Notas sobre el proceso (10)

1. La rueda del hámster.

Hace dos meses se hablaba del RUI. La palabra ha quedado olvidada tras el «o referéndum o referéndum» de Puigdemont. Ahora bien, este referéndum, que debe celebrarse en septiembre de 2017, suscita muchas dudas sobre si aportará algo que no aportara el 9-N de 2014. El Gobierno se esfuerza en tener preparadas las «estructuras de Estado» que deberían permitir la desconexión, pero ¿cómo podrá realizarse un referéndum aceptable internacionalmente sin la participación de los funcionarios?

 

2. La desobediencia.

ERC y la CUP han pasado dos años criticando a Mas debido a que el 9-N desconvocara la consulta y la sustituyera por otra gestionada con voluntarios y con carácter, pues, extraoficial. En ese momento, el presidente declaró que la línea roja que no podía traspasar era la de comprometer a los funcionarios.

Desde entonces se ha hablado mucho de desobediencia, pero no ha sido hasta las últimas semanas cuando empezamos a tener elementos que permitan aclararnos.

El Ayuntamiento de Badalona llegó a un acuerdo con los sindicatos para abrir el 12 de octubre con los funcionarios que optaran por intercambiar el festivo por el 9 de diciembre. En el último momento un juez prohibió abrir el Día de la Hispanidad. El gobierno municipal -integrado por una plataforma afín a Podemos y a la CUP, ERC e ICV-EUiA envió ipso facto una notificación a los funcionarios para instarles a abstenerse de presentarse al puesto de trabajo. En cambio, miembros electos presentarse e incluso uno de ellos hizo un gesto de insumisión a la decisión judicial. La misma línea roja que el 9-N.

En paralelo, ya contamos con cinco actos de desobediencia más, siempre protagonizados por cargos electos: la presidenta del Parlamento (27 de julio), un concejal de Vic (23 de octubre), la alcaldesa de Berga (5 de abril y 17 de octubre) y un concejal también de Berga (15 de noviembre). En el caso de la alcaldesa, el juez ordenó a los Mossos detenerla. La CUP ha criticado las formas, pero no el hecho de que los Mossos -unos funcionarios- obedecieran la orden del juez.

Debemos creer que, a estas alturas, todo el mundo ya lo debería tener claro: los cargos electos pueden desobedecer, pero no pueden ordenar a nadie que también lo haga.

 

3. La efervescencia de la tercera vía.

El hecho de que Convergencia, la mitad de Unió y una parte considerable del PSC hayan abrazado la causa independentista no significa que esté flaqueando la fe de los que creen en el catalanismo tradicional. Esta fe parece fundamentarse en la convicción de que tarde o temprano el independentismo se estrellará contra la realidad y en la convicción de que tarde o temprano el Estado español hará una oferta satisfactoria. Lo que queda del PSC se mantiene; se mantiene Federalistas de Izquierda; UDC celebra el cierre del partido anunciando la creación de un nuevo artefacto sustitutorio; se crea un nuevo partido de credo liberal ‘Lliures’ (Libres) y se presenta en sociedad una nueva plataforma (Puertas Abiertas al Catalanismo). Todos proclaman lo mismo: es posible construir Cataluña y reformar España simultáneamente.

Es indudable que el independentismo puede perder la paciencia y comenzar a cometer errores fatales, pero la tercera vía sigue teniendo mal pronóstico, porque es inverosímil que del Estado lleguen buenas noticias. Rajoy ha ganado a base de esperar que los rivales se suiciden, y eso es lo único que tiene sentido esperar que haga en este caso. En cuanto al PSOE, su prioridad será proteger los subsidios que privilegian sus feudos.

 

4. El test de la financiación.

El nuevo gobierno Rajoy no puede eludir la revisión de la financiación autonómica, que acumula dos años de atraso. Montoro se había estado preparando para este momento y su hombre -De la Fuente- ya había hecho el diagnóstico: el modelo actual es «opaco y arbitrario» y se trata de tomarselo a unos (Extremadura, Cantabria, La Rioja…) para darselo a otros (Murcia, Valencia y algo Cataluña). Los ‘barones’ populares y socialistas han descolgado el hacha de guerra y Rajoy ha quitado la carpeta a Montoro para ponerla donde pone todos los temas enrevesados: en manos de la vicepresidenta. Ahora bien, no es seguro que la vicepresidenta sepa obrar milagros, y, hasta ahora, todos los acuerdos de financiación se han resuelto con el gobierno central añadiendo dinero. En el último (2009), 11.000 millones. Pero aquello fue antes de que España se enfrentara a una nueva realidad (12-5-10) que dictamina que el próximo año debe seguir recortando. Muy probablemente el tema acabará mal. La salud del independentismo y de las terceras vías depende mucho de quién juegue peor las cartas y aparezca como el culpable.

No demos vueltas como un hámster, pero la carrera será larga, porque no se trata de vencer al enemigo sino de convencer a los catalanes.

ARA