede ser que haya tres o cuatro versiones. Hay que establecer claramente cuáles son los objetivos de la próxima legislatura. De ellos digo unos cuantos: internacionalización, estructuras de Estado, ampliación de la base social independentista, generar la confianza e incentivar la unidad entre partidos -y, cuando se haya hecho, poner en marcha el proceso constituyente civil-, elaborar un documento breve de preguntas y respuestas por parte del gobierno sobre los porqués y las ventajas de la independencia, un documento que todo el mundo entienda como el que hizo el gobierno escocés, tener preparadas las leyes de transitoriedad y del proceso constituyente… Dar, en definitiva, una indicación clara de liderazgo político a la ciudadanía y a las organizaciones sociales para reforzar la confianza de la ciudadanía y establecer un plan político claro, contundente y, sobre todo, compartido. Creo que los informes del CATN, últimamente quizá demasiado marginados, dan una base sólida para hacer todo esto.

 

 

-¿Por qué no se avanza más?
-Por las desconfianzas existentes entre los actores políticos. Y esto contrasta con la espectacular energía que ha demostrado la sociedad civil. Que todavía dure esta desconfianza entre los partidos o en asociaciones como la ANC es bastante ridículo. Sobre todo si lo comparamos con el reto inmenso que significa poner un nuevo color en el mapa político de Europa.

 

 

-¿Qué le gustaría que pasara en la cuestión de confianza?
-Ha de triunfar claramente. No tengo ninguna duda de que será así, y no veo amenazada la estabilidad del gobierno. Ahora, esto es una condición necesaria, pero no suficiente. Debemos tener un gobierno reforzado parlamentariamente al máximo. No sólo por la CUP, porque en determinados puntos el apoyo se puede ampliar. Esta cuestión de confianza ha sido una buena jugada del presidente Puigdemont para sacudirse la presión y el protagonismo permanente de la CUP.

 

 

-Si Puigdemont no la supera y tenemos que hacer elecciones, ¿el proceso termina o sale
reforzado?
-Unas elecciones serían muy inconvenientes en este momento y debilitarían el proceso. Y no se perdonaría a la clase política actual haber dejado perder una gran oportunidad de contar por primera vez en la historia con setenta y dos diputados independentistas en el parlamento. Unas elecciones serían un tiro en el pie.

 

 

– ¿RUI sí o RUI no?
-Creo que el RUI es una idea muy desacertada, tanto desde el punto de vista de contenido político y jurídico como desde el punto de vista estratégico. Básicamente por tres motivos: en primer lugar, porque tiene un problema de legalidad-facticidad. Es decir, que como es ilegal probablemente esta vez el gobierno español optará por no dejarlo hacer porque, a diferencia del 9-N, ahora hay una nueva ley del Tribunal Constitucional que permite actuar contra todo lo relacionado con el proceso de manera directa. En segundo lugar, el RUI tiene un problema de legitimidad: previsiblemente, habría una participación baja, porque los votantes del no no irían a votar y volveríamos a estar en una situación parecida a la del 9-N. Una participación del 30% -40% no legitimaría nada el resultado, ni a nivel internacional ni en Cataluña. Y en tercer lugar, el RUI divide el movimiento independentista. Hay muchos independentistas de base que eso no lo ven claro. Y no nos convienen divisiones. Ya tenemos muchos problemas sobre el adversario principal. Espero que el gobierno de la Generalitat no compre la propuesta. Creo que sería un error, tanto desde el punto de vista empírico como conceptual, que podría incluso hipotecar el futuro de todo el proceso. Perderíamos mucho tiempo, mucha energía y probablemente nos situaría ante una profunda decepción.

 

 

-Dice que el RUI puede dividir el movimiento independentista y, de hecho, ya hay dos posiciones claramente marcadas a favor y en contra del RUI .
-Creo que es una propuesta de políticos adolescentes dirigida a contentar a los independentistas impacientes, que son una minoría en la sociedad catalana. Al movimiento independentista le hace falta confianza mutua entre los partidos y clarificación de objetivos y estrategias. En términos generales, creo que los partidos y a las organizaciones más impacientes les sobran prisas y, sobre todo, ingenuidad política.

 

 

-La Hoja de ruta actual propone declaración de independencia y posteriormente, elecciones constituyentes. ¿Pero podemos proclamarnos independientes sin tener un aval democrático?
-En un mundo ideal o en una democracia y estado de derecho civilizados el orden de las cosas es: primero se toma una decisión sobre el tema de fondo, la independencia, y, en caso de victoria del sí, se establecen las bases procedimentales de la separación y, internamente, se procede a unas elecciones constituyentes que enmarquen la elaboración de una constitución. Pero el caso español ni es ideal, ni es una democracia, ni es un estado de derecho civilizado. De modo que si no puedes hacer un referéndum previo de carácter pactado, como los de Canadá y del Reino Unido, tienes que actuar de otra manera. Primero tienes que proceder a una proclamación de la independencia -cuando estés preparado para poder aguantarla y desarrollarla- y luego puedes optar por un referéndum de convalidación, tal como ha propuesto J. Costa, o directamente por unas elecciones constituyentes . Hay que tener previstos varios planes de acción, porque la reacción del Estado será feroz.

 

 

-Pero perder unas elecciones constituyentes después de haber proclamado la independencia también puede originar mucha frustración.
-No, las elecciones constituyentes están para elaborar la constitución de un nuevo Estado. Por eso digo que hay que clarificar la hoja de ruta sin dividir el movimiento, es decir, especificar qué viene antes y qué viene después, cuáles son los pasos, cuales son las alianzas y las estrategias… Pero creo que es una barbaridad que en un momento de tantas dificultades externas, todavía nos impongamos más dificultades internas que profundizan la desconfianza, no sólo entre los partidos sino también entre el liderazgo político y la ciudadanía. Se debe mantener al máximo la unidad y la confianza internas porque sobran y sobrarán problemas con el adversario exterior.

 

 

-Y mientras tanto, construir las estructuras de Estado.
-Todo esto es bastante complejo y la responsabilidad básica del liderazgo es de las instituciones, el gobierno y el parlamento. Sin tener garantizado un 50% -60% de los principales elementos de la hoja de ruta que he mencionado no se puede proceder a una proclamación con garantías de éxito. Calcular el tempo es una cuestión a la vez delicada y decisiva. No se puede establecer a priori haciendo ver que cuanto antes lo hagas más garantías de éxito tendrás. Las cosas no son así de sencillas. Un error en el tempo significaría hipotecar el objetivo, seguramente por décadas. Como he ya he dicho muchas veces, las cosas deben hacerse primero bien y luego rápido, no al revés.

 

 

-Hace falta ampliar más la base independentista?
-Eso siempre. Siempre es conveniente que el independentismo se amplie. Hace tiempo que insisto en que hay un problema de comunicación de las instituciones y los partidos hacia la ciudadanía.

 

 

-¿Y cree que se hace bien?
-Se habla mucho de cómo se debe hacer el proceso, pero no se habla nunca de qué y sobre todo del porqué. Es aquí donde sitúo la propuesta que decía antes, y que he recomendado personalmente a los gobiernos de la Generalitat, tanto el presidido por Mas como el presidido por Puigdemont: que, al igual que hizo el gobierno escocés, se redacte un documento de preguntas y respuestas sobre las ventajas de la independencia para todos los ciudadanos de Cataluña. Que no sea un informe de cien páginas, sino un texto breve y comprensible que dé respuesta a las principales dudas del proceso que hacemos. Por decirlo de alguna manera, sería el libro blanco puesto al alcance de todos, con un lenguaje fresco y dando respuestas de media página a las preguntas formuladas (podrían ser unas 50 preguntas).

 

 

-¿Hay independencia sin los comunes?
-La independencia necesita ciudadanos. Necesita una base social amplia. Si el independentismo tuviera el 65% de los ciudadanos a favor sería imparable. Pero no tenemos este porcentaje y, por tanto, un desafío fundamental es pasar del 40% y pico, que más o menos parece claro, hasta alrededor del 55% -60%. Se deben detectar los diferentes grupos, que ya se ha hecho, y definir estrategias diferenciadas dirigidas a cada uno. Pero también hay que dirigirse al mismo mundo de los independentistas porque muchos tienen dudas, tanto de procedimiento como de contenido.

 

 

-¿Qué porcentaje de independentistas cree que hay?
-En términos estrictos, no lo sabe nadie. Sólo tenemos indicadores y cálculos indirectos, pero parece que la cifra oscila entre un 40% y un 50% y pico, dependiendo del momento.

 

 

-El 27-S el independentismo superó el 50%.
Sí, el voto a partidos independentistas superó el voto a partidos opuestos a la independencia (47% – 39%). Pero el 27-S se votaban partidos independentistas y no se votaba la independencia. Son cosas diferentes. Las cifras varían en ambos sentidos. Hay ciudadanos que votaron partidos explícitamente no independentistas que votarían independencia, pero también debía haber ciudadanos que votaron partidos independentistas que a la hora de la verdad se abstendrían o incluso votarían no. Observo que hay demasiada improvisación y que a veces los partidos y la ANC están demasiado preocupados en sí mismos y en sus tensiones internas.

 

 

-Tres cosas de la independencia que le motivan y que utiliza para convencer a un indeciso.
-Sobran razones. Primero de todo, un Estado independiente es importante para ‘ser alguien en el mundo’. Por una cuestión de dignidad colectiva e individual. Ser alguien significa ser respetado, ser un actor de decisión, que tus símbolos estén en pie de igualdad con los de otras naciones y esto se basa en el hecho de tener poder político, económico, social y cultural, tanto en el ámbito interno como en el europeo y el internacional. Todo esto, sin tener un Estado, un país siempre lo hará precariamente (a menos que viva en una democracia plurinacional con grandes cotas de reconocimiento y de autogobierno, de las que hay muy pocos ejemplos). Entre el resto de motivos, no tengo dudas de que una Cataluña independiente sería un Estado de calidad, tanto en el terreno político como de desarrollo socioeconómico y cultural. Comparativamente, estaríamos en el primer 5% de los estados del mundo en un plazo inferior a 5 años.

 

 

-¿Qué gran error ha cometido el proceso?
-Prefiero hablar de déficits que de errores. El principal déficit son las desconfianzas que hay entre los actores políticos, que contrasta con el espectacular energía que ha demostrado la sociedad civil. Que todavía dure esta desconfianza entre los partidos o en el interior de asociaciones como la ANC es bastante ridículo, en comparación con la magnitud del objetivo principal. Necesitamos y debemos exigir mucha más profesionalidad en los actores políticos.

 

 

-Y algún acierto?
-El gran acierto es la fortaleza de los ciudadanos, que mentalmente han hecho una ruptura espectacular y en muy poco tiempo. Que sólo en cinco años se hayan movilizado dos millones de personas y que esta movilización se vea que no es flor de un día, es sorprendente. Normalmente los cambios mentales en las democracias cuestan una generación, y aquí se ha producido en muy poco tiempo. Ahora, sería imperdonable que la clase política y las instituciones dinamitaran esta fortaleza ciudadana. Y todavía no nos hemos liberado de este peligro.

 

 

-En algún momento lo ha visto muy crudo?
-No, nunca lo he visto crudo. Ha habido momentos de preocupación e incluso de enfado, cuando los liderazgos están más pendientes de sus batallitas internas, que normalmente sólo les interesan a ellos, que de hacer avanzar el proceso de una manera inteligente y razonable. Pero confío en la ciudadanía de Cataluña. Y también confío en que la clase política y los liderazgos de las principales organizaciones sociales finalmente irán aprendiendo a ser cada vez más profesionales y a estar más pendientes del éxito del proceso que no de sus cuestiones internas.

 

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