De los ejes a los dilemas

Las elecciones catalanas siempre se habían analizado a partir de dos ejes que, en comparación con otros territorios, añadían complejidad a la decisión del voto. Por un lado, estaba el eje nacional, que iba de la propuesta independentista hasta la unionista, pasando por todas las ofertas intermedias. El catalanismo era un gran espacio lleno de matices donde, si era necesario, de vez en cuando se enfilaba el PP y todo. Por el otro, estaba el eje ideológico, que iba de lo que convencionalmente se llama la izquierda hasta la derecha, también con toda una oferta diversificada de políticas o más progresistas o más conservadoras. Pero ahora este modelo de ejes, si no se ha acabado, está a punto de morir. Ya no estamos en tiempos de medias tintas y los ejes se han convertido en dilemas.

 

En lo que respecta al antiguo eje nacional, en estas elecciones, ha quedado reducido a dos opciones alternativas. Por un lado, hay partidos soberanistas, independentistas o que quieren un Estado propio, variaciones meramente nominales condicionadas bien sea por las tradiciones históricas respectivas o para acomodarse a las sensibilidades de los votantes respectivos. Por el otro, hay partidos unionistas, que consideran que Cataluña es España y que niegan la posibilidad de que los catalanes seamos un sujeto político con derecho a decidir democráticamente nuestro futuro. PP y C’s lo expresan de manera taxativa y clara: nada de referéndums ni de consultas! En cambio, el PSC ha encontrado una fórmula retórica para simular una posición más blanda. Ahora bien, en la medida en que el PSC fía la posibilidad de la consulta a un permiso absolutamente improbable que debería dar España para hacerla -después de una reforma constitucional avalada necesariamente por PP y PSOE-, quiere decir que los socialistas catalanes siguen considerando que no somos sujetos nacionalmente capaces de autodeterminarnos, y finalmente quedan alineados con PP y C’s. En definitiva, no hay realmente puntos intermedios, más allá de los matices que cada partido utiliza para captar a su electorado.

 

En relación al eje ideológico, sobre el papel, sigue existiendo. Hay partidos que ponen el acento en las políticas sociales, en la crítica de los recortes y que exigen el retorno a las condiciones previas a la crisis. Y hay partidos que defienden la necesidad de las políticas de austeridad para hacer sostenibles las finanzas públicas, y además están los partidos que proponen políticas conservadoras y que protegen a los poderes financieros y al gran capital. Ahora bien, en la práctica, y sobre todo en un país como Cataluña, con competencias muy limitadas en las grandes políticas fiscales y financieras, el recorrido del eje ideológico, con la crisis, se ha acortado mucho. Si es el Estado quien impone un déficit público determinado y tiene las llaves de la caja, si es el Estado quien puede hacer las políticas fiscales, recaudatorias y de inspección, si es el Estado quien decide las políticas financieras, el margen del gobierno catalán para decidir políticas públicas es mínimo. Y si casi no hay recorrido para hacer otro tipo de política que la que ya se hace ahora -ni social, ni de inversiones en infraestructuras o en investigación e innovación, entre otras-, entonces quiere decir que lo que queda de eje ideológico es más imaginario que real. Demagógicamente, cuando no se está en el gobierno, se puede apelar a una hipotética ‘bota de Sant Ferriol’ que los impuestos a las grandes fortunas deberían llenar sin límite. Pero no tengo ninguna duda de que, pongamos por caso, un no menos hipotético Herrera Presidente toparía con las limitaciones tanto de una caja vacía como de unas grandes fortunas que, amenazadas, huirían a toda prisa de Cataluña. Hoy por hoy, el voto contra los recortes es un voto fuera del gobierno. En definitiva, el eje ideológico quizá aún tiene un pequeño recorrido, pero hasta que no cambien radicalmente las condiciones actuales, el margen de acción es más formal que real.

 

Así pues, la decisión del voto, en esta ocasión, tendrá que recurrir a criterios nuevos y radicales. No es extraño que haya tanto voto indeciso, que es el que se encontraba cómodo en las posiciones ambiguas que ahora se han esfumado. Es cierto que no son unas elecciones plebiscitarias, y que incluso hay más opciones políticas con posibilidades de representación parlamentaria que nunca. Pero, al mismo tiempo, los ejes se han casi eliminado y ahora sólo quedan dilemas decisivos. ¿Qué puede favorecer más la independencia de Cataluña? ¿Quién la puede impedir? ¿Quién puede gobernar mejor la miseria presupuestaria en estos tiempos sin margen de decisión? ¿SI o CUP? ¿C’s o PP? ¿ICV o PSC? ERC o CiU? Todo son dilemas. El domingo sabremos cuáles habrán sido nuestras decisiones finales.

 

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