No tengáis miedo a los sables, ya que no se suicidarán

Ya hace unas semanas que diferentes sectores de la extrema derecha española intentan que vuelva a resurgir el espantajo de los sables para atemorizar a las generaciones que todavía están y que vivieron el franquismo y la primera parte del post-franquismo.

En una primera etapa, estos sectores han sido representados por jubilados de las FAE (Fuerzas Armadas Españolas) que se han creído que aún existe la España del Valle de los Caídos y la División Azul.

 

Luego, este sector ha representado ─ y esto es aún más preocupante ─ por un imprudente ministro de Defensa que, en la Pascua Militar y de manera muy sutil, ha intentado transmitir, también, el mensaje subliminal de que las FAE pueden intervenir para evitar que se rompa la «sagrada unidad de la patria «.

 

De lo que no son conscientes tanto la extrema derecha como desde algunos sectores del gobierno del PP (y quizás alguna tentación del jefe del Estado) es que las FAE ya no son las fuerzas armadas «africanistas» ni tampoco el brazo ejecutor del nacionalismo español. A día de hoy, las FAE son unas fuerzas profesionales, sensibilizadas con la defensa de la ciudadanía y sus libertades, que quieren y necesitan estar al margen de las controversias políticas e ideológicas. Y más importante aún: las FAE, desde su entrada en la OTAN y su participación en diversas operaciones de estabilización y pacificación, ya no son lo que fueron.

 

Los miembros de las FAE se expresan hoy en día con fluidez en inglés y otras lenguas, sus profesionales están formados con varias carreras universitarias (mayoritariamente tecnológicas pero también humanísticas ) y muchos de sus mandos han realizado cursos en diferentes países y se han formado en parte de los diferentes cuarteles generales de la OTAN, de la UE y de las Naciones Unidas. Sin embargo, estos profesionales también han conocido de cerca los males del intervencionismo militar: quiero creer que las FAE del siglo XXI son incapaces de intervenir militarmente en contra de Cataluña y en contra de la voluntad mayoritaria de sus ciudadanos.

 

La Guardia Civil tampoco se encuentra en disposición de actuar: muchos de ellos conocen la realidad catalana y saben que el 18 de julio de 1936 fueron ellos y los «Guardias de Asssalt» (la actual Policía Nacional) quienes se pusieron a las órdenes del presidente Companys y acabaron con la sublevación franquista, aunque sus cabezas, en 1939, pagaron su lealtad democrática al poder constituido con la vida.

 

Además de las FAE, el jefe del Estado Juan Carlos (y la reina Sofía) conocen de primera mano qué pasó en Grecia y como acabó la monarquía griega: las aventuras militares no interesan al jefe del Estado y menos aún al ciudadano Felipe, si éste pretende tener alguna oportunidad de futuro.

 

Basta, pues, de tener miedo de los sables: no estamos en el siglo XIX ni en el XX, ni en ninguna república bananera. Estamos en Europa, somos ciudadanos de la Unión Europea, y aquí los sables sólo sirven para hacer, de vez en cuando, alguna desfile. Los miembros de las FAE son suficientemente inteligentes como para no suicidarse en una operación de «salva-patrias» que les llevaría al desastre.

 

* Presidente del CEEC (Centro de Estudios Estratégicos de Cataluña)

 

 

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