Las cloacas y el CNI

Los aparatos del Estado, cada día que pasa, son conscientes de su fracaso histórico al no haber detectado a tiempo el progreso, la extensión y la expansión del soberanismo catalán, no sólo entre su clase política, sino entre la sociedad catalana, la cual desacomplejadamente y con total normalidad plantea, ahora, que tiene los mismos derechos que los ciudadanos de Quebec o de Escocia a decidir libremente su futuro.

Fracasados ​​el CNI y la quinta columna en evaluar la política catalana, ahora el Estado ha puesto en marcha una potente célula de crisis en la que participan no sólo los más altos cargos de la seguridad del Estado y el mismo director del CNI, sino también, de manera discreta, algunas personalidades relevantes del españolismo con sede en Cataluña, además de personas vinculadas al mundo económico y financiero que durante las últimas décadas han hecho de España y de sus influencias en su negocio.

Nos encontramos, pues, ante una fase muy importante en que el Estado usa y usará todos sus medios para impedir el soberanismo catalán y el derecho de decidir de los ciudadanos de Cataluña. Desde el Estado se utilizarán todo tipo de leyes estatales. Se utilizará hasta el límite la Constitución Española y se dará, como ya se ha hecho, luz verde, medios humanos y financieros a la quinta columna y los servicios de inteligencia del Estado, unos servicios que pretenderán destruir la red de coincidencia y complicidad que existe en la sociedad catalana para conseguir su soberanía nacional. Habrá-como ya hace semanas que dura-una gran campaña de ventilador en la que se harán públicos todo tipo de informaciones, verídicas o no, sobre casos de corrupción que impliquen a dirigentes del soberanismo catalán y también de los entornos socialistas para acojonarlos y reconducir a todos. Esta campaña ya está en plena actividad y Madrid considera que está dando buenos frutos y que, además, una parte de la prensa catalana está cayendo en aceptar estas informaciones como verídicas: algunas cabeceras ya han caído en la trampa de hacer noticia de lo que potencian los portavoces de las cloacas. También ha habido una campaña -descarada pero a la vez sutil- para convocar a Madrid altos dirigentes catalanes del mundo económico y financiero, y también a conocidos industriales. Estas personalidades se han entrevistado con el jefe del Estado y con el jefe del gobierno españoles y se les ha advertido de la aventura de Artur Mas, y cómo ésta puede perjudicar sus intereses.

Dentro del plan estratégico del Estado también han intentado usar el diario La Vanguardia y el Grupo Godó, que, a pesar de haber sido untados con millones de euros por el gobierno de Mas, ahora empiezan a flaquear en su apuesta por la la opción Mas, y cambian su línea editorial y se distancian del proyecto -aunque algunos importantes periodistas del grupo de comunicación siguen apoyando la opción soberanista-. La estrategia del gobierno también conlleva la acción al máximo de la delegada del Gobierno en Cataluña, María de los Llanos de Luna, la cual, a través del uso de la Delegación del Estado y de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, está día tras día al pie del cañón de la ofensiva en contra de los ayuntamientos catalanes. Llanos de Luna ha organizado una guerra de banderas por su cuenta reclamando la estanquera a todos los ayuntamientos y creando tensiones en los consistorios. Además, Llanos de Luna ha fortalecido aún más la campaña de visualización de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en Cataluña (Guardia Civil y Policía Nacional), que hacen todo tipo de operaciones en las que dejan al margen la policía de Cataluña para demostrar que ellos son el músculo del Estado. Llanos ha probado, también, el ridiculizar nuestras fuerzas policiales al considerarlas una policía de segundo orden.

Pero no es suficiente, aún, en el uso de las cuestiones de seguridad por parte del Estado: cada vez es más evidente que cientos de agentes del CNI operan de una manera encubierta y, a veces, absolutamente indiscreta controlando todas las instituciones y políticas soberanistas, y también monitorizando muchos de sus dirigentes, al hacer un seguimiento y un control para obtener el máximo de información posible para intentar desprestigiar o atemorizar nuestra clase política soberanista. Con todo, también en el aspecto de los cuerpos de seguridad, la infiltración de toposgusanos en el cuerpo de Mossos d’Esquadra ha provocado una deshonrosa manifestación como la que sucedió en el 25 de enero pasado ante el Parlamento de Cataluña, en la cual unas decenas de supuestos Mossos manifestarse con la estanquera gritando «menos independencia » en castellano. La utilización de este conocido sector de Mossos, muy minoritario dentro del cuerpo, es una demostración más del nerviosismo de los aparatos del Estado, que hacen todo lo posible para deshacer ante los ciudadanos uno de los pocos aparatos de Estado de que goza Cataluña.

Una gran preocupación también aflora últimamente: las cloacas -u otros servicios- podrían haber puesto en marcha otra fase de desestabilización (según los manuales clásicos): la de permitir a Cataluña que ciertos sectores de delincuencia actúen en el territorio y creen una sensación de inestabilidad y violencia. El Estado es consciente de que no puede utilizar ni las fuerzas armadas ni la Guardia Civil, porque Europa no se lo toleraría y porque, a la vez, supondría el desprestigio del Estado y su suicidio. Esto no significa, sin embargo, que no usen al máximo los elementos de presión -por torpes que sean- que he expuesto, y que, si el proceso de soberanía en Cataluña avanza, no los amplíen y los lleven hasta el límite en una sociedad, la catalana, que ellos creen miedosa e incapaz de hacerles frente.

Es por eso que nuestros políticos soberanistas, nuestras instituciones, nuestra sociedad civil deben estar preparados para dar una batalla cívica y democrática, y, a la vez, deben ser capaces de mantenerse firmes. Si perdemos el miedo y los hacemos frente democráticamente en las urnas, será imposible que alguien nos pare. El presidente Artur Mas ha de tener nuestro apoyo, como también lo deben tener Oriol Junqueras y Joan Herrera, los cuales han demostrado estar a la altura de la historia de nuestro país. En las próximas horas, el presidente Mas, firme, debe hablar claro y sereno con el jefe del gobierno y el jefe del Estado, y debe exponer nuestras reivindicaciones, nuestros derechos: ahora ya no se trata de que nos den una zanahoria u otra, sino que ahora queremos la soberanía y no daremos ni un solo paso atrás.

 

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