El tiro por la culata

Tal como estaba previsto, la mega manifestación del 11 de septiembre ha desatado un alud de análisis antiindependencia pensados para dar miedo a los catalanes. Lo que no estaba previsto era que el nivel intelectual de estos fuera tan bajo: no sólo los argumentos están repletos de errores sino que, cuando se analizan en detalle, acaban dando la razón al independentismo. Veamos los tres más repetidos.

 

“La independencia sería mala para Catalunya porque tendría que asumir su parte proporcional de la deuda española y eso sería ruinoso”. El error consiste en no explicar qué pasaría si Catalunya se queda en España. ¿Quién pagaría la deuda española en ese caso, los extraterrestres? ¡No! ¡Los españoles! ¿Y quién pagaría la parte proporcional que le toca a los catalanes? ¡Los catalanes! Eso es lo que ha pasado siempre y eso es lo que seguirá pasando mientras Catalunya forme parte de España. Por lo tanto, si los catalanes pagarán su parte tanto si se van como si se quedan, el argumento de la deuda no tiene ningún sentido.

 

De hecho, si nos tomásemos en serio la tesis y la independencia se decidiera únicamente según el criterio de la deuda, la decisión racional sería irse: al no haber ninguna ley que regule el proceso de independencia, no es 100% seguro que Catalunya deba asumir una parte de la deuda asumida por el Gobierno de España por lo que si se independentiza, igual se acaba ahorrando esa mochila. En cambio lo que sí es seguro es que si se queda, va a tener que pagar su parte de la deuda.

 

Otra manida amenaza es la de “si Catalunya se va, los jubilados catalanes que han cotizado toda la vida perderán las pensiones porque el Gobierno español no les va a dar el dinero”. Dejando de lado el hecho de que si España fuera capaz de dejar a los ancianos sin cobrar pensiones por venganza, eso sería una razón adicional para salir corriendo de este país, este argumento también comete un error de bulto: ¡el dinero de las pensiones de los jubilados catalanes no lo tiene el Gobierno de España! Es sabido que las pensiones de hoy se pagan con las cotizaciones de hoy y que el dinero que pagaron los jubilados cuando trabajaban desapareció cuando se pagaron las pensiones de entonces. El dinero de los pensionistas catalanes, pues, no lo tiene el Gobierno de España sino los trabajadores catalanes. Y como en una Catalunya independiente habrá trabajadores y habrá cotizaciones sociales, las pensiones estarán más que garantizadas.

 

De hecho, si nos tomásemos en serio la tesis y la independencia se decidiera únicamente según el criterio de las pensiones, la decisión racional sería irse: entre 1995 y 2010, los catalanes han aportado 24.774 millones de euros de más a la seguridad social española. Si Catalunya hubiera sido independiente, con ese dinero se hubieran podido pagar hasta 18.000 euros adicionales a cada jubilado por lo que, desde el punto de vista de las pensiones, lo ruinoso no es irse sino formar parte de España.

 

La tercera amenaza más común es la del comercio internacional: “El socio comercial más importante de Catalunya es España y si ponemos una barrera entre Catalunya y España, el comercio entre las dos áreas se reducirá en un 70%, cosa que provocará una caída del 9% del PIB catalán”. ¿De dónde sale eso del 70%? Respuesta: ¡de Portugal y la República Checa! Dicen que cuando entre España y Catalunya haya una frontera como la que hay con Portugal, el comercio entre Catalunya y España caerá a los niveles de Portugal. El error consiste en pensar que es lo mismo partir de una situación con barreras comerciales (como las de Portugal y España antes de que ingresaran en la UE) que desaparecen que de una situación inicial sin barreras como es el caso de Catalunya. El ejemplo de Chequia, por otro lado, se utiliza porque, al independizarse de Eslovaquia, el comercio entre los dos países cayó un 70% y ese es el número que se aplica a Catalunya. El error consiste en no tener en cuenta que Chequia y Eslovaquia eran dos países comunistas teledirigidos por el Gobierno que dictaba a cada uno lo que tenían que producir y dónde lo tenía que vender. Lógicamente, con la caída del comunismo desapareció toda esa farsa comercial, pero nada de eso pasará en Catalunya.

 

De hecho, si nos tomásemos en serio la tesis y la independencia se decidiera únicamente según el criterio comercial, la decisión racional sería irse: y es que los analistas sólo hablan de la caída del comercio entre Chequia y Eslovaquia pero no mencionan el comercio con Alemania, Europa y el resto del mundo que subió hasta el punto que el comercio total checo (sumando el de Eslovaquia y el resto del mundo) ha pasado del 49% del PIB en 1993 (año de la independencia) al 75% en la actualidad. Lejos de caer el 9% vaticinado por los agoreros españoles, el PIB de Chequia ha pasado de 13.000 dólares en 1993 a 23.400 en la actualidad. El ejemplo de Chequia, pues, también les da la razón a los independentistas.

 

Resumiendo: hasta el momento los argumentos utilizados para “demostrar” que la situación económica de una Catalunya independiente sería catastrófica son tan falaces que, una vez analizados al detalle, todos acaban diciendo lo mismo: si nos tomásemos en serio la tesis y la independencia se decidiera siguiendo únicamente ese criterio, lo más racional sería irse. En este sentido, los estrategas del miedo recuerdan cada vez más al pobre Wile E. Coyote, cuya obsesión enfermiza por cazar al correcaminos le hace cometer errores tan garrafales que, en todos sus cómicos intentos, le sale el tiro por la culata.

 

Xavier Sala i Martín, Columbia University, UPF i Fundació Umbele.


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