¿Corrupción para detener el proceso soberanista?

Nada es casual. Catalunya empieza un proceso soberanista que debe culminar, en 2014, con una consulta sobre si quiere permanecer o no dentro del Estado español, y empiezan a publicarse casos y más casos de supuesta corrupción, de espías y de escuchas ilegales que pringan a la mayoría de partidos del Parlamento catalán. Al mismo tiempo, en España, Mariano Rajoy también está bajo sospecha por haber cobrado en negro, dicen, de una supuesta caja B que custodiaba en Bárcenas, el avispado tesorero del PP especialista en llevar dinero al extranjero. Algunas malas lenguas como las de Ansón ruegan a San José María Aznar que vuelva a liderar el PP, ante un Rajoy tan blando que no puede ni enderezar la política económica española ni tampoco puede hacer pasar por el aro los iluminados catalanes que creen que el derecho a decidir es un derecho de todos los pueblos.

Nada es casual. Hace ya algunos meses, uno se preguntaba cómo los servicios secretos del Estado podían haber dejado pasar la manifestación del 11 de septiembre sin que hubiera pasado nada. Cómo se había permitido que más de un millón y medio de catalanes salieran a la calle tan alegremente, sin alborotos, simplemente ilusionados por haber dejado atrás la eterna y pesada dialéctica Cataluña-España para apostar por ese piso nuevo que se llama «Cataluña, nuevo Estado de Europa». La respuesta que te daban desde las más altas esferas siempre era la misma: «Todo llegará. Pronto saldrá mucha mierda… «. Ya ha llegado. Tráfico de influencias, evasión de impuestos, prevaricación, espionaje… Nada es casual, ¿por qué… la corrupción se produce sólo en Cataluña? Dicho esto: hace falya que salga a la luz pública todo lo que dirigentes políticos o partidos enteros han escondido durante años. Y no sólo es necesario que se conozca sino que, además, es del todo necesario que haya limpieza, asunción de responsabilidades y llegar hasta el final de todo este intríngulis.

Nada es como antes. Esta no es la primera vez que conocemos casos de corrupción. Han llegado, hemos puesto el grito en el cielo y se han esfumado como si no hubiera pasado nada, a la espera de una sentencia que llegará, con un poco de suerte, en una o dos décadas. Ejemplos podríamos poner a montones. Resulta, sin embargo, que en estos momentos, en Cataluña tenemos una crisis económica de caballo, con cientos de desahucios al día, con un 24% de paro y miles de ciudadanos que ya no cobran la prestación y viven de la pensión de los abuelos. Nada, si está mal hecho, puede quedar impune.

Nada es como antes. Del mismo modo que los ciudadanos pedimos transparencia en la política, también hay que poner un poco de cordura en todo lo que los medios de comunicación publicamos de esta telaraña que pringa a personajes de la vida pública, la policía, detectives privados y el poder judicial. No todo vale. No nos interesa vivir en la duda permanente ni en la desconfianza, pero tampoco podemos basar nuestras informaciones con especulaciones, murmullos, informaciones no contrastadas o informes que no se sabe si son ciertos o falsos… simplemente para ganar el titular de portada de un día. A estas alturas ya es difícil discernir entre informaciones verídicas y las que no lo son. Porque jugando a este juego estamos haciendo daño a la democracia, a nosotros mismos. Los políticos deben ser limpios y honestos. Pero la prensa también.

 

http://www.elsingulardigital.cat/cat/notices/2013/02/opi_figuera_19_de_febrer_de_2013_92874.php