Antoni Batista: ‘No me podía imaginar que la CIA tuviera un dossier mio’

‘Periodismo de la vivencia.’ Así es como llama Antoni Batista el trabajo que ha hecho últimamente con libros como ‘Otegi. La fuerza de la paz’ (La Campana, 2015) y la novedad por la que la entrevistamos hoy: ‘A la caza del PSUC ‘(Pórtico, 2016). Su propia experiencia le sirve como hilo conductor de hechos, datos y testimonios para dibujar y describir una época o un personaje concreto. En este caso, el PSUC y su aproximación personal al partido que vivió sus momentos más memorables en el antifranquismo. Batista revela un complot de los servicios de inteligencia estadounidenses contra el que había sido su partido. Batista explica un viaje suyo a Estados Unidos en el que descubre este complot, que ahora relata por primera vez por escrito en el libro.

-¿Así que fue la CIA quien se cargó el PSUC?
-Creo que tuvo un papel por las pruebas que tengo. Yo soy periodista y me gusta explicar la realidad más que especular. Pero llegué por tres vías diferentes a establecer que la CIA había intervenido en el final del PSUC. Evidentemente, no fue el único factor. Pero que intervinieron, creo que con los datos que doy en el libro queda suficientemente demostrado.

-La crónica oficial decía que había sido más culpa del KGB…
-Sí. Porque la presencia del KGB era evidente a los ojos de todos. Lo sabían perfectamente los dirigentes del sector eurocomunista, como el Guti, el López Raimundo o Núñez … Esta ya la veían que convivía con ellos. El KGB estaba prácticamente dentro del PSUC. Y no se esconde mucho. El tema de los americanos, este sí era desconocido. De hecho, quien le contó esta implicación al Guti fui yo, como explico en el libro.

-¿Qué incomodaba del PSUC a la CIA?
-Era un momento en el que se hablaba de la mancha roja en Europa. Había un PCI en Italia muy potente. El Partido Comunista francés… incluso el Partido Comunista de España. Pero el PSUC era proporcionalmente -en relación al territorio y a los habitantes- el partido comunista más importante de Europa en ese momento.

-Era la mancha roja más roja del mapa…
-En términos de militantes y perspectiva de voto -pensemos que los americanos ya hacían encuestas aquí-, Cataluña era un foco de preocupación en términos geoestratégicos por su situación en el Mediterráneo y por su importancia en la península Ibérica. Pensaban: ¡Alerta, que aquí el comunismo puede gobernar! ‘ Entonces, España no estaba en la OTAN todavía. Y Suárez y la UCD y el Partido Comunista estaban a favor de los países no-alineados. Se abría la posibilidad de una alternativa de izquierdas a la OTAN que los americanos pensaban que estaba liderada por Fidel Castro. En este contexto de este mapa geoestratégico que los americanos decidieron ponerse a ello.

-En el libro explica que la muerte en circunstancias extrañas de un espía en Barcelona…
-Los periódicos ya lo identificaron entonces -lo que se puede consultar en las hemerotecas- como un agente de los servicios de inteligencia. Esto salió en los periódicos. Este señor era un espía al que, incluso, encuentran un papel del consulado estadounidense en blanco. Mi fuente policíaca, del policía que siguió la extraña muerte del agente, son los informes que hizo la policía española, que explicaban que tenía pinchada a una parte importante de los dirigentes del PSUC.

-¿El descubrimiento nace de un viaje a EEUU y una conversación sorprendente con un agente del
FBI?
-Yo ya había visto los archivos de la policía española y ya sabía que había ficha mía. Como había mucha gente que estaba fichada. Hay mucha gente que está fichada y no lo sabe. Eran unos neuróticos. Anotaban cosas inverosímiles. Yo lo sabía. Pero no me podía imaginar que la CIA tuviera un dossier mío. Esto me sorprendió mucho. Era un dossier que no tenía nada que ver con lo que decía el de la policía española. El interés de los americanos iba por otro lado. Les interesaba la cuestión de la proyección internacional del PSUC. Había las cosas que yo había hecho en cuanto a relaciones internacionales, especialmente con los cubanos. Era exactamente un dossier mio al estilo ‘american way of life’, de otra dimensión.

-Aparte de este complot de la CIA, el libro es una memoria personal del gran partido del antifranquismo. ¿Por qué lo haces ahora?
-A veces piensas una marca, que seguramente ya está inventada, que motiva tu trabajo: ‘periodismo de la vivencia’. Yo vengo de la generación del periodismo en tercera persona y distanciado. Y lo he respetado escrupulosamente siempre. Cuando dejas el periodismo diario y vas a la universidad y lo miras de otra manera, empiezas a aprovechar tus vivencias. Entonces, vas a la primera persona… y ahora hago periodismo de la vivencia. Canetti ganó el Nobel con un libro de memorias de tres volúmenes, y el Philip Roth se pone dentro de sus novelas (a ver si le dan el Nobel) como personaje. A mí ahora me apetece hacer este periodismo de la vivencia.

-¿Por qué entraste en el PSUC?
-Tengo una experiencia muy traumática, que es que a mis dieciocho años la policía me da una paliza. Sin ton ni son. ¡Ostras! Un tipo de dieciocho años que va a una mani y se encuentra medio muerto… se pregunta qué pasa aquí. Me dejaron arregladito, que dicen. Sentí lo de la frase de Raimon: el rostro clemente de la muerte. Empecé a pensar y a replantearme cosas. Descubrí que mi padre, que pensabas que era una persona normal que hacía vida corriente, estuvo en un campo de concentración en Miranda de Ebro… descubrí el franquismo. Porque hasta entonces yo sólo era un niño que se había hecho mayor. Y el PSUC luchaba contra la dictadura desde un punto de vista nacional y de izquierdas. Era la herramienta mejor organizada para luchar contra la dictadura.

-Cuando entraste, ¿conocías su historia y los episodios oscuros que explicas en el libro? La defenestración de Comorera, la depuración de Nin…
-No. Esto lo descubrí cuando ya estaba dentro. Con veinte años, no era consciente de todo esto. Además, no eran cuestiones suficientemente estudiadas y el mismo partido tendía a ocultarlo. De lo de Nin hacía muchos años. Pero de Comorera hacía cuatro días. Y este tema lo tapaban. Luego hubo el trabajo importante de Miquel Caminal, que era del PSUC, sobre estas cuestiones. Y descubrí esto más a fondo cuando me pasaron los archivos de prensa del partido para que los clasificara. Y empecé a ver las portadas con el ‘camarada Stalin’ y el traidor Comorera… y todo esto que explico en el libro.

-¿Qué tenía de especial el PSUC?
-Podríamos decir que el PSUC era un partido comunista a la catalana. Nosotros no nos planteamos estos debates estúpidos que hay ahora. En ningún momento nos planteamos hacer la prensa clandestina en castellano. Era todo más natural, la hacíamos en catalán y lo reivindicábamos. El PSUC era un partido comunista hecho al ‘catalanico modo’. Y era el partido más organizado y más fuerte. Y estaba más pendiente de hacer caer la dictadura que de proclamar la dictadura del proletariado. Era un comunismo mucho más abierto que el de los demás. Y el PSUC es ahora un patrimonio del antifranquismo catalán. Es patrimonio de todos. Nadie se lo ha de apropiar. Hay ex-psuqueros repartidos por todas partes.

-¿Hay quien se quiere apropiar de este patrimonio?
-Sí. Hay gente que tiene esta tentación. Pero de eso que llaman ‘poscos’ los hay muchos lugares: en ERC, en Convergencia y, incluso, en el PP. No se puede reducir el PSUC a ningún proyecto actual. Esto es fruto de la ignorancia. Espero que el libro ayude a deshacer una imagen del PSUC demasiado contrahecha. El PSUC es patrimonio de Cataluña y conviene que lo dejen para la historia. Que nadie se lo apropie. Dejemoslo como un paso importante de la historia colectiva.

-¿Iniciativa no se puede reivindicar heredera del PSUC?
-Yo entiendo que el PSUC se acaba con el cambio de nombre. El PSUC histórico e importante es el de antes. Iniciativa es otra cosa. Ya no es sólo el PSUC. Están los ecologistas que, por cierto, fueron denostados hasta un minuto antes por el PSUC porque eran la pequeña burguesía socialdemócrata comprada por la derecha… Yo diría que el PSUC es sobre todo la lucha antifranquista. No es el único partido antifranquista. Hubo mucha otra gente y muchos más partidos. Pero el gran partido era el PSUC.

-Sorprendentemente, Estos debates sobre quién era antifranquista todavía están vivos. La polémica de las estatuas del Born es un ejemplo… Se reconstruye el pasado por intereses de partido actuales.
-Eso es muy grave. Se trata de una apropiación indebida de la historia. Dejemos la historia como patrimonio de todos y hagamos los debates del presente sin crispación ni odio. Nosotros luchábamos contra el franquismo desde un punto de vista político y más allá -tirabamos cócteles Molotov-. Y había más generosidad que no ahora. La gente comunista y todo el mundo que luchaba contra el Franco se arriesgaba. Y era muy generosa. Antes que nada más, éramos antifranquistas. No éramos antifranquistas de estatua. Éramos antifranquistas reales. Y había mucha más generosidad entre antifranquistas. Ahora hay una apropiación indebida de un pasado que es de todos y un exceso de crispación.

-Sin voluntad de hacer ‘presentismo’, ¿qué haría su PSUC en la situación actual de Cataluña?
-¡Sí que es presentismo! [risas] Pero quizás no tanto. Por que una situación como la actual se podría encarar como ya lo había hecho en su momento: defendiendo el derecho de autodeterminación y la posibilidad de ejercerlo. Y eso ahora es hacer un referéndum. El PSUC pondría todo su esfuerzo para poder ejercer el derecho de autodeterminación con un referéndum. Y eso no es presentismo. Porque nosotros ya luchábamos por ello. El derecho de autodeterminación era uno de los puntos que defendía el PSUC. Es una cuestión de coherencia. Otro tema sería la posición sobre la independencia. Porque este no era uno de los temas del debate en el tiempo del PSUC.

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