Declaraciones de soberanía en el ámbito internacional

La declaración de soberanía votada ayer en el Parlament no es ni mucho menos una anomalía si echamos un vistazo a otros procesos. Muchos países de una manera u otra han declarado ante el mundo su soberanía y por tanto su existencia como sujeto político y jurídico por encima de la legitimidad de su estado matriz. Se podría pensar que la declaración de soberanía es, de hecho, una declaración de independencia. A veces esta declaración ha sido, a efectos prácticos, lo mismo que la declaración de independencia. En este sentido basta recordar el documento que firmaron las trece colonias de América del Norte en 1776 para obviar su lealtad a la Corona británica. Pero en otros contextos hay naciones que han necesitado afirmar su soberanía y la preeminencia de su voluntad, por encima de cualquier otra, para plantearse su propio futuro.

Repúblicas bálticas

Este fue el caso, por ejemplo, de las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), donde mucho antes de independizarse los respectivos órganos de gobierno (soviets supremos) aprobaron textos similares acogiéndose a la autodeterminación y a la legalidad propia. Pero mientras que por un lado la federación soviética diseñada por Lenin en teoría reconocía el derecho a la autodeterminación, por otro las repúblicas bálticas habían perdido su independencia en 1940 tras el protocolo secreto del pacto Ribbentrop-Molotov, que había permitido la ocupación rusa de su territorio. Así pues, las declaraciones de soberanía querían acogerse a la autodeterminación y a la vez reparar una anexión injusta por el Estado soviético. Los movimientos iniciados por las repúblicas bálticas arrastraron a casi todo el resto de repúblicas soviéticas a formular declaraciones de soberanía similares.

Yugoslavia y Checoslovaquia

Aún dentro del marco de la antigua Yugoslavia, y justo después de las primeras elecciones multipartidistas en la primavera de 1990, el Parlamento esloveno aprobó una declaración de soberanía previa a la convocatoria de un referéndum sobre la secesión del país que se celebraría sólo unos meses después. La declaración, que fue considerada anticonstitucional por el Tribunal Constitucional yugoslavo, invalidó las leyes federales sobre el territorio esloveno. En otro contexto, la separación pacífica de la antigua Checoslovaquia también fue precedida por una declaración votada en el Parlamento eslovaco. Ahora bien, el texto declaraba la soberanía de la futura república pero a la vez en reivindicaba la secesión de Chequia.

Escocia y Quebec

Finalmente, si echamos un vistazo a los casos de Quebec y Escocia, ambos en contextos liberal-democráticos, observamos que las declaraciones de soberanía no han sido necesarias para ejercer el derecho a decidir. En Québec la coalición soberanista formada por PQ, el BQ y ADQ incorporó una declaración de soberanía en el preámbulo de la misma ley que sometió a votación en el referéndum de 1995. En ese referéndum se votó sobre la secesión sin necesidad de afirmar el derecho a decidir de manera previa. Por su parte, en Escocia el gobierno independentista de Alex Salmond ha obtenido un acuerdo con el gobierno de Londres para convocar un referéndum en otoño de 2014. No obstante, cabe recordar que Escocia mantiene su bagaje constitucional con la Claim of Right de 1689, un documento histórico que afirmó la soberanía de su Parlamento y que una convención en defensa del autogobierno (de laboristas y conservadores) renovó el 1989 con motivo de los trescientos años del documento.

En resumen, las declaraciones de soberanía han sido una constante a lo largo de la historia a pesar de que en contextos democráticos la afirmación del derecho a decidir ha acostumbrado a ser aceptada por los gobiernos centrales, como el canadiense y el británico, sin necesidad de que fuera votada.

 

 

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