Tanques

Esto sucedía pocos días antes de fin de año en una entrevista a Iñaki Anasagasti en un diario digital de Barcelona. El señor Anasagasti, durante muchos años diputado y senador y la cara más visible del PNV en Madrid, es un político con larga experiencia, razonable, muy bien informado, y con un admirable sentido de la medida. Ahora, libre de cargos públicos, también puede decir con más libertad lo que piensa (lo que, por otra parte, no había dejado de practicar). Así, en la entrevista, cuando le preguntan si ve posible que Cataluña sea independiente a corto plazo, contesta: «Lo veo muy difícil. No por la voluntad catalana [en esto, yo discreparía: eso de la «voluntad catalana» quizás no es tanta, de momento…], sino por la voluntad española.

«Cuando fui a Madrid, Xabier Arzalluz me dijo que me metiera en la Comisión de Defensa y que, si podía, fuera a dar un paseo por los cuarteles. Y efectivamente lo hice. Cuando lo volví a ver me preguntó: ¿has visto los tanques que tienen? ¿Y las armas? Quiero decir con ello que España existe». La respuesta puede escandalizar a un lector civilizado, asustar a los que veneramos la democracia, o reforzar nuestra fe en la imposibilidad de ciertas decisiones y acciones. También nos puede hacer dudar de esta fe, y de algunas otras. El entrevistador, por tanto, pregunta: «¿De verdad cree que enviarán los tanques?» Y el político experimentado responde: «Los tanques jurídicos, sí. Y la Brunete mediática, también. Los otros tanques, será difícil. Quizá… No lo sé».

Hace muchos años, en tiempos del gobierno de Felipe González, sí lo sabían. Y eso era cuando mi gran y añorado amigo Alfons Cucó, entonces senador socialista y vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, conversaba con amistad y confianza con el ministro del ramo, Francisco Fernández Ordóñez, y le hizo la misma pregunta: en caso de que Cataluña se propusiera de manera inminente y formal la independencia, ¿qué haría el gobierno español, les enviarían los tanques? «Evidentemente», respondió el ministro, persona de larga y acreditada trayectoria democrática, liberal ejemplar, adherido al Partido Socialista y un buen ministro de Exteriores, no hay nada que decir. Pero enviarían los tanques, era una obviedad. El senador Cucó le preguntó (ya imaginaba la respuesta) si eso los tanques no era un chiste o una broma, si lo decía en serio: ¿la Brunete?, dijo. Por supuesto, la Brunete, afirmó sin la mínima ironía el ministro.

Mi amigo Alfons Cucó, tras quince años haciendo (o intentando hacer) política en Madrid, conocía ciertas realidades, intimidades y doctrinas quizás tan bien como las conoce Anasagasti. Y sabía que, tal y como afirmaba la Ley Orgánica del Estado de 1966, hay principios que son «por su propia naturaleza inalterables y permanentes». Dicho esto, tengamos los mejores deseos, y pacíficos, para este año 2017. Y para los siguientes, si puede ser.

EL PAÍS