No ha servido de nada

La conferencia de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Raül Romeva en Bruselas ha servido para comprobar que la situación con respecto a la internacionalización (o no) del proceso sigue exactamente donde estaba. El bando independentista destacó la masiva afluencia de público, obviando el hecho absolutamente evidente de que los eurodiputados presentes eran en su mayoría los de siempre, los «sospechosos habituales» pertenecientes a grupos minoritarios y partidos nacionalistas no estatales. En cuanto al Estado, su reacción ha sido la contradicción de siempre: histeria, insultos y boicots por una parte, para terminar diciendo que era una reunión en un bar. (La misma canción que con el 9-N, vaya).

Ahora: más allá de retórica de bajo nivel para alimentar el debate catalán-español, el acto de Bruselas no ha servido para nada. En Europa, sólo cuatro gatos se han hecho eco del mismo. De forma que estamos exactamente donde estábamos antes y la conclusión es obvia: en Europa el proceso no interesa. Ni para estar a favor (como querrían los dirigentes catalanes), ni tampoco para amenazarlo y condenarlo a las tinieblas exteriores (como querrían Rajoy y el nacionalismo español).

¿Por qué no interesa? Responderé de manera muy sencilla: porque aún no ha pasado nada. Es decir, nada sustancial a oídos de un europeo. A la postre, el proceso que comenzó en 2012 (¡hace ya casi cinco años!) es, en este momento, retórica y humo. Que la retórica sea radical y el humo espeso para despistar las parroquias respectivas, catalana y española, no significa que haya acción alguna por detrás. A la postre no la ha habido, salvo esperar y jugar a la puta y la Ramoneta. En la prensa internacional al independentismo sólo se les ha ofrecido un titular: millones de personas en las manis del 11 de septiembre. Por lo demás, todo ha sido politiquilla de vuelo gallináceo.

En uno de sus diarios, Franz Kafka escribió : «Hay un punto a partir del cual uno no se puede echar atrás; este es el punto al que hay que llegar». Huelga decir que el independentismo ha evitado cuidadosamente llegar a este punto, en el momento de la verdad, al punto de la ruptura. Juntos por el Sí ganó las elecciones prometiendo este llegar a este punto: la DUI. Pero al cabo de cuatro días se desdijo, para cambiarlo por un referéndum imposible. ¿Por qué el cambio de rumbo? Todos ellos saben que la DUI es el punto de no retorno de Kafka, y da la impresión de que todos están mirando de reojo por el retrovisor a ver si pueden dar marcha atrás.

El PDECat se siente incómodo en su papel actual y hay sectores que reclaman el retorno a cierta forma de ‘pájaroenmanismo’. En ERC existe la tentación clara de echarlo todo a rodar y erigirse en eje de un nuevo tripartito neoautonomista, alimentado por las encuestas de El Periódico. En cuanto a la CUP, no hace falta ni hablar porque la independencia va detrás de que seamos una dictadura socialista como Cuba lo que, afortunadamente, nunca pasará. En resumidas cuentas, es lógico que en Europa no nos hagan ni caso. Deberían ser muy tontos para tomarnos en serio.

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