La solvencia de un estado catalán

Uno de los problemas financieros más graves que tiene la Generalitat es la incapacidad de obtener financiación en los mercados habituales. Por eso necesita pedir dinero al Fondo de Liquidez Autonómica creado por el Estado español. El sistema de financiación de la Generalitat no proporciona la solvencia necesaria y, obviamente, tampoco ayuda la situación de la economía española. Por todas estas causas, hoy el rating crediticio de la Generalitat está a niveles muy bajos. El rating establece la capacidad de la Generalitat para pagar su deuda y el riesgo que supone invertir en esta deuda.

Según las agencias, Moodys califica el rating crediticio de la Generalitat de Ba3 (perspectiva negativa), Standard & Poor ‘s de BB (perspectiva negativa) y Fitch Ratings de BBB-(en revisión negativa). Estas calificaciones son malas si se tiene en cuenta que Moodys utiliza Aaa para su máxima calificación (inversiones con poco riesgo) y la C para las peores. En cuanto a Standard & Poor ‘sy Fitch, dan una AAA a las mejores calificaciones y una D a las más malas. Se consideran inversiones con mucho riesgo las calificaciones por debajo de Baa y BBB.

La solvencia de la Generalitat cambiaría totalmente si Cataluña se convirtiera en un Estado. En primer lugar, porque la ganancia fiscal de la independencia (más de 16.000 millones de euros), ocasionado por la desaparición del déficit fiscal con España, tendría un efecto multiplicador sobre la economía, superior al impacto inicial de la ganancia fiscal, y se podría dedicar a incrementar el gasto social o rebajar los impuestos, lo que aumentaría el consumo y la inversión, y generaría un efecto positivo sobre la economía. Incrementaría su capacidad productiva y se crearían puestos de trabajo.

En segundo lugar, porque Cataluña ya es una economía relativamente bien posicionada dentro de la UE. Por su nivel de PIB per cápita (en términos de PPS) se sitúa un 20% por encima de la media de la UE-27. Asimismo, tanto la teoría económica como la evidencia empírica demuestran que la dimensión de un país no tiene mucha influencia en el crecimiento económico. La globalización y los acuerdos de libre comercio hacen que los países pequeños, como sería Cataluña, puedan vender a otros países con la misma facilidad con que países grandes venden en su mercado interior. Se pueden conseguir efectos de escala en el crecimiento para más apertura comercial, lo que suele suceder en los países pequeños. Esto explica que Dinamarca, Finlandia, Suecia y Suiza, según el World Economic Forum, sean los países más competitivos del mundo, a pesar de ser todos pequeños. Una Cataluña Estado tendría un grado de apertura de su economía similar a la de Suecia y Dinamarca, donde las exportaciones representan aproximadamente el 52% de su PIB.

Una tercera consideración gira en torno a si Cataluña como EEstado nacería muy endeudada, una cuestión también relevante para su solvencia. Cataluña heredaría parte de la deuda pública española, pero también debería heredar parte de sus activos.

El reparto de los activos y pasivos puede hacerse según diversos criterios (población, PIB, etc.). El criterio más perjudicial para Catalunya sería el del peso relativo de su PIB dentro de la economía española. En este caso, y según mis cálculos, Cataluña heredaría un endeudamiento que representaría el 59% de su PIB en valores del 2011. Ahora bien, también heredaría unos activos mobiliarios por valor de un 38% del PIB. Por tanto, una vez restados estos activos del endeudamiento, Cataluña heredaría un endeudamiento neto de un 21% del PIB, que sumado al endeudamiento actual de la Generalitat representaría una deuda total en torno al 40% del PIB, un rating totalmente asumible y mucho más bajo que el de la mayoría de países europeos. Además, Cataluña también heredaría el stock de capital público localizado en Cataluña, por un valor cercano al 38% de su PIB.

Todos estos factores redundarían en un fortalecimiento de la solvencia económica de la Cataluña Estado. El Círculo Catalán de Negocios ha calculado el rating crediticio de un futuro Estado catalán basándose en una serie de indicadores, que el situarían en una posición similar a otros países europeos relativamente pequeños, como Noruega, Suiza, Holanda, Austria, Suecia, Dinamarca, Bélgica y Finlandia. El rating se colocaría entre AA y AAA, una calificación similar a la que ahora tienen estos países, lo que hace que paguen un tipo de interés medio de tan sólo un 2,44%.

Por tanto, el nuevo Estado catalán que implicaría la independencia de Cataluña llevaría a una clara mejora de la solvencia de nuestra economía, y todo ello revertiría en una mejora del bienestar de todos los ciudadanos residentes en nuestro país.

 

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