Consecuencias imprevistas de la independencia de Cataluña

Los independentistas del Principado, concentrados como es lógico en alcanzar el objetivo, hemos desplegado estos últimos años un gran abanico de argumentos y cálculos de los beneficios del Estado catalán libre. Hemos ensayado todas las hipótesis que hemos sabido sobre las consecuencias de la independencia entre la población, sus sectores, la economía, las infraestructuras… Aquellos que dicen que no se ha explicado cómo sería la Cataluña independiente son unos mentirosos compulsivos o unos locos absolutos.

El objetivo de la independencia es, por encima de todo, la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos de Cataluña. También de aquellos que votarán contra la independencia o que ni siquiera querrán participar en el referéndum. Después, hay muchos objetivos más. Algunos son más importantes para unos; algunos otros son más importantes para otros. Para mí, la lengua, la cultura, la enseñanza y la calidad democrática son fundamentales.

Pero, más allá de estos objetivos y de las consecuencias concretas de la independencia entre los ciudadanos y las instituciones del Principado, hay consecuencias geoestratégicas que quizás no hemos comentado bastante. Me refiero a los efectos que tendrá la independencia del Principado en el resto de los Países Catalanes.

Es evidente que cada territorio tiene sus dinámicas y su proceso histórico. Que la maduración del estado de conciencia no es lo mismo en el País Valenciano, en la Franja, en Cataluña Norte, en Mallorca, en Ibiza o Menorca. Y es también una evidencia de que en todos estos territorios pasará lo que sus ciudadanos quieran que pase. Pero hay factores que me hacen pensar que más pronto que tarde habrá una aproximación a la idea de independencia y de confederación.

Partimos de una realidad: la expoliación fiscal, la falta de inversiones, la asfixia económica, el desprecio de tono colonial, la humillación de las promesas incumplidas… Todo ello son elementos que, puestos sobre un mapa, dibujan una silueta perfecta de los Países Catalanes que siempre habían trazado los independentistas antes del proceso. Actualmente, los Países Catalanes sostienen económicamente a España. Cataluña, las Islas y País Valenciano son las tres comunidades más expoliadas de todas. Y son también potencias económicas de primera magnitud. De hecho, son el motor económico productivo de España.

Por lo tanto, ¿qué será de España cuando el Principado emprenda el vuelo? Creo que, por razones económicas, pero también de proyecto, de desgaste y emocionales, España como proyecto se descompondrá. Será muy difícil de mantener el funcionamiento actual del Estado, especialmente en el aspecto económico. Por lo tanto, entrará en una fase de desintegración estructural, de pérdida de credibilidad (más aún), de incapacidad reactiva y de bloqueo institucional. No deseo ninguna de estas consecuencias. Pero, tal como actúan, no veo otra situación que esta.

Y la siguiente cuestión es: ¿qué ciudadanía con un poco de conciencia de identidad diferenciada (por poca que pueda ser en algunos rincones) querrá quedarse a salvar el invento que la ha maltratado desde hace decenios? ¿Qué pasará por la cabeza de los ciudadanos de Elx, de Alaior, de Tamarite de Litera, Mercadal, de Burriana o de Sant Mateu d’Albarca cuando comparen las expectativas y los primeros pasos del Principado ya libre y la situación de España? ¿Qué camino querrán emprender? ¿En qué bando querrán estar? Especialmente, y por más que suene extraño, pienso en las zonas limítrofes de la Franja y el Principado que actualmente ya comparten servicios como la sanidad y, en algunos casos, la educación. Lo que también ocurre algo en la Cerdanya.

Lectura aparte pide el caso de Cataluña Norte. Pero creo que los efectos de un territorio que se siente y se sabe ‘sur del Estado francés’, con todas las consecuencias que ello implica, también serán importantes. Si bien la situación de la lengua y de la conciencia más política vive todavía horas demasiado bajas, la conciencia de ‘catalanidad’ muy extendida puede ser un poso que tenga efectos sorprendentes en caso de independencia en el sur. No tengo muchas dudas de que la mirada de muchos norcatalanes (que aún se dirige a su norte) se pueda volver completamente dentro de unos cuantos meses o pocos años.

Que no se exalte nadie. No hablo de procesos fáciles ni automáticos. Tampoco hablo de integraciones ciegas ni de reunificaciones simples. Pero sí encuentro muy complicado o, incluso, nada probable que territorios claramente maltratados por el estado español y el estado francés no vivan un sorprendente despertar de la conciencia cuando puedan comparar el nuevo actor internacional con el lugar deprimente donde habrán permanecido situados. En este sentido, ahora que hablamos de procesos constituyentes, creo que sería bueno tener prevista alguna disposición o algún artículo de la constitución de la República Catalana que previera la incorporación o el establecimiento de relaciones prioritarias y privilegiadas con el resto de los Países Catalanes.

Vilaweb