Vicent Partal y Salvador Cardús creen que la independencia no tiene marcha atrás

Dos primeras espadas del mundo periodístico. Dos periodistas que han reflexionado sobre el país, su pasado y su futuro. Dos analistas de la realidad especializados en los procesos de independencia. Vicent Partal ha vivido nueve. Salvador Cardús ha sido miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), que ha preparado en papel lo que ahora estamos viviendo en la calle. Están acostumbrados a hablar de todo esto que hemos llamado «el proceso». «Se ha hecho mucha broma -dice Partal-, pero lo que hace fuerte el proceso es esto: que es un proceso, no algo que pasa un día y que provoca una ruptura monumental». Partal defiende que el proceso de independencia está en marcha, al menos desde el 27-S, «cuando el independentismo coge el poder». «Recuerdo la frase del presidente Puigdemont: «De la postautonomia a la preindependència». Pues ya estamos en la preindependència». Cardús se añade para asegurar que lo que era difícil era convertirlo en un proceso: «Era necesario que fuera un proceso, no un arrebato o una aspiración de un contenido emocional fuerte. Había politizarlo, en el buen sentido de la palabra». El sociólogo recuerda que una de las acepciones de proceso implica que hay un camino prediseñado, pero asegura que lo que vivimos tiene una dimensión de aventura, de descubrimiento. «Y eso es bueno. Me irritan los que hablan de un supuesto ‘procesismo’, porque muestran una falta de confianza no justificada vistos los riesgos que han tomado los que lo han organizado». Los dos periodistas tienen claro que estamos en un punto de no retorno. «Esto se acabará y acabará bien. Y, si no acaba bien, querrá decir que no se ha acabado», reitera Cardús, que recuerda que tenemos fecha y pregunta. «Y después del referéndum, habrá un proceso constituyente, unas elecciones y un referéndum sobre la Constitución».

Partal y Cardús coinciden en que existe una ignorancia profunda entre algunos analistas sobre cómo se producen los cambios en el mundo. «Para que una cosa de estas dimensiones sea percibida por la sociedad internacional como seria, necesita un proceso», asegura. Y Cardús recuerda que los primeros que hemos cambiado somos nosotros. «No se apareció un día la Virgen y nos dijo: «Seréis independientes». No todo el mundo ha ido a la misma velocidad, pero hay mucha hipocresía en la mayoría de críticas o, mejor dicho, posiciones esteticistas». El sociólogo cree que el proceso que se ha hecho en Cataluña y en el mundo se ha hecho razonablemente bien. «Lo debería haber hecho España, que es la única que no se ha sabido mover y que no ha entendido todavía que esto no es un suflé ni una fiebre». Partal añade con contundencia: «España tiene una incompetencia natural para hacer frente a este tipo de cosas. Si analizas cómo se ha comportado con las colonias, ves que ha sido un auténtico desastre». Partal explica que en la Europa contemporánea ha habido dos modelos de independencia: la occidental y la oriental. En el primero, que es el de Noruega y Escocia, y el del mismo Brexit, es un modelo en el que, cuando se propone el proceso de independencia, el Estado identifica el proceso, lo aísla y después dialoga sobre cómo lo puede resolver. En el modelo oriental, el de la URSS y Yugoslavia, el Estado niega la realidad, lo enmierda todo y rechaza la posibilidad de acuerdo. El resultado es el colapso, en contraposición con la continuidad del modelo occidental». El gran tema -insiste Partal- es que hasta ahora los países orientales no eran democráticos. La singularidad del proceso catalán es que, por primera vez en un país formalmente democrático, hay un comportamiento oriental [del Estado]. «A partir de ahí, Cardús remacha el clavo. «El problema lo tienen más ellos que nosotros. No lo pueden entender, porque, si hicieran el esfuerzo de hacerlo, su mundo se hundiría». Cardús lo explica: «Me escribió un señor para decirme que, si nos independizásemos, sería como si le cortaran el brazo. «Pues este es el problema: que yo no soy su brazo», le dije».

¿Pero qué hará el Estado? Para Partal, la cuestión no es cómo hará el referéndum Cataluña, sino cómo lo piensa evitar el Estado. De hecho, dice, la manera más efectiva sería hacer una llamada a votar no y ganar el referéndum, pero cree que ellos mismos se complicarán la vida y unos harán una llamada al no y otros, al boicot. Movilizar la fuerza pública sería una posibilidad que Partal no prevé. «Estoy muy tranquilo. Antes del 9-N pasó lo mismo. Y tenían cosas preparadas, lo ha dicho Margallo». Salvador Cardús analiza que, en los últimos 25 años, Europa ha vivido cambios políticos de una gran magnitud y no ha habido posibilidad de evitarlo. Como el muro de Berlín, que la víspera decían que era imposible. Y cayó. «Me hace pensar en aquel locutor deportivo, García, que explicaba el ataque avanzado de un equipo a portería. Cuando un defensa se escapó solo hacia la portería contraria, comenzó a gritar: «¡Que se va, que se va…!» Y nadie lo detuvo. Estamos en esta situación. Que corran, que no nos atraparán». Anécdota al margen, valora que suspender la autonomía tiene riesgos. «¿Qué harán? Sacarán a los diputados del Parlamento, harán un directorio civil como en la dictadura de Primo de Rivera, pondrán un gobernador que se llamará Millo… ¿Y cuánto tiempo lo aguantarán? ¿Un año? ¿Dos? ¿Cinco? Hay decisiones que saben que no las pueden tomar». Lo tiene claro: «Llegará el día del referéndum, lo haremos y sabemos qué haremos al día siguiente. Todo está preparado».

Partal interviene para reivindicar el papel del CATN y el trabajo que hizo Cardús. «He vivido muchos procesos de independencia y ninguno estaba preparado como este». Cardús añade que la gran virtud era que «no era un consejo de independentistas». «Todo estaba pensado desde el rigor jurídico. Fue un trabajo contenido, poco inflamado, y después el gobierno ha ido a hacer la tarea».

En toda conversación sobre el proceso, sale el tema de las discusiones entre independentistas. Partal tiene una teoría: «Cuando era marxista poco ortodoxo, me interesaba mucho el situacionismo italiano, que defendía que lo revolucionario es la situación. Y nosotros estamos en situación revolucionaria. No hay marcha atrás y nadie se puede descolgar». Cardús recuerda el trabajo de tanta gente y defiende que el fracaso del Estatuto, la liquidación de la generación de políticos que lo hicieron, la consulta de Arenys, la retirada de Mas y la llegada de Puigdemont son elementos clave para entender lo que ha pasado. «Ha salido bien, la designación de Puigdemont fue como de inspiración divina, se han vencido los recelos con ERC, y la CUP ha entendido el momento».

Y hablamos de la gente. «Esto es un movimiento que ha salido de la base», dice Partal, pero no hay que olvidar a los intelectuales que le han dado contenido ni a los políticos que han escuchado a la gente. Cardús insiste que el gran error de España fue intentar aprovechar la derrota del Estatuto para humillar a Cataluña y poner fin al problema catalán. «Desde Guerra pasando el cepillo hasta Sáenz de Santamaría calificando el independentismo de «murga» y de «lata», aunque fueron factores necesarios para provocar un cambio de mentalidad, de desenganche». Y las redes sociales, sin las cuales , según Cardús, todo habría sido más difícil en un momento en que los medios de comunicación hegemónicos han dado la espalda al país. Cardús considera que un elemento a estudiar en el futuro es el humor. «Sale Santamaría y en treinta segundos hay memes. Reírnos del adversario nos ha hecho superar los miedos y empoderarnos. Esto ha debilitado al rival, que ya no da miedo».

Otro aspecto, para Partal, es la contemporaneidad del movimiento. «El mundo es el adecuado. Los países bálticos tenían enfrente a la segunda potencia nuclear del planeta. Aquello era difícil. Hoy tener un Estado es mucho más barato. Hay que estudiar por qué Hong Kong, Escocia y Cataluña, tres pueblos cosmopolitas, se dan cuenta que necesitan un Estado para frenar los efectos de la globalización. Lo que hacemos es contemporáneo. Cardús añade que al día siguiente de la independencia nos continuaremos levantando temprano para ir a trabajar y no pasará nada dramático. Me equivoco preguntando si son optimistas. Cardús dice que procura analizarlo desde un punto de vista racional, que está esperanzado con el proceso y que confía. Y Partal se rebela contra la etiqueta de optimista: «He leído mucho y he viajado a muchos países que hacían la independencia. Soy analista y por eso digo lo que digo». Acabemos. Me siento más optimista.

SALVADOR CARDÚS

«No hay marcha atrás: se acabará y acabará bien»

GRAU

«Los primeros que hemos cambiado somos nosotros, y eso necesitaba tiempo. En España no lo pueden entender, porque, si lo hicieran, su mundo se hundiría «

«El Estado se equivocó queriendo aprovechar el Estatuto y el Constitucional para humillar a Cataluña y poner fin al problema catalán»

PERIODISTA Y ESCRITOR. DIRECTOR DE VILAWEB

«Todo está en marcha, ya estamos en la preindependència»

GRAU

«España tiene una incompetencia natural para hacer frente a este tipo de demandas»

«La cuestión no es saber cómo haremos el referéndum nosotros, sino como lo pueden evitar ellos»

EL PUNT-AVUI