El 25-N: ¿quién votó qué?

¿Quién votó qué en las elecciones del 25-N y por qué? ¿CiU perdió 100.000 votos y 12 escaños por su maximalismo o por las ambigüedades del Sr.Duran? ¿Qué explica el crecimiento de ERC? ¿Qué le pasó al PSC? ¿De dónde vienen los votos del unionismo? Responder a estas cuestiones es importante porque, en definitiva, la declaración de soberanía del 23-E y las posibilidades de llevarla a puerto con éxito se apoyan sobre las elecciones del 25-N.

Las encuestas no sirven para contestar estas preguntas. Las preelectorales porque fracasaron estrepitosamente a la hora de predecir el voto. Las encuestas postelectorales tampoco, porque una buena parte de los encuestados suelen olvidar o esconder su voto. Por ejemplo, el último barómetro electoral de la ciudad de Barcelona la diferencia entre el voto recordado y el voto real el 25-N es de más del 50% para partidos como CiU o el PP.

Hoy por hoy, la única solución a este problema consiste en examinar los datos agregados de cada sección censal (alrededor de 4.700 secciones en toda Catalunya con unos 1.000 electores por sección) y comparar los flujos de votos entre elecciones para intentar estimar quien votó qué a escala individual. Aunque este análisis con datos por sección no esté libre de problemas de inferencia, hoy en día existen técnicas de estimación ecológica que permiten aproximar el comportamiento de cada elector con una cierta fiabilidad, especialmente si, como discuto con más detalle en Mi blog , no analizamos las secciones censales en el conjunto de Cataluña sino por diferentes territorios (área metropolitana, comarcas del interior, etc.).

Un análisis comparado de las elecciones de 2010 y 2012 muestra, en primer lugar, que el 25-N CiU retuvo alrededor del 90% de sus votantes de 2010 en la ciudad de Barcelona y en las comarcas del interior. Por el contrario, los resultados convergentes fueron mucho peores en el área metropolitana, Baix Llobregat, Vallès, Maresme y Tarragonès. CiU perdió el 22% de los votos de 2010.

Todo el escape de votos de CiU benefició casi en su totalidad a ERC. El giro soberanista de CiU no asustó a ninguno de sus votantes hasta llevarlos a votar PP o Ciutadans. Al contrario, los que abandonaron la coalición gobernante lo hicieron para apoyar una alternativa más soberanista. La credibilidad de CiU quedó parcialmente dañada por las declaraciones de Duran en la campaña. Además, el hecho de que este trasvase de votos fuera más considerable en la gran conurbación metropolitana parece indicar que los estratos populares y catalanistas de esa área decidieron castigar la política presupuestaria de la Generalitat.

Por su parte, Izquierda mantuvo el 90% de sus votos de 2010 y recibió los votos perdidos de CiU con una excepción. Un 7% de los votos de ERC de 2010 pasaron a CiU en las comarcas barcelonesas interiores y en Girona. En Lleida y Tarragona, la proporción fue del 18 por ciento. En una palabra, ERC se hizo ligeramente más urbana y CiU menos.

La segunda lección de los datos es que, salvo el extrarradio barcelonés, toda la izquierda se hizo más catalanista -una parte de los votantes abandonaron un PSC tibio para una Iniciativa prorreferéndum y una parte de los antiguos votantes de ICV se trasladaron a ERC y la CUP-. Reflejando la crisis política actual del socialismo catalán, el PSC experimentó dos trayectorias bien distintas. Mientras que en el área metropolitana y en la primera corona conservó el 91% de los votantes de 2010, en Barcelona ciudad y las comarcas gerundenses perdió el 30% de los votantes de 2010 -casi todos a manos de ICV-. En Tarragona y Lleida sólo mantuvo un catastrófico 49% de los votantes de 2010: el resto se dividieron entre la abstención y ERC. En todo caso, la absorción de antiguos votos socialistas por ICV quedó parcialmente deslucida en Barcelona ciudad y comarcas porque casi la mitad de los votos de ICV se repartieron entre ERC y la CUP.

La última lección del análisis es que no hay ningún vaso comunicante entre catalanistas y unionistas. Tirando a lo sumo, quizás (las estimaciones no son muy precisas) un 5% de votantes convergentes apoyaron al PP o C ‘s en Barcelona ciudad (y un 0% en el resto). La misma proporción pasó del PSC a unionistas, pero, en este caso, solamente en comarcas. El crecimiento del unionismo vino de la movilización de un 10% de los abstencionistas de 2010 (probablemente de aquellos electores que votan en las generales y no en las autonómicas), concentrados en Barcelona y alrededores. En todo caso, sin embargo, la movilización de antiguos abstencionistas también benefició al catalanismo de izquierdas, sobre todo en el resto del país.

 

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