Antecedentes penales

Uno de los parámetros que se tienen en consideración para dictar una prisión provisional es el de los antecedentes, los penales y los policiales. Son un indicador de la eventual riesgo de dejar en libertad quienes, digamos, tiene más números para destruir pruebas o huir: la reincidencia aquí es un grado. Ni Jordi Cuixart ni Jordi Sánchez arrastran esta rémora. Al contrario, sus currículos acreditan servicios cívicos, ni siquiera partidistas, y culturales.

Y una conclusión pre-política: son dos buenas personas, un valor que siempre debería cotizar. Cuixart fue insumiso al servicio militar, Sánchez fue pacifista cuando fue pacifista aún era una anécdota divertida. ¡Buena ‘contradictio in terminis’ para unos sediciosos!

Conocí a Cuixart premonitoriamente: en la Modelo. Habíamos iniciado desde Òmnium la denuncia de los crímenes contra la humanidad del franquismo, una de las últimas iniciativas de Josep Benet que recogieron Marina Llansana, Quim Torra y Muriel Casals. Primero se había hecho un acto fuera, donde Lluís M. Xirinacs se plantó -pacifismo en estado puro! – para pedir la amnistía.

A Sánchez lo he tratado de hace mucho tiempo, cuando con Ángel Colom traducían al catalán protestas de la no-violencia. Hizo un buen trabajo como consejero en la Corporación Catalana de Radio y Televisión, siempre pensando en profundizar su carácter público, y lo hizo a propuesta de ICV, porque resulta que Sánchez ha sabido hacer amigos en todo el espectro político, y el todo me consta que no es hiperbólico. Su larga estancia en la Fundación Jaume Bofill, que dirigió, fue un afán incansable para ayudar a proyectos que revirtieran en la educación y la investigación. Se ha dicho bien dicho que Òmnium tenía antecedentes penales, pero la Bofill también: a Quim Ferrer se lo hicieron constar,  para empapelarlo, porque estaba relacionado.

Resulta que, para concluir la coincidencia, si a Cuixart lo conocí en prisión, a Sánchez le becó una investigación académica que compartí con el doctor Miquel Almirall sobre la vulneración de la presunción de inocencia a la prensa. Impensable entonces que él fuera víctima. Con la confianza de Rafael Ribó, redondeó su sanísima manía altruista como adjunto al Síndic de Greuges, la institución de instituciones que vela por los derechos de la ciudadanía.

Miseria humana que estén privadas de libertad dos personas de altura moral, a las que niegan incluso el estatus de presos políticos. Las cárceles franquistas estuvieron llenas de presos políticos, tampoco les reconocían oficialmente el rango, claro, pero oficiosamente había galerías de políticos que, al menos, daban calor a los ‘chabolos’.

He releído diligencias de antecedentes del material que estudié los archivos de la Brigada de Investigación Social, sí que sirvieron para enviar a prisiones preventivas a lo bruto, tan propio de las dictaduras. Pero me ha sorprendido que, al menos al final del franquismo y en el centenar largo de fichas a que he tenido acceso, a ninguno de los detenidos por manifestación se les impute sedición.

Lo que nos anotan hasta el paroxismo es el catalanismo. En la BIS le preocupaban sobre todo el comunismo y el catalanismo. Con el paso del tiempo, algunas de las acusaciones hacen reír, pero hoy y aquí rozan el sarcasmo del día de la marmota.

Josep Benet y Josep Pallach, políticos clave de la resistencia y la Transición, como muchos otros, plenos de catalanismo, separatismo y Montserrat. Los cantantes de la Nova Cançó figuraban en una «lista negra» así llamada, sin ningún pudor. Salvador Espriu consta como sospechoso porque «goza de gran prestigio entre elementos catalanistas«. También dice que fue «organizador y coordinador del homenaje a la obra de Pompeyo Fabra «. De Jordi Carbonell precisan que fue detenido ¡»por negarse a contestar en Dependencia Oficial en idioma castellano» y que era director de la Gran Enciclopedia Catalana ! De Xirinacs sueltan que era «un sacerdote catalano-separatista» Y que» pronunció una homilía manifestando que en España se vive oprimido «.

La policía franquista envió a prisión a 113 personas honestas de la Asamblea de Cataluña. Como cronista de aquella historia, con Josep Playà, lo recordé en 2011 en la conmemoración de su cuadragésimo aniversario en el mismo lugar donde se fundó: en la iglesia de Sant Agustí. Cuando Miquel Sellarés, una de las almas de la Asamblea de Cataluña y de la Asamblea Nacional Catalana, me pidió que hablara, resaltó que se trataba de tender un puente entre el pasado y el futuro.

Hoy al frente de la Asamblea hay un premio Sant Jordi de novela, Agustí Alcoberro. El premio de novela más importante en lengua catalana, 57 ediciones y un palmarés de vitrina: Capmany, Pla, Espinàs, Salas, Pedrolo, Calders, Rodoreda, Roig, Villatoro, Cabré… Lo otorga Òmnium, cuyo aval es su apellido -Cultural! -. Antecedentes penales, ‘quod erat demonstrandum’ .

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