El factor que puede decantar la independencia

Se han analizado por el derecho y por el revés los factores que han favorecido estos últimos ocho años el estallido del independentismo. Como siempre, la respuesta no la encontramos en un solo factor. Sin embargo, seguro que coincidiremos en señalar algunos más influyentes que otros. La humillación a raíz del estatuto; la crisis económica que ha evidenciado las carencias de la financiación; el paso del sentimentalismo a la propuesta cívica; la identificación de una revuelta democrática; la derrota de los mecanismos autonómicos corruptos y sus ladrones; el fracaso de la España diferente y la zanahoria marchita; el reconocimiento de la transversalidad como riqueza; los primeros ejemplos de generosidad política; etc.

Con todo, tengo la impresión de que uno de los factores más determinantes en el estallido del independentismo es el paso del resistencialismo a la creatividad. A ver si me explico: acertadamente o no, hace unos años se consideraba al independentismo como un movimiento reactivo. Era aquello de ‘ninguna agresión sin respuesta’ (que quizás tenía su lógica histórica y contextual). El independentismo creció cuando dejó de lamentarse. Cuando abandonó la queja como herramienta política. No quiere decir que abandonara -ni que lo haya hecho todavía- la denuncia de la injusticia. Pero, más allá de la denuncia, el independentismo entendió que había que hacer propuestas claras y concretas.

Todo empezó a cambiar el día que, a la injusticia o la agresión, no se respondía con un llanto sino con una propuesta de superación. El día que cada dificultad tenía una solución inesperada. Y todo eso parece evidente, pero es el resultado de un mecanismo psicológico de liberación que no es sencillo. Antes de esta liberación, los catalanes -independentistas o no- vivían en lo que Martin Seligman llamó ‘condición de la indefensión aprendida’. Para explicarla, se pone habitualmente el ejemplo del elefante que ha sido encadenado años y años a una estaca hasta que un día es desatado. El elefante ya no se aleja de la estaca porque ha asumido que no tiene posibilidades de ir más lejos.

Pues el independentismo -y el pueblo catalán en general- era como este elefante tras siglos de asumir una supuesta incapacidad para la libertad. Por lo tanto, aceptando que generalizo y que encontraríamos un buen grupo de excepciones dignas de elogio, la mayoría política catalana no hacía gran cosa más que quejarse. No fue un día concreto, ni una manifestación determinada, ni un partido ni una entidad, pero en pocos años el cambio de chip -con términos no tan científicos- ha sido evidente.

Y ahora estamos en un momento en que este cambio de chip será más importante y determinante que nunca. Porque ahora comienza un periodo de provocaciones constantes, de procesos judiciales, de amenazas, de chantajes, de discurso del miedo, de tensiones inducidas a pie de calle… Comienza el tiempo del choque democrático. Y contra el choque será necesario mantener esta actitud propositiva en todo momento. No caer en provocaciones puede dar la victoria definitiva al independentismo. Ni con los juicios a los políticos, ni con las inhabilitaciones, ni con la demagogia recalcitrante que ya gastan, ni con todo lo que sean capaces de hacer… en ningún caso se debe caer en provocaciones y ponerse a responder. El independentismo lleva la iniciativa y no debe mirar atrás.

VILAWEB

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