Cataluña, ¿un estado de Europa o de la UE?

Europa sí, sin duda. ¿Unión Europea? Deseable, pero no indispensable. Y en ningún caso, debe ponerse como condición indispensable para lograr la independencia. Me explico.

 

Desde Cataluña hay quien defiende que un nuevo estado catalán formaría parte de la UE de una manera automática. Pero es mucho más realista (no lo digo yo, sino expertos internacionales) pensar que ésto no será así y que Cataluña tendrá que negociar con la UE. El resultado seguramente que sería la adhesión de Cataluña a la UE por interés propio, porque Cataluña sería contribuyente neto desde el primer día y porque hoy ya formamos parte (recomendado el artículo de Vicent Partal (*) sobre el tema: «La ‘Catalunya noruega’ sí que da miedo en Bruselas»).

 

Pero podría ocurrir que no fuera así (por presión española o por otros motivos), o que las negociaciones se alargaran mucho. ¿Habría, pues, que renunciar a la independencia? Muchos catalanes quizá creen que sí, porque creen que esto implicaría una pérdida de bienestar. Pero no es así.

 

Lo que garantiza la prosperidad de los catalanes es, aparte de la independencia, el hecho de disponer de libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales. Es decir, que las personas ‘se puedan moverse libremente’, y que la actividad económica funcione como hasta ahora, de manera, por ejemplo, que las empresas puedan importar y exportar sin trabas. Y esto se consigue formando parte de la UE, pero también siendo miembro del Espacio Económico Europeo (EEE), del que son parte los estados de la UE, y Noruega, Islandia y Liechtenstein. Y para reforzarlo, formando parte del Espacio Schengen (del cual son parte la mayoría de estados de la UE, y Noruega, Islandia, Liechtenstein y Suiza). Y completarlo con acuerdos bilaterales con la UE, como Suiza (que no es parte del EEE). Es decir, ser parte de la UE está muy bien, pero ser como Noruega o Suiza, también.

 

Lo reconozco: soy un ‘europeísta euroescéptico’; me gustaría una gran integración europea y que la UE fuera una estructura ágil, eficiente y austera, pero creo que esto es imposible de alcanzar. Por tanto, la idea de quedar fuera de la UE para ahorrarnos una burocracia amorfa y cara, pero con las principales ventajas de ser parte (como hoy Noruega y Suiza), me seduce mucho. Pero entiendo que la mayoría de catalanes quieran seguir formando parte de este club. Por lo tanto, prioricemos y dediquemos las máximas energías a ser parte, pero que eso no nos condicione a la hora de ser independientes. Así, encima, tendremos más poder de negociación con la UE y, ante la amenaza de España ‘quedaréis fuera de la UE’, doble respuesta: seguramente que no será así porque la UE quiere a Cataluña y, si acaba siendo así, no pasa nada (nota: agricultores, no sufráis, si la UE no paga las PAC, lo hará el Estado catalán).

 

La UE tiene muchos activos. De hecho, el Nobel de la Paz recién otorgar nos recuerda que es una de las principales garantías contra el belicismo español, hoy y en el futuro. Pero no condicionemos nuestra independencia a ser parte de ella.

 

Y volviendo al principio: ¿Estado de Europa o Estado de la Unión Europea? Más fácil: Estado independiente. Y en consecuencia, una propuesta de pregunta para el referéndum: ‘¿Desea que Cataluña se convierta en un Estado independiente?’

 

 

 

 

 

(*)

 

Vicent Partal

La ‘Cataluña noruega’ sí que da miedo en Bruselas

 

 

 

Me lo dijo un amigo bien situado en Bruselas: ‘La Unión no permitirá que seáis otra Noruega’. Ofuscado, como lo ha sido durante siglos y lo será siempre, el españolismo ha comenzado a blandir el espantajo de que una Catalunya independiente sería expulsada de la Unión Europea sin tener en cuenta tres cosas importantes. En primer lugar qué piensa Europa. En segundo lugar qué fuerza tiene -España quiero decir-. Y en tercer lugar olvidar que hay estados europeos que no son parte de la Unión. Todo ello se resume en la frase de mi amigo.

 

Primero porque España piensa que puede vetar o condenar o impedir cosas como la independencia de Catalunya, capacidad que claramente está fuera de su alcance hoy. Es obvio que España hoy es un Estado paria en Europa y Europa no le consentirá que, además de los muchos problemas que ha causado, aún cause otros nuevos.

 

En segundo lugar, porque lo que Europa piensa no es, claramente, lo que el españolismo piensa que pensará. Ya se ha hablado abundantemente estos días y me remito al episodio ridículo del torpe de portavoz de la Comisión Europea castigado y obligado a arrepentirse por haber dicho irreflexivamente que Cataluña quedaría fuera de la UE. La Unión Europea no pondrá ni un solo obstáculo a la República catalana.

 

Y no lo hará, especialmente ahora, porque para la Unión Europea una Catalunya ‘noruega’ es un peligro enorme, y éste sí que les preocupa. De hecho, tengo la seguridad de que ahora mismo preocupa más a la Unión Europea que Cataluña quede fuera de la Unión que no lo que debería preocupar a Cataluña quedarse fuera. Y lo digo desde mi militancia europeísta, pública y notoria.

 

Europa vive un momento muy peligroso. La Unión ha sido concebida con el mandato de incluir, no de excluir. La Unión se forjó para unir a todos los estados posibles y por eso ve con tanto miedo eso que ahora sucede. Que haya países que abandonan la Unión o que el euro sea un fracaso para la Unión Europea. Y es por eso que no hará ningún paso para expulsar a Grecia de la Unión -los meses van pasando y no le expulsa-. Europa vive con terror una secuencia de mapas en los que su mapa sea menor en territorio de lo que ha sido. Por tanto, de ningún modo consentirá que Cataluña se vaya.

 

Y más teniendo en cuenta que no está nada claro que, fuera de la Unión Europea o del euro, Cataluña viviera peor que ahora. De quienes tienen miedo a Bruselas es de Noruega, ahora mismo el país más rico per cápita y más estable en términos económicos de Europa. Y que no es parte ni de la Unión Europea ni del euro, simplemente porque no quiere.

 

Ahora, Noruega es una anécdota explicable. Pero, si Cataluña no formase parte del euro ni de la Unión y a pesar de ello fuere económicamente bien, que todos sabemos que iría, la cosa ya no sería tanto una anécdota como una dura impugnación del modelo con consecuencias continentales.

 

La pregunta a responder es: a la vista de todo ello, ¿por qué motivo debería arriesgarse la Unión a dejar fuera a Cataluña?

 

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